martes, 11 de agosto de 2009

¿Por qué las opciones de Cuba Socialista tienen que ser tan apocalípticas?

Por Orlando Cruz Capote

Hace unos poco días leí un artículo del camarada Guillermo Almeyra en Rebelión, y me dio la impresión que estábamos en los últimos momentos del proceso revolucionario cubano.

Como hemos vivido -todo el pueblo cubano- tiempos muy difíciles y complejos no encuentro razón alguna para que estos instantes históricos sean los más complicados y que nos lleven a una hecatombe sin remedio. Una mirada a la geopolítica mundial y regional actual nos da mucha razón para aseverar que es así. Otra es el desarrollo y crecimiento material y espiritual -no lineal, es cierto- que el país ha venido sosteniendo contra viento y marea -si hablamos de ciclones y penetraciones del mar-, y si tenemos en cuenta el terrible y genocida bloqueo de los EE.UU., que ha sido secundado por muchos países ricos del norte geopolítico.

Aunque el Imperio del Potomac continúa con su política agresiva, no obstante Cuba se ha mantenido firme y no ha realizado concesiones a su soberanía e independencia nacionales así como a su derecho a la autodeterminación. Aunque hemos perdido algunos niveles de equidad e igualdad social -debido al derrumbe del campo socialista y la URSS, el propio bloqueo e insuficiencias nuestras- hemos evitado una política de choque al estilo neoliberal que deteriore a los sectores más pobres de nuestra población.

Esa actitud ha sido reconocida por muchos, inclusive nuestros adversarios. Pero hay indicios de que el mundo está cambiando y que el único país que no ofrece una mínima expresión de transformación es el que administran la Casa Blanca. Incluso son la rara excepción de no acatar el mandato de la OEA, del Grupo de Río y otras organizaciones de Nuestra América. ¡Estados Unidos está aislado en su política anticubana! Todos los demás pueblos y gobiernos tienen relaciones con Cuba: cuando sea restituida la democracia legítima de Zelaya en Honduras esperamos que esas relaciones se normalicen otra vez.

Tenemos por primera vez en la historia de la Revolución, una diversificación del comercio y de los créditos como nunca antes. Tenemos a China Popular, a Rusia, Venezuela, Brasil y otros tantos más que nos han permitido evitar la dependencia hacia un solo país y un solo mercado. La Unión Europea, a pesar de sus veleidades y ambigüedades, comercia con Cuba y trata de mantener un diálogo constructivo con el gobierno cubano. Y si no se avanza con el bloque, se han realizado pasos positivos a nivel bilateral con algunos países.

Es verdad que la crisis capitalista estructural actual nos va a golpear a todos, también que el paso de los tres ciclones en el 2008 hizo grandes estragos en la Isla, y que nuestras reservas están muy apretadas. Pero, ¿por qué dudar del esfuerzo de nuestro gobierno y pueblo por dar un viraje en la autosuficiencia alimentaria y en el desarrollo industrial, educacional y cultural del país? ¿Por qué parte de la izquierda mundial debería tener incertidumbres de que otra vez la Revolución Cubana saldrá adelante, no obstante realizar grandes sacrificios?

Todos saben, incluso en el Pentágono, que una aventura militar contra Cuba sería costosísima, que sería esa “guerra infinita” de la que tanto han hablado y que nunca podrían vencernos y que sería la última que desarrollen. Que la solidaridad internacional sería enorme, pero que nuestra solidez defensiva propia es suficiente para destrozar a los marines si intentan hollar el suelo cubano. Y ese cálculo lo tienen realizado muy bien, con sus ganancias y pérdidas. Y a decir verdad no les cuadra, porque saldrían perdiendo. Morirían más soldados norteamericanos en un intento de desembarco en Cuba que en toda su historia bélica. Que la cercanía del Verde Caimán sería un problema para los corredores aéreos, que siempre seremos la Llave del Golfo, que solo estamos a 90 millas de sus costas, etc. Y que conste que Cuba nunca ha sido y nunca lo será un peligro de seguridad nacional para los EE.UU., pero que si osarán invadirnos o agredirnos

por aire, mar y tierra le daríamos una respuesta muy asimétrica en el terreno militar. Y ese, el súper-ejército norteamericano, nunca ha estado preparado para vencer una lucha popular prolongada, una guerra irregular incansable. Una mirada a Afganistán e Irak sería suficiente para cualquier analista militar y político.

