Por Felipe de J. Pérez Cruz
Como todos los grandes acontecimientos históricos, la trascendencia de la victoria de Girón abre un amplio diapasón para la intelección historiográfica. El dramatismo y la heroicidad del enfrentamiento militar, la batalla en sí para ocupar Playa Larga y Playa Girón, las acciones de neutralización de los planes de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) en la capital y otras ciudades, y el apoyo popular a la movilización militar y política en todo el país, resultan acontecimientos que en justicia han ocupado la labor del aún reducido destacamento de historiadores que hemos colocado la Revolución en el centro de nuestro objeto de estudio. Precisamente los resultados alcanzados confirman que aún hay facetas sobre las que debemos profundizar.
“En nuestro país las ideas libraron sus batallas al lado de los acontecimientos” afirmó el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, en memorable informe al Primer Congreso del Partido Comunista de Cuba[1], pero aún no hemos develado suficientemente esta trascendente especificidad del proceso revolucionario cubano. Y antes, durante e inmediatamente después de Girón, la batalla por la hegemonía ideológico-cultural conforma un eje central de la lucha de clases, que explica y sustenta la propia epopeya que vivieron los cubanos entre 1959 y 1961. La educación tendrá frente a esta realidad un lugar protagónico.
En Cuba los hechos de cultura están estrechamente imbricados con las luchas políticas. Desde la historia de la escuela y la pedagogía cubana se puede construir el curso histórico nacional, sus contrarios y principales batallas. Cuando conmemoramos el 50 aniversario de la declaratoria del carácter socialista de la Revolución y de la victoria de Playa Girón, también evocamos acontecimientos cardinales de la historia de la educación.
La invasión mercenaria del 17-19 de abril de 1961 sería el más serio intento del imperialismo contra el movimiento educacional de masas que la Revolución había desatado.
El movimiento educacional de masas[2]
La guerra de liberación fue el hecho cultural más definitorio de la vida de la nación cubana, al garantizar su definitiva independencia. La cohesión de las amplias masas tras los postulados del Programa del Moncada[3], la participación de los obreros, campesinos y sectores populares en el Ejército Rebelde, en las organizaciones y células revolucionarias, en el movimiento de resistencia cívica, en los sindicatos y en la gran huelga general de enero de 1959, constituyeron factores dinámicos del movimiento nacional de reafirmación patriótica que se desato tras el triunfo revolucionario del 1 de enero de 1959 y en sus jornadas sucesivas.
Como nunca antes en la historia del país, las fuerzas motrices del movimiento nacional liberador tuvieron la posibilidad de desplegarse ininterrumpidamente en la consecución de sus finalidades emancipadoras. La clase obrera, el campesinado redimido, los estudiantes y la intelectualidad progresista, actuaron concertados para transformar el orden social, y resolver los problemas fundamentales del país. Se multiplican de hecho en un genuino movimiento social revolucionario de masas. En esta coyuntura, la vanguardia político cultural validó su posibilidad de conducción a través de la articulación feliz de los principios martianos, marxistas y leninistas, en el aprendizaje constante, la honestidad, la ejemplaridad, el valor personal y la audacia[4].
Este movimiento creará las bases sociopolíticas y la necesidad histórica, para el nacimiento de un nuevo movimiento educacional. Desde la más amplia articulación de los sectores nacional populares, como parte sustancial de un proyecto mayor de definitiva liberación nacional, liderado por la nueva vanguardia cultural y política, que derrotó a la dictadura proimperialista; el movimiento educacional estaría llamado a hacer frente a graves problemáticas.
El bajo nivel educacional de la población –al igual que su deficiente salud- era un fuerte obstáculo al desarrollo nacional, y sobre todo a la incorporación consciente y organizada de las grandes mayorías al proceso revolucionario. El estado caótico de la educación al triunfo de la Revolución puede apreciarse a través de elocuentes datos:
El 50 por ciento de los niños en edad escolar - unos 800 000 - no asistían a las escuelas. Solo existían 170 000 aulas cuando se necesitaba el doble. La mayoría de las escuelas estaban ubicadas en zonas urbanas y semi urbanas. De los matriculados, no rebasaban el tercer grado 285 000 niños y solo 6 de ellos culminaban el sexto grado. Estaban desfasados por su edad con el nivel que cursaban 500 000 alumnos de la enseñanza primaria y de ellos 200 000 eran mayores de 12 años de edad. La educación de adultos se reducía a unas pocas escuelas nocturnas en las que solo estaban matriculados 2 965 alumnos.
Paradójicamente en la Cuba de la dictadura batistiana, más de diez mil maestros carecían de empleo. En un país eminentemente agrícola, solo existían seis granjas- escuelas creadas en 1909, con una matrícula cercana a los noventa alumnos. La enseñanza tecnológica solo se impartía en un centro que formaba técnicos medios, el resto –unos 17-, graduaban obreros calificados[5].
El Ministerio de Educación, heredado del neocolonialismo, carecía de un sistema docente, educativo y científico coherente, debidamente articulado en sus niveles. Estaba por demás carcomido por el burocratismo y la corrupción.
A pesar del patriotismo y la entrega del maestro público cubano, la fuerza profesional formada por el Estado neocolonial tuvo un débil acceso a la más moderna base científico pedagógica. Había que erradicar no solo el intelectualismo, el verbalismo y la memorización, sino también desarrollar la cosmovisión científica de la mayoría de los docentes. También luchar contra posturas lastradas por gremialismos estériles y prejuicios seudoprofesionales.
El problema más grave se concentraba en el alto índice de analfabetismo. Según estos datos oficiales, cada cuatro cubanos, uno era analfabeto, y el nivel de los restantes no rebasaba los tres primeros grados primarios. Los datos del Censo realizado en 1953, reflejaban los contrastes del desigual desarrollo del país. Mientras en las áreas urbanas solo el 11,6 por ciento de las personas eran iletrados, en el campo este índice llegaba al 41,7 por ciento. En el territorio de las actuales provincias orientales era de 35,5 por ciento. El índice oficial de analfabetismo se situaba en el 23. 6 por ciento - 1 032 849 de cubanos y cubanas-[6], pero estas cifras estaban fuertemente cuestionadas por los propios contemporáneos.
El hacer revolucionario
El Programa del Moncada en tanto proyecto educativo cultural revolucionario, definía como medida central para transformar el sistema educacional neocolonial, la realización de una reforma integral de la enseñanza. La orientación de esta reforma fue entonces claramente definida desde la tradición más progresista de la escuela cubana, aquella que con el sacerdote revolucionario Félix Varela y el Héroe Nacional José Martí, articulaba ciencia y conciencia. La realización de tal reforma, por su carácter liberador y por la naturaleza estructural del cambio que proponía, precisó de la realización de otras tareas más inmediatas. El 19 de enero de 1959 se crea la Comisión Investigadora y Depuradora del Personal del Ministerio de Educación[7].
