El 26 de octubre de 1868, por el camino de Santiago venía el general español Quirós con 700 soldados experimentados y la misión de someter a Bayamo, convertida en capital de la insurrección. A un kilómetro del poblado de Baire, en un lugar que llaman Tienda o Venta del Pino, aguardaban 40 mambises bajo las órdenes de Máximo Gómez, dispuestos a detener el avance enemigo.
Los cubanos andaban escasos de armas de fuego y municiones. Solo abundaban los machetes y Máximo Gómez aconsejó adaptarles una guarda o cazoleta en la empuñadura para transformarlos en armas de guerra. "Nadie haga fuego hasta que yo de la orden", dijo. La columna integrista, entretanto, avanzaba por el camino real en correcta formación sin apercibirse de la emboscada.
De pronto se oyó el grito de Gómez: "Al machete". Los fusileros dispararon los pocos cartuchos que tenían y junto con los demás, se lanzaron detrás de su jefe sobre la tropa peninsular que retrocedió primero y luego huyó a la desbandada. Más de la mitad quedó tendida en el campo o trasladada herida en angarillas hacia Baire. La columna española no pudo continuar su avance.
Desde ese día, y por lo que hizo después, el nombre de Máximo Gómez se volvió imprescindible en la historia de Cuba.
EL mambí dominicano
En 1855, ante la amenaza de una invasión haitiana a su país, se enroló en el ejército dominicano. Tuvo su bautismo de fuego en el combate de Santomé el 12 de diciembre de 1856. Tras la anexión de su patria a España (1861), pasó a ser capitán de las fuerzas ibéricas y luego, comandante. En 1865 se trasladó a Santiago de Cuba. Un año después solicitó su licenciamiento.
Al ver la prepotencia y las arbitrariedades del colonialismo español, se solidarizó con los cubanos y comenzó a conspirar con los independentistas. El 16 de octubre de 1868 se incorporó a la insurrección. Tuvo a su cargo la jefatura de las divisiones de Holguín (1869) y Cuba (1870). Dirigió la Invasión a Guantánamo (1871). En 1873 asumió la jefatura de Camagüey. Emprendió la Invasión a Las Villas (1875), frustrada por las indisciplinas y el regionalismo existentes en el campo mambí.
En la Guerra del 95 insurreccionó a Camagüey (junio de ese año) y cruzó la Trocha hacia Las Villas (30 de octubre). Junto con Antonio Maceo, encabezó la Invasión a Occidente y libró victoriosamente los combates de Mal Tiempo, Coliseo y Calimete.
El cronista y General mambí José Miró Argenter, quien le conoció entonces, lo describía de buena estatura, flaco, de tez trigueña y mirada viva, penetrante. Muy sobrio en las comidas, añadía el doctor Gustavo Pérez Abréu, uno de sus ayudantes. "No fumaba, ni profería malas palabras ni permitía tampóco que las dijeran en su cuartel".
Vestía muy sencillo. Al cinto, el machete curvo que perteneció a Martí y un revólver con cabo de nácar. No usaba distintivo militar, sus únicas insignias eran el escudo nacional y una estrella de cinco puntas, al lado izquierdo del pecho.
A la muerte de Maceo regresó a tierras espirituanas y emprendió la Campaña de La Reforma, ejemplo clásico de resistir con pocos hombres una tropa que le superaba numéricamente y en armas de forma abrumadora. Concluida la guerra, realizó una marcha triunfal que culminó en La Habana el 24 de febrero de 1899.
SUS ÚLTIMOS AÑOS
Cuando Washington apeló al neocolonialismo, mediante la Enmienda Platt, impugnó fuertemente ese apéndice a nuestra soberanía, y junto con Juan Gualberto Gómez y otros patriotas, proclamó solemne y públicamente luchar contra esa imposición de los Estados Unidos.
Enfrentado al reeleccionismo de Estrada Palma y a la amenaza de la llegada al poder de elementos autonomistas y anexionistas, falleció en la Habana el 17 de junio de 1905.
|
http://www.granma.cubaweb.cu/2010/06/17/nacional/artic01.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario