martes, 23 de diciembre de 2008

George W. Shoes


Por Darío L. Machado Rodríguez

Los zapatos devenidos proyectiles en manos de un indignado periodista iraquí no resultan, ni por asomo, la condena que merece y la humanidad quisiera que pagaran el presidente saliente de los Estados Unidos de Norteamérica y su clan político, pero sí constituyen todo un símbolo del desprecio que el mundo siente por ellos y del enorme desprestigio en el que sumió a ese país la camarilla que se hizo con las riendas del gobierno en los últimos ocho años, que comenzaron con el fraude electoral y terminan ahora con el fraude generalizado. Eso es George W. Bush: un gigantesco fraude.

El alucinado mandatario es la viva imagen del político irresponsable y mentiroso. En realidad no pudieron haber encontrado a nadie peor para presidente, pero tampoco a nadie más idóneo para encabezar el mayor desgobierno en la historia de los USA.

Se va George W. Bush de la Casa Blanca, pero ¿pagarán él y sus secuaces por el estropicio hecho en el mundo y en su propio país? Lo de los zapatos movería a risa si el enajenado mandatario no dejara tras de sí el criminal saldo de cientos de miles de iraquíes y afganos asesinados, miles de soldados norteamericanos y de otros países muertos o heridos, enormes e irreparables daños a la cultura y al medio ambiente, unos Estados Unidos sumidos en la peor crisis y un mundo en crisis. No, no hay espacio para la gracia o el choteo.

Millones de norteamericanos en su sano juicio habrán sentido vergüenza y repugnancia por lo que es y simboliza el todavía presidente de ese enorme país, hoy despedido a zapatazos. Es que entre los descalabros de la gran nación bajo conducción tan irresponsable y libertina, resalta el desastre moral.

Durante la desacertada administración del clan Bush los norteamericanos fueron amedrentados y vigilados en su propio territorio, sus derechos civiles fueron pisoteados, su clase media empobrecida y endeudada, millones de trabajadores perdieron sus empleos, creció espantosamente el aparato burocrático-represivo, fueron vulgarmente engañados para involucrarlos y empantanarlos en sendas guerras tan injustas como genocidas, entre otras calamidades.

El próximo enero asumirá las riendas de ese país un nuevo presidente. A diferencia del errático y perturbado mandatario saliente, Barack Obama es un político que ha demostrado sensatez, inteligencia y tener ideas propias, que hereda un país en bancarrota física y moral. No hay que hacerse ilusiones. Su tarea, si la quiere hacer bien, estará preñada de los enormes obstáculos que colocarán a su paso los muchos intereses creados y la creciente corrupción. Para todos nosotros, la lucha continúa.


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