Frente a la cultura reaccionaria impuesta por el imperialismo y sus secuaces nativos, la Revolución comienza a desarrollar los elementos de la cultura democrática y popular que estaban presentes en nuestro pueblo, en especial rescata el sentimiento martiano con su amor al hombre, a la dignidad humana, igualdad y libertad, con su concepción central de independencia y antimperialismo, donde la cultura nacional se asume como directriz suprema de autodesarrollo, realización y defensa de lo cubano y universal. En tal dirección la organización del sistema de educación constituye uno de los más vitales frentes. Así se trabajó por hacer de la educación interés fundamental del Gobierno Revolucionario, y cuestión de opinión pública. La máxima martiana “Ser culto es el único modo de ser libre”[8], fue asumida como la idea rectora de los esfuerzos educativos
Mientras las fuerzas revolucionarias resolvían las tareas políticas de la consolidación del poder revolucionario[9] y se creaban las premisas históricas para llevar a cabo las transformaciones políticas, sociales y económicas radicales, la dirección de la Revolución asumió como prioridades la importancia estratégica de la educación popular y la alfabetización. A tal fin se va a consagrar la labor no solo del Ministerio de Educación, también del Ejército Rebelde, y el Instituto Nacional de la Reforma Agraria (INRA) desde su creación con la ley del 17 de mayo de 1959.
La labor ideológico-cultural que impulsa el Gobierno Revolucionario se desenvuelve en un medio infestado por las ideas y los prejuicios que la oligarquía y el imperialismo habían logrado sembrar en la conciencia social, y la escuela y el magisterio no estaban libres de tales males. Con los docentes que no se suman a las posiciones revolucionarias, por sus limitaciones clasistas y formación ideológica reaccionaria, se seguirá una política de persuasión.
Se trata en todo momento de establecer una nítida diferencia en los campos del enfrentamiento ideológico. El debate de ideas, el crecimiento de los conceptos y actitudes revolucionarias será un proceso de enriquecimiento al interior de magisterio, que definitivamente gana la Revolución. La actividad política contrarrevolucionaria encubierta con razones gremiales, tendrá un carácter excluyente y recibirá el peso de la ofensiva política revolucionaria.
Como parte de la política participativa del Gobierno revolucionario el tema de la reforma educacional se pone a debate público. Así el 9 de noviembre, con la presencia del Presidente Osvaldo Dorticós Torrado, se inician en el Capitolio Nacional, las sesiones de la información pública sobre la Reforma que preparaba el Ministerio de Educación. Esta información abarcó doce sesiones en la que participaron centenares de maestros de la capital y otras regiones del país.
El 23 de diciembre se promulgó la Ley 680 de la Reforma Integral de la Educación, que daba fuerza legal a la voluntad del cambio educacional que ya avanzaba con las medidas revolucionarias hasta ese momento implementadas[10]. La Reforma Integral de la Educación pendiente en el escenario cubano desde la época de la Constitución de 1940, constituía la ley que verdaderamente complementaba los presupuestos democráticos y nacionalistas de esa constitución.
El año 1960, de la Reforma Agraria, será de agudización del combate clasista, de recrudecimiento del enfrentamiento a la política de bloqueo económico, cerco internacional, y terrorismo contrarrevolucionario del imperialismo norteamericano, y definitivamente de recuperación de los principales recursos económico-productivos que estaban en manos de los monopolios estadounidenses. Y será también de la implementación de la Reforma Integral de la Enseñanza. Aun cuando falta personal técnico idóneo, hay escasez de locales, exiguos conocimientos pedagógicos, pobreza de datos estadísticos y muchas otras dificultades, se acomete la tarea. La emprenden con el concepto de que esta sería un proceso permanente de aprendizaje, con una actitud dinámica y readaptadora.
También en estos momentos el proceso de apreciación por las masas de la necesidad de instrucción, alcanza nuevos modos de expresión, con el creciente protagonismo de los trabajadores y trabajadoras en la dirección de los procesos de administración y producción de las empresas y unidades productivas intervenidas y nacionalizadas por el Estado Revolucionario.
La Revolución no solo tenía que ganar para su proyecto a la mayoría del personal docente, sino también forjar la nueva vanguardia magisterial capaz de asumir las nuevas misiones educacionales. Así surge en abril a través de la convocatoria de Fidel, el primer contingente de maestros voluntarios: "Necesitamos –explica el líder revolucionario- mil maestros que quieran dedicarse a enseñar a los niños campesinos. Hace falta que ellos nos ayuden para mejorar la educación de nuestro pueblo y para que los campesinos aprendan a leer y se hagan hombres útiles para cualquier tarea”[11].
Mil estudiantes de enseñanza secundaria - con un nivel de tercer año - dan el paso al frente para ir a instruir a los niños del campo y las montañas. El primer contingente de estos noveles educadores es organizado en colaboración del Departamento de Asistencia Técnica y Cultural al Campesino del INRA. Siguió al primero otro contingente similar de estudiantes, y luego un tercero de más de mil y el período de preparación se extendió a tres meses.
La concepción del trabajo y el estudio estuvo presente desde el primer momento de la creación del plan de formación de los maestros voluntarios. "Esos maestros - afirmaba Armando Hart Dávalos, Ministro de Educación - seguirán superándose y perfeccionándose y la mayor perfección la van a tener allí en el contacto con el campesino"[12].
Los jóvenes que marcharon a cumplir la tarea educacional bajo el nombre del maestro héroe de la lucha insurreccional Frank País, constituyeron el primer núcleo de los maestros rurales que necesitaba la Revolución. Era la nueva intelectualidad que se formaba con el legado martiano en los mismos escenarios combativos del Ejercito Rebelde.
El fortalecimiento del sistema nacional de educación, el logro de la plena escolarización con la incorporación de los 800 000 niños que no asistían a las escuelas en enero de 1959, el inicio de la lucha contra el analfabetismo, la labor de instrucción y tecnificación de los jóvenes y adultos más desfavorecidos, son las acciones que caracterizan la labor educacional en el primer año de la Revolución.
Para el curso 1960 - 1961 se trabajó en la creación de 15 000 nuevas aulas rurales, pero el problema no solo estaba en el número de nuevas escuelas, lo cierto era que en las montañas y parajes intrincados, donde se carecía de comunicaciones y otros servicios, y la vida era sumamente dura, debían de construirse numerosas escuelas. Las ciudades escolares podían contribuir a resolver el problema, pero al ser extraordinariamente grande la población infantil, lo definitivo era situar la escuela en las comunidades campesinas más alejadas. Así se multiplica la necesidad de formar a miles de maestros para las montañas, capaces de mantenerse y vivir en esos parajes, en condiciones similares a las de los campesinos.
La promoción por todas las vías gubernamentales de la extensión de los más diversos servicios culturales y sociales, en un clima de ascenso de la vida cultural y política, de desarrollo de las bases de la cultura democrática y popular que el neocolonialismo no pudo destruir; crean las condiciones objetivas para que se manifieste en el país un cambio cualitativo en las condiciones y circunstancias de la educación como proceso social.
La alfabetización
El camino que siguió la Revolución para derrotar al analfabetismo fue el de erradicar primero, las causas de su surgimiento como problema social. Para ello se trabajó con el propósito de lograr la plena escolarización de niños y jóvenes en los dos primeros años después del triunfo, y en este propósito, crear las aulas de enseñanza primaria indispensables, y reorganizar y fortalecer la enseñanza media, con prioridad en los institutos tecnológicos.
