La propuesta de “transición madura” para Cuba del diputado uruguayo Ricardo Berois, está podrida de malas intenciones.
Por Orlando Cruz Capote, Dr. e Investigador auxiliar
Los cubanos estamos acostumbrados a que constantemente se transmitan imágenes, escriban textos y expresen informaciones e interpretaciones muy tergiversadas y distorsionadas sobre nuestra realidad social, política y económica. Ello sucede cada día y en cada instante, desde hace 53 años, por los grandes medios de comunicación capitalistas internacionales, hoy transnacionalizados. Y no solo las grandes corporaciones mediáticas sino que, muchas veces, esta ignominiosa tarea la están acometiendo la pequeña y mediana prensa -ahora digital- en las más variadas latitudes geográficas. Todas bajo la batuta del imperialismo estadounidense, a solo 90 millas de nuestras costas, que nos arremete con agresiones de toda índole y que tiene un férreo bloqueo contra Cuba. Aunque tenemos también miles y millones de amigos y compañeros de lucha: Cuba nunca ha estado sola frente al injerencismo y el intervencionismo de la elite de poder de Washington y la derecha continental.
Los cubanos, con extrema paciencia y experiencia acumulada, hemos ido solventando y respondiendo a esas mentiras e infundios con la verdad, con argumentos e ideas irrebatibles, lógicas y racionales. Y siempre sin imponer criterios, sino tratando de persuadir, convencer y procurando ser lo más objetivos posibles. Pues nosotros conocemos, mejor que nadie, cuáles son nuestras virtudes, logros y deficiencias, aquellas que lastran el proyecto revolucionario y socialista que no es perfecto, ni pretendemos que lo sea, pero que sí siempre será perfectible. El día que una obra humana sea perfecta, se termina la vida, el desarrollo y la creación. Como también conocemos los estados de opinión críticos de la población en sus diferentes componentes, que reconocemos es diversa y muy plural. Eso no es una debilidad sino una fortaleza para el proceso revolucionario cubano, como lo es el partido único de la nación cubana, el Partido Comunista de Cuba.
Pero nos cuesta acostumbrarnos a que algunas personalidades de la política -sean de izquierda, de centro o de derecha- que han sido recibidos en nuestra patria hospitalariamente, con atenciones exquisitas, solidarias y respetuosas, se aprovechen y luego se ofrezcan a su salida de Cuba a emitir opiniones superficiales, mentirosas y calumniosas sobre la Revolución Cubana, criterios que están además saturados de manipulaciones y malas intenciones.
Y tampoco se trata que un visitante, por muy honorable que sea, tenga que coincidir o no, menos plenamente, con nuestro sistema político y las formas de pensar y hacer de un pueblo patriota, del gobierno y de un Estado-nación independiente y soberano. Y eso hay que declararlo y tenerlo diáfanamente definido porque hace 53 años la Mayor de las Antillas alcanzó su verdadera y plena liberación nacional y social. Y esa independencia y soberanía no puede calumniarse, ni mancillarse por nadie ni nada.
Por esas razones deseo, primeramente, rendir tributo a la patria del prócer independentista y latinoamericanista José Gervasio Artigas, de la República Oriental del Uruguay. Como también a Rodney Arismendi, al Frente Amplio, a Tabaré Vázquez y José Mújica, este último actual presidente del país. A José Enrique Rodó, Julio Herrera y Reissig, Juana de Ibarbourou (también conocida como Juana de América), María Eugenia Vaz Ferreira y Delmira Agustini, Juan Carlos Onetti, Francisco Espínola, Felisberto Hernández, Idea Vilariño, Horacio Quiroga, Eduardo Galeano, Mario Benedetti, entre otros, que tanta influencia ejercieron en el panorama histórico, político y cultural de Cuba en todos los tiempos históricos hasta la actualidad. En fin, a todo el pueblo uruguayo y a su permanente solidaridad militante a favor de Cuba y su proyecto socialista auténtico y autónomo.
Deseo tratar con respeto y ética al diputado uruguayo Ricardo Berois, distinguido representante del Parlamento de esa hermana nación, a quien nuestro Apóstol representó y admiró extraordinariamente en el siglo XIX. Por eso hasta reproduzco gran parte de lo que este parlamentario ha escrito, con vistas a que todos conozcan lo que este distinguido hombre de experiencia política -por lo menos debía tenerla o si no poseer cierta sensibilidad y tacto político- fue capaz de expresar en un periódico digital sobre Cuba. La fuente se ofrece gratuitamente por este modesto académico cubano. Porque no tenemos miedo a debatir y polemizar. Ni queremos ocultar nada en absoluto. La verdad ha sido y será nuestra divisa.
El legislador Ricardo Berois, en un artículo publicado en el diario TRIBUNA, del 1ro de junio de 2011, que titula “Cuba necesita una transición madura”, afirma que vino a Cuba para participar en una reunión de Asuntos Económicos del Parlamento Latinoamericano y que estuvo en La Habana durante sólo tres fugaces días, del 25 de mayo hasta, parece, el 28 0 29 del mismo mes.
Y como escritor mediocre que trasluce en su periodismo “opinático”, inmediatamente expresa que, luego de 11 años de ausencia, no percibió cambios significativos en la Isla. Una primera trampa de contenido y forma de la cual no pudo salir a lo largo del texto especulativo que publicó de manera ágil e irrespetuosa. Esa auto-limitación inicial declarada le hace esclarecer apresuradamente que “[…] Claro está, que fue muy corta la estadía y muy corto el tiempo que tuve para caminar por La Habana, para hablar con propiedad de los cambios estructurales, pero no llegué a percibir los “enormes” cambios que me habían anunciado”.
El que escribe estas líneas de respuesta al señor Berois desconoce la agenda económica -que debió tener también un contenido político y social- de la reunión de los Parlamentarios Latinoamericanos en Cuba; las discusiones que allí se sucedieron y los pormenores del plan de trabajo anexo a este encuentro y por lo tanto no puede expresar alguna idea al respecto. Pero debió ser muy interesante e importante el encuentro dado el clima de auge progresista existente en América Latina y el Caribe.
Sin embargo, Berois sí tuvo tiempo suficiente para reunirse con Yoani Sánchez -la bloguera contrarrevolucionaria y mercenaria- a la que tildó de “valiente e inteligente” y su esposo Reynaldo. El “pobre” Berois, con esta primera declaración de principios, se descubre porque expresa que “gracias a los buenos oficios de mi amigo Jaime Trobo” pudo pasar las fronteras.
Y se desprenden, luego de esa afirmación, un grupo de interrogantes sencillas: ¿Cuáles límites o fronteras traspasó, señor Berois? ¿Tenía autorización para ello, señor Berois? ¿Actuó dentro del protocolo de la visita oficial de un diputado de Nuestra América a Cuba? ¿La Asamblea Nacional del Poder Popular de la República de Cuba conocía su agenda extra plan o secreta? ¿Verdaderamente se arriesgó a reunirse con estas personas, junto a otros parlamentarios, sin comunicar a la parte cubana, por decencia y honestidad, que iba a realizarlo? ¿O realmente estaba autorizado por el gobierno cubano a desandar libremente en la capital de la república y entrevistarse con quien quisiera? Nada extraño para un país que nada tiene que esconder y sí mucho que mostrar.
Señor Berois, ¿pretende vender a los incautos e ingenuos una “aventura política” misteriosa de la cual salió ileso de ese sistema que, según usted, lo controla todo, lo censura todo, lo oprime y reprime todo y lo prohíbe todo?
¿No conoce a Yoanis Sánchez ni por referencias? ¿O se está haciendo pasar por un cándido, un inocente, al buscar a esta dama que en su tolerada carrera política en la Cuba socialista ha tenido ingresos de más de medio millón de pesos (entre euros y dólares) que le han sido otorgados a través de “premios” internacionales, o entregados por ONGs de perfil anticubano, o personalmente por funcionarios de las embajadas de la Unión Europea en La Habana y la Oficina de Intereses de los Estados Unidos de América (SINA)? ¿Sabía eso el señor diputado? Parece que sí, aunque lo oculta y le miente a la opinión pública de su país y del mundo.
Más adelante el diputado Berois agregó, en su artículo de marras, con un estilo lacónico y preocupado, que resulta “[…] dignificante ver como desde la oscuridad, donde imperan innumerables ataduras, insultos, censuras y una vigilancia permanente, con sólo el arma de la inteligencia, el arrojo y sobre todo la convicción se puede luchar por un espacio de libertad, tan esperado y largamente postergado”.
Y continuó diciendo, con su enconada convicción anticomunista y muy lejos de la izquierda revolucionaria, que estos dos personajes, “[…] no tienen partido político, no defienden una ideología política, no son de derecha, ni de izquierda, ni liberales, ni socialdemócratas. Yo soy, dice Yoani, “pos-moderna” así se define, sólo quiere dar pasos para que en Cuba se respire libertad, se respete la opinión ajena, se pueda convivir con ideas diferentes, donde los cubanos se puedan expresar, que el pluripartidismo sea una realidad, donde el desarrollo sea parte de lo que se construye entre todos, en el libre pensamiento del accionar de cada ciudadano”.
Y es aquí donde se vuelve a desenmascarar el diputado Berois. El ilustre parlamentario ingresó a Cuba con una predisposición, con prejuicios y con una agenda elaborada a priori. El sí conoce a algunos de los llamados “disidentes” cubanos y tiene de ellos una clara impresión de acuerdo a su propia posición y convicción política e ideológica. Pero, si acaso no se percibiera ignorancia política en ese discurso, sería bueno preguntarle al señor Berois: ¿existe realmente para usted la posición apolítica, desideologizada y neutral? Si me responde que sí, o está volviendo a mentir o simplemente debe re-ingresar rápidamente a una universidad para cursar un postgrado de ciencias políticas.
Al unísono, el diputado Berois, quien le hace una mala jugada al gobierno de José Mújica y a la integración latinoamericana en curso, posee una irreal apreciación y percepción de los patriotas y revolucionarios cubanos y mucho más de la obra de la Revolución. Y se brinda el lujo, nada imparcial, de desconocer y no interesarse en la misma en absoluto. Porque el parlamentario, que tiene poder de síntesis para hablar de lo que desea, parece que no puede realizar balances críticos justos -y dice nombres (¡que Dios lo ampare!) con entera libertad de lengua viperina- y por eso expresa a continuación que “[…] no es eso lo que quiero compartir con ustedes, sino la sensación que uno tiene cuando intenta hablar con la gente, esa que “vive y siente en la calle” al decir de Luis Alberto de Herrera”.
Y añade el señor Berois acerca de Yoani, con un libertinaje tremendo, que ésta se propuso, “[...] dar a conocer al mundo lo que se siente y se murmura en voz baja, pero que por miedo no se atreven a denunciar en público los cubanos”. O sea que esa parece ser la fuente primaria y única para informar a Uruguay y al mundo de la realidad cubana.
Menuda tarea la del excelentísimo diputado uruguayo. Es triste ver como se transfigura una personalidad política en un cliente del imperio y de la derecha más acérrima del continente. Y no estamos ofendiendo de forma grata ni infundada, porque resulta que a Cuba han llegado otros representantes de la derecha planetaria, y hasta del stablischment norteamericano, y no han hecho burdas declaraciones posteriormente. Al César lo que es del César. Por lo tanto, siempre hemos sido muy respetuosos con los puntos de vista opuestos. Pero hay que respetar los nuestros. El diálogo tiene que realizarse con ética y equidad, sin condicionamientos y chantajes, menos con mentiras.
De ese encuentro -en el que afirma estuvieron otros parlamentarios latinoamericanos, continua Berois hablando de más o dando señales provocativas de “embarcar” en su empresa anticubana y antisocialista a los demás diputados presentes en esa reunión- extrae una conclusión escalofriante para un hombre que ha declarado que no conoce en profundidad el proyecto revolucionario cubano y a su gente, muchos menos de los procesos en curso, pues hay que recordar que vino a la Isla luego de celebrarse el VI Congreso del Partido Comunista de Cuba.
El diputado Berois escribe de forma muy ligera -que es lo mismo que con desparpajo e irreverencia para un hombre que debe ser más diplomático y político- que “[...] Fue realmente una experiencia inolvidable, que nos hizo recordar nuestra lucha en los años de la oprobiosa dictadura, y parece increíble que en pleno siglo XXI, en civilizaciones tan cercanas se pueda justificar lo injustificable, con tanta hipocresía, azuzando el fantasma del imperialismo “Yanqui”, con el sólo interés de mantener un socialismo opresor que ha fracasado estrepitosamente y que necesita, en forma urgente, una transformación profunda”. ¿A qué viene esa comparación de la Cuba libre y soberana, antiimperialista, socialista y solidaria con las dictaduras uruguayas (1973-1985) y del subcontinente? Hasta la “objetiva” wilkipedia admite que hubo cientos de asesinatos, muertos, torturados, exilados y más de 140 desaparecidos en Uruguay. En resumen, miles de simples ciudadanos uruguayos que por pertenecer y sin pertenecer a las diversas organizaciones de izquierda fueron acusados y perseguidos, torturados, asesinados y desaparecidos -perdone la redundancia, pero usted no parece haber sido un “Tupamaro” y puede que haya perdido la memoria histórica- por el Ejército la policía y los servicios especiales o de inteligencia y cuerpos represivos, así como los ilegales grupos paramilitares todos asesorados por la CIA, el FBI de los EE.UU.
Por otra parte, ¿usted cree firmemente que el imperialismo estadounidense es un fantasma, al igual que el tenebroso “Plan Cóndor”? ¿Usted luchó contra esas tiranías, estuvo preso o en el exilio y luego se hizo converso -travestismo político le decimos por acá- a la causa por la cual ahora está presto a luchar contra Cuba? ¿Está usted de acuerdo en sancionar a los asesinos y torturadores del pueblo uruguayo y sudamericano? ¿Está usted de parte de los numerosos familiares que piden justicia por sus seres queridos desaparecidos?
Lo que queda del artículo de Ricardo Berois es sumamente ultrajante para Cuba y su pueblo trabajador, el cual ha ofrecido una resistencia moral ejemplar ante las agresiones constantes de los gobernantes de Washington y que continúa contra viento y marea en su lucha por el desarrollo. Veamos lo que escribe el diputado uruguayo: “[...] Nos queda la esperanza que no será la biología la única capaz de terminar con los hermanos Castro, sino que desde dentro del propio Régimen se promuevan los tan necesarios cambios, por los que luchan Yoani, Reinaldo y tantos cubanos que se movilizan en el silencio; porque nos fuimos convencidos que la voz de Yoani y Reinaldo es la de millones de cubanos que luchan por un país libre y soberano”.
Ver para creer. Nadie se atrevería a esa desproporcionada irresponsabilidad de un diputado si no se deseara dañar intencionalmente las relaciones diplomáticas entre Cuba e Uruguay, se quiera obstaculizar la integración de la América nuestra, se pretenda estimular una posible e improbable respuesta parlamentaria cubana que puede llegar a negarle la visa para otra ocasión e intentar limitarle su movimiento en Cuba -que no lo creo-, pues usted que se ha envalentonado tanto tiene que reconocer que aquí hay libertad suficiente para los que tienen inmunidad parlamentaria, para cualquier turista o visitante que se respete y se dé a respetar, e incluso para Yoani, Reynaldo y los demás miembros de los grupúsculos contrarrevolucionarios.
Sus deseos, diputado Berois, son una verdadera pesadilla para usted mismo. Y perdóneme la redundancia y hasta la posible falta gramatical. Los cubanos de la Isla estamos enfrascados en una misión histórica por mejorar el socialismo, vamos a cambiar todo lo que debe ser cambiado y a re-actualizar nuestro socialismo, pero no podemos tomar como ejemplo las ideas apátridas y lacayunas de Yoanis, Reynaldo y comparsa. Mucho menos la suya. Y sabemos de antemano que la amistad y la solidaridad entre el pueblo uruguayo y el cubano no podrán ser dañadas jamás. Son irrompibles.
Le propongo que su artículo debe enviarlo rápidamente a Washington -quizás ya lo hizo- para que le aplaudan y quizás le paguen un salario menguado, porque en realidad no ha descubierto nada. Es repetición de derecha y más de derecha, y si pretendía ser de centro, o peor de izquierda, debe entregar el carné pues anda huérfano de principios ideológicos, políticos, morales y éticos.
Y no se olvide nunca más: la soberanía de un país no se ofende ni se mancilla con un artículo de libelo barato. Y el Comandante en Jefe Fidel Castro no es suyo. Es de Cuba, de América y de todos los pueblos del mundo demócratas, progresistas, revolucionarios, marxistas, socialistas y los que luchan por una alternativa al capitalismo y al imperialismo. No se atreva jamás a augurar la muerte de nuestros dirigentes. Tenga un ápice de respeto y humanismo a la altura de los mejores hombres y mujeres de su país.
A pesar que, seguramente, tuvo muchos encuentros oficiales con parlamentarios nuestros y que fue autorizado a caminar, visitar y hablar con los ciudadanos de la Isla -La Habana es muy cosmopolita como urbe- ha decidido dar un fatídico paso periodístico de funestas consecuencias para su ética y profesión política, que además debe estar al servicio al pueblo que lo eligió como diputado de una nación hermana.
A no ser que haya sido postulado, favorecido y electo por un partido de derecha y, entonces, todas estas respuestas mías estarían de más. De todas maneras, diputado Ricardo Berois, sus propuestas para una “transición madura” para Cuba están podridas de malas intenciones.
Viva la América Nuestra, la de Artigas, Bolívar y Martí.
Enviado por su autor para Cuba Coraje
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