lunes, 15 de diciembre de 2008

Taller Internacional “La Declaración Universal de los Derechos Humanos: 60 años después”

El pasado 10 de diciembre se efectuó en La Habana, el Taller Internacional "La Declaración Universal de los Derechos Humanos: 60 años después", convocado por los Capítulos Cubano y Venezolano de la Red de Redes "En Defensa de la Humanidad" y la Comisión Nacional Cubana de la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).

En la inauguración el canciller cubano Felipe Pérez Roque se pronunció por una autentica cooperación internacional en la esfera de los derechos humanos, bajo el principio de la objetividad, la imparcialidad y la no selectividad.

Al evento asistieron alrededor de 200 intelectuales, artistas, periodistas, activistas sociales y parlamentarios entre los que se encontraban Cindy Sheehan, pacifista estadounidense, Cynthia McKinney, ex candidata presidencial norteamericana por el Partido Verde, el fraile dominico brasileño Frei Betto, el líder nacionalista boricua Rafael Cancel Miranda, los españoles Javier Couzo y Luis Eduardo Aute y un numeroso grupo de líderes cristianos latinoamericanos de comunidades en proceso de cambio.

Los debates abarcaron el análisis de graves problemas del mundo de hoy, en el que la garantía de los derechos humanos para todos, plenamente efectivos e indivisibles, sigue siendo una necesidad insatisfecha e impostergable. Otros asuntos tratados fueron el derecho a la vida, a la paz, a la salud, a la educación, al trabajo, la denuncia de la tortura y la condena a la manipulación de este tema.

Los participantes, en pleno, exigieron el cierre de la cárcel de Guantánamo y la devolución de ese territorio a Cuba, el fin al bloqueo de Estados Unidos contra la Isla y la liberación de cinco cubanos presos en cárceles norteamericanas por luchar contra el terrorismo.

Al foro enviaron mensajes de adhesión el cineasta cubano Alfredo Guevara y Adolfo Pérez Esquivel y José Saramago, [publicado recientemente por Cuba coraje] Premios Nobel de la Paz y de Literatura, respectivamente y Aman A. Chamas, escritora iraquí.

Al clausurar el Taller, Ricardo Alarcon, Presidente de la Asamblea Nacional de Cuba, puntualizo, que este es un tema que puede ser analizado desde muy diversos ángulos, pero lo más importante, es lograr que los principios y objetivos de esa Declaración sean vistos en su integralidad en todos los aspectos y sin excluir a ningún pueblo.

1

“Nuestra voz se levanta hoy en un grito de denuncia y solidaridad”

Intervención del ministro de relaciones exteriores, Felipe Pérez Roque, en la inauguración del Taller Internacional “La Declaración Universal de los Derechos Humanos: 60 años después”, efectuado en el Palacio de Convenciones, el 10 de diciembre de 2008.

Queridos familiares de nuestros Cinco Héroes, prisioneros políticos en Estados Unidos;

Queridos amigos, queridas amigas, llegados desde los más diversos lugares para participar en este taller;

Compañeras y compañeros cubanos:

Saludamos la iniciativa de los Capítulos venezolano y cubano de la Red de Redes “En defensa de la Humanidad” y de la Comisión Nacional Cubana de la UNESCO de convocar este Taller Internacional “La declaración universal de los Derechos Humanos: 60 años después.” Les damos a los amigos llegados de otros países cordial bienvenida a nuestra patria.

Sesenta años atrás la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Su aprobación fue posible solo tras la victoria de las fuerzas progresistas sobre el fascismo y constituye, sin duda, un éxito de los pueblos en la lucha por el reconocimiento de sus derechos.

Aun con las limitaciones resultantes del momento en que se proclamó, la Declaración marcó un hito y sirvió de inspiración y estímulo al ulterior desarrollo y codificación de los derechos humanos, tanto de las personas como de los pueblos, incluidos los derechos de solidaridad.

En 1948, al aprobarse la Declaración, ya había comenzado la llamada Guerra Fría. Prácticamente la mitad de los actuales Estados miembros de las Naciones Unidas estaban sometidos al dominio colonial o eran simplemente neocolonias. Fue la época del surgimiento del oprobioso régimen del apartheid en Sudáfrica, a cuya derrota contribuyeron los combatientes cubanos décadas después.

