Y este es uno de ellos:
La niñez en Cuba: privilegiada por derecho
Por Luz Marina Fornieles
Publicado por Cubasi, 1 de junio de 2004
Los flagelos que laceran a la humanidad, en especial a los infantes, van desde los conflictos bélicos, pasando por la pobreza, la violencia, el terrorismo, torturas, pornografía, prostitución, las drogas y hasta la propia muerte, que cada año cobra la vida de más de 13 millones de niños menores de cinco años.
De tales circunstancias no escapa ni el llamado primer mundo: en Estados Unidos un menor fallece de un balazo cada 92 minutos como consecuencia de la peligrosidad imperante en ese país, donde otras estadísticas -igualmente aterradoras- aseveran que un promedio de 13 niños son asesinados a diario, mientras seis cometen suicidio y otros tres son víctimas de abusos.
En la nación más rica del orbe y también "defensores” de los derechos humanos, un menor de cada seis, carece del alimento necesario, afirma un estudio de la Tufts University de Boston, Massachusetts. Según la investigación del Centro sobre el Hambre y la Pobreza de esa institución, en los Estados Unidos muchas familias se ven obligadas a escoger entre poner calefacción en su casa y alimentar a sus hijos.
También constituyen alarma las noticias que en tal sentido aportan las apaleadas economías latinoamericanas. Unos expertos señalan que en el continente más de 100 millones de niños y adolescentes sufren los rigores de la miseria y otros más de 16 millones trabajan para subsistir. Ellos representan el 17 por ciento de la población infantil.
Esas propias fuentes precisan que de esa cantidad 5 000 000 están comprendidos en las edades de 10 a 14 años. Pero hay más datos escalofriantes: 20 millones de adolescentes en América Latina no tienen acceso a la educación media básica y un millón sufre de explotación sexual directa o indirecta.
En la subregión la tasa de mortalidad infantil es de 43 por cada mil en los menores de cinco años y de 35 en los que aún no llegan a los 12 meses, al decir de la UNICEF, que igualmente condena el hecho de que 40 de cada 100 personas, vive en Latinoamérica en la más lastimosa pobreza, de ellos, más de la mitad son infantes.
Similar panorama reflejaba Cuba antes de 1959, como fue denunciado en 1953 por el entonces joven abogado Fidel Castro, en su histórico alegato La Historia Me Absolverá:
"De tanta miseria solo es posible librarse con la muerte; y a eso sí ayuda el Estado: a morir. El 90 por ciento de los niños del campo está devorados por parásitos que se les filtran desde la tierra por la uñas de los pies descalzos.
"La sociedad se conmueve ante la noticia del secuestro o el asesinato de una criatura, pero permanece criminalmente indiferente ante el asesinato en masa que se comete con tantos miles de niños que mueren todos los años por falta de recursos, agonizando entre los estertores del dolor y cuyos ojos inocentes reflejan el brillo de la muerte, y parecen mirar hacia lo infinito como pidiendo perdón para el egoísmo humano, y que no caiga sobre los hombres la maldición de Dios".
Cuba después del triunfo revolucionario de 1959: el reverso de la moneda
Ese certero testimonio hace referencia a una etapa, cuando en la isla el 20 por ciento de la población más rica recibía el 58 por ciento de los ingresos, en tanto el 20 por ciento de la más pobre percibía solo el dos por ciento.
El 24 por ciento de la población activa se hallaba entonces desocupada y no se garantizaba la educación: Existía un millón de analfabetos y la escolarización infantil entre los seis y los 14 años ascendía solo al 56 por ciento.
Tales parámetros eran todavía más negativos en las zonas rurales, donde el 61 por ciento de los pequeños no asistía a las escuelas primarias. Tampoco allí se daba cobertura médica.
Solo la profundidad de los cambios sociales promovidos por la Revolución desde hace 44 años pudo eliminar ese estado deplorable y dar paso a otra situación, en la cual la nueva generación, el futuro, tiene la máxima prioridad.
Por ellos en Cuba se defiende la esperanza todos los días, a partir de la propia alborada del Primero de Enero de 1959. Con frecuencia se ha dicho que somos una gran escuela por los notables triunfos de su sistema de enseñanza, siempre gratuita, y con una calidad comparada con naciones desarrolladas.
La tasa de escolaridad es del 99 por ciento. En el último curso lectivo asistieron a las aulas más de 2 000 000 de educandos. Los avances en la materia conllevaron a que la Isla encabece la educación preescolar en América Latina: cerca del 90 por ciento de los niños cubanos entre cero y cinco años obtienen atención educativa, una estadística récord en América Latina. De ellos, 150 000 están matriculados en guarderías, acá llamados círculos infantiles.
Los otros 146 000 en grado preescolar, y a los restantes les llega ese influjo mediante un plan UNESCO por el cual los padres reciben orientaciones para sus hijos impartidas por educadores y médicos del barrio donde residen. Con los 1 118 círculos creados a lo largo de todo el archipiélago en 40 años, se benefician más de 136 ooo madres.
El presupuesto destinado a esos planteles supera los 110 millones de pesos. Ese propio texto revela que los escolares cubanos saben mucho más de matemáticas que sus colegas latinoamericanos.
Asimismo, el Estado cubano mantiene una treintena de hogares para niños y jóvenes (hasta 17 años) sin amparo filial por ser huérfanos. De igual forma han quedado abiertos centros para la atención de afecciones como el autismo. Ello refuerza la voluntad nacional de que no haya un solo niño sin escuela y sin maestro, ni un solo ciudadano sin atención médica desde antes de nacer.
