jueves, 28 de agosto de 2008

Prepotencia imperial: Bush pretendía imponerle a Honduras la presencia de Posada Carriles, por Jean-Guy Allard

Todo indica que la Administración Bush confiaba en imponer, sin resistencia alguna, al Gobierno hondureño la presencia del indeseable Luis Posada Carriles cuando su embajador se acercó al nuevo Presidente del país centroamericano, apenas una semana después de su juramento.

El 24 de enero de 2006, tres días antes de ese acceso formal a la Presidencia del nuevo mandatario Manuel Zelaya, el diario The Miami Herald —cuyos lazos con la inteligencia norteamericana están bien demostrados— citó lo que llamó "fragmentos" de una Declaración del Buró de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) que señalaba lo siguiente: "El ICE está avanzando en llevar a cabo la remoción del señor Posada de los EE.UU."

"Un juez de inmigración suspendió la deportación a Cuba y Venezuela. Sin embargo, eso no impide al ICE deportarlo hacia un tercer país. El ICE está en proceso de conducir una revisión rutinaria de su custodia", seguía el documento citado por el diario de la cadena McClatchy.

De rutinaria la revisión no tenía mucho. La verdad es que, en aquel momento preciso, la Casa Blanca —sometida a la amenaza de un escándalo internacional— valoraba que la mejor manera de quitarse de las manos la "papa caliente" representada por el ex agente, terrorista, torturador y asesino, era encontrarle un refugio en cualquier lugar fuera del territorio norteamericano.

El 27 de septiembre del 2005, un juez de inmigración de El Paso, Texas, William Abbott, cumpliendo con las orientaciones del Departamento de Justicia de Bush, había usado el absurdo testimonio de un cómplice de Posada, el ex oficial y torturador de la policía secreta venezolana Joaquin Chaffardet, para decretar que el delincuente no podía ser deportado a Venezuela.

Abbott informó entonces que le concedía al gobierno de Estados Unidos "90 días" para buscar un tercer país que recibiera al terrorista, un plazo que se ignorará luego.

Lo que parecía un trámite relativamente fácil para un individuo que había pasado años usando a América Central de base para los crímenes que realizaba por encargo de la mafia de Miami, se reveló como una labor ardua para los distinguidos enviados del Departamento de Estado de Bush.

Sin embargo, en el caso de Honduras, los cabezones del poder imperial, obviamente, contaron con la llegada de un nuevo presidente para introducir subrepticiamente su solicitud.

LA PREPOTENCIA DE "CHARLIE" FORD

Este miércoles 27 de agosto último, en declaraciones a los periodistas tras asistir a un acto oficial, el Presidente Zelaya reveló toda la verdad sobre la insolente petición norteamericana que le fue presentada "ocho días" después de su llegada a la Presidencia del país, el 27 de enero de 2006.

Las gestiones para obtener una visa para el terrorista las hizo, con todo la debida prepotencia imperial, el embajador de Estados Unidos en Honduras, Charles "Charlie" Ford.

"Vino el embajador Charles Ford a pedirme a mí, a través de la Cancillería, que le diera una visa a Posada Carriles", denunció el mandatario, refiriéndose al entonces canciller Milton Jiménez Puerto.

"Era imposible darle una visa a Luis Posada Carriles, cuando era una persona cuestionada por actos de terrorismo. Ellos defienden ese tipo de terrorismo, me consta a mí, y por ese tipo de cosas es que tenemos posiciones diferentes", subrayó.

BRAZO DERECHO DEL ASESINO DEL CHE

Posada Carriles tiene un larguísimo historial de crímenes cometidos en América Central, bajo órdenes de la CIA, desde su evasión en agosto de 1985 de la cárcel de Venezuela donde estaba detenido por la destrucción, en 1976, de un avión civil cubano que causó la muerte de 73 personas.

Se convirtió entonces, de un día para otro, en el brazo derecho en El Salvador de Félix "El Gato" Rodríguez, una de las más fieles crápulas de la Compañía, el mismo que había ordenado en 1967, en Bolivia, el asesinato de Ernesto Che Guevara.

Hasta el 5 de octubre de 1986, el terrorista dirigió las maniobras de una flota de avionetas, en la base aérea salvadoreña de Ilopango, que se dedicaban al tráfico de armas y de drogas a favor de la Contra nicaragüense.

Con el estallo de lo que será el escándalo Irangate, Posada se encarga de recoger el material que compromete a la inteligencia norteña y se esconde en Zabadú, un centro turístico salvadoreño, hasta que sus jefes de Langley le orientan convertirse en colaborador de la Policía Nacionalla DISIP. Rojas se encuentra entonces al frente de los asesores venezolanos de los órganos de represión del presidente José Napoleón Duarte.

Quien conoce la historia de El Salvador en ese período se imaginará fácilmente a qué se dedicó entonces quien había sido, durante años, el Comisario Basilio de la DISIP venezolana, que sus víctimas han descrito como un torturador sicópata.

De El Salvador, Posada pasa en 1989 a Guatemala donde se le fabrica una cobertura de jefe de seguridad de la telefónica estatal Guatel. Pronto, el presidente Vinicio Cerezo le otorgará poderes especiales que lo convertirán virtualmente en gánster. Se le atribuye durante ese período toda una serie de ejecuciones, secuestros, estafas y ajustes de cuentas.

A partir de la década de los 90, producto de esos años en órganos represivos, Posada es involucrado en toda una serie de conspiraciones tanto en Guatemala, El Salvador como Honduras donde las redes locales de extremistas de ultraderecha vinculadas a sus socios del comité paramilitar de la Fundación Nacional Cubano Americana, de Miami, solicitan sus servicios.

CUARENTA Y UNO ATENTADOS CONTRA EL PRESIDENTE

Sus primeros contactos con Honduras se detectan después del 26 de febrero de 1990 cuando es atacado en Guatemala por desconocidos en plena calle. Dos tiros lo alcanzaron entonces mientras andaba en su Suzuki de color negro, uno de ellos le impactó en la mandíbula y le seccionó la lengua.

Es después de su salida del hospital que se refugia en territorio hondureño, en casa de Rafael Hernández Nodarse, jefe local del aparato terrorista anticubano de la CIA.

En 1992, cuando investigadores del propio FBI norteamericano que pretenden investigar para el Congreso el caso de Ilopango lo ubican en ese país, le piden una entrevista. Nada menos que en los salones de la Embajada yanqui en Tegucigalpa y sin la menor intención de arrestarlo.

Posada reconocerá años más tarde, en entrevista con el New York Times, que uno de los dos agentes, George Kyszinski, es un amigo personal.

A partir de enero de 1994, Luis Posada Carriles conspira abiertamente en acciones orientadas a desestabilizar al gobierno legítimo del presidente Carlos Roberto Reina.

En el mismo país donde Bush, en 2006, quiso que radicara, Posada estuvo involucrado en dos atentados contra el Presidente, uno financiado por la FNCA, que iba a ejecutarse en medio de la toma de posesión de Reina, en presencia del presidente cubano Fidel Castro.

Según el testimonio del doctor Ramón Custodio, presidente del Comité Hondureño de Derechos Humanos, Posada dirige luego, hasta 1996, una pandilla de delincuentes de origen cubano, asociada a militares hondureños que realizaran 41 atentados en el territorio nacional, siempre con el objetivo de derrocar al Jefe del Estado.

Luego siguió utilizando a Centroamérica para sus fechorías, incluso para desencadenar una campaña de terrorismo contra Cuba en 1997, utilizando a mercenarios centroamericanos.

Hasta su arresto en Panamá, en el 2000, cuando quiso volar un anfiteatro repleto de estudiantes donde iba a hablar el líder de la Revolución cubana.

Indultado por la presidenta mafiosa Mireya Moscoso, en agosto del 2004, Posada utilizó entonces a… Honduras como trampolín para luego entrar ilegalmente a la tierra de sus amos.

Engañó a los servicios migratorios durante una escala, usando un pasaporte estadounidense alterado a nombre de Melvin C. Thompson, y se albergó de nuevo en casa de su socio Hernández Nodarse. Se dijo luego que el FBI participó en la maniobra.

"¿HABRÁ ALGÚN HONDUREÑO QUE NO SEPA…?"

"¿Habrá algún hondureño que no sepa que aquí la embajada (de EE.UU. toda la vida ha interferido en golpes de Estado, promovido en toda América Latina invasiones a otros países, ha promovido guerras en otros países?", se preguntó Zelaya en su intervención.

"¿No fuimos víctimas de la guerra fría en época de los 80, cuando desde aquí se atacaba a Nicaragua con la contrarrevolución nicaragüense y Honduras era prestado como un territorio para acciones bélicas?", recordó.

El embajador Charles Ford dejó su cargo en Honduras a finales de julio pasado. Regreso a su país, tranquilamente, después de cerca de tres años al frente de la legación diplomática estadounidense en Tegucigalpa.

Siete países americanos se han negado desde el 2006 a recibir en su territorio al terrorista: Canadá, México, Panamá, El Salvador, Honduras, Guatemala y Costa Rica.

Todos, sin excepción, han sido víctimas, en múltiples oportunidades, de acciones terroristas organizadas desde Miami por la CIA y su personal mafioso de origen cubano.

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