jueves, 16 de octubre de 2008

Adentrémonos con seriedad en la Historia de la Revolución Cubana (II)

Las raíces de su futura proyección internacional. 1953-1958.
  • La oposición burguesa a la dictadura y la correlación de fuerzas en el campo revolucionario.

Sierra MaestraDos meses después del desembarco del Granma el 2 de diciembre de 1956, las fuerzas de oposición burguesas en Cuba, intentaron revitalizar la Sociedad de Amigos de la República (SAR), surgida en 1948 y dirigida por el político conservador y Coronel de la Guerra de Independencia Cosme de la Torriente. Ésta convocó a la concordia y la paz, el cese del terror y la búsqueda de una salida pacífica al drama nacional. Era el mismo esfuerzo conciliador traicionero que esta asociación había realizado posterior al golpe de estado del 10 de marzo de 1952 y ante las taimadas y engañosas -falsas sería la perfecta denominación- “elecciones” de 1954.

Aunque fatalmente para sus esfuerzos seudo-políticos, siempre sus llamados al diálogo fueron desalentados y abatidos por la fuerza brutal, arrogante y burlesca de la dictadura, así como desoídos y rechazados por las agrupaciones más radicales.

De igual modo, luego del susodicho zarpazo ilegítimo a la Constitución de 1940, y hasta el mismo final de la guerra se crearon, y muchas veces desparecieron por diversas causas, algunos grupos oposicionistas -de tendencia insurreccionalista-, desgajados esencialmente del Partido del Pueblo Cubano (Ortodoxo) - (PPC(O), y del Partido Revolucionario Cubano (Auténtico) - (PRC(A). Incluso, el 2 de junio de 1953, el ex-presidente derrocado Carlos Prío Socarras, y el ortodoxo rico Millo Ochoa, firmaron el “Pacto de Montreal”, en Canadá, que intentó ser un acuerdo “insurreccionalista” entre una fracción auténtica y otra ortodoxa que no aportó grandes resultados a la práctica ideopolítica oposicionista de la burguesía -solo contribuyeron con dinero y armas, pero nunca pusieron en peligro las vidas de sus demagógicos dirigentes- dadas las divisiones surgidas desde su fundación, por aspiraciones egoístas, individualistas y pretendidos protagonismos.

Así se fundaron y accionaron la organización Triple A (al frente de ésta estuvo en los inicios Aureliano Sánchez Arango), Acción Libertadora (liderada un tiempo por Justo Carrillo), la Organización Auténtica (con Menelao Mora dirigiéndola hasta su muerte) y el Grupo Montecristi, este último muy afín al Movimiento 4 de abril, dirigido por Ramón Barquín, uno de los integrantes de los militares que llevaron a cabo la “Conspiración de los Puros”, en abril de 1956, y que había sido Agregado Militar en la Junta Interamericana de Defensa y, además, gente de confianza de las agencias de espionaje estadounidenses.

Las tácticas entre estas y otras organizaciones divergían, no así sus estrategias que se proponían, solamente, derrocar a Fulgencio Batista, sin cambiar el status quo de una Cuba capitalista y dependiente, y sobre todo el regreso al poder político otra vez. Pero muchos de sus miembros de base se fueron transformando en revolucionarios reales y ofrendaron sus vidas heroicamente en el combate antibatistiano. Tales fueron los casos, por ejemplo, de Mario Fortuny Rodríguez, luchador de la década del 30, y en esos momentos uno de los hombres claves del aparto militar de la Triple A, en La Habana, quien fue torturado y asesinado el 27 de noviembre de 1953; y de Reynol García -de la Organización Auténtica- que muere al frente de los asaltantes al Cuartel Goicuría, en Matanzas, el 29 de abril de 1956, conjuntamente con el segundo jefe de la operación, Rubén Hernández Concepción, perteneciente al MR-26-7. Esa tendencia de radicalización fue in crescendo y las filas del Movimiento Revolucionario 26 de Julio fueron ampliándose con la entrada de miles de combatientes de las más variadas filiaciones ideopolíticas, fundamentalmente de jóvenes, todos con un profundo espíritu de sacrificio.