Esa última aseveración no constituye de ningún modo una exageración, porque en Cuba se empieza a atender a las personas cuando aún se hallan en el vientre materno, en las primeras semanas de su concepción. Sobreponiéndose a las serias dificultades económicas afrontadas por la nación desde la década pasada, conocidas en su conjunto como período especial y considerado como el momento más difícil del proceso revolucionario, aún así la Isla cumplió ya muchas de las metas trazadas para el 2000 por la Cumbre Mundial de la Infancia (1990).
A pesar de esas reales circunstancias, que en otras áreas geográficas dieron al traste con los adelantos sociales, en Cuba se destinaron del presupuesto nacional del 2002, para las actividades de educación 2 500 000 de pesos. Para la salud el monto supera los 1 900 000.
Como se aprecia, esas esferas continúan siendo prioritarias, en su condición de logros emblemáticos de la Revolución. Precisamente en la rama de la medicina también se ha alcanzado prominencia internacional. Tal es el caso de su mortalidad infantil, un indicador universal que mide de forma sintética el bienestar y desarrollo de un país, al abarcar condiciones sociales, económicas, biológicas, políticas, demográficas y sanitarias de la población. En el 2002 fue de 6,5 por mil nacidos vivos, con lo cual el archipiélago se mantiene con la menor tasa de América Latina y queda registrado, a su vez, entre las más bajas de las alcanzadas en toda la historia local: 7,9 (1996); 7,2 (1997); 7,1 (1998), 6,4 (1999), 7,2 (2000) y 6,2 (2001).
Dentro del panorama de salud descuellan igualmente la erradicación de la poliomielitis, difteria, tétanos neonatal, meningitis tuberculosa y las complicaciones graves del síndrome de la rubéola congénita y la meningoencefalitis posparotiditis.
Tampoco constituyen problemas de salud la rubéola, el paludismo, el tétanos ni la parotiditis (paperas)... y más recientemente se adhirió a la lista el sarampión, tras ocho años sin que se reportara un solo caso de ese mal, que produce en otras naciones subdesarrolladas más de un millón de muertes en el año. Esos éxitos se exhiben al mundo aun en medio de las disímiles carencias del momento (alimentos, ropas, calzado, medicinas, transporte, combustible...), cuando pese a todo, los niños cubanos en el primer año de vida son inmunizados contra 13 enfermedades prevenibles por vacuna, incluida la hepatitis B y la hemophilos influenzae.
Por estas razones la UNICEF ha reconocido públicamente que los "niños nacidos en Cuba tienen mejor oportunidad de sobrevivir en los primeros años de vida que los otros de la región de América Latina y el Caribe".
Por su parte, la Organización Mundial de la Salud sitúa a Cuba en primer lugar en inmunización por vacunas entre 214 países de todo el planeta. La política del Estado cubano busca proteger al pueblo, especialmente a los más pequeños, a pesar de las limitantes que impone el bloqueo norteamericano.
El cerco norteamericano, reforzado primero por la Enmienda Torricelli (1993) y luego por la extraterritorial ley Helms-Burton (1996), aparece como una de las más flagrantes violaciones de los derechos individuales, políticos, sociales, económicos y culturales de la población cubana y, de forma desembozada, contra dos millones de niños.
Expertos internacionales admiten que la repercusión de esa genocida política de Estados Unidos frente a la mayor de las Antillas se traduce en menores posibilidades de obtener medicamentos, útiles escolares, comida, juguetes y otros recursos, y que solo ha sido posible paliar esa situación gracias a la voluntad nacional y la solidaridad universal.
Sin embargo, y a pesar de increíbles sacrificios, Cuba no ceja en su empeño de continuar otorgándole a la niñez su condición de privilegiada por derecho, en aras de que nunca más el egoísmo humano signifique dolor y muerte para los niños cubanos.
Niños cubanos fuera del alcance de azotes mundiales
"200 millones de niños en el mundo duermen hoy en las calles. Ninguno es cubano. 250 millones de niños con menos de 13 años están obligados a trabajar para vivir. Ninguno es cubano. Más de un millón de niños son forzados a la prostitución infantil y decenas de miles han sido víctimas del comercio de órganos. Ninguno es cubano. 25 000 niños mueren cada día en el mundo por sarampión, paludismo, difteria, neumonía y desnutrición. Ninguno es cubano".
Cifras sobre la niñez a escala mundial
-600 millones de niños crecen en situación de absoluta pobreza.
-250 millones de infantes entre 5 y 14 años trabajan (30 millones de ellos en América Latina).
-130 millones (60 por ciento de ellos niñas) no asisten a escuelas, en todo el planeta.
-Uno de cada cuatro niños que habitan el orbe vive en condiciones de peligro y más de 11 millones mueren cada año por causas que podrían evitarse.
-Los niños de la calle se estiman en más 200 millones, la mitad de los cuales entran cada año en las filas de la prostitución.
-Los menores que trabajan o deambulan están expuestos a ser agredidos por sus patrones, el público, las autoridades, los pedófilos y por traficantes de todo tipo.
-Solo en Latinoamérica 60 000 pierden a diario la vida antes de cumplir cinco años, y dos millones no ingresan a la escuela, mientras 800 000 que sí pudieron deben abandonar las aulas para buscarse el sustento.
-En 25 países empobrecidos una criatura que nace hoy no llegará a cumplir 50 años, mientras que un bebé nacido en un estado rico alcanzará los 78 años.
-Unos 100 millones de latinoamericanos de 10 a 14 años son pasto de la delincuencia, los conflictos armados, la trata de blancas, el narcotráfico y la explotación sexual, entre otras formas de violencia.
1 comentario:
eso es lo que me gusta de cuba, tierra de niños felices
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