viernes, 15 de agosto de 2008

Entrevista a Silvio Rodríguez, por Diego M. Vidal


Cuando Silvio tenía 13 años tocaba el piano y vivió junto a su madre la llegada de la Revolución. De inmediato, se sumó a la Juventud Rebelde donde no recibió un fusil, sino unos libros para alfabetizar guajiros. Alternó la música con el dibujo hasta que, a los 18 años, hizo el servicio militar. Por las noches, empezó a componer sus primeros sones. Desde entonces fue creciendo hasta ser gigante.

Lo que sí hace falta explicar de Silvio es su derrotero actual que lo mantiene alejado de los escenarios convencionales. Con su guitarra al hombro va por toda la Isla, de cárcel en cárcel, continuador de un proyecto que había comenzado casi al mismo tiempo en que se desmoronaba la Unión Soviética y que suspendió precisamente por el impacto que tuvo en Cuba ese derrumbe.

Silvio pudo concretar Expedición al centro del Hombre entre febrero y mayo de este año, tras recorrer 16 cárceles y compartir su música y su musa con hombres y mujeres privados de su libertad de ambulación, aunque no de su capacidad de crear. Expedición fue un concierto inmenso, por la asistencia de presos artistas y porque se dio en el Teatro Karl Marx de La Habana, que sería como decir el Colón de Buenos Aires.

Recién llegado de la República Popular China, donde cantó para los brigadistas de la salud cubana que asistieron a las víctimas de los terremotos ocurridos pocos meses atrás, Rodríguez mantuvo esta entrevista exclusiva con Miradas al Sur.

-Hablar con cualquier cubano en estos tiempos, es comenzar por preguntarle qué pasa en la Isla. Tu caso tiene el componente especial de que cada palabra tuya sobre el tema, cobra otra dimensión. ¿Cómo se viven en Cuba los cambios que se van produciendo?

-Basta mirar tres días seguidos el noticiero nacional de televisión para darse cuenta de que Cuba es un país sumergido en una especie de sopor y que necesita mejorar al menos la imagen que tiene de sí misma. Según los cubanos con quienes converso a diario -porque obviamente no tengo contacto con todo el mundo-, nuestra gente siente una enorme necesidad de cambios, no de principios pero sí profundos. Creo que el gobierno cubano es consciente de esto cuando veo al Presidente Raúl Castro decir que el socialismo es igualdad de oportunidades pero no igualitarismo, concepto que no había sido anunciado en medio siglo de Revolución. Respecto a posibilidades reales de cambios, comprendo que muchas mejoras sólo pueden llegar a través de más producción, pero también considero que hay rectificaciones urgentes que no tienen que esperar por eso. Por citar sólo un ejemplo: el permiso de salida que requerimos los cubanos para viajar al exterior.

-¿Cómo has vivido todo el proceso de la salud de Fidel y de Raúl al frente del timón de la Revolución?

-Ni más ni menos que como la mayoría de la gente: por los comunicados .oficiales, y en ocasiones enterándome a través de la prensa extranjera antes que por la cubana -por supuesto, creo que nuestras deficiencias noticiosas debieran ser parte de las mejoras inmediatas.

-El proceso de críticas y planteos de situaciones que irritan bastante a la sociedad cubana, no es nuevo. Han sido públicas y notorias tus divergencias en muchos temas. ¿Crees que hay más espacio para esas divergencias o es que ser artista y diputado nacional, te dan más margen para hacerlo?

-Es evidente que ahora hay espacios de debate que antes no existían y son espacios que se han ido conquistando lenta pero constantemente desde hace años. A esto contribuyó mucho la opinión popular, que se mostró a través de los canales que ha podido abrir y que, aunque no siempre fue atendida, continuó manifestándose y haciendo presión. También es cierto que los escritores y artistas hemos puesto granitos de arena. Últimamente esto se hizo palpable en la combatividad del congreso de la Uneac (Unión de Escritores y Artistas de Cuba). Allí se dijeron verdades que sólo las podrán borrar las rectificaciones. En esos días escribí unos versitos, recordando la obra del Che El socialismo y el hombre en Cuba, que dicen: Dijo Guevara el humano / que ningún intelectual / debe ser asalariado del pensamiento oficial.

-En ciertas canciones ironizas sobre la realidad cubana, cuando se aplicaron medidas como la despenalización del dólar o la apertura al turismo, poniendo en el centro las contradicciones y diferencias que surgieron luego. ¿De qué modo crees que afectó a la sociedad cubana todo lo que sobrevino luego?

-Todo eso sucedió cuando el socialismo de Europa del Este se fue a pique y Cuba perdió de la noche a la mañana el 80 por ciento de su comercio internacional. Entonces se tomaron medidas consideradas extremas, por la durísima situación que afrontamos. Además de la despenalización de la tenencia de divisas y la apertura al turismo internacional, se permitieron los mercados campesinos y alguna que otra pequeña actividad económica por cuenta propia como los restaurantes familiares llamados paladares. Eran medidas que desde antes la población deseaba, porque obviamente animaban la economía nacional, pero tuvo que caerse el campo socialista para que las autorizaran. Estas medidas de alivio igualmente fueron calificadas como desviaciones del camino correcto y desde entonces el Estado ha tratado esas iniciativas con mucha reticencia, al punto de que quien posee divisas todavía es visto como medio delincuente. Uno de los problemas de fondo de nuestro socialismo es que el Estado se cree autosuficiente para hacer funcionar el comercio y los servicios que requiere toda la sociedad. En busca de un modelo de socialismo ideal, en 1968 se llevó a cabo una llamada ofensiva revolucionaria que estatizó hasta los puestos de fritas (hamburguesas populares). Seguidamente el Estado trató de sustituir el comercio nacional con empresas que se han ido hundiendo entre la burocratización y la ineficiencia.

La reciente medida de eliminar el tope de los sueldos la veo esperanzadora, porque insinúa que puede haber un cambio de concepto en cuanto a la participación social e individual en la economía. Yo creo que la realidad nacional y el futuro piden a gritos un socialismo más participativo y con mayores libertades.

-En este contexto se estrenó el documental Hombres sobre cubierta, que rememora tu viaje en el barco Playa Girón. Fue una época donde no eras muy bien visto.

-Nunca me ha gustado extenderme en cosas personales de aquellos tiempos en que tuve broncas por cantar o ser de una forma, o por mostrarme solidario con amigos en desgracia. Y cada vez me animo menos, porque veo a los que tratan de pintarse como víctimas o como contestatarios en busca de aplausos y otras legitimaciones internacionales. El oportunismo siempre me ha revuelto el estómago. Si escribo mis memorias contaré lo que recuerde de aquellos años como lo que son: contratiempos que pueden pasar en cualquier vida y en cualquier lugar.

-Hubo una reaparición pública de personajes del llamado Quinquenio gris de la Revolución en los '60 y el ámbito de la cultura reaccionó con un debate virtual, que se conoció como la guerra de los e-mails. ¿Qué sentiste al ver que esta gente buscaba una suerte de reparación histórica?

-Lo primero que sentí fue sorpresa. No esperaba una reacción así, supongo que porque yo mismo no reaccioné así cuando vi en la televisión a un ex dirigente con quien tuve diferencias. Mi reacción aquella noche fue muy distinta, porque al ver a aquella persona en la televisión pensé que estaba allí enfrentando su leyenda negativa, cosa que me pareció valiente. Incluso miré a mi compañera y le dije: me parece que estamos creciendo. Días después empezó el aluvión de correos, que a nivel de catarsis considero que fue muy positivo. En algunos de aquellos mensajes me vi reflejado y en otros no.

Quizá las cosas que me pasaron a mi no fueran tan graves como las que le pasaron a otros, o quizá yo no dejé que me afectaran tanto, aunque llegué a estar en manos de un psiquiatra. Creo que soy un tipo de persona que aunque no olvida sabe perdonar, o al menos alguien que sabe que perdonar es lo más sano.

-¿Crees necesario que los cubanos del exterior participen del proceso actual en la Isla?

-Me parece que cualquier idea sensata merece atención, venga de donde venga. Soy de los que creen que también se puede aprender de las voces lejanas. Pero más que nada confío en las razones, en la capacidad y en los sentimientos de quienes conocen la realidad no por teorías, sino por lidiar con ella a diario.

-¿Qué expectativas tienes cuando ves el nuevo mapa político de Latinoamérica?

-Parecen más sólidos los procesos más cautos, no sé si porque se buscan menos líos y se pueden concentrar mejor en sus proyectos. Mirar hacia Latinoamérica me da de todo: optimismo, tristeza, incluso algo de deja vu.

-En cuanto al vecino más cercano de Cuba, los Estados Unidos. ¿Esperas algunos cambios o mejoras en las relaciones, si Barack Obama ocupa la Casa Blanca?

-Ha sido estimulante ver levantarse a Obama, por razones históricas, políticas y obviamente raciales. Pero el camino a la presidencia de Estados Unidos es un proceso tan dinámico que hay que ver no sólo lo que prometen hacer los aspirantes, sino lo que el trayecto hacia la Casa Blanca hace con ellos. Si gana, habrá que ver el Obama que llega a presidente. Aunque tengo el presentimiento de que cualquiera de los dos que salga va a resultar mejor que el de ahora.

-Se acaban de cumplir 80 años del natalicio del Che, en todo el mundo se le realizaron actos y homenajes. ¿Qué ha significado para ti la figura del Che? ¿La manipulación de su imagen, aún con buenas intenciones, no opaca facetas más interesantes de su vida?

-En los últimos años ha aparecido gente que trata de desvirtuar la personalidad y el sentido de la lucha del Che, que estaba guiado por "profundos sentimientos de amor", como él mismo confesó una vez. Son gente preocupada por el símbolo que ha llegado a ser este héroe del siglo XX y no vacilan en calificar al Che de terrorista, como sin duda harían con Cristo si volviera a nacer. La verdad es que Ernesto Guevara fue un hombre extraordinario, capaz como pocos de ser consecuente con la idea de la redención humana, y no sólo dejó el ejemplo de su sacrificio: también nos dejó muchas páginas escritas que vale la pena visitar.

-Entre tus discos Cita con Ángeles y Érase que era, fuiste padre y abuelo casi al unisono ¿Cómo llevas esa dualidad familiar?

-Hoy por hoy mi familia es lo que más disfruto en esta vida. Pasé demasiados años perdiéndomelo y me estoy desquitando. Así de simple.

-En la primera visita que vos y Pablo hicieron a la Argentina realizaron 14 conciertos. Cada vez que regresaste hubo Heno total de tus actuaciones, ¿pensás volver pronto y en que marco loharías?

-Las dos últimas veces que estuve en la Argentina fue para asistir a grandes actos de masas. Uno en Buenos Aires, frente a la Casa Rosada, en una fecha patriótica y con una asistencia inconmovible bajo un aguacero fortísimo. El otro fue para cantar en Mar del Plata, durante una cita de presidentes americanos. Yo tenía pensado regresar el año pasado a Buenos Aires, o éste, porque me habían dicho que estaban terminando de arreglar el Colón y no quería despedirme sin estar al menos una vez en ese teatro maravilloso. Pero cada año anuncian que las obras terminarán en el siguiente y la verdad es que ya no sé si me quedará polenta cuando acaben.

-Vicente Feliú dice en broma que la Nueva Trova está pensando en convertirse en la Trova Social Club, por aquello de las edades que ya portan ustedes. Sin embargo, quienes te siguen y asisten a tus conciertos, son jóvenes en su mayoría. ¿A qué crees que se debe eso?

-Cierto que van jóvenes a nuestros conciertos y para mí eso es un misterio. Pudiera ser que uno empieza a cantar cuando es joven y se queda como enamorado de esos tiempos. Entonces sigue expresándose como si continuara por allá, cosa que podría resultar seductora para algunos incautos. Debe ser a eso a lo que Vicente se refiere, así que no es tan en broma como parece. En cualquier caso espero que en ese Club nos esperen cosas buenas, como a los compañeros del Buena Vista.

EXPEDICIÓN AL CENTRO DEL HOMBRE

“Estamos aquí porque creemos en ustedes, porque son parte de nuestra sociedad”, les dijo Silvio Rodríguez a los reclusos de la prisión provincial de Sancti Spíritu, en la región centro-occidental de la Isla, cuando retomó la senda abandonada contra su voluntad en 1990.

Al continuar el proyecto que lo llevaría a recorrer 16 prisiones por toda Cuba, el trovador declaró que "a los encarcelados hay que tratarlos con respeto y dignidad".

-A comienzos de este año culminaste una tarea loable y enriquecedora: tu proyecto Expedición al centro del hombre. Una serie de conciertos y encuentros culturales en las cárceles de Cuba. ¿Cómo surgió la idea y cuál fue la respuesta?

-A principios de los *90 los trovadores Vicente Feliú, Augusto Blanca y yo comenzamos una gira por las prisiones cubanas. Cuando íbamos por la provincia de Villa Clara tuvimos que parar por falta de petróleo –comenzaban los duros años del llamado período especial-. Desde entonces tuvimos pendiente ese compromiso. El año pasado, en la última Asamblea Nacional a la que asistí como diputado, pedí apoyo para saldar aquella deuda y la iniciativa fue muy bien acogida. Quisimos ampliar la idea original y llevar a las prisiones una muestra de toda la canción cubana: la trova tradicional, el feeling, la música campesina, el son, y lo conseguimos gracias a la disposición inmediata de los artistas. También iban los escritores, que dejaban en cada prisión una biblioteca de 300 ejemplares, y además se hicieron jornadas de artes plásticas con pintores que también se sumaron. Entre enero y mayo visitamos 16 cárceles y compartimos con más de 40.000 reclusos, que además cantaban y pintaban con nosotros. La verdad es que los resultados desbordaron completamente mis expectativas. Hace pocos días vi que la orquesta de la Opera de Madrid acaba de empezar un recorrido por prisiones españolas, lo que me ha metido en la cabeza intentar otra gira, esta vez con música sinfónica y concertistas.

-¿Qué ves en tu futuro? Podrías extender tus proyectos actuales fuera de la Isla? ¿Habría una Expedición en otros países?

-No me parece que en adelante me pueda dedicar sólo a eso. Por otra parte pienso que cada país debe determinar si una expedición de este tipo es posible en su realidad. En caso de que suceda, me permito recomendar que no sea una sola vez: es una experiencia a la que hay que darle continuidad porque le hace bien a la sociedad y a las personas.


Fuente: Miradas al Sur

Enviado por SFois, (Gacemail)

2 comentarios:

miesclextricymisamantes dijo...

Algunos han querido vender la gira de la Nueva Trova en las cárceles cubanas como un experimento psicológico de lavado cerebral. Muchos de los medios aseguran que el hecho de que el contenido de las canciones de la Nueva Trova con su elaborada poesía, no es para el vulgo (idea idiota de los mass media capitalistas), el vulgo quiere pop comercial, regueton aislado de los contenidos cotidianos y sociales y solo está dispuesto a la temática porno seudoerótica reguetonera o de doble sentido de algunos sones cubanos. Algunos de los líderes presos contrarevolucionarios se resistian a la musicalidad de los Nueva Trova Social Club y comparaban dichos ensayos con los experimentos nazis en campos de concentración con un fondo de música Wagneriana. Las Fábulas de la contrarevolución venden matrices mediáticas de alta agresividad a la verdadera imagen que tienen las actividades politico culturales de los lídres de la Nueva Trova Cubana.

miesclextricymisamantes dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.