El 5 de marzo de 1959 se crea la Comisión Nacional de Alfabetización y Educación Funcional[13] y tanto en el primer como en el segundo año de la Revolución se realizan acciones de alfabetización. Pero sería en el tercer año, donde se acomete el combate definitivo en la población adulta iletrada. Muy significativo será el hecho de que dónde primero se inicia la batalla por la alfabetización, a principios de 1959, es en las filas del Ejército Rebelde. Los comandantes Ernesto Che Guevara y Camilo Cienfuegos tendrán en esta tarea un protagonismo singular. Los contingentes de Maestros Frank País adelantan en el mundo rural cubano la lucha contra el analfabetismo.
En agosto de 1959, el Primer Congreso Nacional de Maestros Rurales, a propuesta del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, aprobó la decisión de abrir 10 mil nuevas aulas. Allí Fidel exhortó a los educadores: “no invito al egoísmo, sino al patriotismo... en esta oportunidad única de nuestra patria, que no se quede un solo maestro esperando, que no se quede un solo niño esperando”[14]. Los nuevos maestros cobrarían la mitad del salario y ello permitió abrir el doble de aulas.
En octubre de 1960, la Comisión Nacional de Alfabetización y Educación Fundamental, fue objeto de una completa reorganización y tomó el nombre de Comisión Nacional de Alfabetización. Para Armando Hart, las orientaciones dadas por Fidel demostraban que los esfuerzos que se venían haciendo podían multiplicarse, que la idea de la masificación y democratización de los servicios educacionales y culturales, debía encontrar un medio mucho más propicio, y la Comisión trabajar sobre nuevas bases[15].
La incorporación de representantes del multipartidismo revolucionario que lideró la rebelión –Movimiento 26 de julio, Directorio Revolucionario 13 de Marzo y Partido Socialista Popular-, de las instituciones estatales, las organizaciones revolucionarias de masas recién surgidas, las milicias, institutos y asociaciones de la sociedad civil, a la Comisión Nacional de Alfabetización y a las comisiones provinciales y territoriales, sería un paso crucial en la concepción de la dirección de la Campaña. Resultaba un estímulo de responsabilidad a la participación entusiasta de las masas revolucionarias.
Sin sustituir a la escuela como agencia fundamental, ni al maestro como el elemento dirigente y dinamizador por excelencia; la nueva integración que se propiciaba en la Comisión Nacional de Alfabetización ampliaba el horizonte de las acciones educativas e instructivas más allá del marco habitual del Ministerio y de la escuela, lo enriquecían con el dinamismo y la iniciativa de los múltiples sujetos sociales y políticos que se le unen.
La actividad contrarrevolucionaria
La reorganización y adecentamiento del Ministerio de Educación en 1959[16], y la preparación y desarrollo del primer curso escolar de la Revolución, se van a efectuar en momentos en que se agudiza la lucha político-ideológica al interior del campo revolucionario, y comienzan a desarrollarse los planes contrarrevolucionarios organizados por la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos (CIA). Se producen las dos crisis políticas en el gabinete entre febrero y julio y la salida de los elementos de derecha, y es frustrada en agosto la invasión del tirano dominicano Rafael Leónidas Trujillo[17]. En octubre se derrotará la peligrosa intentona del traidor Huber Matos, Comandante del Ejército Rebelde en la provincia de Camagüey[18].
El proceso de reforma educacional a medida que avanzaba encuentra la resistencia de los enemigos de clase de la Revolución: La escuela privada en tanto empresa capitalista, y la jerarquía de la Iglesia Católica y de varias iglesias orientadas desde Estados Unidos, propietarias en buena medida de numerosos centros educacionales, van a liderar la arremetida de la reacción.
En el sector educacional aparecen declaraciones y artículos que “alertan” acerca del “totalitarismo” en la educación. Sermones y hojas parroquiales denuncian que el comunismo se quiere introducir en las escuelas. Al mismo tiempo, se atizan los prejuicios racistas contra los maestros negros que han encontrado con la Revolución ocupación laboral. Doctos criterios de miembros del Colegio de Pedagogos y la Facultad de Educación de la Universidad de la Habana, “alertan” sobre el peligro de la improvisación en la formación de docentes, con lo que se pretende desacreditar los planes de formación emergente de maestros.
La imagen de “comunistas”, “negros”, y jóvenes inexpertos, arribando a las escuelas; junto a la no menos controversial especie del atentado a la libertad de la enseñanza, constituirán las dos líneas centrales de la propaganda enemiga. El anticomunismo y el racismo dan entonces su más feroz batalla de clase.
Durante dos décadas la redacción y puesta en vigor de la Reforma Educacional prevista en la Constitución de 1940, recibió la oposición de la oligarquía y el clero reaccionario. La promulgación por la Revolución de la Ley 680 concitó una fuerte campaña de los eternos enemigos de la emancipación cultural.
En la mencionada información pública sobre la ley de reforma de la enseñanza realizada en el Capitolio Nacional en noviembre de 1959, los representantes de las escuelas privadas organizan una abierta provocación. Interrumpen el programa y gritan a favor de una autoproclamada libertad de enseñanza. Volvía a ponerse a la orden del día, el sostenido conflicto que históricamente llevó a contender por una escuela cubana, a los más preclaros pensadores y educadores del país.
Muy pronto, emulando a los bandidos y terroristas, el clero falangista y la dirección de la escuela privada desempañarían un activo papel contrarrevolucionario[19]. No pocos preceptores y dirigentes de las organizaciones juveniles religiosas, articulan organizaciones y planes subversivos directamente vinculados a la CIA, en una vasta conjura[20].
La dialéctica educación-defensa
Las provocaciones realizadas contra la marcha de la Reforma Integral del Enseñanza - fueron desenmascaradas por Fidel ente el pueblo. En un masivo acto con los estudiantes, en conmemoración de los hechos del 27 de noviembre de 1871[21]: "en muchos de esos centros se predica la contrarrevolución abiertamente, se predica el odio a la patria abiertamente...se predica el odio de clases abiertamente...".
Fidel con maestría pedagógica, situó a las masas en el centro de la problemática: ¿Cómo se explica que el Gobierno Revolucionario, frente a la amenaza creciente de sus enemigos, de las pandillas internacionales que en una complicidad cada vez más estrecha con la reacción nacional conspiran contra el país, sin embargo una por una va a ir entregando las fortalezas? (...) Porque desde el día primero de enero, desde el triunfo de la Revolución, cada escuela se ha convertido en una fortaleza de la Revolución” [22].
La beligerancia de las fuerzas reaccionarias desde el terreno escolar actualiza, la relación dialéctica entre defensa y educación. La contradicción principal entre la nación y el imperialismo norteamericano, asume un lugar principal, interpenetra todos las esferas sociales y complejiza aún más el panorama nacional. Entonces la elevación del trabajo educacional al plano de la lucha por la defensa de la Revolución, se presentó como una necesidad, y el movimiento educacional de masas cumplió las tareas emancipadoras que cualificaban la cultura como condición de desenajenación libertaria.
La gran motivación nacional para el despliegue de un inédito movimiento educacional de masas sería la meta de liberar del analfabetismo a más de 900 mil cubanos. Ese movimiento constituía para la época, el núcleo central de la movilización patriótica, ética y política que en los escenarios de la Ciénaga de Zapata se constituiría en fuerza decisiva para la derrota militar de los mercenarios del imperio.