De forma paralela, antes y después, se erigieron otras agrupaciones antidictatoriales de corte reformista como la Juventud Obrera Católica, el Directorio Obrero Católico, etc., y nuevas organizaciones mediacionistas, entre las que se encontraban el Bloque Cubano de Prensa, el Movimiento de la Nación, con figuras como Jorge Mañach, José Pardo Llada, Justo Carrillo y Rufo López Fresquet, también el Movimiento de Liberación Radical, de Amalio Fiallo, Andrés Valdespino y Mario Llerena; el Partido del Pueblo Libre, de Carlos Márquez Sterling (que participó en la farsa electoral de 1958) y, en ese propio año, la denominada Comisión de Concordia Nacional, conformada por altos ex-funcionarios políticos, hacendados, banqueros, comerciantes y el Reverendo Pastor González, que se disolvió, prontamente, en marzo, entre otros.

Muchos de estos grupos quisieron restar eficacia al combate armado, popular y político decisivo que se desarrollaba en la Sierra Maestra y en el llano. Por esas razones exógenas y por necesidades internas del desarrollo del movimiento revolucionario, en el mes de septiembre de 1957, se constituye el Movimiento de Resistencia Cívica, agrupación militante, pero colateral y subordinada al MR-26-7, cuya composición social fue más diversa porque en ella se asocian sectores de la pequeña burguesía cubana y de algunas capas burguesas medias, entre otros, y que sirvió para sumar y canalizar el apoyo a la lucha insurrecional, principalmente la clandestina, desde el punto de vista de la logística, etc. Desde finales de 1952, se había creado con fines antidictatoriales similares, el Frente Cívico de las Mujeres Martianas.

Pero en el instante histórico, cuando se da a conocer el “Manifiesto de la Sierra Maestra, de 1957, el Movimiento Revolucionario 26 de Julio era -e iba a continuar siéndolo- muy heterogéneo, porque tenía en sus filas a individuos y colectivos que pertenecían a varias organizaciones, como el PPC (O) y, en menor cuantía, al PRC (A) -ambos ya divididos en fracciones, como hemos señalado-, y a otras agrupaciones políticas que no compartirían un compromiso más allá de sus intereses de clases e ideas políticas, y menos un sentimiento y convicción antinorteamericano y antiimperialista. En el “Manifiesto de la Sierra Maestra estuvieron presentes, firmando el documento, figuras de la oposición burguesa como los ortodoxos Felipe Pazos y Roberto Agramonte. Además, no es aún el momento histórico en que estaba consolidado y había alcanzado su hegemonía política el Ejército Rebelde, así como las fuerzas más radicales del MR-7-26, por lo que no era propicio imponer una línea más profunda en la venidera proyección exterior de la Revolución en curso. Sólo después del fracaso de la huelga del 9 del abril de 1958, en la histórica reunión de Altos de Mompié, el 3 de mayo, es cuando el cargo de Secretario General del Movimiento 26 de Julio recae en el Comandante en Jefe Fidel Castro, y con ello la total dirección y coordinación política-militar del combate guerrillero en las montañas y el llano, en las Sierras y la clandestinidad, en las zonas rurales y urbanas.

Otra fase importante de determinación de la correlación de fuerzas dentro de las filas oposicionistas, así como contra el aparato estatal-represivo de la tiranía fue cuando fracasó la Ofensiva de Verano, lanzada por el ejército batistiano contra las bases principales del Ejército Rebelde, en el corazón de la Sierra Maestra, principalmente, a la Comandancia de la Plata. La contraofensiva rebelde y el viraje militar de la guerra constituyó el auge y reforzamiento de la hegemonía política del Ejército Rebelde y de los grupos más avezados ideopolíticamente del MR-26-7. Ese nuevo escenario sociopolítico interno permitió que en la segunda quincena de junio, en plena batalla contra las tropas elites cercadas en El Jigüe, se firmara el Pacto de Caracas, en Venezuela, y que los representantes del movimiento revolucionario pudieran decidir a su favor los resultados de la mayoría de los puntos de la agenda de discusión y que, incluso ante la propuesta de otras fuerzas oposicionistas, de que Felipe Pazos fuera el futuro Presidente de la República, estos hicieran la contrapropuesta, aceptada, del Dr. Manuel Urrutia Lleó. Tal documento había sido redactado en la Sierra Maestra, bajo la supervisión de Fidel y fue transmitido por Radio Rebelde.

