viernes, 23 de mayo de 2008

Las damas de fango Por Francisco Rodríguez Cruz

Utilizar mercenarias como punta de lanza contra la Revolución pretende desacreditar la obra de medio siglo de lucha por la superación, emancipación y dignidad de la mujer cubana.

Una de las cosas que más me molesta de la contundente denuncia realizada esta semana por las autoridades y la prensa cubanas sobre la conexión entre terroristas de Miami y contrarrevolucionarios en la Isla, es la participación protagónica de mujeres en esta historia de miserias y mezquindades humanas.

La idea de utilizar también mercenarias como punta de lanza contra la Revolución sin dudas tiene el doble propósito de sensibilizar al mundo con estas señoras en poses de víctimas desde su condición de frágiles damas, a la vez que pretenden desacreditar la obra de medio siglo de lucha por la superación, emancipación y dignidad de la mujer cubana.

Es vergonzoso que representantes del sexo femenino se presten para estas conspiraciones antipatrióticas, nada más y nada menos que con dinero de asesinos como Santiago Álvarez, que tanto dolor y muerte han traído a familias y madres cubanas.

Esta actitud de bretes, chanchullos y grotescas pugnas por un puñado de dólares contrasta con el carácter, limpieza y altura moral de la inmensa mayoría de nuestras mujeres, que gracias al Socialismo han alcanzado una esperanza de vida 5% superior al hombre, representan el 63% de la matrícula de nuestras universidades, el 65% de los graduados de educación superior, un porcentaje similar de los profesionales y los técnicos que laboran en el país, así como el 38% de los dirigentes o el 43% de los diputados al Parlamento.

A nuestras madres o compañeras, que en la dura cotidianidad de los peores años del periodo especial y todavía en las actuales circunstancias de limitaciones y escasees han hecho verdaderos milagros para mantener la paz y dignidad de sus hogares, seguramente les resultarán repulsivas estas “comadres” que han cambiado por altos presupuestos y salarios recibidos directamente de los enemigos de su pueblo, la tradición secular de humildad, modestia y entereza de la mujer cubana.

A la Martha Beatriz, a las mal llamadas Damas de blanco y a cualquier otra que se les parezca en sus procederes e intereses, les pegaría más cualquier otro color que el de la pureza: el verde del dólar; el rojo de la sangre en las manos de los terroristas que las financian o simplemente, el carmelita sucio del fango donde arrastran sus conciencias.

http://www.trabajadores.cu/materiales_especiales/columnistas/francisco-rodriguez-cruz/las-damas-de-fango

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