Hablando
con propiedad, lo único verdaderamente útil de las ilusas profecías
sobre el fin del mundo es que sacaron del anonimato a una cultura tan
rica como la maya. En cambio, los verdaderos conocedores de esa
civilización aseguran que el pasado 21 de diciembre comenzó una nueva
era para la humanidad.
¿Qué se nos viene por delante entonces? La oportunidad de repensarnos el futuro e intentar establecer las prioridades de la Patria, grande o pequeña. A la primera se dibujan retos claves para el futuro de este Archipiélago indómito. Sí, porque los Lineamientos aprobados en el VI Congreso del Partido, aunque ordenados numéricamente, no son versículos o salmos a repetirse mecánicamente, apenas son pautas indicativas del camino escogido por la mayoría.
Entonces, hacerlos realidad no es cosa de retórica altisonante sino de toneladas producidas, dineros ahorrados, servicios eficientes, precios en descenso… en fin, una lista extensa de asuntos que deberán poner a nuestra economía a la altura que esperan la mayoría de los más de 11 millones de cubanos.
Las leyes, como las palabras, no traerán por sí solas los cambios aún cuando éstas indiquen las reglas a respetar. Los pasos hacia adelante serán posible si vencemos el inmovilismo y la indolencia. Si enfrentamos con decisión cierto “instinto de conservación” que, a larga, sólo les hace el juego a los verdaderos enemigos del país.
El calendario de la Piedra del Sol indica la apertura de un nuevo ciclo en nuestras vidas y desde luego, cada cual hará su propio resumen, sopesando los frutos de las decisiones tomadas e intentando asirse a sus sueños. Por eso el estrechón de manos, el abrazo entrañable o hasta el beso en los labios el 31 de diciembre apenas estaría marcando una pausa en el perenne empeño por la prosperidad, la salud y la felicidad.
Del Blog Cuba Izquierda, del periodista tunero Istvan Ojeda
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