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sábado, 21 de noviembre de 2015

¿Ciudadesastre?


Por Ana María Radaelli*

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A propósito del estreno, en el Festival de Cine de San Sebastián, de la película española “El rey de La Habana”, y de la avalancha de comentarios malsanos y hasta ofensivos hacia Cuba, en artículo reproducido por Cubadebate (1), el presidente del ICAIC, Roberto Smith de Castro, precisó por qué la institución que él dirige rechazó la participación cubana en dicho filme, derecho que asiste a cualquier productora en cualquier país del mundo, puntualizando que “Al margen de los medios, de las declaraciones y las críticas, serán los públicos los que decidan si el filme es una exploración artística de los “sin voz” o un espectáculo morboso que explota el dolor ajeno. En relación a nosotros, hace tiempo dejamos de ser los indígenas que podíamos ser exhibidos en las cortes europeas”.

Y como siempre se puede más, también se acusa a las autoridades cubanas de prohibir su exhibición en el próximo Festival de Cine de La Habana… ¡al que no ha tenido a bien presentarse! (2)

Sobran razones para repudiar ese retrato caricaturesco de La Habana, mamarrachada hasta la alucinación y el hartazgo, que prolifera, implacable, ya en la literatura, ya en los medios audiovisuales, cuando en la carrera para humillar a Cuba “todo vale”.

Este texto fue escrito hace ya un tiempo (3).

“…y así La Habana se me ha ido llenando de visiones horrorosas, imágenes dantescas que sería necesario extirpar de cuajo, la pobre inocente, ella, la ciudad, quiero decir, toda una vasta y súper difundida iconografía pictocineliterariomusical que me asedia sin darme tregua y que no alcanzo a borrar de la memoria, grande es el poder de lo maligno, y me quedo soñando con un descomunal y portentoso chorro de agua con mucha arena y mucho cloro y desinfectantes varios que la limpiara de tanta porquería, de toda esa inmundicia que le vuelcan encima sin conmiseración esos algunos que parecen y hasta dicen añorar los antiguos esplendores, lumínicos, supongo, de la ciudadprostituta, de la ciudadcasino, de la ciudad del hampa y la mafia y la politiquería, toda encharcada de pasquines electoreros y niños mendigos y para qué seguir, esos algunos que deberían quererla, amarla, cuidarla, acompañarla y protegerla como ella se merece, menos mal que no faltan músicos, poetas, también pintores enamorados de esta ciudad que les gusta andar y acariciar sin tapujos, recorriendo con ternura su piel lacerada de ciudad pobre, de ciudad digna, ciudad de cerco y acoso, ciudad del Caribe y no de la Europa Galante, ciudad carenciada de la Gran Periferia, bien lejos del Mundo Primero, ciudad altiva, espléndida y rumorosa, alegre y fiestera, ciudad que no esconde sus heridas, que está siempre dispuesta a empezar de nuevo en cada nuevo amanecer, pero sucede como con las personas, que a fuerza de oír hablar mal de alguien, a quien se le atribuye, con tanta impudicia como vehemencia, desde las peores canalladas hasta los vicios más execrables, lo normal y corriente es que se empiece a dudar, ¿será verdad?, ¿tendrán razón los que...?, la suspición [sic.] abriéndose camino arteramente, borrando huellas, equivocando pistas, confundiéndolo todo hasta perder el hilo de la verdad, y la verdad es que no pocos se han ensañado, y de qué forma, con sus penares, ciudad-chivo-expiatorio, conjeturo, creo, a fuerza de pensar en el asunto, ciudad culpable de todos los pecados, porque sin duda alguna resulta más fácil y valiente agarrárselas con la desdichada y hacerla blanco de cuanto dardo envenenado se halle cerca y sin costo alguno, de cuanto ultraje ande por ahí perdido, ciudad-emblema para cada una de las dos trincheras enfrentadas, y en la del odio ciego y aberrado impera por sus fueros la ciudadesastre, sucia de toda suciedad, mugrienta, abandonada, cochambre y pudrición como únicos atributos, sexo y violencia, violencia y sexo entre vahos de orines y excrementos, ciudad por la que deambula una humanidad esperpéntica de chulos y putas y pederastas y lesbianas y travestis y ladrones y pícaros y vagos y mariguaneros y sidosos y guapos y matones y limosneros y balseros de alma y vocación, protagonistas y comparsas que se ocultan y maniobran y medran en la negrura hedionda de casas-cuevas derruidas y basurales, y ya tenemos una nominación o un premio, porque no solo resulta barato denigrarla, sino que el hacerlo puede ser y es un negocio redondo que genera generosos dividendos al amparo del tan invocado y ahora reverenciado realismo, no mágico, no real maravilloso, sino sucio, que así le dicen, realismo sucio redivivo, muy de moda él en el mercado, pobrecita ciudad humillada, y no me da la gana tenerle lástima, ciudad irredenta, con mayúsculas Viva, Terca y Magnánima, poniendo como puede y cuando puede bálsamo en cada una de sus llagas, y porque vale la pena repetirlo, digo Ciudad Nuestra que vuelve y vuelve a nacer en cada nueva aurora que puntual despunta para encender de todos sus fuegos esa bahía tan suyamente única a la que han regresado los pelícanos que un agua negra y espesa había espantado, y es hermoso y es reconfortante verlos sobrevolar el límpido azul y verde oro, y en rauda caída vertical hundirse, para enseguida emerger, ufanos, un pececillo en el pico, como desmintiendo tanta hipocresía y maldad sueltas que por ahí rondan, siempre al acecho…”

NOTAS:
1.-“Confundir los márgenes con la sociedad en su conjunto no es honesto”, Cubadebate, 28 de octubre de 2015. (Fuente: Cine Cubano).
2.- José Manzaneda. Cubainformación. (Fuente: Rebelión, 19 de noviembre de 2015)
3.-Tomado de la novela de mi autoría, de próxima aparición, “Mañana hablamos de ayer”, editorial Arte y Literatura.

*Periodista y escritora argentina radicada en Cuba
Imagen agregada, foto RCBáez

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