El pacto fue ratificado por el Movimiento Revolucionario 26 de Julio, el Directorio Revolucionario 13 de Marzo, la Federación Estudiantil Universitaria, la Organización Auténtica, el Movimiento de Resistencia Cívica, el Partido Auténtico, el grupo Montecristi, Unidad Obrera, el Partido Demócrata y las Instituciones Cívicas. Y aunque no estuvo presente el Partido Socialista Popular, éste pidió que se le incorporara y fue una de las organizaciones que primeramente cumplió con lo acordado, al acreditar como su representante oficial en la Sierra Maestra, al miembro de su dirección ejecutiva, Carlos Rafael Rodríguez.

En una parte de su texto, llamando a la unidad, se recalcaba que era necesario convocar a un “(...) gran frente cívico revolucionario de lucha, de todos los sectores sociales y políticos, sin exclusiones de ningún tipo, encargado de la elaboración de una estrategia común para el derrocamiento del régimen mediante la insurrección armada y la movilización popular, luego de lo cual se establecería un gobierno provisional cuya misión sería encauzar al país por la vía constitucional y democrática e iniciar la aplicación de un programa mínimo capaz de garantizar los derechos ciudadanos y el progreso social (...) se solicitaba, además, el cese por parte del gobierno de los Estados Unidos de toda ayuda bélica y de cualquier orden al dictador, y se reafirmaba la defensa de la soberanía nacional y la tradición civilista y republicana de Cuba”. (Fidel Castro Ruz Pacto de Caracas, Documento 600, La Habana, Oficinas Asuntos Históricos del Consejo de Estado; y el Archivo del Instituto de Historia de Cuba).

Sin embargo, con cierta retrospectiva en el análisis, los siete documentos primarios que expondremos a continuación sí perfilan, con mayor nitidez, la posición internacional de la dirección política del proceso revolucionario cubano.

A finales de 1957, se dan a conocer puntos de vista, esenciales, discordantes entre las distintas organizaciones opositoras y la dirección del Ejército Rebelde cuando en la famosa carta de respuesta del Comandante en Jefe Fidel Castro a los firmantes del “Pacto de Miami”, del que surgió la “Junta de Liberación Nacional” -en el exilio-, éste denuncia el tratado-compromiso alcanzado y desautoriza a los integrantes del MR-26-7 en la reunión, porque, "(…) Suprimir en el documento de unidad la declaración expresa de que se rechaza todo tipo de intervención extranjera en los asuntos internos de Cuba, es de una evidente tibieza patriótica y una cobardía que se denuncia por si sola (…) Declarar que somos contrarios a la intervención no es sólo pedir que no se haga a favor de la revolución porque ello iría en menoscabo de nuestra soberanía e, incluso, en menoscabo de un principio que afecta a todos los pueblos de América; es pedir también que no se intervenga a favor de la dictadura enviándole aviones, bombas, tanques y armas modernas con las cuales se sostiene el poder, y que nadie como nosotros y -sobre todo- la población campesina de la sierra ha sufrido en sus propias carnes (…) En fin, porque lograr que no se intervenga es ya derrocar a la tiranía.” (Fidel Castro Ruz “Carta a los firmantes del Pacto de Miami”, diciembre de 1957. En, Ernesto Che Guevara, Obras. 1957-1967, en Dos Tomos, T. I., Colección Nuestra América, Casa de las Américas, 1970, p. 364).

