viernes, 28 de marzo de 2008

La Declaración del Día después, Por Felipe de J. Pérez Cruz

Las “declaraciones” y “llamados” de matriz diversionista, facturados o estimulados, por los servicios especiales del gobierno de los Estados Unidos, no resultan novedad en el escenario de la contrarrevolución anticubana. Hay compañeros que optan por desconocer este tipo de manipulación, sin embargo, soy de los que opina que a la propaganda de nuestros adversarios, no debe corresponder siempre el silencio desde nuestra trinchera. Hay que responder en oportunidad e interés. Demostrar y esclarecer, aún más, nuestras irrebatibles verdades.

La llamada “Declaración de Concordia”, firmada en Miami el 20 marzo, por un grupo de personas nacidas en Cuba, no se diferencia sustancialmente de otras de similar naturaleza. Pero sus participantes, contexto letra, desaciertos y promotores incluidos, nos proporcionan un material útil para la reflexión desde y con la Revolución Cubana.

Las personas que suscribieron el referido documento afirman que:

“No nos anima un espíritu de rapiña o despojo, sino de ayuda desinteresada en el mejoramiento y reconstrucción del hogar común”

“Ningún cubano residente actualmente en nuestro país deberá ser despojado de aquellos bienes que actualmente utiliza para vivir, como es el caso de viviendas y pequeñas parcelas agropecuarias, por los eventuales deseos de reclamos de restitución de antiguos propietarios, independientemente del derecho a una justa indemnización. Tampoco deberá suprimirse el disfrute de beneficios colectivos en esferas sociales como la educación y la salud, sino que por el contrario, esos beneficios deberán ser aumentados y asegurados”.

Sin dudas están tomando distancia –una muy discreta… pero distancia al fin de cuentas- del Plan Busch, facturado todos sabemos, bajo la sin ley terrorista de la rapiña imperial. Hecho para instrumentar la genocida Ley Helms Burton, preparar y desatar la guerra, imponer la muerte a millones de cubanos y cubanas, y “legalizar” con la vuelta de los batistianos, latifundistas y capitalistas de antaño, sus hijos y nietos, el despojo y la esclavización de los sobrevivientes y la destrucción de la nación libre e independiente.

El peso de las conciencias

No creo que a estas personas les pueda animar “el espíritu de rapiña y despojo”. Coincido en este punto con los firmantes. Hasta donde conozco y se lee en los datos, que adjuntan, ninguno es de la baja estirpe de los batistianos malversadores y criminales de guerra, que iniciaron la despavorida huída del 31 de diciembre de 1958. Tampoco parecen ser del grupo de los “siquitrillados”, dueños de centrales azucareros, fincas, fábricas y chinchales cuasi industriales, intervenidos y recuperados para la nación, en las sucesivas victorias que el pueblo cubano alcanzó contra una burguesía desnacionalizada, que se alió a la potencia enemiga y perdió hasta hoy –en medio siglo de constantes agresiones- todas las batallas.

Algunos de los nombres que aparecen en la declaración nos mueven la memoria, y acreditan su condición de pertenecer a las últimas cohortes de emigrados. De aquellos que muy jóvenes asistieron a la llegada de los barbudos, vivieron y participaron en la Revolución, conocieron de la pañoleta de pioneros, del orgullo de ser jóvenes “rebeldes“, alfabetizadores y hasta “comunistas”. Que aprendieron a cantar, en el sentimiento de un país libre y socialista, el Himno Nacional; y a llevar una flor blanca “de amigo sincero” a nuestro José Martí. Con carreras medias y universitarias pagadas por nuestro pueblo, no pocos con pasajes y pasaportes también pagados por nuestros trabajadores, en el aquel minuto triste en que decidieron abandonar el proyecto revolucionario, desertar y anexarse al imperio y a su sociedad de consumo. Dejaron atrás amistades y amores, traicionaron confianzas y proyectos comunes, perdieron los atardeceres del sol rojo que se hunde en el Caribe, el arrullo del sinsonte, el aroma de las mariposas y el salto alegre del arroyo en el monte. Y estas personas hoy están preocupadas. Diría que muy preocupadas: Sienten sobre sí el enorme peso de sus conciencias.

Lo cierto es que a estos nacidos en Cuba, aún le quedan escrúpulos frente a la rapiña y el despojo que es consustancial al imperio estadounidense, desde la época en que “los padres fundadores” masacraban a los pueblos originarios, legítimos dueños de ese territorio, para luego hacer una independencia, que necesitó del asesinato de un presidente y una nueva contienda, solo para otorgar la libertad formal a los negros esclavos, y de inmediato aherrojarles las cadenas del capital.

Saben quienes suscriben la declaración, de lo que es capaz el nuevo fascismo americano –¡¡de los americanos que gobiernan el imperio del Norte!!-. Ven las fotos y reportajes televisivos que escapan al control y la censura mediática de la dirección de propaganda de guerra del Pentágono, con escenas dantescas, con hechos de barbarie que emulan a las hordas hitlerianas en la II Guerra Mundial. Asisten al doloroso espectáculo de una juventud chicana, latina, negra, mestiza y sobre todo pobre, que convertida en mercenaria, se desangra, muere y queda minusválida física y psicológicamente, en una contienda injusta, desatada con la mentira y sostenida por la prepotencia de quienes junto al petróleo, aspiran a dominar el mundo.

Estas personas, casi todos ciudadanos del país que alentó su migración, como cada vez más estadounidenses, despiertan del letargo enajenante del imperio, están horrorizadas por las masacres de “su” ejército en Irak y Afganistán, y todo parece indicar que les repugna ser obligadamente cómplices de lo que auguran puede suceder en Cuba. También más de uno o una, teme por el hijo o el familiar, que logró sortear la muerte en el Medio Oriente, y puede perderla en el Caribe. Y tímidamente –no pudiera ser de otra manera-, se adelantan en declarar lo que quisieran poner en boca y mente de los criminales y mafiosos que sueñan con apoderarse de Cuba.

Sin dudas conocen estos firmantes que en Miami se pidió, tras la supuesta ocupación del país y derrota de la Revolución por el Ejército yanqui, “tres días para matar comunistas”. Todos los días escuchan a los terroristas que pueblan el espectro radiotelevisivo y la prensa escrita de la ciudad, hacer planes para “ajustar cuentas”, “recuperar” sus negocios y prebendas. Han visto el festín de las compañías en la “reconstrucción” de Irak y no dudan que algo similar se planea contra Cuba. Entonces en lo profundo de sus conciencias adocenadas, les duele la vergüenza…

Para el día después de la derrota

En el documento miamense resulta interesante decodificar el discurso ideológico latente en el texto. Ya los ideólogos franceses del Siglo XVIII concebían la lengua como un fiel trasunto o reflejo del pensamiento, y para ellos la gramática era cosa distinta del tradicional arte de hablar bien y de escribir correctamente. Era una ciencia fundamental, una epistemología que permitía guiar al espíritu hacia la búsqueda de la verdad. Hoy Chomsky, desde la psicolenguística, nos ha demostrado que postular un modelo de lenguaje implica postular un modelo de mente.

También en esta dirección la gramática sistémica señala el contenido ideológico latente en los textos. Busquemos pues donde está el espíritu que “mueve” la reflexión de los firmantes:

“Abogamos por la paz”, se lee en la primera línea del citado documento: ¿Y acaso estamos en “guerra”? O en su lugar: ¿vamos a estar en guerra? En Cuba es inconstitucional declarar la guerra a cualquier otro país del mundo, nuestra doctrina militar es esencialmente defensiva. Entonces… ¿de dónde necesariamente tiene que venir la guerra?

La prioridad del tema de la guerra se aclara cuando evaluamos los temas que siguen: “Odio”, “resentimiento” “violencia”, “fratricidio”, seguido de una propuesta de amnistía que incluya a los cubanos de todas las “orillas políticas e ideológicas”. Después exhortan a “trabajar juntos para levantar al país”… Cuba es una nación con reconocida y plena estabilidad política: ¿A qué violencia se refieren? Bien saben los firmantes, que los revolucionarios cubanos hacemos culto a la dignidad plena del hombre. Jamás cuando nos visitan, sienten odio o resentimiento.

Son miles los que cada año desobedecen al imperio y se animan a reencontrarse con la patria que abandonaron: ¿Acaso pueden argumentar un caso, un solo caso, donde algún emigrado, durante su estancia en el país, haya sido objeto de una injuria o irrespeto? Hacia este tipo de personas nos mueve la lástima por lo que fueron y sobre todo por lo que llegaron a ser. Y ese sentimiento tan triste es suficiente.

Para nosotros los culpables de la emigración ilegal y forzada hacia los Estados Unidos, son los gobernantes y mafiosos promotores de la asesina Ley de Ajuste Cubano. ¿Los firmantes? No pasan de víctimas, reos de esa política. ¿De donde y por dónde pueden anidarse en Cuba los odios, resentimiento, violencias y fratricidios?

¿Apoyan los firmantes la liberación de los cinco patriotas antiterroristas ilegalmente retenidos? Habría que aclararles que nuestros cinco héroes no precisan de amnistía: Para que regresen al seno de sus familias, al pueblo que los admira y reclama, sólo se precisa que el gobierno de los Estados Unidos cumpla las leyes de su propio país, respete sus tribunales, haga de la fiscalía un lugar decente. ¿Perciben o apuestan los firmantes a que van a existir muchos más prisioneros, tantos que se precise una acción masiva de liberación de revolucionarios encarcelados...?

