Ha sido una resistencia firme, ajena a fanatismos, con la decisión de todo un pueblo a resistir al precio que sea necesario. Ejemplo actual es la inconmovible firmeza de los gloriosos Cinco Héroes, puntualizó Raúl en otro momento de su intervención.
Durante su discurso, también reseñó las múltiples acechanzas que le han tendido a la nación cubana el imperialismo y sus secuaces, crímenes que han pretendido apagar la luz de justicia y decoro que significó la alborada del Primero de Enero. (Esther Borges Moya/Radio Cadena Agramonte).
http://videos.co.cu/videos/raul50aniversario1.wmv
http://videos.co.cu/videos/raul50aniversario2.wmv
http://videos.co.cu/videos/raul50aniversario3.wmv
http://videos.co.cu/videos/raul50aniversario4.wmv
http://videos.co.cu/videos/raul50aniversario5.wmv
http://videos.co.cu/videos/raul50aniversario6.wmv
http://videos.co.cu/videos/raul50aniversario7.wmv
Discurso pronunciado por el Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros de
Orientales;
Combatientes del Ejército Rebelde, la lucha clandestina y de cada combate en defensa de
Compatriotas:
El primer pensamiento, un día como hoy, para los caídos en esta larga lucha. Ellos son paradigma y símbolo del esfuerzo y el sacrificio de millones de cubanos. En estrecha unión, empuñando las poderosas armas que han significado la dirección, las enseñanzas y el ejemplo de Fidel, aprendimos en el rigor de la lucha a transformar sueños en realidades; a no perder la calma y la confianza frente a peligros y amenazas; a levantar el ánimo tras los grandes reveses; a convertir en victoria cada reto y a superar las adversidades, por insuperables que pudieran parecer.
Los que hemos tenido el privilegio de vivir con toda intensidad esta etapa de nuestra historia, sabemos bien cuán cierta ha resultado la alerta que nos hizo aquel 8 de enero de 1959, en su primer discurso al entrar a la capital:
“La tiranía ha sido derrocada. La alegría es inmensa. Y sin embargo, queda mucho por hacer todavía. No nos engañamos creyendo que en lo adelante todo será fácil; quizás en lo adelante todo sea más difícil”, concluyó.
Por primera vez el pueblo cubano alcanzaba el poder político. En esta ocasión, junto a Fidel, los mambises sí entraron a Santiago de Cuba. Atrás quedaban 60 años exactos de dominación absoluta del naciente imperialismo norteamericano, que no tardaría en mostrar sus verdaderos propósitos, al impedir la entrada a esta ciudad del Ejército Libertador.
Atrás quedaron también la gran confusión y sobre todo la frustración enorme que generó la intervención norteamericana. Sin embargo se mantuvo en vilo, más allá de su disolución formal, la voluntad de lucha del Ejército Mambí y el pensamiento que guió las armas de Céspedes, Agramonte, Gómez, Maceo y tantos otros próceres y combatientes por la independencia.
Vivimos algo más de cinco décadas de gobiernos corruptos, de nuevas intervenciones norteamericanas; la tiranía machadista y la revolución frustrada que la derrocó. Más tarde, en 1952, el golpe de Estado, con el apoyo del gobierno norteamericano, instauró nuevamente la dictadura, fórmula aplicada en esos años para asegurar su dominio en América Latina.
Para nosotros quedó claro que la lucha armada era la única vía. A los revolucionarios se nos planteaba nuevamente, como a Martí antes, el dilema de la guerra necesaria por la independencia que quedó trunca en 1898.
El Ejército Rebelde retomó las armas mambisas y después del triunfo se transformó para siempre en las invictas Fuerzas Armadas Revolucionarias.
En términos históricos, fue breve el tiempo que medió entre la frustración del sueño mambí y el triunfo en
Fueron años de maduración de la conciencia y la acción de obreros y campesinos, y de formación de una intelectualidad genuina, valiente y patriota que los ha acompañado hasta el presente.
El magisterio cubano, fiel depositario de las tradiciones de lucha de sus predecesores, las sembró en lo mejor de las nuevas generaciones.
Desde el mismo momento del triunfo, se hizo evidente para cada hombre y mujer humilde que
Las leyes revolucionarias no sólo dieron cumplimiento al programa del Moncada, lo superaron con creces en la lógica evolución del proceso. Además sentaron un precedente para los pueblos de nuestra América que hace 200 años iniciaron el movimiento emancipador del colonialismo.