En la aludida reunión, efectuada en la ciudad sureña estadounidense, estuvieron representadas varias organizaciones que se pronunciaban partidarias de la vía insurreccional: la Organización Auténtica (OA), que era una fracción del PRC (A), el Partido del Pueblo Cubano (O), la Federación Estudiantil Universitaria (FEU), el Directorio Obrero Revolucionario (organización sindical dirigida por el reformista Ángel Cofiño), el Directorio Revolucionario “13 de Marzo”, el Partido Demócrata (grupo político que procedía del autenticismo) y una representación del MR-26 de Julio compuesta por Mario L. Llerena y Léster Rodríguez. También se encontraban, entre las figuras más representativas, firmantes de este acuerdo, Felipe Pazos (éste se atribuyó la auto-militancia en el movimiento 26 de julio), Raúl Chibás, Carlos Franqui y Lucas Morán.

  • Mayor radicalización en los pronunciamientos latinoamericanistas y antiimperialistas.

Más tarde, en entrevista concedida por el máximo líder de la insurrección armada, popular y política a un periodista norteamericano en 1958, Fidel vuelve a cuestionar la ayuda militar que le presta el gobierno estadounidense a la dictadura planteando que, “(...) ¿Ustedes creen que sus tanques, sus aviones, los cañones que ustedes, norteamericanos, mandan a Batista de buena fe, son usados para la defensa del hemisferio? Los usa para intimidar a su propio pueblo indefenso. ¿Cómo va a contribuir a la “defensa del hemisferio? ¿Si ni siquiera fue capaz de vencernos a nosotros, aún cuando sólo éramos un grupo de doce? (...) Repito lo dicho: al armar a Batista ustedes están en realidad haciendo la guerra contra el pueblo cubano.” (Fidel Castro Ruz Entrevista concedida al periodista Andrew St. George, revista Look, 4 de febrero de 1958, Copia taquigráfica y mecanografiada por el Consejo de Ministros, La Habana, Archivo del Instituto de Historia de Cuba).

A su vez, en la primera transmisión de Fidel Castro por la emisora Radio Rebelde -fundada el 24 de febrero de 1958, por Ernesto Che Guevara- se lanza el siguiente Manifiesto titulado: “A la opinión pública de Cuba y a los pueblos libres de América Latina”, en el que se expresa: "(…) Se afirma que la venta de armas al Gobierno de Batista ha sido cancelada por el Departamento de Estado Americano (…) Pero el resultado no se altera en nada: Estados Unidos se las venden a Somoza y a Trujillo; Somoza y Trujillo se las venden a Batista. ¿Y la Organización de Estados Americanos que hace? ¿Acaso tienen derecho los dictadores a conjurarse para masacrar al pueblo cubano? ¿Y los gobiernos democráticos de América, los líderes y los partidos democráticos del Continente, que hacen con los brazos cruzados? (…) Si los dictadores se ayudan entre sí, ¿por qué los pueblos no han de darse las manos? ¿No estamos en la obligación de ayudarnos los sinceros demócratas de toda la América? ¿Es que no hemos pagado suficientemente caro el pecado de nuestra indiferencia frente al concierto de los tiranos que promueven la destrucción de nuestras democracias? ¿No se comprende que en Cuba se está librando una batalla por el ideal democrático de nuestro Continente? ¿No se percatan de que los últimos dictadores han convertido a Cuba en una de sus últimas trincheras? En Cuba no se lucha ya por la redención de un pueblo solamente, se defiende un principio que interesa a América. Si los dictadores ayudan a Batista, justo es que los pueblos de América ayuden a Cuba (…) En nombre del pueblo de Cuba que está luchando contra las armas de Batista, Trujillo y de Somoza, demandamos ayuda de los gobiernos democráticos de América”. (Fidel Castro Ruz “A la opinión pública de Cuba y a los pueblos libres de América Latina”, en Radio Rebelde, 15 de abril de 1958, copia taquigráfica y mecanografiada del Consejo de Ministros, La Habana, 1959. En Suplemento del periódico Granma, 8 de marzo de 1973, La Habana, p. 1., y en el Archivo del Instituto de Historia de Cuba).