Claro que hay que levantar la economía cubana. Aún esta sumamente deprimida. Y ya lo hacemos. Se trabaja intensamente para derrotar el criminal bloqueo de los Estados Unidos, principal obstáculo que tiene el país para su desarrollo; cerramos filas también contra las insuficiencias propias. Entre el 2004 y el 2007 el PIB acumuló un incremento del 42.5 por ciento. En el 2007 la economía cubana alcanzó un crecimiento del 7,5 por ciento, que supera al 5,6 por ciento mostrado por América Latina. Para la CEPAL, Cuba logra el quinto lugar entre los 33 países que computa este organismo de la ONU. El indicador alcanzado por el país expresa la consolidación gradual de la economía cubana. Si los firmantes quieren “trabajar juntos para levantar al país” ¿por qué no se unen a la lucha por poner fin al bloqueo?

Habría que preguntarles a los firmantes sobre ¿qué país afirman van a “levantar”? ¿Este de hoy, que florece y avanza, o uno que en sus pesimistas bolas de cristal ven en las ruinas de la guerra?

Resulta evidente que quienes redactaron la Declaración de “Concordia” no piensan en el hoy cubano. Escriben en la lógica de un emperador presidente que ha declarado abiertamente que no le interesa la estabilidad en Cuba. Piensan su documento para un posible país que está en guerra o ha salido de la guerra, un país convulso, con pasiones desbordadas, con miles de prisioneros. Una Cuba que abría que “levantar” de las ruinas provocadas por los bombardeos y los combates. Dan como seguro un escenario de victoria del plan Busch, de la invasión y agresión contra Cuba.

La Declaración está pensada más que para hoy, para el día después de la derrota. Es la “concordia” después de la masacre… Es la concordia del derrotismo. Es una concordia históricamente bajo condena, irrealizable: ¿No se dan cuenta estos residentes en el exterior que si nos invaden sus actuales gobernantes, ese va a ser el inicio del fin del imperio? ¿Temen por nosotros o por ellos mismos?

Coincidencias nada casuales

Sentimos como crece el apoyo a la causa justa de su pueblo, entre los cubanos que residen en el exterior. Distancia y realidades les ha hecho ver que es -precisamente en este verde caimán- donde esta TODA la justicia, donde mejor se construye el porvenir. La emigración es por demás un fenómeno multicultural y económico que no tiene que estar sujeto a la pérdida de los valores patrios y a la opción pro-yanqui. Hay muchos y muy buenos y buenas patriotas en muchas regiones del planeta, incluidos los Estados Unidos. Un grupo de ellos acaba de finalizar en La Habana una seria y fraternal reunión con las autoridades de su país.

Durante los días 19, 20 y 21 de marzo, 129 cubanos llegados de 34 países se reunieron con el propósito de intercambiar criterios y experiencias sobre las mejores formas de expresar, en el actual momento histórico, su compromiso con la Patria y la continuidad de su proyecto revolucionario: ¿Conocen los firmantes de la “concordia” miamense la declaración final de este encuentro, titulada Cubanos residentes en el exterior contra el Bloqueo y el Terrorismo hecha pública el día 21 de marzo, cuando finalizó el evento?

La declaración “de la concordia” casualmente se firmó un día después de iniciado el evento habanero y un día antes de que este finalizara. Nada dice o refiere sobre la reunión que ya había comenzado en La Habana y estaba tratando temas cubanos tan cercanos…

¿La coincidencia de este documento miamense con el cónclave de los emigrados patriotas cubanos, es realmente una casualidad? Los lectores saben que este tipo de casualidades no existen.

¿Sabían los firmantes de la concordia, que estaban siendo copartícipes de una operación de distracción, un claro –y como de costumbre fallido- intento de restar fuerza y credibilidad a los esfuerzos del gobierno revolucionario por normalizar y enriquecer las relaciones de la nación con la emigración? ¿Se forja concordia con medidas activas de propaganda anticubana? ¿Es este esfuerzo por condicionar la agenda de los emigrados que se reunían en La Habana, a los guiones prefijados desde Washington, un buen y honesto gesto de concordia?

No podemos engañarnos

Que existan en Miami personas que toman alguna distancia del plan terrorista de Busch y su pandilla, es algo positivo. Fuera esta constatación, no hay nada más que pueda ser interesante en la acción de este grupo de personas nacidas en Cuba. Ello por demás refleja cómo entre los que viven de las migajas del imperio, no todos secundan la irracionalidad de los fascistas y mafiosos.

