Las debacles son contundentes:
La revolución cubana sigue allí, más sólida que nunca pese al bloqueo cincuentenario, con Estados Unidos en el mismo papel de jefe de una oposición interna que no logra levantar cabeza debido a su condición mercenaria.
El ALCA (Asociación para el Libre Comercio de las Américas) falleció y las variantes que se han ensayado para la imposición de una globalización neoliberal han demostrado, en las circunstancias específicas de cada una de ellas, que no sirven más que a los intereses de las grandes corporaciones estadounidenses y a unos cuantos oligarcas locales en los países donde se ensayan.
Prácticamente todos los procesos electorales que han tenido lugar en América Latina y el Caribe desde que comenzó en Venezuela la revolución bolivariana por la vía de los sufragios, han resultado en victorias de candidatos que no contaban con el apoyo, ni siquiera el visto bueno de los Estados Unidos. En los pocos que ganaron candidatos favorecidos por el imperio, los resultados fueron cuestionados enérgicamente y las violaciones cometidas han radicalizado el apoyo a la izquierda y otras fuerzas populares antiimperialistas.
En foros como
Las presiones norteamericanas por abrir libre paso a los capitales de sus grandes corporaciones mediante la extensión de la economía de mercado a todas las áreas de los países de la región latinoamericana tienen cada vez más viento en contra.
Crece la oposición de los pueblos, ávidos de justicia social, a los procesos de privatización y a otras imposiciones neoliberales que suponen recortes presupuestales a la educación, la salud, la ciencia, la cultura, el deporte, la recreación y la asistencia social.
En su discurso sobre la política de su gobierno hacia América Latina en el foro, el presidente Bush reveló que el día anterior había sostenido una videoconferencia desde
Respecto a algunas las medidas recientemente adoptadas por el gobierno cubano que la gran prensa corporativa estadounidense ha insistido en presentar como concesiones de Cuba en busca de un diálogo con Estados Unidos, dijo que no ve en ellas "ningún cambio" y que son "gestos vacíos de reforma", ya que Cuba sigue gobernada "por el mismo grupo que ha oprimido al pueblo cubano por casi medio siglo".
Insistió en que la política de Estados Unidos hacia la isla "no debe cambiar hasta que el pueblo de Cuba esté libre".
Sin hacer mención al hecho de que Cuba, pese al bloqueo de Estados Unidos, encabeza ampliamente al resto de los países de América Latina en materia de acceso a la salud, educación, justicia social y lucha contra la corrupción, Bush aseguró que Estados Unidos podría brindar asistencia en esas áreas a los países de la región. Al abundar sobre este punto aclaró que para recibir esa asistencia habría que cumplir algunas condiciones: "No es mucho pedir que un gobierno acepte la economía del mercado" precisó Bush.
Pero a mi juicio quien se llevó las palmas en esa reunión al evaluar la región durante la administración de George W. Bush, fue
Agregó que "no se trata de un giro a la izquierda, no es un rechazo populista a los mercados y el comercio, sino, de hecho, es la creación de un nuevo consenso hemisférico que dice que la democracia es esencial para el desarrollo social, político y económico de los pueblos de América Latina". ¡Menudo eufemismo!
Obviamente, señaló que había "algunas excepciones" en todo esto al respaldar lo expresado sobre Cuba por su jefe.
Lo que indudablemente no será excepción en el recuento de los desastres que dejarán a la nación estadounidense los dos períodos presidenciales de George W. Bush, serán los vínculos con América Latina, cuyos pueblos han logrado independizarse un poco más en respuesta a los atropellos, aunque ya asomen sobre nuestras naciones los cañones de la restablecida IV Flota.
Mayo, 2008
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