En junio de ese mismo año, 1958, en una entrevista con un periodista venezolano, Fidel Castro corrobora la línea política a seguir por la Revolución triunfante al expresar que “(…) En el orden internacional, la plena soberanía a todo tipo de injerencia política y económica, la solidaridad con los pueblos oprimidos por la dictaduras o agredidos por los países poderosos y el estrechamiento de los lazos con los pueblos hermanos de América Latina.” (Fidel castro Ruz Entrevista concedida al periodista venezolano Javier Rodríguez, a través de Radio Rebelde, en el periódico Sierra Maestra, junio de 1958, Miami, Florida, USA. En, Archivo del Instituto de Historia de Cuba).

Esa hermandad proclamada con los pueblos y gobiernos democráticos del subcontinente tenía toda una intención estratégica, definida en el mes de julio en un homenaje rendido por Fidel al pueblo de Venezuela, quien había derrocado a la tiranía de Marco Pérez Jiménez. “(...) Y a la gratitud se une la esperanza; la esperanza de que Venezuela siga adelante por el camino que se ha trazado, y a la esperanza de que nos ayude con el mismo espíritu con que Bolívar ayudó a otros pueblos oprimidos, para buscar en la unión de las Naciones libres de América Latina, la solidaridad y la fuerza que nos preserven de los graves peligros de la debilidad, la desunión, la tiranía y el coloniaje”. (Fidel Castro Ruz Palabras de Fidel en Homenaje a Venezuela, 5 de julio de 1958, Copia taquigráfica y mecanografiada del Consejo de Ministros, La Habana, 1959, en Archivo del Instituto de Historia de Cuba; y en periódico Revolución, julio 6 de 1959, Año 2, No. 179, p. 1, Col. 1; y p. 12, Col. 8, La Habana, 1959).

Quizás, el enfrentamiento público más agudo entre la dirección político-militar de la Revolución Cubana y el imperialismo norteamericano se produjo en el mes de octubre de 1958, cuando Fidel Castro responde, de manera enérgica, a una amenazante declaración del Vocero del Departamento de Estado de los EE.UU., Lincolm White. Los sucesos acaecidos alrededor de las plantas de Níquel de Nicaro, en la provincia de Oriente, habían sido el detonador. La situación se creó por una actitud provocadora del ejército batistiano que abandona las posiciones de la zona en donde están enclavadas las propiedades del monopolio norteño. Las fuerzas rebeldes toman las mismas y, es entonces cuando el ejercito de la tiranía decide regresar a la localidad con el fin de provocar acciones combativas que pusieran en peligro las vidas de los funcionarios y empleados norteamericanos e incitar la intervención de las fuerzas militares de los EE.UU. En la tensa coyuntura, una patrulla rebelde que se encuentra preparando una emboscada a los soldados enemigos, advierte la presencia de civiles cubanos y extranjeros en la zona de operaciones y toma retenidos a dos norteamericanos y siete cubanos trabajadores de la Texaco con el objetivo de que no se vieran involucrados en los enfrentamientos armados y no delataran las posiciones rebeldes.

En ese instante se producen las declaraciones del funcionario del Departamento de Estado de EE.UU., y la viril respuesta de Fidel Castro que planteó categóricamente," (…) Porque la única fiscalización que toleramos de nuestros actos, de nuestra libre determinación, es la de la opinión pública de nuestro pueblo y del mundo entero (…) Bueno es advertir que Cuba es un país libre y soberano; deseamos mantener con los Estados Unidos las mejores relaciones de amistad. No queremos que entre Cuba y los Estados Unidos surja un conflicto que no se pueda resolver dentro de las razones y los derechos de los pueblos. Pero si el Departamento de Estado continúa dejándose arrastrar por las intrigas de Mr. Smith y Batista, e incurre en el error injustificable de llevar a su país a un acto de agresión contra nuestra soberanía, tenga la seguridad de que sabremos defenderla dignamente (…) Hay deberes con la Patria que no se puede dejar de cumplir, cueste lo que cueste. A un país grande y poderoso como los Estados Unidos no lo honran las palabras y amenazas que entrañan las últimas declaraciones de Ud. Las amenazas tienen virtud entre las gentes cobardes y sumisas, pero no la tendrán jamás entre los hombres que están dispuestos a morir en defensa de su pueblo”. (Fidel Castro Ruz Declaraciones públicas del Comandante en Jefe Fidel Castro pronunciadas el 25 de octubre de 1958 a través de Radio Rebelde. En, Museo de la Revolución, Propaganda Radial, Caja 18, No. 0230; y en el Archivo del Instituto de Historia de Cuba).

