domingo, 23 de noviembre de 2008

La Revolucion Cubana, Latinoamerica y el Caribe en 1959 II

La Revolución Cubana y su inserción en la contradictoria realidad latinoamericana-caribeña en 1959. (II Parte).
Por Orlando Cruz Capote*

El aborto de la ingerencia militar trujillista en Cuba.

El régimen tiránico de Rafael Leónidas Trujillo fue uno de los primeros en América Latina y el Caribe en lanzar una cruzada contrarrevolucionaria contra el proceso cubano. Las causas eran diáfanas, Trujillo apreció como un serio peligro para su supervivencia como dictador, la existencia de la Revolución Cubana y porque conocía, además, que los revolucionarios cubanos y dominicanos tenían vínculos y contactos solidarios muy profundos desde antes del triunfo revolucionario en La Mayor de las Antillas.

La llegada a su país del dictador Fulgencio Batista, luego de huir de Cuba con una buena suma de dinero robado, le brindaba la oportunidad de conformar, prácticamente el dos de enero, una fuerza militar para atacar a la Revolución. El sueño de una “Legión Extranjera” -caribeña- resurgió en esos momentos y prácticamente en tres meses fueron reclutados centenares de hombres y, entre ellos, alrededor de 200 ex-militares batistianos. (1) Los gobernantes norteamericanos al informarse de tales planes, enviaron a Santo Domingo a un alto oficial de la CIA, Gerry Droller (alias Frank Bender), alemán de nacimiento que había servido de espía a EE.UU. durante la Segunda Guerra Mundial, el cual se entrevistó con el dictador y el jefe de su inteligencia, Coronel Johnny Abbes García, y precisó cuáles eran esos planes anti-revolución cubana. A su regreso a Washington, éste informó a las autoridades y solo recibió la recomendación de apoyar ese proyecto injerencista, sin inmiscuir directamente a los EE.UU., pero creando una red en el interior de la Isla para brindar una imagen “real” de que en Cuba se luchaba contra el gobierno revolucionario. Entre sus posibles hombres a reclutar se encontraba William Alexander Morgan, (2) quien era Comandante del Ejército Rebelde, aunque ya en la reserva. Tales grados lo había obtenido en el II Frente del Escambray.

Tras algunos encuentros y desencuentros, Morgan logró ponerse en contacto con la conspiración trujillista. Sus vínculos con la CIA, la mafia y las autoridades norteamericanas lo llevó a afirmar, en una reunión clandestina en una habitación del Hotel Capri, en La Habana, que haría todo lo posible para alistar individuos, algunos de ellos los famosos “comevacas” (3) del II Frente del Escambray, para ponerlos al servicio de la conjura, si se le ofrecía, personalmente, un millón de dólares en pago. La preparación de la expedición armada mercenaria cobró mayor fuerza cuando Trujillo aceptó el pago de la suma. El 15 de abril, Morgan viajó a Miami y sostuvo reuniones con el Cónsul dominicano, con mafiosos y con el contrarrevolucionario de origen cubano Manuel Benítez. Al frente de las fuerzas agresoras vendría el batistiano y asesino José Eleuterio Pedraza. (4) Luego, Morgan impuso de los planes al Comandante Eloy Gutiérrez Menoyo y a otros de los jefes del susodicho frente, quienes en su mayoría aceptaron participar en el complot y, conjuntamente, a los miembros de la organización contrarrevolucionaria “La Rosa Blanca”. (5)