II
Reflexiones en el aniversario de Playa Girón: La batalla de la alfabetización
Felipe de J. Pérez Cruz
La trascendencia histórica de la declaratoria del carácter socialista de la Revolución y la victoria de Playa Girón, cuyo 50 aniversario recién conmemoramos, rebasa el hecho de guerra y la heroicidad que le es inmanente. Los combates de la Ciénaga de Zapata se multiplican en un conjunto de acontecimientos, que expresan con particular fuerza la totalidad del colosal proceso de cambios que se puso a prueba y logró triunfar en los días de abril de 1961.
Los ataques aéreos y la invasión mercenaria dirigida y organizada por el gobierno de los Estados Unidos entre el 15-19 de abril de 1961, también incluían el fallido intento de destruir el impetuoso avance de la democratización y masificación de la educación cubana. Un acto de guerra contra la Campaña Nacional de Alfabetización que recién comenzaba.
La violencia reaccionaria al pretender aplastar la Revolución, concebía su hundimiento en la ignorancia y la incultura. Los propios acontecimientos lo prueban, la historia lo confirma en sus inobjetables hechos.
1961: La historia inmediata
El 1 de enero de 1961 se inicia para la Revolución como “Año de la Educación”, y su primara acción es la declaración oficial de comienzo de la Campaña Nacional de Alfabetización. La naturaleza esencialmente emancipatoria de la batalla cultural para la que Cuba se preparaba, recibe de inmediato el impacto de la agresividad de los Estados Unidos.
El 3 de enero rompe relaciones con Cuba el gobierno del país del Norte, acto que desataría una escalada de las acciones contrarrevolucionarias. El 5 de enero el plan terrorista diseñado desde Washington, asesta su primer crimen contra el “Año de la Educación” y la naciente Campaña Nacional de Alfabetización. Es asesinado en el Escambray el joven maestro voluntario Conrado Benítez García[23]. “Era pobre, era negro y era maestro. He ahí las tres razones por las cuales los agentes del imperialismo lo asesinaron; era joven, era negro, era maestro, era pobre y era obrero. He ahí dos razones más por las cuales los agentes del imperialismo lo asesinaron[24]", definiría Fidel Castro.
Para el 6 de febrero la dirección jesuita de la Escuela Electromecánica de Belén convoca a sus estudiantes a la huelga. El 22 de febrero la contrarrevolución vuelve a cobrar la vida valiosa de otro joven alfabetizador. Pedrito Miguel Morejón Quintana, joven alfabetizador popular de 20 años, es cruelmente acuchillado y ahorcado con alambres de púas, en San Pedro de Mayabón, provincia de Matanzas. El martes 28 de febrero se detona una bomba en Academia Nobel, ubicada en la Calzada de 10 de Octubre, en la barriada habanera de la Víbora, con el saldo de varios estudiantes, en particular muchachas y una de sus profesoras, heridas.
El 10 de marzo estudiantes de los colegios católicos llevan a cabo una provocación contrarrevolucionaria en Holguín, luego golpean salvajemente a uno de sus propios condiscípulos que se manifiesta a favor de la Revolución. La consigna de los provocadores es: “¡Abajo los libros!
Con la secuencia de crímenes y acciones de propaganda, la CIA perseguía atemorizar a las familias y a los jóvenes maestros que ya alfabetizaban, y entorpecer la salida masiva de voluntarios para cumplir la hermosa tarea. Pero la propia criminalidad del imperio moviliza el rechazo de la opinión pública. La Campaña fue creciendo en la sensibilidad del pueblo, y se convertirá en hecho de dignidad nacional.
El asesinato del joven Morejón Quintana realizado en una zona muy poblada resulta en un acontecimiento de desafío público a los terroristas. A pesar de la presencia de las bandas contrarrevolucionarias en la zona, los estudiantes de secundaria, en unión del pueblo realizan guardias de honor ante el féretro, y el entierro fue un masivo acto de reafirmación revolucionaria[25]. Las huelgas y atentados como el de la Academia Nobel precipitan la posición de numerosos estudiantes y jóvenes católicos a favor de la Revolución[26].
La actividad organizativa de la Comisión Nacional tampoco se detiene. El 16 de enero se inicia en todo el territorio nacional el censo de los analfabetos. El 6 de marzo comienza la inscripción masiva del estudiantado medio en las brigadas alfabetizadoras que llevarían el nombre del maestro asesinado “Conrado Benítez”. Otros centenares de jóvenes se integran a las unidades militares y como símbolo de que se trabaja no solo por el presente, sino también por el futuro, parte el primer grupo de becarios hacia la URSS y otros países socialistas para formarse como técnicos.
La dirección pedagógica de la Campaña previó validar en la práctica los materiales didácticos diseñados y ejercitar los procedimientos organizativos. Con este propósito parten en febrero las brigadas pilotos[27], dirigidas hacia grupos específicos de campesinos, carboneros, pescadores y mineros. Con las experiencias que se obtuvieran se pensaba perfeccionar la capacitación de los brigadistas en un curso previo que se fijó para la segunda quincena de abril en las instalaciones del antes exclusivo balneario de Varadero.
A principios de abril se han capacitado más de mil maestros normalistas y voluntarios para asesorar la Campaña. Ya trabajan más de dos mil subcomisiones técnicas a nivel de municipios y barrios, y laboran unos 500 técnicos responsabilizados con el apoyo metodológico a los alfabetizadores. En el sector productivo y de servicios estaban incorporadas 300 empresas[28]. El curso escolar se adelanta para concluirlo ese mes de abril y facilitar la incorporación como brigadistas alfabetizadores Conrado Benítez de 100 000 escolares y sus maestros.
Fidel Castro
El papel de la personalidad histórica de Fidel Castro en los acontecimientos educacionales de los primeros años de la Revolución debe subrayarse. Si bien la impronta fidelista de educador social[29], está unida indisolublemente a toda la actividad político social que realiza, su pedagogía revolucionaria se reveló con nitidez en la concepción y realización de la transformación socialista del sistema de educación neocolonial, y en particular en la dirección estratégica de la Campaña Nacional de Alfabetización.
En su estudio del legado martiano Fidel comprende desde muy joven, que los conceptos de José Martí sobre cultura y educación, progreso social y libertad, eran portadores de los ideales más progresivos de su época a escala mundial, y precisamente por ello tenían un sustrato de identidad con los presupuestos marxistas, pues los unía similar vocación humanista.
Fidel considerará que la transformación radical de las circunstancias trascendía lo político y socioeconómico, para dirigirse fundamentalmente a la esfera de la conciencia social, a la espiritualidad humana que referiría Martí[30]. Entonces desde el propio Programa del Moncada planteó más que un proyecto político, un gran proyecto educativo-cultural revolucionario, para poner fin al capitalismo en Cuba.
La aplicación por Fidel del principio martiano que concibe la educación como una tarea de todos, representó un viraje para la teoría educacional y la práctica pedagógica a nivel societal. La clara concepción martiana sobre el derecho a la educación de todos los ciudadanos y el deber de estos contribuir a la de los demás, transitó del pensamiento filosófico revolucionario cubano a la praxis de masas, y nutrió el debate político y la lucha contra los prejuicios pequeñoburgueses - cretinismo profesional según Marx-, en el seno de los profesionales formados en la sociedad capitalista neocolonial. Esta profunda intelección enriquecida por el marxismo, nutren los aportes teóricos de Fidel, y su concreción en la toma de medidas para avanzar la masificación y democratización de la educación, y desarrollar con éxito la Campaña Nacional de Alfabetización.