Durante los meses finales de 1958, noviembre y diciembre, ante los éxitos de las fuerzas rebeldes, se comienza a hablar en los círculos políticos del establichment de los EE.UU., República Dominicana y otros países de la región, sobre la posibilidad de una intervención de la OEA en el conflicto interno cubano. A esta maniobra injerencista respondió el líder de la Revolución: "(…) A buena hora se aparecen esta gente con esas intenciones de intervención o de llamar a la Organización de Estados Americanos. Cuando aquí la dictadura estaba tronchando cabezas por centenares no se preocupaban absolutamente nada por eso. No tiene derecho a venir a preocuparse ahora. (…) El que venga a intervenir tendrá que entrar peleando.” (Fidel Castro Ruz Documento del 13 de diciembre de 1958, Archivo del Centro de Estudios de Historia Militar; también en Colectivo de Autores El Comandante en Jefe Fidel Castro, fundador y guía de las FAR. Apuntes para un estudio de su pensamiento militar, 25 Años de Luchas y Victorias, Editora Militar, La Habana, 1983, p. 19).

Acerca de la presencia del marxismo-leninismo en el líder la Revolución, él mismo ha corroborado que arribó a este ideario a través de su propio camino de toma de conciencia, luchas patriótica-solidarias y por un acercamiento paulatino a las obras de los clásicos del M/L. De un socialista utópico se transformó en un marxista orgánico, creador y original gracias, más que todo, a la praxis revolucionaria. Ello lo reafirmaría por primera vez, públicamente, el 1ro de diciembre de 1961, cuando confirmó que él creía en el marxismo-leninismo desde el 26 de julio de 1953 y el 1ro de enero de 1959. (1)

Notas bibliográficas y referencias:

(1) Fidel Castro Ruz Conferencia en el Ciclo de la Universidad Popular. Educación y Revolución, Obras Revolucionarias, No. 19, La Habana, 9 de abril de 1961; Conferencia en el Ciclo de la Universidad Popular. Los Órganos de la Revolución, sobre el Partido Unido de la Revolución Socialista de Cuba (PURSC), Obras Revolucionarias, No. 46, La Habana, 1ro de diciembre de 1961; Discurso en la Universidad de Carolina de Praga, Checoslovaquia, 22 de junio de 1972, en El futuro es el internacionalismo, Instituto Cubano del Libro, La Habana, 1972; Discurso en la Velada Solemne en ocasión del XX Aniversario del Asalto al Cuartel Moncada, el 26 de julio de 1973, en Discursos. Fidel Castro, Tomo II, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 26 de julio de 1973; Algunos aspectos de la Revolución Cubana, en la Revista Kommunits (El Comunista), No. 15, Moscú, 1978 (en ruso); El Marxismo-leninismo y la Revolución Cubana, en Revista Internacional, No. 1, Editorial Paz y Socialismo, Praga, 1979; Informe Central al Primer Congreso del Partido Comunista de Cuba (1975), en La Unión nos dio la Victoria Editora del DOR del CC del PCC, La Habana, 1976, entre otros.

(2) José Antonio Echevarria, en octubre de 1954 es nombrado presidente de la FEU, en diciembre de 1955 se funda el Directorio Revolucionario y, el 24 de febrero de 1956, el líder estudiantil comunicó el acuerdo que creaba la organización clandestina de la FEU, el Directorio Revolucionario para la lucha armada contra la tiranía.

*Dr. Orlando Cruz Capote, Investigador Auxiliar, Instituto de Filosofía, Cuba

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