Carta de una joven que se ha idoHay, cómo no! y para no variar, los usuales comentarios ofensivos, airados o displicentes con que "castigan" a Vincenzo y claro, ahora también a Martina; pero la respuesta a esos comentarios la da otro lector, con esta frase lapidaria:
"El punto de la disidencia cubana (dentro o fuera) es siempre el mismo: la crítica sin propuestas, sin ideas"...
Por Martina Manfrin
Nota de Vincenzo Basile (Capítulo Cubano): Tras todas las especulaciones de mi Carta de un joven que se irá, les presento ahora -siguiendo con el mismo tema- una carta de una joven italiana que se ha ido a Cuba...
No era fácil explicar por qué, desde los 15 años de edad, siempre soñé con quedarme a vivir en Cuba. Era entonces una isla que se encontraba al otro lado del Atlántico, que nunca había visto y que tenía una forma de gobierno de las más extrañas, elogiada por muchos y fuertemente criticada por otros. Desde Italia me salía imposible, por mucho que estudiara y coleccionara artículos varios sacados de revistas y periódicos, tener una visión objetiva del asunto; sin embargo, seguía buscando aquella Isla, y su aura de misterio acrecentaba mis deseos de adolescente. Y fue así que pasé unos cuantos años estudiando todo lo que encontraba sobre la mayor de las Antillas y su Revolución, y lo hice tan bien que hoy en día puedo citar de memoria los nombres de los hijos del Che y Fidel, los principales combates en la Sierra Maestra y las técnicas básicas de la guerrilla. Tuve también el privilegio de conocer al Expedicionario Italiano del Granma, Gino Doné, y a Alberto Granado, el de la motocicleta.
Hasta aquí –Ustedes pensarán- era una infatuación de niña, y por supuesto tendrían razón, si no fuera que en el 2009, acabada de graduarme en Letras, hice mi primer viaje a Cuba. Tenía en aquel entonces 22 años y más preguntas que respuestas, y con ese espíritu me metí de viaje. O iba a amarla o a odiarla profundamente, la Cuba real. En realidad me equivocaba, regresé a Italia con más dudas que antes, perpleja y al mismo tiempo con el deseo de regresar para buscar a fondo un centro de gravedad permanente, un punto de vista desde el cual formular una opinión clara y personal sobre la isla. Así que di otra vuelta en el noviembre de 2010, un viaje muy mochilero que me metió en el medio del campo y de la calle, dándome la posibilidad de preguntarle a la gente cualquier cosa, del funcionamiento de la libreta al transporte. Recogí de esta forma muchos datos, críticas y sugerencias, con unos cuantos meses de antelación al Sexto Congreso del PCC. El único juicio que pude formular al regreso de mi segunda expedición fue que había en Cuba muchas cosas que había que cambiar, pero el núcleo socialista permanecía bueno, válido y fundamental para un positivo desarrollo de la sociedad cubana, y precisamente en ese sentido me atrevía a definirme revolucionaria. Como dice Pablito Milanés, “no todas las cosas me complacen, pero por ella daría la vida”.
El año pasado, en diciembre de 2011, a un par de días de mi graduación de posgrado, ya estaba en Cuba tratando de buscar una forma para quedarme a vivir allí. Para darme más posibilidades de éxito había participado en Italia, unos meses atrás, a una trasmisión televisiva a premios. Será materialista decirlo, pero hasta para hacer revoluciones hay que recaudar fondos. Lamentablemente, a pesar de eso, mi tercer viaje a Cuba fue un desastre, y tuve que regresar a Italia porque se me vencía la visa de turista y me faltaban los papeles para empezar los trámites. Lo que más recuerdo de aquel período fue el peloteo entre las oficinas (a todos le encanta tu proyecto, pero nadie al final quiere hacerse cargo) y la ciguatera que cogí comiendo pescado en casa de mis abuelitos cubanos. Regresé a Italia herida en el cuerpo y en el espíritu.
Nunca estuve tan cerca de rendirme como entonces; quería dejarlo todo, pero al mismo tiempo me daba cuenta que sin Cuba yo no era nada, y que no se pueden olvidar años de estudio y dedicación así de pronto. Debía cubanizarme un poco más y aprender a inventar pa’ conseguir.
26 de marzo de 2012. Mi tierra me llama a vencer o a morir, esta vez con todos los papeles legalizados y sellados como Inmigración manda. Cuba en estos años está cambiando, ya hace unos cuantos meses trabajan muchos particulares por cuenta propia y se habla de una reforma migratoria que tendría que salir pronto. Paso trabajo, mucho trabajo. Pero al final encuentro El Trabajo, el que me va a permitir quedarme en la Isla, bajo la categoría migratoria de Residente Temporal. Ahora soy trabajadora de Finauto International Ltd (www.finautointernational.com), empresa distribuidora oficial de carros Kia, Ssangyong y Daewoo en Cuba. En estos meses he logrado conquistar el cariño de todos mis compañeros de trabajo y paso los fines de semana empeñada en actividades culturales: teatro, ballet, pasarelas, eventos públicos, etc. Fuerte de la experiencia que me ha llevado hasta aquí, para ayudar mis compatriotas a emigrar hacia mi Isla Querida he abierto también un servicio de consultas legales y laborales a precios baratísimos que se llama La Habana Fácil.
Estoy en procinto [proceso] de empezar el trámite para sacar mi Carnet de Identidad y la Reforma Migratoria ha sido aprobada hace unas semanas. El cielo se está abriendo poco a poco, para mi Cuba Socialista y para mí. Estoy convencida que este país tenga un futuro radioso por delante, y creo que es maravilloso vivir aquí y crecer con él. Si tropezaremos lo haremos juntos, pero también nos levantaremos y lucharemos para mejorarnos cada día un poco más.
¡Ahora sí que es fácil explicar por qué siempre soñé con quedarme a vivir en Cuba!
Fuente Blog Capítulo Cubano:
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