En un día como hoy me gustaría también evocar la memoria de los más de 2 000 combatientes cubanos caídos en África para conseguir la derrota del ejército del apartheid y para obtener la independencia de Namibia, la liberación de Nelson Mandela, el desmantelamiento de aquel odioso engendro y la preservación de la integridad territorial de Angola. En un día como hoy quisiera evocar su sacrificio, a miles de kilómetros de Cuba, y hacer llegar también un testimonio de respeto a sus familiares en nuestra patria.

Aunque el propio preámbulo de la Carta de las Naciones Unidas, proclamada en 1945, identificó entre sus propósitos el respeto al principio de la libre determinación de los pueblos, no fue hasta la década de 1960 que la Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó ese principio -el de la libre determinación de los pueblos- como un derecho.

A lo largo de los años, la batalla de muchos países en desarrollo y de las fuerzas progresistas en el mundo industrializado permitió la ulterior reivindicación y reconocimiento de otros derechos inalienables de los pueblos, en particular, de sus derechos a la paz y al desarrollo.

En 1993, la Conferencia Mundial de Derechos Humanos, celebrada en Viena, brindó un importante impulso a la cooperación internacional en materia de derechos humanos. El reconocimiento de la universalidad, la indivisibilidad y la interdependencia de todos los derechos humanos y de la necesidad de darles un tratamiento justo y equitativo, fueron elementos esenciales del consenso alcanzado en Viena en 1993.

El respeto a la diversidad, el reconocimiento de las particularidades nacionales y regionales, de los diferentes patrimonios históricos y culturales y del derecho de los pueblos a establecer su propio sistema económico, político y social, se erigieron entonces en elementos esenciales para la promoción de una genuina cooperación internacional en materia de derechos humanos, con apego a los principios de objetividad, imparcialidad y no selectividad.

Sin embargo, los gobiernos de Estados Unidos y sus aliados siguieron manipulando el tema de los derechos humanos a su antojo y utilizándolo como herramienta de chantaje y presión contra aquellos países que, como Cuba, persistíamos en nuestro derecho a la libre determinación y la independencia. Durante años, asistimos a las prácticas discriminatorias y corruptas orquestadas en la desprestigiada Comisión de Derechos Humanos. Hoy, nos congratulamos por el surgimiento del Consejo de Derechos Humanos, libre de aquellas prácticas aberrantes. Alertamos, sin embargo, del peligro latente de que se intente entronizar en el Consejo de Derechos Humanos otra vez un clima de confrontación y selectividad; si así fuere, plantaremos batalla nuevamente. Bueno es advertirlo claramente en este día.

La proclamación del derecho de los pueblos a la solidaridad internacional, en un mundo caracterizado por las inequidades y el egoísmo de los más ricos y poderosos, constituye la más reciente conquista en el desarrollo progresivo del derecho internacional de los derechos humanos a favor de los intereses de los más necesitados del planeta.

Estimados amigos:

Aun cuando se han producido avances en el reconocimiento internacional de los derechos humanos, la realización y disfrute de todos los derechos humanos para todos los pueblos y personas no pasa de ser hoy una quimera.

Nuestros pueblos sufren el egoísmo, la injusticia, las pretensiones de dominación, la inequidad, el derroche y el consumismo desmesurado de una minoría insensible y derrochadora, frente al desamparo, el hambre y la desnutrición, el analfabetismo y las enfermedades para los más de 2 600 millones de personas que se preguntan hoy, 60 años después de haberse proclamado la Declaración Universal de los Derechos Humanos, por qué se les condena a vivir para siempre en la desesperanza y la pobreza.

Nuestra voz se levanta hoy en un grito de denuncia y solidaridad con los 1 000 millones de personas que son víctimas del hambre y la desnutrición, con los más de 800 millones que no pueden leer y escribir, con los 11 millones de niñas y niños que morirán este año, antes de su quinto cumpleaños, a causa de enfermedades prevenibles y curables.

Esta cruel realidad tiende a agravarse. La profunda crisis a la que el egoísmo y la irresponsabilidad han arrastrado al mundo, especialmente visible en los ámbitos financiero, alimentario, energético y climático, impacta con mayor fuerza sobre los países del Sur y sobre los más necesitados, mientras que los responsables se resisten a buscar soluciones apropiadas con tal de preservar sus privilegios.