¿El camarada Almeyra conoce bien a mi país? ¿Por qué duda de la juventud cubana? ¿Sabe lo que significa el heroísmo trascendental de un pueblo? ¿Lo diferencia del cotidiano y de los estados de opinión -muy críticos- que siempre han existido entre las masas populares, porque la Revolución nos enseño a criticar y a no ser conformistas? ¿Sabe que la Revolución Cubana es un proceso en permanente estado de subversión, que somos una utopía en construcción constante, que nada es definitorio y que luchamos por ir hacia un perfeccionamiento renovador, aunque algunos nos acusen de inmovilismo e inercia. ¿Y que tampoco queremos ser perfectos, porque el día que pensemos que lo somos, nos suicidamos como nación, nacionalidad y socialismo, esa autocomplacencia que es antagónica a los revolucionarios verdaderos?

¿Conoce el camarada Almeyra de nuestras tradiciones históricas y culturales y cómo las mismas se han convertido en una brújula y fortaleza del socialismo que construimos con miles de dificultades? ¿Comprende Ud. que las conquistas alcanzadas por la revolución Cubana nadie se las puede arrancar al pueblo de un plumazo?

En uno de sus párrafos Ud. escribe “[...] ¿Por qué no consultar a la población sobre sus necesidades y sobre cuáles son las propuestas que tiene para resolverlas? ¿Por qué dejar todo en manos del aparato estatal, o sea, de una burocracia y de una tecnocracia cuyas intenciones nadie discute pero que tienen otra percepción que la gente común, y tender a resolver las cosas de modo administrativo, utilizando la mano de obra militar, y no movilizando la energía y la creatividad de los trabajadores? ¿Por qué no hacer asambleas populares para la producción y la mejora de la vida, donde la gente discuta, proponga, resuelva, directamente? Si el congreso del partido ha sido postergado, confirmando una vez más que el partido no tiene vida propia y no controla al Estado sino que depende de un puñado de dirigentes de éste, ¿por qué no convertir la conferencia extraordinaria en una discusión abierta, libre, propositiva, ampliada a los trabajadores en sus lugares de trabajo? La opción tecnoburocrática es una opción falsa. No se construye el socialismo sin la participación consciente del pueblo cubano. Cuba está en una emergencia y sólo saldrá de ella con la participación y la voluntad de todos los trabajadores e intelectuales.

Y entonces, excúseme camarada Almeyra, en estas líneas impropias de un revolucionario, de una persona que se las puede tildar de izquierda hay mucha falta de respeto y de ética. Porque en Cuba siempre ha habido procesos de consulta con la población -80 mil asambleas de trabajadores se hicieron cuando el derrumbe del campo socialista en los años 90-, y en estos momentos se están preparando ese intercambio con el pueblo para la Conferencia Nacional del PCC y luego para su VI Congreso. ¿No leyó bien el discurso del Presidente de Estado y Ministros de Cuba, el compañero Raúl Castro? ¿Por qué repite como un papagayo esas sandeces acerca del partido comunista cubano que tanto denigran las fuerzas más reaccionarias de la derecha y los conversos de la izquierda? ¿Por qué se arroga el derecho de denominar a la dirección revolucionaria -y el pueblo que son una misma cosa- de ser tecno-burocrática y de no estar viviendo en la realidad de toda la población?

Mire, no quiero hacer más larga mi exposición. Porque me da la impresión que nos está atacando de mala fe, aunque su discurso parece sugerirnos pasos, porque se le ha salido un tufillo de odio hacia el proceso socialista cubano, y de paso hacia el venezolano porque afirma que nos dejarán solos y sin petróleo.

¿Cree Ud. en lo que escribe, camarada Almeyra? Si es así, está a un paso de cambiar su chaleco de revolucionario y usar un traje de corte burgués y entonces nuestro diálogo tomaría el rumbo de la confrontación. No se desconsuele y se desmerengue y asuma aquella máxima gramsciana -tomada Román Rolland- de que al pesimismo de la inteligencia debemos imponer le optimismo de la voluntad.

En Cuba no se le teme a la IV Flota, a las bases militares instaladas en Colombia, ni siquiera a la de Guantánamo, a las amenazas de agresión e intervención contra ella misma y contra cualquier país del hemisferio. Quizás ese sería el momento histórico de unirnos de una vez y para siempre y dar la sangre de todos por uno solo de los agredidos.

No se olvide de eso, camarada Almeyra. Aún Bolívar y Martí tienen mucho que hacer en Nuestra América, y junto a ellos Sandino, el Ché y otros tantos próceres y mártires de nuestras gestas independentistas y de las incesantes luchas por la justicia social.

1 comentario:

Unknown dijo...

sabes me agrado tu posicionmy tu explicacion muy correcta y cientifica