En Cuba, la historia americana tomó rumbos diferentes. Nada moralmente valioso ha sido ajeno al torbellino que aun antes del primero de enero de 1959, comenzó a barrer oprobios e inequidades, a la vez que abrió paso al gigantesco esfuerzo de todo un pueblo, decidido a darse a sí mismo cuanto merece y ha logrado levantar con su sangre y su sudor.
Millones de cubanas y cubanos han sido trabajadores, estudiantes, soldados, o simultáneamente las tres cosas, cuantas veces las circunstancias lo han exigido.
La síntesis magistral de Nicolás Guillén resumió el significado para el pueblo del triunfo de enero de 1959: “Tengo lo que tenía que tener”, dice uno de sus versos, refiriéndose no a riquezas materiales, sino a ser dueños de nuestro destino.
Es una victoria doblemente meritoria, porque ha sido alcanzada a pesar del odio enfermizo y vengativo del poderoso vecino.
El fomento y apoyo al sabotaje y el bandidismo; la invasión de Playa Girón; el bloqueo y demás agresiones económicas, políticas y diplomáticas; la permanente campaña de mentiras dirigida a denigrar a
Una tras otra, todas las administraciones norteamericanas no han cesado de intentar forzar un cambio de régimen en Cuba, empleando una u otra vía, con mayor o menor agresividad.
Resistir ha sido la palabra de orden y la clave de cada una de nuestras victorias, durante este medio siglo de ininterrumpido batallar, en que hemos partido invariablemente de jugarnos nuestra propia piel, sin dejar de reconocer la amplia y decisiva solidaridad recibida.
Desde hace muchos años, los revolucionarios cubanos nos atenemos a la máxima martiana: “La libertad cuesta muy cara, y es necesario o resignarse a vivir sin ella, o decidirse a comprarla por su precio”.
En esta plaza, en el 30 aniversario del triunfo, Fidel nos dijo: “Aquí estamos porque hemos podido resistir”. Una década después, en 1999, desde este mismo balcón, afirmó que el período especial constituía “la más extraordinaria página de gloria y firmeza patriótica y revolucionaria, (…) cuando nos quedamos absolutamente solos en medio de Occidente a
Ha sido una resistencia firme, ajena a fanatismos, basada en sólidas convicciones y en la decisión de todo un pueblo de defenderlas al precio que sea necesario. Ejemplo vivo de ello en estos momentos es la inconmovible firmeza de nuestros gloriosos Cinco Héroes (Aplausos y exclamaciones de: “¡Viva!”) .
Hoy no estamos solos frente al imperio en este lado del océano, como ocurrió en los años sesenta, cuando los Estados Unidos impusieron el absurdo de expulsar de
Hoy
¿Significa que han disminuido los peligros? No, no nos hagamos ilusiones. Cuando conmemoramos este medio siglo de victorias, se impone la reflexión sobre el futuro, sobre los próximos cincuenta años que serán también de permanente lucha.
Observando las actuales turbulencias del mundo contemporáneo, no podemos pensar que serán más fáciles, lo digo no para asustar a nadie, es la pura realidad.
También debemos tener muy presente lo que Fidel nos dijo a todos, pero especialmente a los jóvenes, en
Ante esta posibilidad, me pregunto: ¿cuál es la garantía de que no ocurra algo tan terrible para nuestro pueblo?
¿Cómo evitar un golpe tan anonadante que necesitaríamos mucho tiempo para recuperarnos y alcanzar de nuevo la victoria?
Hablo en nombre de todos los que hemos luchado, desde los primeros disparos en los muros del Moncada, hace 55 años, hasta los que cumplieron heroicas misiones internacionalistas.
Hablo, por supuesto, también en nombre de los que cayeron en las guerras de independencia y más recientemente en
Si actúan así, contarán siempre con el apoyo del pueblo, incluso cuando se equivoquen en cuestiones que no violen principios esenciales. Pero si sus actos no estuvieran en consonancia con esa conducta, no contarán siquiera con la fuerza necesaria ni la oportunidad para rectificar, pues les faltará la autoridad moral que sólo otorgan las masas a quienes no ceden en la lucha. Pudieran terminar siendo impotentes ante los peligros externos e internos, e incapaces de preservar la obra fruto de la sangre y el sacrificio de muchas generaciones de cubanos.
Si ello llegara a suceder, nadie lo dude, nuestro pueblo sabrá dar la pelea, y en la primera línea estarán los mambises de hoy, que no se desarmarán ideológicamente ni dejarán caer la espada (Aplausos y exclamaciones).