El alza sin precedentes en los precios de los alimentos, la especulación irresponsable con los precios de los productos básicos, el intercambio desigual, el enorme peso de la deuda externa, el proteccionismo selectivo que imponen los países ricos al comercio y los subsidios que aplican, la reducción de los ya insuficientes recursos destinados a la Asistencia Oficial al Desarrollo —que no superan en este momento apenas el 0,28 % del Producto Interno Bruto de los países desarrollados, cada vez más lejos de aquel 0,7% de su Producto Interno Bruto que prometieron en 1970 dedicar a la Ayuda Oficial al Desarrollo. Han pasado ya 38 años de aquella promesa, y hoy, en un mundo donde son tan necesarios esos recursos para paliar y enfrentar las enfermedades, la pobreza, el analfabetismo, la falta de oportunidades para miles de millones de seres humanos, apenas destinan el 0,28%; el que menos dedica, por debajo del 0,2%, es el más rico y poderoso de todos, Estados Unidos- y el incremento en la frecuencia y magnitud de los desastres naturales, son solo, junto a los demás elementos que mencioné, algunas de las amenazas que hoy enfrentan nuestros pueblos.

Estamos llamados, como nunca antes, a luchar por el establecimiento de un orden internacional equitativo, justo y democrático. No podemos aceptar que unos pocos países ricos condenen a la pobreza y al subdesarrollo a la inmensa mayoría de los pueblos.

Un orden internacional justo, democrático y equitativo es una condición imprescindible para que los esfuerzos dentro de los países rindan los resultados esperados. Ningún país podrá ejercer para su pueblo el derecho a la paz, al desarrollo, a la igualdad de oportunidades si no cambia el actual orden internacional, que constituye el obstáculo mayor a que los esfuerzos nacionales puedan tener resultados más allá de los esfuerzos de los gobiernos y de los pueblos.

Ese injusto y antidemocrático orden internacional que se nos impone es también responsable del abismo que separa al Norte del Sur en cuanto a la producción, el acceso y el flujo de la información. Sustenta, además, la violación del derecho de nuestros pueblos a recibir información veraz y objetiva, requisito imprescindible al ejercicio de la libertad y la libre determinación.

Somos bombardeados continuamente por falsas alegaciones o percepciones tergiversadas de nuestra propia realidad. La mentira se vuelve práctica cotidiana. Se intenta interpretar y escribir la historia desde la óptica de los poderosos. Se pretende justificar la discriminación y la xenofobia. Se nos intenta hacer creer que somos responsables del subdesarrollo impuesto a los países del Sur.

Un día como hoy, Cuba reivindica nuestro derecho a un Nuevo Orden Internacional de la Información y las Comunicaciones que haga posible el disfrute de la libertad de expresión e información para todos, en condiciones de objetividad y justicia.

Cuba reivindica el respeto a la diversidad cultural y la promoción y defensa de las culturas de nuestros pueblos, como garantía de identidad y arma insustituible en la protección de la soberanía de nuestras naciones.

Nuestro mundo, queridos amigos, ha sido testigo de las más abominables violaciones de los derechos humanos. En el pasado reciente, cientos de miles de familias latinoamericanas se cubrieron de luto ante las atrocidades cometidas por dictaduras militares patrocinadas por Estados Unidos.

Expresamos nuestra solidaridad con las víctimas de aquellos crímenes y sus familiares, y exigimos justicia. Un día como hoy, en que se cumplen 60 años de la proclamación de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, vale recordar que nuestra Revolución, atacada con saña, bloqueada, hostigada, invadida, bombardeada, víctima del terrorismo, víctima de los sabotajes, víctima de las campañas de descrédito, que ha tenido que defenderse durante 50 años, lo ha hecho, bajo el liderazgo y el magisterio de Fidel, en el respeto absoluto a los más elevados principios de la ética.