Las traiciones de Menoyo y Morgan estaban en marcha y los planes de la invasión iban tomando contenido. La zona escogida para desembarcar la fuerza mercenaria había sido la ciudad de Trinidad, la cual poseía un aeropuerto cercano y, además, contaba como trasfondo geográfico a la cordillera del Escambray, lo que posibilitaría operaciones armadas de cobertura. La llegada de los complotados, junto a las acciones que se desarrollarían en territorio cubano y el establecimiento de un Gobierno Provisional, ejercería un efecto desencadenante entre los opositores al gobierno revolucionario que, según los planes elaborados, llevarían al derrocamiento de éste. El plan consistía, además, en el aterrizaje de varios aviones con mercenarios y un desembarco de más de 3 mil hombres por la playa “El inglés”. Asimismo, los grupos contrarrevolucionarios ya estructurados internamente llevarían a vías de efecto varios actos de sabotaje, terrorismo y otras acciones desestabilizadoras. Entre los complotados estaba el sacerdote español Ricardo Velazco Ordóñez, el ex-senador Arturo Hernández Tellaheche, entre otros. Solo una mirada al futuro gobierno daba una imagen del resto de los conspiradores, para Primer Ministro y Ministro de Gobernación fueron propuestos el ex-dueño de la Compañía Constructora Naroca, Ramón Mestre Gutiérrez y el criminal de guerra, paramilitar y mafioso, Rolando Masferrer, respectivamente.

El 5 de junio se produjeron graves sucesos con el personal diplomático cubano en Santo Domingo, algunos de los mismos resultaron heridos en atentados y la sede de la embajada fue asaltada y destrozado su inmueble. Estos hechos constituían una grave provocación. Ante estos ataques contraproducentes al orden jurídico internacional vigente y la inminencia del ataque invasor mercenario trujillista, el Gobierno Revolucionario Cubano decide romper relaciones diplomáticas con Santo Domingo, el 26 de junio de 1959. Paralelamente, y como consecuencia de que la naciente seguridad cubana conoció de los planes conspiradores, Eloy Gutiérrez Menoyo temió ser sorprendido y en una entrevista solicitada al Comandante en Jefe Fidel Castro, le comunicó los pormenores del plan de la invasión trujillista. El máximo líder de la Revolución le sugirió a Menoyo que se continuara con los preparativos para de esta forma tomar prisioneros, por sorpresa, a los involucrados en la expedición y desbaratar a las bandas contrarrevolucionarias de apoyo. Con ello, además de eliminar la acción, el dictador Trujillo quedaría al desnudo ante la opinión pública regional e internacional y no serían invenciones de Cuba decir que éste preparaba una agresión contra la Isla. El otro traidor, William Morgan, quien no fue notificado a tiempo del “viraje” de Menoyo, cuando arribó a Cuba con un cargamento de armas, no tuvo más remedio que aceptar los hechos y “volver a pasar por revolucionario”, aunque por muy poco tiempo.

De esta forma, el G-2 -Departamento de Investigaciones del Ejército Rebelde, DIER, en específico, o la Seguridad del Estado- conoció de todos los planes, las fechas y los nombres de los miembros que iban a ejecutar la invasión y el levantamiento interno. Haciendo creer a Trujillo que la guerra había comenzado en territorio cubano y que ya se habían obtenido victorias importantes, se les conminó a los complotados la ejecución de lo planeado. Así, un avión dominicano aterrizó en la zona de Trinidad y volvió a Santo Domingo informando que todo marchaba perfectamente. No obstante, ante algunas filtraciones de las agencias de prensa que comunicaban que se habían realizado numerosos arrestos de los miembros de las bandas contrarrevolucionarias, Trujillo receló de la posibilidad de llevar adelante todos los planes de una vez. La detención de numerosos contrarrevolucionarios en esa zona y otros lugares del país era cierta. Y en la noche del día 12 de agosto, Trujillo envió a un avión C-47 con el cura Velazco al frente, para conocer in situ la realidad cubana. La ciudad de Trinidad estuvo totalmente apagada, se “escuchaban tableteos de ametralladoras” y un contingente de miembros del Ejército Rebelde, perfectamente disfrazados de campesinos, le dieron la bienvenida. El cura Velazco regresó e informó al sátrapa que todo marchaba bien. La noche del 13 de agosto, otro avión C-47 sobrevoló la zona y al aterrizar, sus miembros se dirigieron a saludar a las autoridades de las instalaciones del aeropuerto. El mando revolucionario, al frente del cual estaba el propio Fidel, dio la orden de sorprender a los enviados, pero casualmente se escapó un disparo desde el lado rebelde, y se sucedió un tiroteo, muriendo dos combatientes revolucionarios y dos “legionarios.” La acción paralizó los planes trujillistas. De cómo se desarrollarían los acontecimientos de haberse logrado sus objetivos, se conoció por la narración que hizo el segundo teniente y piloto de la República Dominicana, Vinicio Antonio Vicioso González - el cual había huido de su país-, el 25 de agosto en el periódico Revolución: “[...] Se preparó con personal cubano, pero ya había preparadas fuerzas dominicanas, porque creían que la contrarrevolución estaba triunfando [...] El transporte de armas y todo lo demás se preparaba en la base de San Isidro [...] Las relaciones de Trujillo con la invasión eran directas. Eso era público en las fuerzas [...] No sé si Trujillo insiste en la locura de invadir a Cuba, pero si sé que tiene una fuerza aérea de 130 aviones, entre ellos cinco B-26 livianos de dos motores adquiridos hace pocos días en los Estados Unidos”. (6)

De esta forma, se aniquilaron los peligrosos planes ingerencistas trujillistas.

Si la acción de Trujillo fue la primera tentativa de derrocar a la Revolución Cubana mediante la vía militar, también constituyó la primera derrota de una invasión mercenaria pagada y entrenada, desde el exterior, cuyo cerebro tras bambalinas fueron las autoridades de los EE.UU. A la luz del tiempo, esta acción puede considerarse como un pequeño Playa Girón adelantado. El 14 de agosto de 1959, Fidel Castro denunció ante las cámaras de televisión y los micrófonos de la radio cubana al régimen de República Dominicana. En esos mismos momentos, se celebraba la V Reunión de Consulta de los Ministros de Relaciones Exteriores de la OEA, donde se trató de acusar a Cuba de tensionar las relaciones en el Caribe y de exportar la Revolución. La batalla en la OEA no fue nada fácil, desde el punto de vista político y diplomático para la joven revolución. Una expedición dominicano-cubana había arribado a República Dominicana desde el 14 de junio, la mayoría de sus miembros exterminados (asesinados en casi todos los casos) y los sobrevivientes habían sido detenidos, entre ellos un alto jefe rebelde cubano. Y el régimen de Trujillo utilizó este hecho, manipulando los medios de información e, incluso, haciendo un alarde de trucaje televisivo, tergiversó las declaraciones de los prisioneros cubanos y dominicanos torturados salvajemente.

  • La expedición dominicano-cubana a Santo Domingo. ¿Una respuesta o una acción independiente de Cuba revolucionaria y solidaria?.

La historia de la expedición armada dominicano-cubana a Santo Domingo es un ejemplo relevante de cómo debe analizarse el comportamiento exterior de Cuba desde 1959. Sin conocer sus raíces programáticas se podría llegar a la falsa conclusión que la misma se preparó y realizó sólo como un acto de legítima defensa contra el régimen de Trujillo y nunca como un accionar propio e independiente, latinoamericanista y solidario de la Revolución Cubana. La amistad y deseos de cooperación entre los revolucionarios cubanos y los dominicanos siempre fueron parte de la historia de ambas naciones. Sirva otra muestra de esa hermandad, la del Generalísimo Máximo Gómez, en el siglo XIX, para ilustrar o simbolizar estos empeños internacionalistas. En la última fase de la guerra de liberación cubana, 1953-1958, exactamente en diciembre de 1958, arribó a la Sierra Maestra un avión procedente de Venezuela, en el cual se traían armas y otros pertrechos bélicos para la insurrección armada cubana. En este vuelo arribó el dominicano Enrique Jiménez Moya, quien era portador de un mensaje de la Unión Patriótica Dominicana (UPD), (7) radicada en Caracas, para que se hiciera conocer el apoyo de los emigrados revolucionarios dominicanos a la causa cubana y solicitar que estos combatientes y otros fueran entrenados en la contienda para que, en un futuro, pudieran servir en la lucha contra el dictador Trujillo.