Precisamente el día de graduación del Primer Contingente de Maestros Voluntarios. Fidel anuncia públicamente la próxima batalla contra el analfabetismo: “El año que viene tenemos que establecernos una meta, liquidar el analfabetismo en nuestro país ¿cómo? movilizando al pueblo, estableciendo ese compromiso al pueblo (...) el compromiso de honor de aprender a leer y escribir si es analfabeto. Y ¿quiénes van a enseñar? El pueblo (...) Movilizaremos a todos los estudiantes y movilizaremos a cuanto ciudadano sepa leer y escribir, para que enseñe a aquel que no sepa leer y escribir”[31].
Ya en ese primer trimestre de 1961 el país vive bajo condiciones de guerra no declarada[32], sin embargo, Fidel no descuida la campaña de alfabetización[33]. El 23 de enero, durante la graduación del segundo contingente de maestros voluntarios, informa del asesinato de un joven maestro voluntario: Conrado Benítez, y con voz emocionada, demanda: "¡Después de muerto ese maestro seguirá siendo maestro! (...) Ese maestro es el mártir cuya sangre servirá para que nosotros nos propongamos, doblemente, ganar la batalla que hemos emprendido contra el analfabetismo.[34]”
El 28 de enero, en homenaje al natalicio de José Martí, el jefe de la Revolución preside la conversión de la antigua fortaleza militar de la ciudad de Santa Clara en una escuela. Casi al concluir sus palabras reitera que la alfabetización es una de las más grandes batallas por la cultura que haya librado ningún pueblo: "Va a ser una batalla verdaderamente épica, en que debe participar todo el pueblo". Y más adelante, afirma: "Hay que comenzar a organizar ese ejército y vamos a organizar cien mil jóvenes alfabetizadores que por lo menos tengan de sexto grado en adelante, y por lo menos 13 años de edad". Al mismo tiempo, exhorta a los jóvenes villareños, para que sean los primeros en inscribirse.
Fidel realiza varias visitas a la Comisión Nacional de Alfabetización y ultima detalles con sus directivos. El 28 de febrero, está en la despedida del primer grupo de jóvenes que integran las Brigadas Pilotos. Allí da indicaciones para la inscripción masiva de todos los que deseen integrar estas brigadas.
El 25 de marzo, Fidel confirma que "hay que dedicar todo el esfuerzo a esa Campaña, porque la batalla contra el analfabetismo se ganará, entre otras cosas, en la misma medida en que llevemos al ánimo de todos la importancia de este esfuerzo"[35].
El 9 de abril Fidel argumenta que no puede haber Revolución sin educación. En esta intervención, realizada en la clausura del ciclo de charlas sobre Educación y Revolución que se desarrolla en el espacio televisivo Universidad Popular, declara lo que ya era un principio de la propaganda revolucionaria: "Nosotros no le decimos al pueblo: ¡cree! Le decimos: ¡lee!".
Ese día 9 de abril Fidel, consciente de la próxima agresión militar, prepara al pueblo para pelear simultáneamente en los dos frentes de combate: "El mérito de nosotros no está ni estaría en rechazar cualquier ataque contrarrevolucionario sino en realizar al mismo tiempo la campaña de alfabetización. El hecho de derrotar a un enemigo que nos atacara no tendría mérito, o no sería enteramente tan satisfactorio, si ellos logran obstaculizar nuestra campaña"[36].
Abril de 1961
El sábado15 y el domingo 16 de abril de 1961 debía partir de la sede del Consejo de Alfabetización en La Habana y simultáneamente de los Consejos provinciales de todo el país, el gran contingente de jóvenes brigadistas Conrado Benítez. En Varadero todo estaba preparado para realizar en el curso intensivo de capacitación pedagógica, que pondría a los jóvenes y maestros en condiciones de iniciar la etapa masiva de alfabetización.
Ese 15 de abril, con los primeros claros del alba se realizó el artero bombardeo contra los aeropuertos en La Habana, San Antonio de los Baños y Santiago de Cuba, preludio de la invasión mercenaria que se iniciaría dos días después. En no pocos hogares de la capital cubana, mientras se escuchaban las detonaciones de las bombas enemigas y la respuesta de las baterías milicianas, se desarrollaba, paralelamente, otro acontecimiento, tan dramático como el que protagonizaban los soldados rebeldes y milicianos.
En esos mismos momentos partían de sus casas los jóvenes y maestros que se movilizaban para integrar el ejército de la Campaña Nacional de Alfabetización. El ataque terrorista corroboraba las denuncias de la dirección de la Revolución, en relación a la inminencia de una agresión militar directa de los Estados Unidos. Las columnas de humo y las sirenas de las ambulancias después de la retirada de los aviones enemigos, multiplicaban el impacto sobre la seriedad de la situación. Nadie dudaba ya que “los americanos” nos iban a invadir. La historia contada y los documentos disponibles, no recogen si en circunstancia tan extrema alguien se atemorizó y dejó de acudir a su cita con la patria. Lo que si resultó un hecho probado fue la masiva llegada de los jóvenes y maestros convocados al Consejo de Alfabetización en La Habana.
La partida hacia el Campamento de capacitación de la fuerza alfabetizadora en Varadero, es un hecho difícil de describir. Los protagonistas cuando testimonian se emocionan y estallan en sentimientos. Muchachos y muchachas de 14, 15, 16 y 17 años, sus maestros, padres, madres, hermanos y familiares, se colmaban de abrazos y cariños en la despedida.
Sin dudas se trataba de uno de esos momentos cruciales en la vida de los sujetos individuos-masas, donde el discurso de la historia palidece ante la epopeya. La familia cubana y la juventud emulaban en confianza y entrega, en compromiso patriótico: “La Campaña no se suspende, se mantiene”, fue la decisión unánime de los alfabetizadores y maestros, de sus padres y madres, de la familia revolucionaria cubana.
El día 16, en el sepelio de los caídos en los ataques aéreos, Fidel declara el carácter socialista de la Revolución: “¡Lo que no pueden perdonarnos los imperialistas es... que hayamos hecho una Revolución Socialista en las propias narices de los Estados Unidos!” El líder solicita en el histórico acto jurar defender “la Revolución de los humildes, por los humildes y para los humildes”[37]. Y el pueblo reunido en impresionante manifestación responde afirmativamente. En la ya histórica esquina del Vedado habanero, que conforman las calles 12 y 23, se levantan miles de fusiles en simbólica demostración del voto popular.
En Varadero, en el parque de las Ocho Mil taquillas –instalación hecha por la Revolución para facilitar el disfrute popular de la famosa playa-, está concentrado el contingente de alfabetizadores. Los brigadistas y maestros escuchan las declaraciones del Comandante en Jefe, y repiten simultáneamente el grito de ¡Patria o Muerte! ¡Venceremos! Y juran defender la Revolución Socialista.
Fidel ordena al finalizar el acto el “Estado de Alerta”. Las orientaciones del jefe de la Revolución son precisas. Junto al logro de la máxima preparación para el inminente combate, a la intensificación de las medidas de neutralización de la contrarrevolución interna, se ordena: “A los obreros, campesinos e intelectuales, a todo el pueblo trabajador, mantenerse en sus puestos y redoblar sus esfuerzos por la producción y la enseñanza”[38].