Vale recordar, un día como hoy, que no hay una sola familia cubana que en los últimos 50 años llore a un familiar desaparecido, no hay una sola, o llore a un familiar asesinado extrajudicialmente, no hay una sola. No hay una sola familia cubana denunciando trato inhumano y degradante, torturas como las que se aplicaron en los países de América Latina que enfrentaron dictaduras tenebrosas apoyadas por Estados Unidos, como las que se aplicaron durante el Plan Cóndor, el secuestro, la tortura sin límites, la vesania contra los presos indefensos.

Hoy no hay ninguna familia cubana que llore a un familiar desaparecido o asesinado, como no hay ninguna familia cubana que lamente el que su hijo no pueda ir a la escuela o que el pariente enfermo no pueda ejercer su derecho a recibir atención médica.

De esos casi 1 000 millones de analfabetos que hoy lamentamos en el mundo, ninguno es un cubano que por falta de acceso a los recursos económicos imprescindibles no pueda enviar a su hijo a la escuela.

Los participantes en este taller podrán salir ahora a las calles de La Habana a ver si encuentran en algún semáforo a un niño limpiando los cristales del carro y pidiendo algo de comer. No lo hay.

Hemos defendido a la Revolución; hemos construido una obra, imperfecta como toda obra humana, perfectible; somos los más inconformes con lo hecho, tenemos noción clara de que falta mucho más por hacer que lo que hemos logrado, y aspiramos a la justicia no solo para nuestro pueblo, sino para todos los pueblos de la Tierra, porque consideramos al mundo nuestra patria, porque Patria es humanidad, como nos enseñó José Martí. Pero vale decir, cuando se va abriendo la bruma de las campañas y las mentiras vertidas contra Cuba, que la Revolución Cubana se defendió sin aplicar jamás el “ojo por ojo” y “diente por diente”, sin aplicar jamás el que “el fin justifica los medios”, preceptos borrados de la práctica de los revolucionarios cubanos, aun en medio de la defensa de un país acosado y amenazado de manera permanente.

Un día como hoy sumamos nuestras voces para exigir justicia junto a los cientos de miles de familias latinoamericanas que sufren todavía hoy y lloran la pérdida de seres queridos, mientras reclaman el cese de la impunidad para los represores.

Bajo el pretexto de una supuesta guerra global contra el terrorismo o la hipócrita y falsa promoción de la libertad y la democracia, se intenta legalizar la agresión y la ocupación militar y se perpetran graves violaciones a los derechos humanos; se intenta justificar los bloqueos y la coacción; se busca imponer el modelo político, económico y social que responda a los intereses y designios de los poderosos, y se discriminan culturas y religiones.

Uno de los ejemplos más aborrecibles del desprecio a la condición humana, es la creación y la permanencia, todavía hoy, del centro de detenciones arbitrarias y tortura establecido en la ilegal Base Naval que Estados Unidos nos impone en Guantánamo.

Condenamos los abusos y violaciones que tienen lugar allí y exigimos su cierre inmediato y la devolución de ese territorio a nuestra patria.

En inequívoca prueba de la falsedad y la hipocresía de la política de Estados Unidos en materia de terrorismo, sus autoridades eluden todavía su obligación de enjuiciar por cargos de terrorismo o extraditar a Venezuela al terrorista Luis Posada Carriles, uno de los principales responsables de la destrucción en pleno vuelo de un Avión de Cubana de Aviación, en 1976, con 73 personas a bordo. Aquí entre nosotros están hoy compañeras y compañeros que perdieron familiares víctimas de ese acto de terrorismo. Un día como hoy reiteramos nuestra demanda de que los terroristas concurran por fin ante la justicia y que cese la impunidad y la protección que el gobierno de Estados Unidos ha concedido a hombres que llevan sobre sus hombros la responsabilidad de haber asesinado a decenas de personas inocentes. Sin embargo, al mismo tiempo, el gobierno de Estados Unidos mantiene a cinco cubanos injustamente encarcelados por 10 años ya, por desafiar la impunidad que disfrutan los grupos terroristas que han actuado contra el pueblo cubano a lo largo de décadas desde Miami.

En el Día Mundial de los Derechos Humanos, exigimos también la inmediata liberación de Gerardo, Ramón, Antonio, René y Fernando. Su firmeza, su integridad y sus profundos valores éticos sirven de inspiración al pueblo cubano y a todos los defensores de derechos humanos en el mundo.

