Por M. H. Lagarde
Ya hemos dado cuenta en otras ocasiones de la pasión polaca de Yoani Sánchez, la delageneraciónY. Polacos eran algunos de quienes la acompañaban mientras la especialista en blogs trataba de evangelizar en una iglesia de Santiago de Cuba a los jóvenes feligreses.
Polacos eran también quienes, junto al laico Dagoberto Valdés, orquestaron en el 2000 una exposición contrarrevolucionaria en la occidental provincia de Pinar del Río. El tal Dagoberto, ahora, como ella misma hizo público no hace mucho en su blog, es otra de las voces en el coro de su blogosfera color camuflaje.
No es de extrañar, por tanto, que la mercenaria Yoani, recuerde en su último post el 20 aniversario del 4 de junio, día que la reacción mundial celebra como “el día de las primeras elecciones democráticas en Polonia”, organizadas por el sindicato anticomunista Solidaridad.
Ella, tan precoz y superdotada en temas políticos, a sus trece años, edad que tenía en 1989, en vez de estar al tanto de las aventuras de Bolek y Lolek, como cualquier niño de esa edad en esa época, se preocupaba por las “aprensiones” de una “prima lejana” que por entonces había “tenido una corta estancia en Moscú”.
“La palabra Solidaridad -dice ella- se había puesto repentinamente de moda y en mi ciudad varias escuelas seguían llamándose República Popular de Polonia. Aunque mi profesor de marxismo-leninismo se empeñaba en idealizar el Este, algo se quebró dentro de él cuando supo lo que pasaba en las calles de Varsovia. Si la invasión a Checoslovaquia en 1968 había sido difícil de justificar por nuestros gobernantes, la rebeldía de “la clase obrera polaca” dejó sin respuestas a más de uno.
La prima lejana, por supuesto, no le dijo nada sobre el impulso que la administración Reagan le dio a la contrarrevolución polaca. El padre político de W. Bush -cuyo plan contra Cuba dicta la política editorial de la gusana de ladegeneracionY-, consideró que, para ganar la lucha contra el comunismo internacional, era necesario subvencionar al sindicato polaco.
Estados Unidos le ofreció a Solidaridad amplio apoyo financiero, logístico y de inteligencia. La CIA tomó cartas en el asunto y pasó a ser, según afirman los especialistas en el tema, los ojos y oídos del sindicato. Por vías diplomáticas y clandestinas, llegaron a Polonia manuales de entrenamiento y fondos para fortalecer el “underground,” técnicas de desinformación y guerra psicológica, imprentas, libros, y equipos electrónicos de comunicación.
En realidad, para ser justos, la prima de la muchacha no tenía por qué saber sobre tales operaciones, en aquel entonces, encubiertas. Pero ahora esa información es absolutamente pública. Forma parte de la propaganda triunfalista con que todavía hoy -tal como mismo hace Yoani-, la reacción internacional celebra el “fin” del comunismo.
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