Corresponde a la dirección histórica de
Esta heroica ciudad de Santiago, y Cuba entera, fue testigo del sacrificio de miles de compatriotas; de la ira acumulada ante tanta vida tronchada por el crimen; del dolor infinito de nuestras madres y del valor sublime de sus hijas e hijos.
Aquí nació un joven revolucionario, de sólo 22 años al caer asesinado, que simboliza esa disposición al sacrificio, pureza, valentía, serenidad y amor a la patria de nuestro pueblo: Frank País García.
En esta tierra oriental nació
¡Nunca más volverán la miseria, la ignominia, el abuso y la injusticia a nuestra tierra!
¡Jamás regresará el dolor al corazón de las madres ni la vergüenza al alma de cada cubano honesto!
Es la firme decisión de una nación en pie de lucha, consciente de su deber y orgullosa de su historia (Aplausos).
Nuestro pueblo conoce cada imperfección de la obra que él mismo ha levantado con sus brazos y defendido a riesgo de su vida. Los revolucionarios somos nuestros principales críticos. No hemos dudado en dilucidar deficiencias y errores públicamente. Sobran los ejemplos pasados y recientes.
Desde el 10 de octubre de 1868, la desunión fue causa fundamental de nuestras derrotas. A partir del primero de enero de 1959, la unidad, forjada por Fidel, ha sido garantía de nuestras victorias. Nuestro pueblo logró mantenerla frente a todos los avatares e intentos divisionistas y ha sabido situar los anhelos comunes por encima de las diferencias, derrotar mezquindades a fuerza de colectivismo y generosidad.
Las revoluciones sólo avanzan y perduran cuando las lleva adelante el pueblo. Haber comprendido esa verdad y actuado invariablemente en consecuencia con ella, ha sido factor decisivo de la victoria de
Al arribar al primer medio siglo de Revolución triunfante, llegue el principal tributo a nuestro maravilloso pueblo; a su ejemplar decisión, valor, fidelidad, vocación solidaria e internacionalista; a su extraordinaria demostración de voluntad, espíritu de sacrificio y confianza en la victoria, en el Partido, en su máximo líder y sobre todo en sí mismo (Aplausos).
Sé que expreso el sentir de mis compatriotas y de muchos revolucionarios en el mundo, al rendir homenaje en esta hora al Comandante en Jefe de
Un individuo no hace la historia, lo sabemos, pero hay hombres imprescindibles capaces de influir en su curso de manera decisiva. Fidel es uno de ellos, nadie lo duda, ni aun sus enemigos más acérrimos.
Desde muy joven hizo suyo un pensamiento martiano: “Toda la gloria del mundo cabe en un grano de maíz”. Lo convirtió en escudo contra lo fatuo y lo pasajero, en su principal arma para transformar halagos y honores, por merecidos que fueran, en mayor modestia, honradez, voluntad de lucha y amor por la verdad, que invariablemente ha situado por encima de todo.
A estas ideas se refirió, en esta misma plaza, hace 50 años. Sus palabras de aquella noche mantienen absoluta vigencia.
En este especial momento que nos hace meditar en el camino recorrido y sobre todo en el aún más largo que está por delante, cuando ratificamos nuevamente el compromiso con el pueblo y nuestros mártires, permítanme concluir repitiendo la alerta premonitoria y el llamado al combate que nos hiciera el Comandante en Jefe en este histórico lugar, el primero de enero de 1959, cuando señaló:
“No creemos que todos los problemas se vayan a resolver fácilmente, sabemos que el camino está trillado de obstáculos, pero nosotros somos hombres de fe, que nos enfrentamos siempre a las grandes dificultades. Podrá estar seguro el pueblo de una cosa, que es que podemos equivocarnos una y muchas veces, lo único que no podrá decir jamás de nosotros es que robamos, que traicionamos”.
Y agregó:
“Nunca nos dejaremos arrastrar por la vanidad ni por la ambición, (…) no hay satisfacción ni premio más grande que cumplir con el deber”, concluyó.
En una fecha de tanto significado y simbolismo, reflexionemos sobre estas ideas que constituyen guía para el revolucionario verdadero. Hagámoslo con la satisfacción de haber cumplido el deber hasta el presente; con el aval de haber vivido con dignidad el más intenso y fecundo medio siglo de historia patria y con el firme compromiso de que en esta tierra siempre podremos exclamar con orgullo:
¡Gloria a nuestros héroes y mártires! (Exclamaciones de: “¡Gloria!”)
¡Viva Fidel! (Exclamaciones de: “¡Viva!”)
¡Viva
¡Viva Cuba libre! (Exclamaciones de: “¡Viva!”)
(Ovación).
No hay comentarios:
Publicar un comentario