Por Margarita Alarcón Perea
Para Adriana, Olga, Rosa Aurora, Elizabeth, Mirta, Magalis, Carmen, Irma, Irmita, Ivette, y todas las demás mujeres que conocen el dolor de la ausencia…
En general las personas deben poseer el derecho a protestar, estar en desacuerdo y es importante que se sientan con la plena libertad de quejarse. Independientemente a la forma que escojan para vestirse o si llevan consigo ramas de olivos, pancartas o gladiolos. Dicho esto, en mi modesta opinión, las auto proclamadas “Damas de Blanco” pertenecientes a las filas de la contra revolución cubana deben sentirse con la autoridad de protestar contra cualquiera y cualquier cosa que consideren apropiado. Siempre y cuando tanto ellas como las personas con las cuales se puedan tropezar por el camino se adhieran a reglas elementales de civilidad.
El acto de protestar no es nada nuevo. Por todo el mundo personas y grupos organizados pasan por un proceso antes de preparar cualquier tipo de marcha, protesta o manifestación. En general el proceso incluye la solicitud de permisos o licencias a la ciudad o gobierno local o a las fuerzas de la ley. Una vez otorgados estos permisos, estos grupos o individuos tienen ya establecido horario, fecha y área donde puedan llevar a cabo su derecho de expresión.
A comienzos de la década de los 90 recuerdo bien a grupos de la extrema derecha cubano americana de Nueva Jersey protestando la presencia de mi padre en Nueva York y el papel que jugaba Cuba ante el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y la postura racional de nuestra patria (bastante sui géneris por esos días) respecto a la Guerra del Golfo del Presidente Bush (padre); esos manifestantes se organizaban y marchaban de un extremo de la avenida Lexington hacia el otro desde la calle 38 hasta llegar casi a la zona del Este de Harlem. Se detenían ahí porque es bien sabido en la ciudad de Nueva York que la comunidad cubano americana de Nueva Jersey toma muy en serio a los dominicanos del barrio de Washington Heights y a los Boricuas del Harlem Hispano y de los afro americanos de Harlem; todos esos grupos sociales siempre se organizaban y marchaban hacia los manifestantes a favor de los cubanos.
En un escrito anterior mencioné que Cuba tiene más que razones suficientes para protestar y más que una cosa que divulgar a través de los grandes medios. Los esposos de estas “Damas de Blanco” han sido acusados de estar actuando a nombre de un gobierno extranjero al usar fondos de ese gobierno destinados hacia ciertos cubanos en la isla con el fin de “crear la oposición social” dentro de la llamada “sociedad civil independiente” con la intención de “identificar medios adecuados para poner fin de manera expedita al régimen y organizar la transición”. Estos fondos durante la administración de Bush hijo aumentaron de 3.5 millones a 20 millones anualmente y así permanecen hasta hoy.
Estas señoras, cuyos esposos han sido sentenciados a cumplir condenas en prisión acusados de actuar a nombre de un gobierno extranjero lógicamente tienen todo el derecho del mundo a estar molestas y por supuesto que van a querer que todos sepan como se sienten, sobretodo y aún cuando se sabe que a miembros de su familia los agarraron con las manos en la masa y están cumpliendo por esto. Sí, ellas tienen derecho a protestar, el mismo que tiene el gobierno cubano a castigar a aquellos nacionales que laboran a favor de los Estados Unidos de Norte América, nación que, casualmente, castiga gravemente este tipo de acto cuando ocurre en su territorio.
Por tanto, que vengan las protestas. Que el gobierno cubano permita que se lleven a cabo otorgándoles a las señoras un permiso cada vez que quieran hacerlo, con la adecuada custodia policial para evitar que cualquiera con aires de espontaneidad empuje, acose, insulte o cualquier otro tipo de actitud de seudo estrellato.
Entonces le pediría yo a la prensa extranjera y a Amnistía Internacional y todas aquellas organizaciones políticas y no políticas que hay por ahí, que divulgara por sus medios las protestas publicas muy poco publicitadas llevadas a cabo por miles de cubanos en la isla en contra de 50 años de un cruel castigo económico, político, cultural y científico es decir: el Bloqueo. O contra los innumerables actos de terrorismo y sabotaje a los cuales ha sido sujeta esta isla durante estos 50 años que incluyen, pero no se limitan, a hechos como el asesinato a sangre fría de Carlos Muñiz Varela, un cubano americano de 26 años que fuera asesinado vilmente en San Juan, Puerto Rico. O las múltiples explosiones de bombas en Miami contra los sitios de empleo de individuos que buscaban un acercamiento conciliatorio con el gobierno de la isla o el acto más vil de todos: el primer asalto a una nave civil en pleno vuelo con 73 pasajeros a bordo donde murieron todos.
Pero vayamos al grano. Estas “Damas de Blanco” protestan el encarcelamiento de sus familiares y quieren que vuelvan a casa. Hay un grupo de mujeres en Cuba mucho menos conocidas, no porque tengan menos motivos ni menos pasión sino simplemente porque reciben menos cobertura y exigen menos atención.
Este otro grupo de mujeres es más pequeño en tamaño pero ellas también tienen razones de sobra para protestar. No se visten de blanco, no llevan flores. Llevan consigo la firme convicción de sus verdades y de las verdades de sus esposos e hijos y lo que es más importante aun, la verdad de una nación entera que incluye la verdad de esas “Damas de Blanco”.
Estas son las esposas, madres e hijas de los Cinco Cubanos. Cinco hombres que llevan ya más de una década encarcelados en los Estados Unidos por combatir los mismos actos de odio con los cuales ha estado bregando la nación cubana estos 50 años. No trabajaban a nombre de un gobierno extranjero, no estaban en los Estados Unidos para derrocar a ese gobierno ni para “dar pasos dirigidos a fortalecer y desarrollar la oposición y la sociedad civil,” estaban ahí para proteger al pueblo cubano y a aquellos en los Estados Unidos que creen honestamente que una realidad mejor entre ambas naciones a cada lado del estrecho es posible.
No hay comentarios:
Publicar un comentario