A sus familiares aquí presentes, les reiteramos nuestro compromiso de no cejar, no cansarnos y no desistir de la batalla porque ellos regresen junto a sus familias y su pueblo.

Compañeras y compañeros;

Estimados amigos:

Cuba, bloqueada y asediada por diez sucesivas administraciones del Gobierno de Estados Unidos durante casi cinco décadas, puede mostrar hoy avances sustantivos e irrefutables, resultados de programas y planes nacionales encaminados a mejorar las condiciones de vida de nuestro pueblo y el disfrute de todos los derechos humanos.

Reitero, sin embargo, nuestra aspiración a construir la sociedad con justicia e igualdad de oportunidades y bienestar para todas las cubanas y todos los cubanos, con la que hemos soñado, por la que han luchado y batallado generaciones de cubanos y que constituye todavía una meta por alcanzar.

Quisiera recordar en este Día Mundial de los Derechos Humanos, de modo especial, a los más de 37 000 profesionales cubanos de la salud que se encuentran salvando vidas en 73 países. Ellos son el testimonio de que, como dijera Fidel: “Revolución es modestia, desinterés, altruismo, solidaridad y heroísmo”.

A los miles de médicos, enfermeras y técnicos de la salud cubanos, que a esta misma hora caminan por las intrincadas montañas de Guatemala, o viven junto a los habitantes de los barrios de Caracas, en el Altiplano boliviano, en las selvas africanas, a esos hombres y mujeres que a esta hora tratan a un enfermo, alivian el dolor, llevan una palabra de consuelo o un medicamento, lejos de sus hijos, a miles de kilómetros de sus hogares, dedicamos, hoy, Día Mundial de los Derechos Humanos, un mensaje especial y un pensamiento de todo su pueblo y sus familiares.

En el año en que se cumple el 60 aniversario de la proclamación de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, Cuba renueva su compromiso contra toda discriminación y con la lucha por un mundo de justicia, libertad e igualdad para todos.

En un día como hoy, expresamos nuestra satisfacción de recibirlos a ustedes, de poder intercambiar, compartir, debatir sobre este sueño imprescindible que guía nuestros actos y nuestras luchas de conquistar un mundo con justicia, igualdad y paz para todos.

Quisiera, de modo especial, recordar a Fidel que ha sido el artífice y el guía de los cubanos en su lucha por el respeto a los derechos humanos para nuestro pueblo y para nuestros hermanos más allá de nuestras fronteras.

Quisiera renovar nuestro compromiso con la construcción de una América Latina integrada que luche unida por los derechos de sus pueblos.

Quisiera también reiterar nuestra esperanza de ver un día un Puerto Rico libre e independiente, de ver a su pueblo ejercer su derecho a la libre determinación e incorporarse en carácter de miembro pleno, junto a sus hermanos de América Latina y el Caribe.

Y quisiera saludar, en nombre de nuestro pueblo, a todos los que en cualquier rincón del planeta batallan cada día por construir ese mundo mejor que todos soñamos.

Bienvenidos, y que tenga éxito nuestro Taller Internacional.

Muchas gracias (Aplausos).

2

Declaración de Saul Landau, Cindy Sheehan, Cynthia McKinney y Nelson Valdés en el Taller Internacional “La Declaración Universal de los Derechos Humanos: 60 años después”

Celebramos sesenta años de fracaso. Los derechos humanos han pasado de ser un noble objetivo para convertirse en un instrumento de política exterior que utilizan las naciones ricas y poderosas contra los pueblos más pobres y débiles del mundo.

En el año 2008, casi tres mil millones de personas en todo el mundo padecen las privaciones más elementales.

Al cabo de sesenta años de una retórica vacía en el tema de los derechos humanos, exigimos que los gobiernos centren su atención en el cumplimiento de las promesas de 1948. Redactamos este documento en el pergamino del medio ambiente, que todos compartimos, y que nos ha advertido de cambiar drásticamente la forma en que se realiza la producción en masa y el consumo.