Aunque los acontecimientos desbrozaron el camino del triunfo revolucionario en el transcurso de ese mes y el resto de los revolucionarios quisqueños no pudieron llegar a Cuba antes, el pacto o alianza entre ambos movimientos revolucionarios estuvo de facto realizado. El combatiente Enrique Jiménez Moya fue ascendido a Capitán del Ejército Rebelde y se convirtió, de esa forma, en el segundo dominicano que participó en la última guerra de liberación cubana. (8) Durante la visita del líder de la Revolución Cubana a Venezuela, del 23 al 27 de enero de 1959, como ya expusimos, ambos gobiernos llegaron a un acuerdo de apoyar e impulsar la lucha de los revolucionarios dominicanos. En febrero de ese propio año, Fidel se reúne con el Capitán Enrique Jiménez y el Comandante del Ejército Rebelde Delio Gómez Ochoa, quien había sido el Jefe del IV Frente Oriental “Simón Bolívar” -creado el 10 de octubre de 1958, para operar en los llanos orientales- con el fin de coordinar los esfuerzos del apoyo cubano a la causa dominicana. De aquel encuentro sale la decisión de que el Comandante Delio Gómez fuera el delegado de la joven Revolución Cubana para facilitar la entrada al país de los futuros expedicionarios, (9) prepararlos en las técnicas del combate guerrillero y darles el entrenamiento y organización necesarios con el fin de que esta misión liberadora tuviera todo el éxito posible.

La tarea fue asumida con prontitud. (10) Luego de varios análisis para ubicar el campamento guerrillero se decidió que fuera en las “Mil Cumbres”, en la Sierra de los Órganos, en la provincia de Pinar del Río. Este lugar, donde había operado el frente occidental insurreccional, era muy adecuado para los preparativos. La experiencia de los Comandantes Dermidio Escalona y José Argibais, primer y segundo jefe del V Frente, aseguraba que esa zona montañosa y agreste podía ser ideal para llevar a cabo las labores de entrenamiento. Además, la cercanía a la ciudad de la Habana y su aeropuerto nacional e internacional fueron también factores que determinaron que esa localidad fuera la escogida. Rápidamente, y dadas las orientaciones emitidas por Fidel, algunos armamentos de los antiguos frentes guerrilleros fueron trasladados a la finca “Mil Cumbres”. Todo se realizó en el más absoluto silencio y discreción posibles. Varios dirigentes de la vanguardia política cubana apoyaron tal empeño y, de tal forma, los Comandantes Raúl Castro, Camilo Cienfuegos, Ernesto Che Guevara, Juan Almeida y otros, además de ofrecer armas, dispusieron o prescindieron de algunos de los hombres bajo su mando para cooperar con la expedición. Ello estaba en plena coincidencia con la idea de Fidel de que no debían ir solo hombres del IV Frente Oriental. Igualmente, a la llegada de los emigrados dominicanos se sumaron revolucionarios de otros pueblos entre ellos, puertorriqueños, estadounidenses, venezolanos, guatemaltecos y españoles, aunque siempre se trató que la masa fundamental de beligerantes fueran de tierra quisqueyana. Se enrolaron en un inicio un total de 261 combatientes, pero entre el fragor de los preparativos, el duro entrenamiento, la decisión de los jefes de la operación y la disposición de cada uno de los participantes, al final solo quedaron alistados para la acción unos 198 guerrilleros. De ellos, 155 fueron dominicanos, alrededor de 18 cubanos (de los 21 que estuvieron inicialmente), 13 venezolanos, 7 puertorriqueños, 2 norteamericanos, 2 españoles y un guatemalteco. La estructura militar del grupo quedó definida con la composición inicial de 5 pelotones de 50 miembros y 5 escuadras de 10 combatientes. (11) La participación cubana debe tomarse con cierta cautela, porque no existe documentación desclasificada y tampoco testimonios que corroboren la cifra brindada y los nombres de los participantes, pero no hay dudas de que, posiblemente, el grupo antillano fuera mayor y que, parte de ellos, quedaron en Cuba para incorporarse, luego del establecimiento de los frentes guerrilleros, en el combate emancipador.

Mientras se sucedían los entrenamientos, se iba forjando en La Habana la unidad organizativa de las fuerzas de la nación hermana. Para evitar un comprometimiento cubano, a esas reuniones solo asistieron los oriundos de Santo Domingo con el fin de que dirimieran sus discrepancias ideológicas y políticas que eran múltiples. (12) Al fin, entre los días del 27 al 29 de marzo de 1959, los patriotas de ese país acordaron, en el Palacio de los Trabajadores, sede de la Confederación de Trabajadores de Cuba (CTC), que la organización se denominara Movimiento de Liberación Dominicano (MLD). (13) Paralelamente, los preparativos fueron en aumento. El Comandante Delio Gómez realizó varios viajes a Venezuela con el fin de conseguir el comprometido apoyo financiero y logístico del Presidente Rómulo Betancourt. En esos intercambios se percibió inmediatamente que las opiniones dentro del gobierno venezolano no eran concordantes. El presidente fue muy renuente a cumplir la promesa y solo envió una mínima parte del dinero -de un compromiso de medio millón de dólares solo envió en efectivo alrededor de 150 mil dólares- para apoyar la expedición. Sin embargo, otros miembros del gabinete, y fuera de él, fueron partidarios de cooperar al máximo y cumplir con lo pactado. El mayor temor del mandatario venezolano era que se afectara la imagen regional e internacional venezolana y provocar la hostilidad de los EE.UU., por lo que expuso que la expedición no debía partir del territorio de su país. Y trató de comprometerse lo menos posible con esta acción, a pesar de lo conversado y acordado con Fidel. Puede decirse que ese fue un momento de inflexión en las ideas del dirigente venezolano y el inicio de su traición posterior al pueblo bolivariano y a Cuba. Incluso, en esos viajes Delio Gómez conjuntamente con el embajador cubano en ese país, Francisco Pividal Padrón, llevaron algunas armas a los demócratas venezolanos ante la inminencia de un golpe de estado contra el gobierno de Rómulo Betancourt.

Luego de las vicisitudes de todo preparativo de esa naturaleza, la parte cubana asumió con seriedad el compromiso con los revolucionarios dominicanos. No se trataba de una acción en respuesta a la agresividad del dictador Trujillo, sino la ejecución de una política de principios que iba a ser aplicada de forma ininterrumpida a lo largo del desarrollo de la Revolución. Incluso, en los momentos en que el Comandante en Jefe Fidel Castro visitaba los EE.UU., del 15 al 26 de abril, una delegación cubana compraba armas y hasta un avión, un viejo C-46, en tierras estadounidenses (Miami) que iba a servir para hacer llegar a tierras dominicanas al primer grupo de combatientes. En los inicios del mes de junio todo estaba listo. El Comandante Camilo Cienfuegos fue el más asiduo colaborador y asegurador de la misión e, incluso, se fotografió junto a los combatientes y despidió a los mismos antes de partir hacia tierras dominicanas. El Comandante Enrique Jiménez Moya fue nombrado el Jefe máximo del grupo guerrillero, y otro dominicano, Rinaldo Sinitiago fue Segundo Jefe y miembro del Estado Mayor, mientras que el Comandante Delio Gómez Ochoa partió como asesor militar y responsable de los cubanos. Estos últimos irían en avión y debían iniciar las acciones guerrilleras y crear el frente en la región de Constanza. Asimismo dos naves, que pertenecieron a familias del antiguo régimen batistiano, se pusieron a disposición de los expedicionarios, un total de 144 hombres, -el yate “Carmen Elsa” que era propiedad de la esposa de Batista, Martha Fernández, y una segunda embarcación, que fue sustituida a última hora por el yate “Tinima”-, con las misiones de abrir dos frentes guerrilleros en la región montañosa de Estero Hondo y otro en la zona de Maimón.

El 14 de junio los primeros guerrilleros, un total de 54 hombres, aterrizaron bajo fuego enemigo, en el aeropuerto de Constanza, en República Dominicana. La odisea, de la cual poco se conoce, comenzaba con muchas dificultades. Hubo dispersión de los combatientes, que llegaron por aire, porque fueron detectados rápidamente en suelo dominicano por las fuerzas del ejército que se lanzaron a su persecución y exterminio. Todo parece indicar que indiscreciones y delaciones internas y externas dieron al traste con los que llegaron días después por vía marítima, -en las primeras acciones luego de la llegada del avión se perdió una mochila que tenía algunos mapas que indicaba los lugares del desembarco marítimo - ya que, prácticamente, fueron esperados y tuvieron que entrar en combate de forma inmediata. La masacre de esos grupos fue absoluta. Ante esta disyuntiva y ante la pérdida del contacto del grupo de Enrique Jiménez (luego se supo que esta tropa fue aniquilada rápidamente y el Comandante Jiménez, muerto el 19 de junio) el Comandante Delio Gómez fue nombrado Jefe del grupo guerrillero actuante.

La probabilidad de que las autoridades del dictador conocieran parte de los planes es sustentada por algunas pruebas presentadas por el régimen trujillista, en que se mostraba unas fotos, en tierras cubanas, del Comandante Camilo Cienfuegos junto a varios expedicionarios. Algunos documentos revelados más tarde dan cuenta que los servicios de inteligencia de Estados Unidos y de Santo Domingo conocieron muchos aspectos de la expedición. (14) A su vez, las traiciones posteriores de Pedro Luis Díaz Lanz (Jefe de la Fuerza Aérea Revolucionaria), Eloy Gutiérrez Menoyo y William Morgan pueden dar fe de la filtración de los detalles de la acción internacionalista. Estos dos últimos conocían de las actividades conspiradoras de Trujillo, y es muy posible que hayan realizado el papel de dobles agentes, al poner al descubierto ante Fidel la conjura del dictador y continuar conspirando e informando a las autoridades norteamericanas y dominicanas. En pago, pudieron muy bien enviar informaciones de la expedición revolucionaria dominicano-cubano. La hipótesis de que el gran traidor fue Pedro Luis Díaz Lanz, la enuncia el propio Comandante Delio Gómez, teniendo presente que en días posteriores al desembarco, un avión de la Fuerza Aérea Rebelde de Cuba -o Fuerza Aérea Revolucionaria- debía lanzar armas y avituallamiento a la incipiente guerrilla y que, por lo tanto, el mando superior de esta arma conocía de los planes y los lugares en que esta guerrilla debía moverse y encontrarse. La segunda hipótesis, la traición de Menoyo y Morgan, la deduce el autor de este trabajo partiendo del análisis de los hechos, del comportamiento de estos dos individuos y conociendo, además, que Morgan ya era desde la lucha guerrillera cubana un agente de la CIA encubierto. La actividad de William Morgan es evidente si se lee un telegrama del Departamento de Estado enviado a su embajada en La Habana donde se da a conocer que éste está vinculado a alguna actividad contrarrevolucionaria al ser líder de un grupo que se proponía asesinar a Fidel Castro.

Por otra parte, errores tácticos y estratégicos también fueron fatales. El Comandante y Jefe, Enrique Jiménez Moya, al que acompañaba el Comandante cubano Nene López, no tomó el camino acordado y fue sorprendido y eliminado con su tropa inmediatamente, como hemos planteado. Varias emboscadas, la ubicación de la tropa guerrillera, su bombardeo y el seguimiento permanente desatado sobre ella, más la ausencia del apoyo que debía llegar posteriormente (las expediciones marítimas, por ejemplo) dieron al traste con la acción. Asimismo, existieron algunas indisciplinas e insuficiencias en la preparación física entre los grupos de revolucionarios no cubanos. Algunos relatos, contados en diarios de campaña y los testimonios recogidos denotan estas problemáticas en la tropa guerrillera. Todos los hombres, salvo cinco, fueron muertos en las acciones combativas y la mayoría fueron torturados y asesinados. Otras de las razones, y no de menor peso, fueron que no se produjeron actividades de soporte interno a las acciones combativas de los expedicionarios. Las ilusiones de los revolucionarios dominicanos de que podría producirse un levantamiento popular instantáneo -más bien espontáneo- no se llevaron a vías de efecto. No existían las condiciones subjetivas para que el campesinado, los obreros agrícolas y la población de las zonas por donde desembarcó el grupo guerrillero facilitaran la cooperación o el silencio ante la arremetida y la represión gubernamental contra ellos. De igual forma los grupos revolucionarios internos no estaban lo suficientemente unidos y organizados para dar una respuesta de apoyo lo más rápidamente posible.

El día 11 de julio, Delio Gómez y el pequeño grupo de otros tres compañeros (los últimos de su tropa) -lo que él llamó el “reducto guerrillero”- fueron hechos prisioneros, luego de tratar realizar maniobras para alejarse de la zona de operaciones del ejército profesional. A principios del mes de septiembre, los últimos hombres del desembarco marítimo, el norteamericano Larry Bevins y el español Francisco Álvarez cayeron en combate. La operación militar no fue exitosa y situó a la Revolución Cubana en “el banquillo de los acusados” en el seno de la OEA. Y aunque salió airosa de aquella peligrosa prueba, fue un momento muy difícil para la joven diplomacia cubana.

Sin embargo, en la valoración de este hecho histórico es necesario resaltar que el intento revolucionario de abrir frentes guerrilleros sirvió como un detonante inicial, aprovechado poco tiempo después por las fuerzas democráticas y revolucionarias dominicanas para el surgimiento de una oposición estructurada y genuinamente popular que dieron vida al “Movimiento 14 de junio” que comenzó diversas acciones contra el dictador. El mito de la impunidad e inmunidad de la que estaba revestida la tiranía de Trujillo fue completamente desbaratado. Ni siquiera la represión más sangrienta detuvo al movimiento progresista. Incluso, los EE.UU., bajo la presidencia de John. F. Kennedy, “tomaron cartas en el asunto” y, dando un giro a sus posiciones de apoyo al dictador, comenzaron a criticarlo y aislarlo. No es casual, entonces, que se vincule a la CIA en los planes de asesinar al dictador y abrir una etapa “democrática” en esa nación, a partir de 1961. Trujillo ya no encajaba en los planes del “nuevo rumbo” o las “nuevas fronteras” de Kennedy, y el Imperio que estaba más preocupado porque no surgieran “nuevas Cubas” en el subcontinente, lo desechó totalmente, luego que lo utilizó en su cruzada “anticomunista cubana” con el fin de reprimir a su pueblo y a las democracias latinoamericanas. El viejo apotegma imperial norteamericano que, "los Estados Unidos no tienen amigos sino intereses", volvió a ser puesto en práctica en la década del 60.

El movimiento revolucionario dominicano tomó un auge de tales proporciones, entre 1961 y 1965, que las autoridades de Washington determinaron, en ese último año, desatar una invasión directa de sus marines a ese país. Fue el epílogo de la contienda revolucionaria quisqueyana en aquellos años. (15)

La misión guerrillera de carácter antidictatorial y nacional-liberadora dominicana-cubana de 1959, aunque también con participación de combatientes de otras nacionalidades, fue la primera acción latinoamericanista e internacionalista directa y, relativamente numerosa, de la Revolución Cubana. Ella constituyó el signo vital de que sólo una Revolución es verdadera y auténtica si además de resolver los graves problemas endógenos de su país, es capaz de brindar su internacionalismo resuelto y militante ante las urgencias del movimiento revolucionario regional e internacional. Por ello, el proceso histórico de la conformación y ejecución de la expedición a dominicana, donde se involucraron alrededor de 100 cubanos, directa e indirectamente, y donde murieron 17 compañeros cubanos y cientos de otros países -cifra un poco menor de los combatientes nacionales en la guerrilla del Che en Bolivia, en 1967- es una página gloriosa en la historia de Cuba y Latinoamérica.

Notas bibliográficas y referencias:

(1) Una más copiosa información sobre este hecho se puede obtener de la lectura del diario Revolución, (La Habana, Cuba), en los meses desde junio hasta septiembre de 1959.

(2) William Alexander Morgan era de origen norteamerican

o y agente de la CIA. Logró con la ayuda de Eloy Gutiérrez Menoyo una participación en la lucha insurreccional y también alcanzar los grados de Comandante.

