En un cable enviado a Washington el 27 de abril de 2006, dado a conocer por Wikileaks, el Jefe de la Sección de Intereses de Estados Unidos en Cuba, Michael Parmly, reportaba la reunión que sostuvo con dos “pro-democracy activists” que pidieron
“reconsiderar su castigo” sobre diez ciudadanos cubanos
“cuyos privilegios de Internet les fueron revocados por molestar
repetidamente a otros usuarios, maltratar a personal de la SINA
o cometer otros delitos”. Pero, según aparece en el documento, los
interlocutores de Parmly atribuyeron la aparición de estas personas en
una “lista negra” a que no escribían sobre otros “disidentes”
importantes para EE.UU., o hablaban mal de los mismos.
Raúl Antonio Capote, quien fuera reclutado para la CIA por la propia SINA, habla en un libro
que publicó luego de darse a conocer su condición de agente doble al
servicio de la Seguridad del Estado de “un espacio dentro de la SINA,
creado para facilitar el acceso a Internet de la disidencia, contaba con
un local dotado aproximadamente con 12 computadoras conectadas a
Internet y una biblioteca bien surtida de libros y revistas de temas
variados”. Dice Capote:
“Los
representantes de la contrarrevolución disponían así de un espacio
seguro para recibir materiales, información e instrucciones de sus jefes
norteamericanos. A todos se les entregaba un pase permanente que les
permitía acceder a la Sección de Intereses de los Estados Unidos sin
problemas, no tenían que hacer cola para entrar y tenían prioridad
absoluta sobre el resto de las personas que acudían a la SINA para
gestiones diversas.”
“El
lugar era un verdadero antro, con diversos especímenes representativos
de la peor fauna antinacional. Los funcionarios y empleados del local se
quejaban de pequeños robos que ocurrían allí con frecuencia, de la mala
educación de muchos de los asistentes y de la conducta impropia que
provocó que algunos fueran expulsados.”
(…)
“Un
grupo importante de los llamados periodistas independientes, activistas
de derechos humanos y de la sociedad civil, etc. acudían diariamente a
la SINA para recoger, de unas casillas especialmente diseñadas para
ellos, impresos que contenían noticias de la prensa norteamericana,
artículos de opinión y otros materiales sobre Cuba. Periódicos como El Nuevo Herald y el Diario de las Américas, extractos impresos de las principales páginas electrónicas de Miami,
revistas editadas en esa ciudad, CDs, DVDs y memorias flash, con
programas grabados de TV Martí y otros canales de televisión de la
Florida, grabaciones de Radio Martí etc., materiales colmados de ponzoña que eran distribuidos luego por todo el país.”
“Podía
vérseles a los disidentes salir de la Oficina de Intereses cargados con
unos grandes sobres amarillos, donde portaban decenas de esos
materiales.”
Desde 2008 hay un nuevo gobierno en Washington pero las cosas no han cambiado mucho, a juzgar por una reciente declaración de la cancillería cubana que plantea que la SINA:
“ha
continuado realizando actividades ilegales, que nada tienen que ver con
las funciones de una misión diplomática y que consisten en promover,
asesorar, instruir, entrenar, financiar y abastecer con medios y
tecnologías diversas a sus mercenarios en Cuba. Diplomáticos de esa
oficina incitan permanentemente a estas personas, que responden a los
intereses del Gobierno de los Estados Unidos contra Cuba a cambio de una
buena retribución monetaria, a protagonizar acciones provocadoras,
desplegar campañas de manipulación sobre la realidad del país y actuar
contra el orden constitucional cubano.”
Tampoco medios como El Nuevo Herald han modificado la calidad de sus contenidos. Para
ilustrar la respuesta de la vocera del Departamento de Estado a la
declaración cubana, reconociendo el entrenamiento a quienes sus mismos
funcionarios califican como delincuentes, el diario hispano de Miami utiliza una fotografía de un Centro cultural del gobierno cubano en un encuentro de blogueros y tuiteros el 1 de julio de 2011,
haciendo aparecer a una sonriente profesora de la Facultad de
Comunicación de ls Universidad de La Habana como visitante del “antro”
descrito por Raúl Antonio Capote. Así es el modelo de “periodismo
independiente” que Estados Unidos difunde entre sus cibersoldados en Cuba.
(Publicado en CubAhora)
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