Durante el día 16 y aún el propio 17, continuaron arribando al campamento de Varadero otros contingentes de brigadistas procedentes del centro y el oriente del país. Sus historias cuentan que conocieron los hechos, entre parada y parada del tren que los conducía hacia el balneario. Como sus compañeros habaneros, su respuesta unánime fue la de continuar hacia Varadero.
Ya en la playa matancera un grupo de estudiantes de bachillerato de Holguín, recién llegados el 17, se propuso llegar a Girón para incorporarse a la batalla. Todos pertenecían a las milicias en su región, y se sabían relativamente cerca de los combates. Con la experiencia de infantería que poseían –se sentían “graduados” de combatientes después de vencer la caminata de 62 kilómetros que por entonces hacían los milicianos- pensaban marchar hasta la Ciénaga[39], pero el ímpetu de los jóvenes cedió frente a la serena persuasión de los responsables del campamento, que por demás les leyeron la Orden emitida por el Comandante en Jefe: "Cada cubano debe ocupar el puesto que le corresponda en las unidades militares y centros de trabajo sin interrumpir la producción, ni la campaña de alfabetización, ni una sola obra revolucionaria"[40].
En los escenario de la Batalla
En Girón, Mariano Mustelier, jefe de la milicia en el lugar, estaba de recorrido por la costa la noche del 17. Le acompañaba Valerio Rodríguez, un alfabetizador de 13 años de edad. El miliciano distingue una luz roja que no cesaba de pestañar. Mariano pensó que se trataba de un barco que iba rumbo a Cienfuegos y se había extraviado dentro de la bahía. Montó en un jeep y se dirigió rumbo al este, para auxiliar a la que creía embarcación en riesgo. El alfabetizador, saltó rápidamente al vehículo.
El parpadeo de la luz roja procedía de los equipos de luces que estaban colocando los hombres ranas que aseguraban el desembarco mercenario. Cuando el jeep enfocó la costa el jefe del grupo mercenario decidió disparar directamente contra el vehículo. Aquellos fueron los primeros disparos realizados por la fuerza invasora en Bahía de Cochinos. Quien disparó fue el estadounidense agente de la CIA Grayston Lynch[41].
Los faroles del jeep saltaron por los aires y algunos fragmentos hirieron a sedal en un ojo a Valerio Rodríguez. Simbólica paradoja. Los primeros disparos efectuados en la invasión que se proponía liquidar la Revolución Cubana, habían sido efectuados por un oficial norteamericano; y el primer herido era un alfabetizador de las brigadas pilotos, que se encontraba allí enseñando a leer y escribir a los carboneros del lugar[42].
Mientras en Girón Lynch disparaba contra Mustelier y Valerio; en Playa Larga, las primeras balas milicianas que rechazaron el desembarco mercenario, salieron de la ametralladora BZ del miliciano Ramón González, servida por tres brigadistas. Ellos ocasionaron las primeras cuatro bajas a los mercenarios[43].
La presencia de los alfabetizadores desde los primeros momentos del enfrentamiento no fue un hecho fortuito. Cuando los mercenarios llegaron a la Ciénaga de Zapata trabajaban allí desde febrero, 30 alfabetizadores, integrantes de las brigadas piloto[44]. El 13 de abril la prensa se hacía eco de la voluntad de los alfabetizadores y analfabetos de la Ciénaga de Zapata, de erradicar el analfabetismo[45]. Cuando cuatro días después esa disposición se vuelca a la resistencia y el rechazo frente a los agresores. Junto a la población cienaguera los jóvenes alfabetizadores sufrieron los embates de la aviación y la artillería mercenaria. La mayoría logra ser evacuada hasta las líneas donde se encuentran las fuerzas revolucionarias, otros evaden a los mercenarios protegiéndose en la conocida profundidad del pantano.
La historia de quienes fueron apresados por los mercenarios resulta una irrefutable prueba de la entereza moral de aquellos jóvenes[46]. El testimonio de Patria Silva Trujillo, brigadista de 19 años, compañera de Valerio, es impactante: Patria Silva cuando se percata de la invasión, trata de movilizar a los pobladores para evacuarlos, pero ya los mercenarios habían tomado el batey. Ella, la maestra de la escuela rural y otros pobladores son hechos prisioneros. El rechazo de la joven hacia sus captores la hace centro de presiones psicológicas, tratan los apátridas de doblegar a la joven mujer y cuando no lo logran la acusan de ser una “comunista fanática”. En su huida los mercenarios intentarían tomarla como rehén.
Entrevistada cuatro décadas después, Patria Silva se reafirmaba en “el orgullo de haber participado en la gesta de Girón y combatido sin armas, solo con mis ideas. Eso fue hermoso, aún cuando me dejó para siempre profundas secuelas psíquicas. La Campaña la pude hacer hasta junio porque caí en schok y este degeneró en neurosis traumática. Estuve hospitalizada varios meses. Incluso, yo fui una de las testimoniantes cuando el proceso de la Demanda del pueblo de Cuba al gobierno de Estados Unidos por daños humanos”[47].
Combatientes y pobladores cuentan la preocupación de Fidel por conocer la suerte de cada uno de los jóvenes brigadistas destacados en la Ciénaga. No descansó hasta que tuvo información de cada uno.
En Girón al decidirse el destino de la Revolución Cubana, se decidió también el triunfo de la Campaña. “Uno de los grandes méritos de aquel año – afirmaría después Fidel Castro – fue el haber mantenido la Campaña de Alfabetización en medio de la invasión de Girón”[48].
Estudio, trabajo y fusil
En un pizarrón utilizado en Playa Girón se podía leer en esos días: “Estudio, Trabajo y Fusil”. La consigna hecha realidad ante el ataque armado imperialista, escrita por un anónimo alumno, quizá por uno de los milicianos que hasta allí llegaron barriendo a los invasores, testimonió durante años a los visitantes del Museo Nacional de la Alfabetización, esa peculiar, sensitiva y épica, relación entre educación, defensa y patriotismo que desencadenó la Revolución Cubana.
Las 66 horas de combate para vencer a los invasores y la movilización militar nacional que las acompaña, expresan el acto más dramático y decisivo, del conjunto de batallas de clase que caracterizan el escenario histórico cubano en abril de 1961. Girón fue en tanto victoria militar, el triunfo político del socialismo. Este hecho sustantivo que marca a nivel cultural e ideológico el curso de los acontecimientos futuros en todo el país, se multiplica en una trascendente batalla por la educación y la cultura, por la conquista de la hegemonía ideológico cultural socialista.
Al declarar públicamente el carácter socialista de la Revolución, Fidel y la dirección revolucionaria, realizaron un acto pedagógico de trascendental importancia. Antes de ir al combate, se esclarece al pueblo lo que hasta el momento había sido un fin que de proclamarse antes del momento exacto, hubiera levantado serios obstáculos. La eticidad martiana de Fidel es el sustrato de esta decisión, que sin dudas fue seriamente evaluada. La honestidad, la ejemplaridad, el valor personal y la audacia que dibujan el liderazgo del líder de la Revolución Cubana, ratifican su singular aporte a los acontecimientos. El 16 de abril de 1961 fue el momento exacto para dar una sacudida definitiva al anticomunismo en el seno de la sociedad civil cubana.
La coincidencia de la declaración del carácter socialista de la Revolución y de la batalla de Girón, con el momento más importante de la Campaña de Alfabetización, cuando se preparaban para partir hacia todos los rincones del país los jóvenes componentes del ejército alfabetizador, en plena manifestación de la liberación de la espiritualidad y la solidaridad de los humildes; dotará el naciente socialismo cubano de una praxis humanista de sólida implantación.
Después de Girón, la alfabetización se convirtió en una batalla moral, política e ideológica decisiva para el triunfo de la alternativa socialista. El próximo 22 de diciembre, día del triunfo de la Campaña Nacional de Alfabetización, estaremos justo en el momento que marcan los 50 años de aquella proeza educacional. A tan crucial tema dedicaré una próxima entrega.
En tanto asumo la historia en su pertinencia para la construcción prospectiva, me interesa proponer cinco puntos de análisis, con el propósito de adelantan un debate que no puede esperar por la magna efeméride de diciembre:
UNO: El movimiento educacional de masas realmente existente en los primeros años de la Revolución, desbordaba las posibilidades de una institución gubernamental, y reclamaba y construía para sí su propio protagonismo. En tal coyuntura las instituciones estatales, el Ministerio de Educación en particular, cumplió de manera acertada la tarea organizacional, científico sistematizadora y facilitadora, que demandaban la sociedad civil revolucionaria, las organizaciones y asociaciones, las familias y los múltiples sujetos colectivos e individuales de la Cuba de aquellos años.
DOS: La base del movimiento educacional de masas, estuvo en el amplio movimiento nacional de reafirmaron patriótica que se conformó desde la sociedad civil, al calor de la insurrección armada, la huelga general revolucionaria de enero y el triunfo revolucionario, que se convirtió bajo la pedagogía revolucionaria de Fidel Castro y la acción cohesionadora del Ejército Rebelde-, en un sujeto colectivo, fuente de poder real y de iniciativa histórica. Movimientos como este, al decir de Carlos Marx, constituyen el fundamento de toda la historia[49]. En ellos está la fuerza de sobrevivencia y reproducción de las revoluciones socialistas.
El liderazgo estratégico de la Revolución se forjó inserto en esta realidad, aprendió, estudió y construyó las alternativas y decisiones de victoria, en medio de tal explosión de pueblo, en la articulación de la unidad ideológica y organizacional, concitando los disímiles protagonismos, con el trabajo de movilización y persuasión de base en las organizaciones y asociaciones, con los hombres y mujeres de pueblo, en diálogo permanente con la juventud, en asambleas-declaraciones multitudinarias. Así nació en aquellos días decisorios de abril 1961 el actual Partido Comunista de Cuba.
TRES: Destacar el papel de la personalidad histórica de Fidel en los acontecimientos escolares y en la alfabetización, fundamenta la validez de considerarlo un pedagogo de la Revolución, como certeramente lo catalogara Paulo Freire[50]. Con tal definición no solo se refería el ilustre filósofo brasileño a los aportes que le reconocía al líder cubano en el campo propiamente educacional. Estaba presente la comprensión de la concepción gramsciana[51] sobre el rol de la educación como aparato de construcción de hegemonía en el seno de la sociedad civil, la certera idea del teórico marxista italiano, sobre la consideración del carácter de relación eminentemente pedagógica, que asume la lucha de clases en el campo ideológico cultural. Esta concepción matriz que hizo praxis de éxito el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, resulta uno de sus más imperecederos legados.
CUATRO: Mientras exista el imperialismo y gobiernos genocidas en los Estados Unidos, la dialéctica de la Revolución Cubana pasa por una constante atención a la defensa armada. Las finalidades de la Revolución se inscriben en tareas tan dignificadoras como lo fue la propia alfabetización. La existencia de unas potentes Fuerzas Armadas y la preparación militar de todos los patriotas cubanos en tanto, constituye un medio fundamental para defender y llevar a feliz término esos fines humanistas. Y la educación y la cultura necesariamente serán tareas de paz, con una insoslayable misión defensiva.
La elevación del trabajo educacional al plano de la lucha por la defensa de la Revolución, no pasa solo por la voluntad de unos u otros dirigentes revolucionarios, trasciende la posibilidad de ministerios e institutos gubernamentales. Se pelea y articula en la construcción y el desarrollo ascendente, de un sólido y masivo movimiento educacional de masas. Esta verdad histórica nunca se nos puede olvidar.
CINCO: La prioridad política con que aparece la Campaña Nacional de Alfabetización en la estrategia revolucionaria cubana, sin lugar a dudas, precisó en los albores del proyecto socialista, lo que Fidel Castro Ruz y Ernesto Che Guevara definirían como posición principista de la dirección revolucionaria del país, frente a los criterios prevalecientes en el socialismo europeo que les fue contemporáneo: Crear riquezas con la conciencia y no conciencia con la riqueza. Y esta idea medular es hoy vital al empeñarnos en construir un inédito modelo económico y trabajar por la sobrevivencia y el desarrollo del socialismo, en medio de un mundo en peligro de extinción, donde es hegemónica la filosofía del tener sobre la del ser, donde el más vulgar de los materialismos - el del consumismo y el neofascismo-, pretende completar la enajenación del capital, con la muerte del ser consciente.
[2] Ver: Felipe de J. Pérez Cruz: La alfabetización. 1959 -1961 Un Movimiento educacional de masas en la construcción y triunfo de la alternativa socialista cubana, Tesis para optar por el grado científico de Doctor en Ciencias Pedagógicas (Historia de la Educación), Instituto Superior Pedagógico "Enrique José Varona", La Habana, 2000.
[3] En La Historia me absolverá, que recoge el alegato de Fidel Castro Ruz ante el tribunal que lo juzgaba por los acontecimientos del 26 de julio, se hará público por primera vez este Programa nacional liberador.
[4] Ver: Felipe de J. Pérez Cruz: Las coordenadas de la alfabetización, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1988, 86 y ss.
[5] Felipe de J. Pérez Cruz: La alfabetización en Cuba. lectura histórica para pensar el presente, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2001, ps. 88-89
[6] República de Cuba. Censo de población, vivienda y electoral, enero 28 de 1953. Imprenta P. Fernández y Cía. 1955 p 145 y s. s.
[7] . “Comisión Investigadora y Depuradora del Personal del Ministerio de Educación y sus Dependencias”. Resolución 07250 (19-1-1959). Archivo Central MINED.
[8] José Martí, Obras Completas, Editorial Nacional de Cuba, La Habana.1965, tomo 8, p 290
[9] Ver: Luis M. Busch Rodríguez: Gobierno Revolucionario Cubano: génesis y primeros pasos, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1999.
[10] “Ley 680 de diciembre 23 de 1959”. Gaceta Oficial de la República (Extraordinaria No. 59) La Habana. 24 de diciembre de 1959.
[11] Fidel Castro Ruz, "Comparecencia en el programa de televisión 'Telemundo Pregunta", 22 de abril de 1960. Versión taquigráfica de las Oficinas del Primer Ministro, Centro de Documentación del Comité Central del Partido Comunista de Cuba.
[12] Armando Hart Dávalos, Ministro de Educación: Sobre el año de la educación, Educación y Revolución. Universidad Popular. Sexto Ciclo. Imprenta Nacional de Cuba, La Habana 1961, p. 14
[13] El 5 de marzo se crea la Comisión Nacional de Alfabetización y Educación Funcional. Ver: Comisión Nacional de Alfabetización y Educación Fundamental”. Resolución Ministerial (5-3-1959). Archivo Central MINED.
[14] Fidel Castro Ruz. “Discurso de clausura del Primer Congreso Nacional de Maestros Rurales”, 27 de agosto. De 1959. Versión taquigráfica de las Oficinas del Primer Ministro. Centro de Documentación del Comité del Partido Comunista de Cuba.
[15] Armando Hart Dávalos: Testimonio al autor, octubre del 2000.
[16] Mediante la Ley no. 76 del Gobierno Revolucionario de febrero de 1959.
[17] Ver: Andrés Zaldívar Diéguez y Pedro Etcheverry Vázquez: Una fascinante historia. La conspiración trujillista. La Habana, Editora Política, 2009.
[18] Ver: Jorge Luis Betancourt: Victoria sobre una traición, Casa Editora Abril, La Habana, 2009
[19] Ramón Torreira Crespo y José Buajasán Marrawi: Operación Peter Pan. Un caso de guerra psicológica contra Cuba. Editora Política, La Habana, 2000, s 9 y ss.
[20] Ver: " "A Program pf Covert Actiom Against the Castro Regime", Washington, 16 de marzo de 1960, en Tomás Diez Acosta: La Guerra encubierta contra Cuba, Editora Política, La Habana, 1997; Manuel Hevia Frasquieri y Andrés Zaldívar Diéguez: Girón preludio de la invasión. El rostro oculto de la CIA, Editorial Capitán San Luis, La Habana, 2006.
[21] Cuando fueron asesinados por los colonialistas siete estudiantes de medicina. Ver: Luis Felipe Le Roy y Galvez: A cien años del 71. El fusilamiento de los estudiantes, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1971.
[22] Fidel Castro Ruz, "Discurso pronunciado el 27 de noviembre de 1960 en la escalinata de la Universidad de La Habana, en: Obra Revolucionaria, La Habana, no 31, 1960, p 11 -12.
[23] Conrado Benítez García fue asesinado junto al campesino Heleodoro Rodríguez Linares. Ver: Revolución, La Habana, 24 de enero de 1961, p 1 – 2; Pedro Etcheverry Vázquez y Santiago Gutiérez Oceguera. Bandidismo. Derrota de la CIA en Cuba, Editorial Capitán San Lis, La Habana, 2008, p 118-119
[24] Fidel Castro Ruz, "Saluda el Dr. Fidel Castro a los maestros voluntarios y rinde tributo a un mártir", Obra Revolucionaria, no. 5, Imprenta Nacional de Cuba, La Habana, 1961, p 34.
[25] Olga Montalván: De Conrado a Manuel. Ediciones Unión. La Habana, 1994, p 19; Pedro Etcheverry Vázquez y Santiago Gutiérez Oceguera: Ob. cit, p 131.
[26]“Grave denuncia de los estudiantes de Belén, Hoy, La Habana, 2 de marzo de 1961; "Con Cristo y la Revolución gritan alumnos de La Salle", Revolución, La Habana, 12 de abril de 1961
[27] Partieron hacia toda la isla 300 jóvenes alfabetizadores", Revolución, La Habana, 1 de marzo de1961, p 6
[28] Armando Hart Dávalos, Ministro de Educación: Sobre el año de la educación, Ob. cit., p. 17
[29] Ver: Rolando Buenavilla Recio: José Martí, educador social, IPLAC - UNESCO, La Habana, 1997.
[30] Felipe de J. Pérez Cruz: Fidel Castro: Educación y Campaña de Alfabetización en Cuba; Revista Honda, La Habana, No. 16 del 2006, p 11; Portal de José Martí: http://www.josemarti.cu/files/Fidel.
[31] Fidel Castro Ruz: "Graduación del Primer Contingente de Maestros Voluntarios", Revolución, La Habana, 30 de agosto de 1960, p. 8.
[32] Ver: Juan Carlos Rodriguez: Girón. La batalla inevitable. La más colosal operación de la CIA contra Fidel Castro, Editorial Capitán San Luis, La Habana, 2010; Tomas Diez Acosta: “Frente a las amenazas agresivas Cuba preparó su defensa”, XX Congreso Nacional de Historia, Unión Nacional de Historiadores, La Habana, febrero del 2011
[33] Ver: Eugenio Suárez Pérez: Campaña de alfabetización cubana 1961, Bohemia, 12 de mato del 2006, http://www.bohemia.cu/2006/12/05/.
[34] Fidel Castro Ruz: Saluda el Dr. Fidel Castro a los maestros voluntarios y rinde tributo a un mártir", Obra Revolucionaria, no. 5, 25 de enero de 1961, p 36.
[35] Fidel Castro Ruz: Discurso pronunciado en el acto homenaje al Periódico Revolución, con motivo del Premio que le fuera otorgado por la Organización Internacional de Periodistas, el 25 de marzo de 1961, Obra Revolucionaria, La habana, No. 11, 26 de marzo de 1961, p 16
[36] Fidel Castro Ruz: "Conferencia en el ciclo de la Universidad Popular Educación y Revolución", La Habana, 9 de abril de 1961, Obra Revolucionaria, La Habana, no. 19, 1961.
[37] Fidel Castro Ruz: “Discurso de Fidel Castro tras el sepelio de las víctimas del bombardeo a la Habana”. Obra Revolucionaria, no 15, La Habana. 16 de abril de 1961 p 28.
[38] Fidel Castro Ruz: “Declaración de Estado de Alerta”, Revolución, La Habana, 17 de abril de 1961, p. 1.
[39] Brigadista Conrado Benítez, Elio Cordero Roja. Testimonio al autor. Abril del 2011.
[40] Ident. Ant.
[41] Ver: Peter Wyden: Bay of Pigs. The Untold History, Simon and Schuster, New York, 1979
[42] Juan Carlos Rodríguez: Ob. cit, p 275.
[43] Miguel Ángel Sánchez: Girón no fue solo en abril, Editorial Orbe, La Habana, 1979. p 111
[44] "Alfabetización en la Ciénaga de Zapata", Revolución, La Habana, 18 de febrero de1961, p 3.
[45] “Erradicarán en la Ciénaga de Zapata el analfabetismo", Revolución, La Habana, 13 de abril de 1961, p 13
[46] “Yo fui prisionero de los mercenarios, dice alfabetizador", Bohemia, La Habana, 30 de abril de 1961, ps. 58 y 75;
[47] Iraida Calzadilla Rodríguez: "Solo tenía como arma mis ideas", Campaña de Alfabetización: Aniversario 40, http://www.granma.cubaweb.cu/index.ht
[48] Fidel Castro Ruz. “Discurso en la clausura del VII Congreso del Sindicato de Trabajadores de la Educación, la Ciencia y el Deporte. Granma. La Habana. 24 de diciembre de 1997 p 4
[49] Carlos Marx y Federico Engels: Obras Escogidas, Editorial Progreso, Moscú, 1976, t I, p 39
[50] Freire, Paulo, Esther Pérez y Fernando Martínez: (1997): Diálogos con Paulo Freire, Colección de Educación Popular, Editorial Caminos, La Habana, p. 14.
[51] Ver: Antonio Gramsci: "Pedagogía y política", en Textos de Antonio Gramsci. La alternativa Pedagógica, Editorial Fontamara, Barcelona, 1981.
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