(3) El término “comevacas” se los impuso el propio pueblo y las fuerzas insurreccionales del país, porque parte del II Frente Escambray, se dedicó a desarrollar muy pocos combates contra el ejército batistiano y, por el contrario, se dedicaron a acciones de pillaje en la zona de operaciones, robando y comiéndose, en ocasiones, el ganado vacuno de los campesinos y otros propietarios de ese lugar. De esa manera los denominó también Ernesto Che Guevara.

(4) Este hombre era un asesino y sicario por naturaleza, desde la década de los años 30. En el año final de la lucha contra la tiranía, Batista lo nombró Jefe de la Policía Nacional, con el fin de que reprimiera duramente al movimiento revolucionario.

(5) “La Rosa Blanca” fue una de las primeras organizaciones contrarrevolucionarias organizadas. La integraron ex-batistianos, ex-militares (ex-casquitos) y representantes de la oligarquía burguesa desplazada del poder, como fue el caso del doctor Amando Caiñas Milanés, ex-presidente de la Asociación de Ganaderos de Cuba.

(6) Declaraciones al periódico Revolución, La Habana, 25 de agosto de 1959, p. 1.

(7) Los firmantes fueron el Dr. Francisco Castellanos, Rinaldo Sinitiago Pou, Cecilio Grullón y Miguel Ángel Gómez Rodríguez por la UPD de Venezuela. En, Emilio Cordero Michel Los Expedicionarios de junio de 1959, Ponencia en el Curso “Contra el Olvido”, hacia la recuperación de la Memoria Histórica Nacional, Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), Museo Nacional de Historia y Geografía, 7 de diciembre de 1990. Archivo del Instituto de Historia de Cuba, Rg. 19/93, Tema: Firmeza.

(8) Enrique Jiménez Moya fue herido en la Batalla de Maffo, en la provincia de Oriente, en 1958.

(9) La emigración o los exiliados políticos revolucionarios y antitrujillistas estaba dispersa por varios países del continente.

(10) Para conocer y abundar sobre esta temática se pueden consultar y ver: Delio Gómez Ochoa Constanza, Maimón y Estero Hondo: La Victoria de los Caídos, Editora ALFA & Omega, Santo Domingo, República Dominicana, 1998; Anselmo Brache Batista Constanza, Maimón y Estero Hondo, Testimonios e Investigación sobre los acontecimientos, Editora Taller, República Dominicana, 1994; Justino José Del Orbe Del Exilio Político Dominicano Antitrujillista en Cuba, Editora Taller, Santo Domingo, D.N., 1983; Juan Enrique (Johnny) Puigsubirá Miniño Diario de Campaña, Editorial Corripio, Santo Domingo, República Dominicana, 1984, entre otros.

(11) Esta es la versión que dejó el hermano de uno de los combatientes caídos. Ver: Emilio Cordero Michel, Ob. Cit., p. 5

(12) Muchas de esas reuniones se realizaron en la Iglesia de la Caridad, del municipio de Centro Habana, con la autorización del padre Madrigal, quien había sido tesorero del Movimiento Revolucionario 26 de Julio en la capital. El sacerdote Madrigal poco tiempo después se marchó de Cuba, a raíz de las discrepancias de la Jerarquía Católica Cubana con el rumbo radical y socialista de la Revolución.

(13) Gobierno Dominicano. Invasión Report: Constanza, Maimón y Estero Hondo. Communist Aggression Against The Dominican Republic, Santo Domingo. En, Emilio Cordero Michel, Ob. Cit., pp. 7-8.

(14) Telegram 150 to Habana, August 2, 1959. Department of State, Central Files, 737.00/8-259. En, Tomás Diez Acosta Confrontación Cuba- Estados Unidos. (1959-1960), Editora Política, La Habana, 2003, p. 46.

(15) Juan Bosch De Cristóbal Colón a Fidel Castro. El Caribe frontera Imperial, Colección Nuestros Países, Serie Rumbos, Casa de las Américas, La Habana, 1981; Gregorio Ortega Santo Domingo, 1965, ediciones venceremos, La Habana, 1966.


*Dr. Orlando Cruz Capote, Investigador Auxiliar, Instituto de Filosofía, Cuba

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