Por Manuel Guerrero*
Cuba
conmemora hoy el aniversario 54 del triunfo de la Revolución y,
junto al recuento de los avances, enfrenta el futuro con la
actualización del modelo económico y social establecido tras el
derrocamiento de la dictadura de Fulgencio Batista.
En
la madrugada del 1 de enero de 1959 una flotilla de cuatro aviones, con
Batista y sus allegados a bordo, salió del capitalino campamento de
Columbia, la principal instalación militar del país, con destino a
República Dominicana, donde fue acogido por su colega Rafael Leónidas
Trujillo.
Una
exitosa ofensiva de la guerrilla dirigida por Fidel Castro, en la
antigua provincia de Oriente, y de Ernesto Che Guevara y Camilo
Cienfuegos, en el territorio central de Las Villas, liquidó un régimen
que dio muerte a unas 20 mil personas.
El
ex general había derrocado al presidente Carlos Prío Socarrás, el 10 de
marzo de 1952, cuando se preparaban unas elecciones generales, en las
cuales no tenía ninguna posibilidad de ser electo.
Mientras
los partidos políticos opositores aceptaron con pasividad el
rompimiento del orden constitucional, Fidel Castro comenzó a organizar
un movimiento insurreccional que, el 26 de julio de 1953, fracasó al
intentar ocupar la segunda fortaleza militar del país, con un centenar
de jóvenes.
Condenado
a 15 años y amnistiado por presión popular, marchó a México en mayo de
1955, de donde regresó el 2 de diciembre de 1956 en el yate Granma para
iniciar la lucha guerrillera que, en diciembre de 1958, hacía imposible
la permanencia del tirano en el poder.
El
gobierno de Estados Unidos, que brindó a Batista apoyo económico y
militar desde el primer momento, al final comprobó que la suerte de éste
estaba echada y comenzó a buscar una solución que no fuera la victoria
rebelde.
Con
ese propósito el embajador estadounidense en La Habana, Earl T. Smith,
le comunicó el 17 de diciembre de ese año que "el Departamento de Estado
miraba con escepticismo cualquier plan o intención de su parte que
significara permanecer indefinidamente en Cuba".
En
su libro "El cuarto piso", el diplomático reconoce que "los Estados
Unidos, diplomática, pero claramente, le había dicho al presidente de la
República que debía irse de su propio país".
Smith
revela que le recomendó "una ordenada transmisión de poderes" y
Batista, a partir de la conversación con el diplomático, comenzó a
maniobrar para proteger su partida y los intereses que él representaba,
mediante la formación de una junta militar que impidiera el triunfo
guerrillero.
En
una reunión con el jefe del Estado Mayor Conjunto, mayor general
Francisco Tabernilla, y otros altos oficiales, el gobernante les ordenó
que buscaran "una solución nacional".
Tabernilla
dispuso que el general Eulogio Cantillo, jefe de Operaciones en
Oriente, pidiera una entrevista a Fidel Castro, en la cual el alto
oficial se comprometió a iniciar un movimiento militar el 31 de
diciembre que depusiera a Batista y diera apoyo incondicional a la
victoriosa guerrilla.
El
hoy líder de la Revolución informó el 1 de enero en Santiago de Cuba,
tras la rendición de la ciudad luego de la fuga del tirano, que Cantillo
incumplió su palabra al participar en la formación de una junta en La
Habana, al frente de la cual situaron al magistrado más viejo del
Tribunal Supremo de Justicia, Carlos Manuel Piedra.
Aquella
efímera junta cívico-militar, con Cantillo como jefe del Estado Mayor
del Ejército, murió prácticamente al nacer pues incluso el pleno del
máximo tribunal se negó a legitimarla por su carácter espurio.
El
líder insurrecto denunció que esa maniobra, que calificó de golpe
ambicioso y traidor, se dio de acuerdo con Batista para dejarlo escapar
y, ese mismo día, en alocución radial planteó: "¡Revolución, sí; golpe
militar, no!".
El
contundente rechazo del jefe guerrillero paralizó la acción y Cantillo,
en un último intento mandó a buscar a Isla de Pinos, al sur de esta
capital, a militares presos por una conspiración el 4 de de abril de
1956, y le entregó el mando del ejército al coronel Ramón Barquín.
Este
oficial tampoco pudo controlar la situación y el 2 de enero Camilo
Cienfuegos ocupó el campamento de Columbia, donde en la noche del 31 de
diciembre Batista dio los últimos toques a un plan que consideraba
salvador.
El
pueblo cubano despertó el primer día del año 1959 sin conocer que el
dictador se había marchado furtivamente en horas de la madrugada
anterior, y con la sorpresa de ver en las calles a jóvenes
revolucionarios, que se apoderaron de estaciones de policía y
dependencias oficiales.
La
primera noticia de la fuga fue dada por el periodista Carlos Lechuga a
las 10 de la mañana por el canal 2 de televisión pues antes emisoras
radiales solo se habían referido a que trascendentales hechos estaban
ocurriendo.
Salvo
algunos combates esporádicos con elementos paramilitares en lugares
céntricos de La Habana, la normalidad imperó tanto en la capital como en
el interior del país, donde las milicias rebeldes tomaron el control.
El
panorama capitalino fue descrito por la popular revista Bohemia de la
siguiente forma: La ciudad se volcó a las calles, tanto tiempo ausentes
del calor popular; repicaron las campanas y de los balcones y ventanas
colgaron banderas cubanas y la enseña rojo y negra del M-26-7
(Movimiento 26 de Julio, la organización que dirigía Fidel Castro).
"Milicianos
fidelistas surgieron de todas partes, armados de pistolas, revólveres y
escopetas de caza […] un ejército civil se había adueñado de la calle,
frustrando toda posibilidad de un contragolpe y anulando las
posibilidades políticas de la traición de Eulogio Cantillo", comentó la
Sección en Cuba, la más importante de la publicación.
Mientras
esas acciones se desarrollaban en La Habana, Fidel Castro entraba en
Santiago de Cuba y en su primer discurso tras el triunfo dijo que "la
Revolución empieza ahora […] no será una tarea fácil […] será una
empresa dura y llena de peligros, sobre todo en esta etapa inicial".
Más
de medio siglo después, en el país se desarrolla un proceso de
actualización del modelo económico y social, que busca consolidar lo
alcanzado y avanzar hacia mayor productividad y eficiencia dentro del
socialismo, mediante formas de gestión que incluyen el aporte del sector
privado.
El
presidente Raúl Castro dijo en diciembre ante el parlamento que
"valoramos que la actualización del modelo económico cubano, tras las
medidas iniciales de supresión de prohibiciones y otras trabas para el
desarrollo de las fuerzas productivas, marcha con paso seguro y empieza a
adentrarse en cuestiones de mayor alcance, complejidad y profundidad
[…].
Agregó
que esa acción parte de la premisa "de que todo lo que hagamos va
dirigido a la preservación y desarrollo en Cuba de una sociedad
socialista sustentable y próspera".
*Periodista de Prensa Latina
Vea Infografía en
http://www.radioflorida.icrt.cu/infografia/54-revolucion-cubana.jpg
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