Palabras de Eugenio Martínez Enríquez, Embajador de Cuba en
España el 10 de diciembre de 2015 en la Embajada de Cuba durante la
jornada “La Utopía Social, un sueño posible. Martí y Cervantes”
¡Buenas tardes!
Estimado Juan Gil Gutiérrez, Alcalde de El Bonillo; Embajadores, Concejales, Diputados, amigos e invitados:
Cuba
fue el sexto país latinoamericano en publicar El Quijote. La primera
vez en 1905, la segunda en 1960 y desde entonces otras 9 veces. Aquí las
fechas y cifras no parecen casuales: la frustrada independencia a
inicios del siglo XX lo trae primero y la apoteosis revolucionaria de
hacer lo imposible por lograr la utopía, lo masifica en la primera
publicación de la imprenta nacional revolucionaria con una tirada sobre
papel de bagazo cubano de cuatrocientos mil ejemplares en cuatro tomos
(cien mil de cada uno) y un precio de venta al público de 25 centavos.
El
intelectual cubano Ambrosio Fornet diría que el Quijote era la primera
novela de la Revolución cubana, no sólo por este simbólico gesto.
Refería así que revolución cubana es un proceso quijotesco, en el
sentido profundo y justo del gran personaje de Cervantes, en el de la
lucha permanente, no en el de la lectura superficial que ciñe el Quijote
con un iluso sin remedio.
Igual habría que leer en clave las
transformaciones revolucionarias en Cuba con la metáfora cervantina de
los Molinos de Viento. No la interpretamos en Cuba en el sentido
anglosajón que leyó el Quijote y quedó como un fin que se estima
imposible. Para nosotros esos gigantes o molinos, significan, los
obstáculos y demonios que con la lucha y la fe en la victoria se pueden
derrotar.
No solamente el primer libro publicado por la Revolución
Cubana fue el Quijote, fue el primero en la historia de Cuba cuya
edición fue decidida democráticamente. En una asamblea popular
improvisada, entre trabajadores de los diarios El País y Excelsior que
hacían huelga contra sus dueños, apareció el Líder de la Revolución
Fidel Castro Ruz y propuso transformar las editoras de esos diarios en
la primera imprenta revolucionaria y allí sugirió lanzar el Quijote
aprobado por aclamación de los trabajadores.
Esa primera edición de 1960 declara:
“Nuestro
pueblo hace revivir hoy el mito entrañable del caballero de la Mancha,
con bríos de realidades y de esperanzas victoriosas para los sueños de
los pueblos hermanos de la América Latina y para todos aquellos que
tienen hambre y sed de justicia”.
Efectivamente el mito se
convirtió en realidad. La utopía fue posible. Cuba consiguió altos
niveles de desarrollo con énfasis en la justicia social y la equidad,
incluso dentro de patrones de consumo austeros, pero suficientes.
Hoy
que se celebra el Día Internacional de los Derechos Humanos y la
creación del ALBA, me permito recordar que el programa de desarrollo
cubano desde el principio, desafió, como El ingenioso Hidalgo, los
conceptos en boga. Nuestro programa se montó sobre el derecho universal a
la salud, de mejor calidad y gratuitos; el acceso igualitario a la
educación de alto nivel científico; la protección social sin
distinciones; la satisfacción permanente para todos de las necesidades
básicas; el acceso ilimitado a todos por igual a la enseñanza artística,
deportiva y científica y a la literatura de calidad, no la de moda
mercantil.
No debe olvidarse que junto a la difusión del
neoliberalismo se incrementaron las desigualdades en el mundo que lo
aplicó y con ellas, ante las evidentes brechas y diferencias entre
grupos y clases, se transformaron los enfoques que medían el desarrollo
para aparecer el concepto de desarrollo humano, que hasta ese momento se
denominada desarrollo económico, como si sólo el crecimiento del PIB
garantizara el desarrollo social y que sabemos no es así. Bueno, esta
visión moderna de medir la pobreza y la desigualdad, ya guiaba la
estrategia de desarrollo cubana cuarenta años antes.
Es posible
transformar el mundo, lo demuestra Cuba que estremeció los patrones
establecidos en la derecha y en la izquierda, al fundar instituciones
populares que eran inéditas donde sí hay participación, no el eufemismo
parcial de elegir periódicamente a un selecto grupo de gobernantes que
una vez en el poder se enajenan de su electorado. Y esas instituciones
populares sirvieron para defender a Cuba con las armas unas veces ante
agresiones militares y terroristas o para liberar a otros pueblos
hermanos y otras para echar a andar decenas de fábricas paralizadas por
las sanciones norteamericanas que constituyen el bloqueo que se nos
aplica.
La igualdad y equidad en Cuba no fue sólo un ejercicio
mecánico de distribución de los ingresos, fue y es, el acceso
igualitario a las oportunidades; a la superación sin límites; a la
seguridad y protección ciudadanas; a la liberación de la mujer que de 3%
de graduadas universitarias que representaban en 1959 hoy alcanzan el
55 de los que obtienen ese nivel en Cuba.
Queridos amigos:
Fue
y es para Cuba una necesidad imperiosa, lo que fue para El Quijote
ignorar los límites que nos impone la realidad; sobrepasarlos con
inteligencia y firmeza y sostenerlos más allá de lo que la misma
realidad nos permite.
¡Muchas gracias!
Imagen agregada: Ilustración de Juan Moreira para edición cubana -posterior- del Quijote
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