Por René Vázquez Díaz
A no ser que se incurra en la mendacidad, no se puede describir
Desde la colonización hasta el 50 aniversario de
Durante tres siglos y medio de esclavitud ningún africano sojuzgado esperó nada de nadie en
Los fabulosos entrecruzamientos de la transculturación, y los esfuerzos de deculturación que hizo el poder colonial de España, ¿fueron una espera o un hervidero de influencias mutuas y de contradicciones, que generaron formas cada vez más cubanas de entender cotidianidad, la política, la sexualidad, la religión y la cultura, pero también la ostentación, el arte de ser un bicho y esa tendencia de tantos cubanos, de ayer y de hoy, a subordinarse suavemente al extranjero poderoso en provecho propio? Junto a todo esto creció cierta modalidad, cada vez más criolla, de resistir, que no es lo mismo que esperar.
El periodo que condujo a las guerras de independencia, ¿qué fue sino otro hormiguero de búsquedas y choques, con el anexionismo, las expediciones y las ejecuciones; los plantadores pujando por sus ventajas, el reformismo, el autonomismo y las conspiraciones independentistas en el durísimo día a día de un pueblo sometido? No hubo espera en los que sentaron las bases de la cultura cubana; a su manera, todos actuaron con tremenda fuerza, incluso en contra de sí mismos. No logro entender cuál fue la espera de Heredia o de
¿
Tampoco fueron una espera las odiosas divisiones de los emigrados cubanos, con los rencores y las rencillas de esa tendencia fratricida que tanto daño le ha hecho siempre a Cuba.
¿Alguien puede esclarecer en qué consistió la espera de José Martí, un ser humano al que casi resulta imposible imaginárselo no ya esperando, sino ni siquiera durmiendo? Martí es la antítesis de la supuesta espera cubana. Martí es el desvelado que no deja dormir a los demás.
¿Y si aquella República mal parida en 1902, con su Enmienda Platt y su Base Naval de Guantánamo resultó ser una espera, por qué EE UU tuvo la necesidad imperiosa de interrumpir a los esperadores interviniendo militarmente en 1906-1909, en 1912, en 1917-1920 y en 1933? ¿Qué fue la revolución de ese año? ¿Una espera? ¿A Julio Antonio Mella hubo que asesinarlo para que no esperase más? ¿De qué forma esperaban la embajada norteamericana en
Vendiendo, asesinando y vendiéndose, Batista no esperó ni un solo minuto de su vida para vivirla por lo grande a costa de
Tampoco ha habido espera en el llamado exilio cubano. Los grandes siquitrillados de los sesenta no tardaron en enviar a su Brigada de Asalto 2506, para recobrar lo perdido. En Playa Larga y Girón la espera fue tan inexistente que a las 64 horas ya habían sido derrotados. Las oleadas sucesivas de cubanos privilegiados que nos asentamos en EE UU y otros países no nos cobijamos tampoco en una espera apática, sino que reconstruimos nuestras vidas con trabajos sin cuento, alcanzando mejores condiciones económicas o pereciendo bajo el peso de la era imaginaria del exilio. Mientras tanto, otros ponían bombas, o recibían subsidios estadounidenses para sus revistas, mientras medraban diariamente de la industria anticastrista internacional. Eso sigue igual.
La única manera de adjudicarle al pueblo de Cuba una tendencia especial a la espera es dando un salto mortal intelectual: llamar espera a lo que ha sido y es una lucha continua por la existencia, la soberanía y la subsistencia, y una tozuda resistencia para poder seguir siendo cubanos.
Pero una vez sentado el embeleco de nuestra espera en el tiempo histórico, se puede forzar su aplicación al tiempo actual. ¿El bloqueo es una espera? Desde hace 50 años, bloquear las posibilidades de desarrollo de Cuba ha sido una actividad norteamericana marcada por un frenesí que no tiene parangón en
Cuando un pueblo está sometido a una poderosa agresión constante desde el exterior, las victorias parciales no existen. Si Cuba triunfa logrando que se produzca una inversioncita extranjera por aquí, o firmando un contratico para asegurar el aprovisionamiento de catéteres para los hospitales cubanos por allá, el Departamento del Tesoro ya se las arregló para bloquear y neutralizar esos logros.
Mientras el Estado cubano pugna por resolver (también frenéticamente) las numerosas dificultades, el pueblo no espera: mientras unos batallan otros se desesperan, se decepcionan, se encabronan y se cansan. Muchos jóvenes pierden la confianza en su futuro personal y se van. Su situación privada es un reflejo de la impuesta desde fuera, unida a factores internos que tienen su base en deformaciones del socialismo cubano. Muchas de esas deformaciones surgen como una respuesta a rajatabla contra el estado de continua amenaza, pero igual atentan contra el sentido de la justicia del pueblo, y a veces contra el sentido común.
Mientras todo eso trata de arreglarse en un tira y dale de participación ciudadana que no tiene nada de espera, la agresión externa deja de tomarse en cuenta . Sólo así puede hablarse de espera.
Eso es justamente lo que los estrategas del bloqueo llamaron hace ya 47 años causar el hambre y la desesperación y el derrocamiento del Gobierno. Son demasiadas décadas de vicisitudes para que los jóvenes cubanos que deciden marcharse del país tengan en cuenta el salvajismo inaudito de
Otra sería la situación si nuestros escritores y artistas, dentro y fuera de
3 de febrero de 2009
* René Vázquez Díaz (Caibarién, Cuba, 1952)
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