Por Raúl Antonio Capote
(Tomado del libro “Enemigo”)
Una tarde de julio de 2004 Kelly Keiderling conversaba
conmigo en el patio de su residencia en 7ma y 42 en Miramar,La Habana.
La plática giraba en torno a la actitud de los artistas plásticos que
visitaban su casa en ocasiones y a los que compraba obras de arte. Ella
se quejaba de la inconsecuencia de esos creadores, que se tomaban su
vino, comían y disfrutaban de buenas jornadas y luego nada. Gracias a la gestión, según ella, de funcionarios norteamericanos, exponían sus obras en el extranjero y las
comercializaban sin problemas de ningún tipo en los Estados Unidos. Sin
embargo un buen día se los encontraba participando en una Tribuna
Antiimperialista, convocada por el “gobierno castrista”.
Hablamos de la historia de fracasos que cosechaban los funcionarios estadounidenses en el intento de atraer a los creadores jóvenes cubanos a la esfera de influencia de la SINA, fue la primera vez que escuché sobre los planes que en el año 2000 diseñaron los norteamericanos para convertir a la Séptima Bienal de La Habana,
el más importantes evento de la plástica en el país, en un punto de
giro, en el momento justo en que se le crearía al gobierno cubano un
serio problema.
Según
narró Kelly, Lawrence Corbin ex funcionario de Prensa y Cultura de la
SINA, le refirió en Washington, que un alto dirigente imperial, una vez
escuchados los planes, pronunció eufórico un estentóreo ¡Ahora sí hundimos a Castro!, seguido
por el aplauso de la concurrencia, que asistía a una reunión a la que
estaban convocados funcionarios de la SINA, connotados
contrarrevolucionarios, oficiales CIA, directivos de la USAID, de la National Endowment for Democracy (NED) y otros.
Pero
ya habían pasado varios años y todo continuaba en un punto muerto,
Kelly no era nada optimista al respecto, mujer inteligente y muy capaz,
entendía perfectamente las condiciones de Cuba y consideraba que se
necesitarían más de 10 años y una nueva generación de cubanos para
acabar conla Revolución. Analizamosdurante un buen rato la historia de
los intentos anteriores con los plásticos, usando siempre como
referenciala famosa Séptima Bienal.
¿Pero cuál era la historia real? ¿Qué había sucedido? ¿Quién o qué provocó el fracaso de tan bien elaborado plan subversivo?
A
finales de los 90 un grupo de jóvenes artistas plásticos creó un
proyecto cultural para promocionar su obra y la de otros creadores.
Las circunstancias del momento no permitían a las instituciones
culturales apoyar el trabajo de proyectos independientes, por lo que los
artistas comenzaron a desarrollar sus planes sin ese soporte.
Inmediatamente funcionarios de la SINA comenzaron a mostrarse
interesados en la idea y dieron inicio a un proceso de tanteo y
aproximación. Comenzaron las visitas al proyecto, el contacto directo
con sus integrantes, las ayudas “desinteresadas”.
El proyecto alternativo creó la Web Arte Cubano y el Centro Cultural Independiente con apoyo y financiamiento de los norteamericanos, a través de la USAID. El Centro Cultural
propiciaba el uso por parte de los jóvenes creadores de una bien
surtida biblioteca enriquecida con libros y revistas donados por la
Sección de Intereses. Douglas Barnes, funcionario de la SINA, que
trabajó en países del antiguo campo socialista,
propuso convertir la sede del proyecto en un centro de acceso a
Internet. Las cosas parecían ir viento en popa para los funcionarios de
la SINA.
Uno
de los jóvenes, era un promotor cultural de nombre Frank Carlos
Vázquez, oriundo de Pinar del Río, licenciado en inglés y conocedor del
arte cubano. A él se acercaron con interés los yankees. Lawrence Corbin, funcionario de la SINA vinculado a la CIA, contactó con Frank Carlos y
le propuso la tarea de aglutinar a jóvenes creadores con necesidad de
promoción, para poder influenciar sobre su obra y sus ideas.
En
el año 2000, Dagoberto Valdés, elemento contrarrevolucionario de larga
trayectoria, organizó una exposición de carteles políticos, con el
patrocinio de funcionarios checos y polacos, inspirados en sucesos
similares ocurridos en países de Europa del Este durante el auge de la
contrarrevolución.
Frank Carlos fue invitado a viajar a los EE.UU, allí visitó el Chicago Cultural Center.
Llevaba una gran agenda de trabajo que le permitía contactar con
destacados artistas, intelectuales, hombres de la política, empresarios.
Pudo visitar importantes centros de negocios, empresas, galerías de
arte. El objetivo era que conociera, que aprendiera del modo de vida
norteamericano y se convirtiera luego en una herramienta de cambio en
Cuba.
Ya
en Cuba, fue visitado por el señor Corbin, que confiaría una importante
misión, servir de enlace entre los directivos dela Séptima Bienal de La
Habana y ellos, ya que no tenían contactos con los organizadores del
evento.
La Primera Secretariade la SINA, Vicky Huddleston,
organizó y orquestó un ambicioso plan: convocar a un gran número de
los mejores galeristas norteamericanos. Más de 3000 personas viajarían a
Cuba para participar en la Bienal. Vistosolamente así parece
excelente: cientos de los mejores galeristas estadounidense dándose cita
en La Habana, artistas plásticos, críticos de arte, etc. Pero
no es así, el objetivo no era promocionar la obra de los artistas
plásticos cubanos; , o sí, pero no gratis, no por amor al arte, no por
solidaridad, ni siquiera sólo por negocios, esa ayuda para organizar
exposiciones y ventas de arte cubano en EE.UU, estaría condicionada: Nosotros
exponemos tu obra a cambio de que presentes en ella una realidad
distorsionada de Cuba. Vamos a pagar bien todo lo que haga ver el lado
peor del país en Revolución. Todo lo que mienta, todo lo que enlode, todo lo que engañe y ensucie.
No estaban buscando artistas, no querían promover artistas, querían promover traidores. El objetivo fundamental era crear un estado de opinión desfavorable en torno a la Revolución Cubana,
fabricar un fenómeno cultural ficticio que hiciera creer al mundo que
los artistas cubanos se oponían a la Revolución. Generar un movimiento
interno, que vinculara a los más destacados creadores jóvenes a la
contrarrevolución tradicional, erigir un estado de opinión favorable a
sus planes de guerra contra Cuba.
Vicky
creía haber dado con el plan perfecto, muchos grandes cerebros de la
subversión trabajaron en su elaboración, estaban listos para manipular a
su favorla Séptima Bienal. Pero algo salió mal, de nuevo un brillante
proyecto se quedaría en sólo eso, un proyecto que no llegó a ejecutarse,
que no tendría éxito.
Kelly
no podía explicarse esa tarde en el patio de su residencia, cómo aquel
plan pudo fracasar y cómo sus intentos también terminaban en un rotundo
fracaso; actúo como Sísifo, llegó a decir: Cuando creía que
terminé, tengo que comenzar de nuevo. Es una cuesta pesada y costosa,
ustedes los cubanos van a ir todos al cielo. No entendía muy bien las cosas, como a la mayoría de los estadounidenses que conocí en esos años, vinculados a los planes contra Cuba,
se les hacía muy cuesta arriba descifrar el alma de la nación, esa
fuerza que nos hacer ser, según expresión de ellos, dementes lúcidos.
Tampoco
pude explicarme ese día la causa del fracaso del plan, sospechaba el
motivo, pero no tenía la certeza, esta llegó en la primavera de 2011.
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