1. Los Estados Unidos son miembros de la comunidad de naciones;

2. Cosechan beneficios quienes cooperan con la comunidad mundial y consideran a los otros países como socios potenciales para el mejoramiento de la humanidad;

3. Desafortunadamente, el liderazgo de los Estados Unidos ha decepcionado invariablemente a los que valoramos los principios y las posibilidades para la humanidad consagradas en la Declaración Universal de los Derechos Humanos;

4. La Declaración Universal de los Derechos Humanos afirma el derecho a la libre determinación, el derecho de la mujer, los indígenas y el derecho de asociación, expresión y resistencia para proteger y conservar estos preciados derechos;

5. La pobreza y la profunda desigualdad de ingresos, por una parte, y la codicia y el exceso de consumismo por unos pocos, por otra, niegan a muchos en el planeta la aplicación universal de la Declaración de los Derechos Humanos;

6. El cambio climático, la agricultura insostenible, el militarismo desenfrenado, el terrorismo con impunidad y la proliferación nuclear representan amenazas para nuestro planeta y la humanidad;

7. La actual implosión del motor del imperialismo estadounidense y el capitalismo mundial contiene las semillas de un nuevo orden mundial en el que los derechos de la humanidad y la Declaración de Derechos Humanos pueden encontrar una aplicación universal;

8. El gobierno entrante de Barack Obama tiene la oportunidad única de romper con las políticas del pasado, incluida la instalación de dictaduras, las campañas de invasión, terror y difamación, la tortura y la ocupación, y puede tender puentes de paz y justicia con dignidad y respeto hacia el África, la América Latina y Europa;

9. Por consiguiente, instamos al Presidente electo a que enrumbe a los Estados Unidos de manera clara hacia la fraternidad mundial al (a) invocar la Declaración Universal de los Derechos Humanos, (b) rechazar la tortura y el terrorismo y demostrarlo con el cierre y evacuación de Guantánamo y la devolución a Cuba del patrimonio que le corresponde por derecho propio, (c) poner fin al bloqueo de los Estados Unidos, (d) liberar a los Cinco, y (e) extraditar a Luis Posada Carriles.

Si bien esta lista no es exhaustiva, la misma representa un paso muy necesario en pos de la esperanza y el cambio.

Divulgaremos este documento entre nuestras redes respectivas.

Firmado: Saul Landau, Cindy Sheehan, Cynthia McKinney y Nelson Valdés

3

Texto de la Declaración Final del Taller Internacional

"La Declaración Universal de los Derechos Humanos: 60 anos después": Una convocatoria imprescindible.

Han pasado seis décadas desde que la Declaración Universal de los Derechos Humanos de la Organización de Naciones Unidas subrayara que la libertad, la justicia y la paz tienen como base el reconocimiento de la dignidad y de los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana. Sin embargo, el mundo está en emergencia.

La lógica depredadora, excluyente, explotadora, racista y patriarcal del capitalismo es incompatible con la afirmación y la reproducción de la vida plena y la satisfacción de las necesidades humanas.

Las pretensiones de dominación, las guerras de conquista por el control de los recursos naturales, la agresión contra la naturaleza y la persistencia de un orden económico internacional profundamente injusto ha colocado al planeta al borde de una catástrofe irreversible.

Los patrones de producción y consumo irracionales e insostenibles del capitalismo, agravados hoy por la crisis, privilegian a unos pocos al precio

De la pobreza, el hambre, el analfabetismo y la desesperanza de miles de millones de personas.

La militarización y la llamada guerra global contra el terrorismo han conducido a las ms flagrantes violaciones de los derechos humanos, del derecho internacional y del derecho internacional humanitario.

Las guerras son responsabilidad de los estados y son practicadas tanto por sus ejércitos regulares como por mercenarios que realizan la mayor parte de las actividades ilícitas para evadir las sanciones jurídicas o sociales.

Se crean así zonas de vacío jurídico donde no se reconocen derechos a los considerados sospechosos, ni culpabilidad de los represores, que gozan de total impunidad.

Frente a esta realidad, los intelectuales, artistas, periodistas, líderes sindicales, parlamentarios, religiosos y luchadores sociales, reunidos en La Habana, en el Taller Internacional "LA DECLARACION UNIVERSAL DE LOS DERECHOS HUMANOS: 60 ANOS DESPUES", reafirmamos nuestro compromiso con la lucha por conquistar y ampliar los derechos para todos y todas y con el fortalecimiento de una cooperación internacional genuina en la Asamblea General de las Naciones Unidas, en el Consejo de Derechos Humanos y en todas las otras instancias que consideremos apropiadas.