Los firmantes de la “concordia” no pueden, ni quieren trascender de su queja de escrúpulos. El evento de La Habana nos ratifica cómo dentro de los Estados Unidos, en el propio Miami, hay cubanos y cubanas patriotas, que junto a los amigos estadounidenses de la solidaridad, no se limitan a realizar pálidas declaraciones. Ellos luchan con valentía contra las infamias de la política imperialista, a riesgo de agresiones físicas, coerciones económicas y cercos políticos.

En el texto del documento miamense, se le hace el guiño al imperio y a los mafiosos, con la incorporación de las demandas que están en la agenda de la subversión anticubana. Mirar con el rabillo del ojo el ceño fruncido del dueño de la ciudadela imperial y sonreírles a sus esbirros de barrio, es el primer cuidado de “concordia” que hacen los firmantes. Y nunca podrá ser éste un camino serio y digno.

No hay en el documento una explicación de la situación existente entre Estados Unidos y Cuba. Mucho menos claridad conceptual. No pueden hablar del imperio, ni de la mafia. Su “stock” de ideas, aún dentro del círculo ideológico ya de por si estrecho del liberalismo, es limitadísimo. Hasta la selección de medidas que escogen –o le ofertan- en el arsenal de la subversión dícese “disidente”, es desacertado y pobre.

No todos los firmantes tienen que ser necesariamente unos sinvergüenzas, en plena y pagada inteligencia con los servicios enemigos de diversión y guerra psicológica. Quizás haya firmantes que no se percaten de que un llamado de concordia en medio de la pelea, entre el bien y el mal, es un reclamo de rendición. Pero los que si no nos podemos equivocar, somos los que estamos en esta otra orilla del Estrecho de la Florida. Nos va en ello la independencia, historia, cultura y nación: La felicidad, el amor y la vida de más de 11.3 millones de cubanas y cubanos.

Definitivamente no necesitamos de las conciencias de estómago que un día nos abandonaron. Tampoco de quienes aspiran a cubrir sus remordimientos con angustias de última hora y débiles gestos donde predomina la genuflexión, el derrotismo y el miedo.

Si hay entre los firmantes de esta concordia tan mal asumida, algún cubano que quiera recuperar su dignidad de patriota, pienso que escogió mal. Se equivocó tanto de camino, como de acompañantes.

Nuestro programa

Parece que se nos va a poner de moda –siempre monitoreada por personeros de la bien nutrida nómina de la CIA y las agencias de subversión del gobierno de los Estados Unidos-, este asunto de las propuestas a diálogos de “buena gente”. No olvidemos que un incentivo muy interesante lo dan los generosos fondos aprobados para fabricar asociacionismo “civil” contrarrevolucionario.

El pasado 13 de febrero llegó a mi correo un documento de similar factura a este miamense que comentamos, hecho al parecer “desde dentro”. Me permito ahora hacer pública la respuesta que entonces envié al remitente. Sirve perfectamente para este ¿nuevo? canto de sirena, y sin dudas tendrá vigencia mientras las irrefutables demandas de nuestro heroico pueblo, no sean satisfechas:

“Si quiere realmente a Cuba y a su conciudadanos, le propongo que:

· Exija el fin del criminal bloqueo de los Estados Unidos contra Cuba.

· Exija el fin del terrorismo y de los planes de agresión militar contra Cuba.

· Exija el fin de la subversión contra Cuba

· Denuncie el pago a mercenarios dentro del país, con el propósito de proyectar una falsa oposición.

· Exija el cierre del campo de torturas de la base estadounidense de Guantánamo y la salida de los yanquis de ese pedazo de tierra patria.

· Exija la liberación de los cinco héroes antiterroristas cubanos.

· Exija que la Unión Europea no siga de marioneta la política anticubana de Washington.

· Sea por favor verdaderamente culto y creativo: ¿Acaso no sabe que su “Propuesta para el Diálogo” ya la agotaron los anexionistas y autonomistas hace dos siglos atrás?

· ¿Conoció Ud. con Martí el significado de los conceptos patriotismo, vergüenza, dignidad?

· No menosprecie a sus compatriotas: ¿Acaso no le bastó la inteligente emoción de los recientes y masivos debates de pueblo, promovidos por Raúl y la dirección del Partido? ¿Y el voto electoral que acaba de refrendar de manera irrefutable, la mayoritaria opción socialista?

· Sea valiente: Métase a trabajar duro, durísimo aquí en Cuba (también lo pueden hacer ahora las personas de la “concordia” en Miami), para pelear –para fajarse trompada incluida si es necesario- contra los problemas, y por las soluciones: Todos los días por un país mejor para Ud., sus hijos y los hijos de sus hijos.

Ah, y no se olvide: Fidel sigue ahí: Más lúcido que nunca!!! Gigante hoy. Infinito el día en que la historia lo lleve al panteón de los héroes eternos, junto a Bolívar, Martí, Mella, Sandino, Camilo y el Che”.

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