como un libro, una palabra,
una guerrilla…
como doy el amor
Hay otras opiniones, sin embargo, que pecan, cuando menos, de irresponsables. Quienes culpan a Cuba, a Fidel Castro, o a un supuesto discurso del Canciller Felipe Pérez Roque de hace varios años, (que no recuerdo y me parece disparatado tal como se comenta) presumiendo con fanfarronería que las declaraciones del Presidente Chávez sobre las guerrillas colombianas conforman una política común prefabricada entre los dos países, y llegan a asumir posturas de videntes modernos para hablar con una superficialidad imperdonable de algo que carece de fundamento, cometen el error gravísimo de irrespetar a Cuba y a Venezuela. Decir a la ligera que es “una gran coincidencia” que el mandatario venezolano siga “la línea cubana que hace muchos años, más de una década, [...] en contra de las FARC, [...] por la reconciliación” y además poner en boca de Fidel Castro, el guerrillero, palabras tan tremendas y condenatorias como “se acabaron las guerrillas” debería causar bochorno al “superrevolucionario” que las sostiene. Fidel Castro ha sido demasiado coherente en sus principios y en su vida para promover amaños cobardes. Abolió desde hace mucho tiempo de su terminología rebelde las palabras “rendición” y “derrota”. Y no sugeriría una canallada de esa índole, que implicara una humillación a las tropas libertarias de Colombia, indigna por demás de su proceder revolucionario.
Ningún criterio encierra una verdad absoluta, porque no existen las verdades absolutas. La palabra, como arma legítima, puede incitar a la sumisión o la resistencia, al sectarismo o la pelea articulada en un solo frente, pero los que poseemos la responsabilidad de defender
A mi también me mueve la pasión cuando escribo: creo en un hombre nuevo y en un mundo nuevo. El día que muera no me interesará ir al Cielo o al Infierno, sino que pregunten ante mi tumba, como hacían en
Más de medio siglo en la selva sin ser derrotada, pero tampoco vencedora; la pérdida reciente de su Comandante General Manuel Marulanda y el asesinato brutal de Raúl Reyes, su lugarteniente; la nueva escalada de agresiones imperialistas en la región, entre otras, son elementos con peso suficiente para considerar un cambio de estrategia oportuno.
Así interpreto las palabras del Presidente Chávez, sólo de esa manera guevariana puedo entenderlas.
Entregar prisioneros a cambio de nada, sí es una medida revolucionaria. Se empleó en Cuba, en su propia lucha guerrillera, cuando los combatientes de
Coincido en esto con Hugo Chávez, soltar a los prisioneros de guerra y no mantenerlos como moneda de cambio, aunque haya guerrilleros pudriéndose en las cárceles colombianas probaría la voluntad de diálogo de las FARC-EM y sí mostraría, otra vez y cuantas veces haga falta, que la guerrilla hace la diferencia, porque pelea por una causa noble y verdadera.
¿Es ingenuidad? ¿Es romanticismo? ¿Son quijotadas? Tal vez. Pero vislumbren la altura humana de ciertos quijotes:
− Antonio Maceo, el más grande de los generales cubanos del Siglo XIX, protestó hace 130 años en Baraguá contra la entrega de las armas cubanas a España y permaneció en la contienda hasta que la imposibilidad de continuar la lucha por la independencia lo obligó a salir de
− Fidel Castro exclamó, con doce hombres y siete fusiles, que ahora sí ganaba la guerra, ante la mirada escéptica de nuestro actual Presidente Raúl Castro, quien llegó a pensar que su hermano había perdido el juicio. Y triunfó.
El Presidente Chávez puede haber equivocado los términos de su llamamiento a la guerrilla colombiana, pero ese fue un error de forma, nunca de fondo. Fidel, uno de los tantos revolucionarios imprescindibles, nos decía en su célebre mensaje de febrero: “desconfío de los caminos [...] de la apologética” y ahora algunos revolucionarios de buena estirpe (y otros de no tan buenos antecedentes) se tambalean por haber desmalezado ese sendero. Martí, recordando los errores de Bolívar, decía en otro pensamiento: “Los hombres no pueden ser más perfectos que el Sol. El Sol quema con la misma luz con que calienta; el Sol tiene manchas. Los desagradecidos no hablan más que de las manchas. Los agradecidos hablan de la luz”.
De lo que se trata no es de atacar a Chávez por haber dicho algo de una manera o de otra, se trata de que la guerra de guerrillas en Colombia está hace tiempo en un punto muerto, estancada y sin evolución visible, y hay que pasar a la ofensiva. Aunque sea otra la maniobra para llegar a la victoria, tiene que llevar dentro de sí el arte de los buenos guerreros. Grandes guerrilleros han caído en combate y nada ha restado fuerza a su concepción de lucha. Nadie les pide a los abnegados soldados de
No hay comentarios:
Publicar un comentario