Ratificamos la interdependencia, indivisibilidad, universalidad, objetividad y no selectividad de todos los derechos humanos de los pueblos y de las personas. Defendemos por igual los derechos civiles, culturales, económicos, políticos, sociales y sexuales; el derecho a la soberanía, a la libre determinación de los pueblos, a la paz, a la justicia, a un ambiente sano, a un orden internacional democrático y justo, y a la solidaridad internacional.

Condenamos las guerras de agresión, la existencia de armas de destrucción masiva, la ocupación militar de países y territorios, y el colonialismo en pleno siglo XXI; la exclusión y criminalización de los pueblos originarios, las prácticas de tortura, las desapariciones forzadas, las ejecuciones extrajudiciales, el encarcelamiento y el asesinato de luchadores sociales y políticos, y otras violaciones que se han cometido y cometen en varias partes del mundo, y rechazamos toda forma de impunidad para sus responsables.

Reafirmamos el derecho de todos y todas al acceso sin discriminación a la salud, al empleo digno, la educación, la vivienda, la alimentación sana, la tierra, el agua y otros bienes esenciales.

Ratificamos los derechos de la naturaleza y de los territorios de los pueblos ante la embestida de empresas transnacionales saqueadoras y denunciamos la acción de agencias de contrainsurgencia encubiertas, como la USAID y la NED.

Demandamos la auditoria y anulación de las deudas ilegitimas, ya pagadas varias veces con la sangre y el sudor de los pueblos, y destinar esos recursos a saldar la enorme deuda social y ecológica contraída con las mayorías excluidas.

Exigimos que se juzgue a George W. Bush, a sus cómplices y a todo lo que representan por crímenes de lesa humanidad en los tribunales internacionales y populares.

Reclamamos el cierre inmediato de la Escuela de las Américas, de los centros de detención clandestinos y del campo de concentración y torturas que Estados Unidos mantiene en la base naval que ocupa en el territorio cubano de Guantánamo y que se reconozca la soberanía del pueblo de Cuba sobre esa porción de su suelo.

Junto con la exigencia de libertad para todos los activistas sociales presos por mandato del capital, demandamos la inmediata liberación de los cinco luchadores cubanos contra el terrorismo, que han cumplido ya más de una década de injusto y cruel encierro en cárceles norteamericanas, y de los tres portorriqueños presos por defender la independencia de su país.

Reivindicamos nuestro derecho al acceso y a la producción de la información, así como a un flujo informativo verdaderamente democrático, responsable y objetivo frente al control monopólico de la industria de comunicación.

El acceso a la verdad constituye un derecho irrenunciable.

En el 50 Aniversario de la Revolución Cubana, nos sumamos al reconocimiento por los esfuerzos y la lucha de este pueblo que construye una vida digna, bajo la agresión y la hostilidad permanentes. Exigimos el levantamiento del criminal bloqueo económico, comercial y financiero del gobierno de Estados Unidos contra Cuba. Manifestamos nuestra admiración por la obra de solidaridad de cubanos y cubanas con millones de seres humanos de todo el planeta.

Ratificamos nuestra solidaridad con los pueblos y gobiernos empeñados en procesos de cambio social, por la independencia, autodeterminación y una vida más justa. Apoyamos el derecho del pueblo de Puerto Rico a su independencia.

Trabajaremos juntos en la re conceptualización de los derechos humanos como parte de los derechos de todas las formas de vida y nos comprometemos con un programa de lucha que no se limite al legado de la declaración de la ONU, sino que incorpore como sujetos de derecho a las comunidades, a los pueblos originarios y afrodescendientes, a los movimientos sociales y a la propia naturaleza.

Luchar hoy por derechos humanos, implica una defensa integral de la vida, de las historias, territorios, cosmovisiones y culturas de los pueblos y de sus modos de hacer y vivir. Implica superar el capitalismo.

Convocamos a todas las personas de buena voluntad a defender juntos un mundo en el que prevalezcan la justicia, el humanismo, la paz, el respeto a la dignidad, la solidaridad y la igualdad de todos los pueblos y de todos los seres humanos en armonía con la naturaleza.

La Habana, 10 de diciembre de 2008

No hay comentarios: