viernes, 4 de mayo de 2012

Palabras de Ricardo Alarcón en Encuentro Internacional de Solidaridad, Mayo 2, 2012

Agradezco a los organizadores de este Encuentro Internacional de Solidaridad la oportunidad de hablar sobre los cinco compatriotas que pronto cumplirán catorce años de cruel e injusto castigo por luchar contra el terrorismo que desde Estados Unidos se ha practicado contra Cuba por más de medio siglo.

Ellos son inspiración y guía para los trabajadores y el pueblo cubano empeñados hoy en las múltiples y complejas tareas de hacer los cambios necesarios a nuestro modelo de desarrollo para perfeccionar nuestra sociedad y hacerla cada vez más eficiente y socialista. Gerardo, Ramón, Antonio, Fernando y René, hijos de este pueblo, educados y forjados por su Revolución, han sido capaces de mantenerse firmes e indoblegables pese a su aislamiento, demostrando, en la mayor soledad, la fuerza indestructible de sus ideales, proclamando día y noche que sí se puede, que la Patria y el socialismo pueden resistir y vencer. Por eso la lucha para liberarlos, para que regresen a casa de inmediato y sin condiciones es una prioridad para los cubanos y es una tarea en la que debemos multiplicarnos sin tregua ni descanso hasta la victoria total.

Pero esa causa es de importancia estratégica para todos, más allá de los límites de esta isla. Lo es especialmente para los pueblos de América Latina y el Caribe que también han sido víctimas del terrorismo orquestado desde el Norte y para el propio pueblo de Estados Unidos que  tiene el derecho y la necesidad de darse un gobierno que aprenda  a vivir en paz con sus vecinos; pero también esta causa es importante para los pueblos de todo el mundo que afrontan los graves peligros de la violencia y la irracionalidad de una política imperial arrogante y necia.

Agotados ya todos los recursos de apelación ordinaria los Cinco aguardan por el pronunciamiento de la Corte de Miami ante el procedimiento extraordinario o Habeas Corpus, última posibilidad que ofrece el sistema judicial norteamericano. La Jueza debe responder también la solicitud que se le ha hecho para que convoque a audiencias orales en las que se examinen nuevas evidencias y argumentos que le permitan emitir un fallo justo.

En el centro de la cuestión está la necesidad de esclarecer los numerosos aspectos de este proceso que permanecen ocultos.

Por una parte hay que descubrir el alcance de la conjura del gobierno con los medios de prensa locales de Miami que recibieron financiamiento oficial para desatar una feroz campaña de propaganda y realizaron provocaciones y amenazas para presionar y amedrentar a los miembros del jurado haciendo absolutamente imposible la labor del tribunal. Esas acciones justificaron, en su momento, las protestas de la misma jueza; años después de concluido el juicio se conoció públicamente que los provocadores recibían cuantiosos pagos del gobierno federal. Hace ya seis años que varias organizaciones de la sociedad civil reclaman por la vía judicial y administrativa que el gobierno revele lo que oculta sobre esta conspiración. La misma demanda forma parte sustancial de los Habeas Corpus de nuestros compañeros.

Además hay otra demanda de descubrimiento respecto al caso especial de Gerardo Hernández Nordelo, condenado a la descomunal pena de dos cadenas perpetuas más quince años por un inventado delito que él no cometió, por un crimen que ni siquiera existió y que Gerardo purga en una prisión de máxima seguridad en condiciones particularmente duras.

A Gerardo se le acusó de una falsa e irreal participación en el incidente del 24 de febrero de 1996 cuando fueron derribadas en aguas cubanas dos aeronaves de un grupo  terrorista que violaba sistemáticamente el espacio aéreo cubano, algo que había hecho docenas de veces pese a las reiteradas protestas del gobierno cubano. Tan endeble era esa acusación que así lo reconoció la propia Fiscalía de Estados Unidos en una Moción de Emergencia con la que trató de retirarla en mayo de 2001.

Gerardo no tuvo absolutamente nada que ver con aquel incidente como lo admitió incluso Washington en ese documento. Pero hay algo más. Los lamentables  sucesos de aquel día ocurrieron sobre el territorio de Cuba y por tanto ningún tribunal norteamericano tenía jurisdicción al respecto.

Desde el juicio de Miami hasta la última petición de Gerardo se le reclama a Washington que muestre las imágenes tomadas por sus satélites sobre el incidente. La misma demanda ha sido presentada ante los tribunales y el gobierno por importantes instituciones civiles de aquel país. Con igual tozudez, tanto la Administración de W. Bush como la de Obama, se niegan a que nadie pueda verlas. Son catorce años de ocultamiento que solo puede explicarse porque al gobierno de Estados Unidos le consta que carecía totalmente de fundamento la vulgar calumnia contra Gerardo y los cargos formulados contra él, así como los que había levantado contra sus compañeros.

El ocultamiento de las pruebas y la desaforada hostilidad contra los acusados junto con su exigencia de que el juicio se realizara en Miami y no en cualquier otra parte prueban la grosera prevaricación de la Fiscalía.

En el año 2005 en un fallo histórico el panel de la Corte de Apelaciones decidió unánimemente declarar el juicio de Miami nulo y sin valor. Es lo menos que debería hacer el tribunal ahora que se conocen nuevos elementos que refuerzan aquella justa decisión.

Incluso hoy sería imposible juzgar con ecuanimidad a cinco patriotas cubanos en Miami. Repasemos someramente lo ocurrido en ese lugar en abril de 2012, el mes que acaba de terminar.

Un anuncio a favor de la libertad de los Cinco tuvo que ser retirado a las pocas horas de instalado ante amenazas de muerte. Al mismo tiempo fue sancionado en su empleo y obligado a realizar un lamentable espectáculo de contrición pública el director de un equipo deportivo que se había atrevido a balbucear algunas palabras no gratas para la mafia terrorista. Hace apenas unos días una bomba incendiaria destruyó completamente las oficinas de una agencia que organiza viajes a Cuba, la cual se había encargado de traer a quienes quisieron acompañar aquí al Papa Benedicto XVI. Al mismo tiempo los medios locales de esa ciudad han lanzado una irrespetuosa serie de insultos e infundios contra el Cardenal Jaime Ortega Alamino, Arzobispo de La Habana, porque Su Eminencia dijo algunas verdades serena y ponderadamente.

Si así es Miami ahora, en mayo del 2012, es fácil imaginar cuál era el ambiente hace  catorce años cuando el secuestro impune de un niño de seis años escandalizó al mundo y el rescate de Elián provocó la frustración y la rabia desenfrenada de la mafia batistiano-terrorista y fue en ese ambiente de odio y de violencia que los Cinco fueron apresados y sometidos a juicio.

Ha habido cambios significativos en la emigración cubana. Pero Miami es aún Miami, sigue siendo el feudo de esa mafia  que controla a sus autoridades y medios de prensa.

Es indispensable denunciar con urgencia el bloqueo de las corporaciones que controlan y manipulan la información e impiden al pueblo norteamericano conocer la verdad. Levantemos la solidaridad internacional hasta hacerla ola incontenible que derribe el muro de silencio y haga que el pueblo norteamericano, con el respaldo de todos en el resto del mundo le exija al Presidente Obama que haga lo que puede y debe hacer: que disponga la libertad inmediata e incondicional de los Cinco, de todos y cada uno de ellos.
Para que nos entienda mejor: Obama Give me Five.





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