jueves, 20 de septiembre de 2012

Cuba: Pueblo a pie de urna

Mientras se redacta este texto, casi concluye en el país el proceso de nominación de candidatos -entre nuestros mejores hombres y mujeres- para representarnos como delegados a las asambleas municipales del Poder Popular, que comenzó el pasado 3 de septiembre.

 Cientos de miles, millones de electores en toda Cuba, incluyendo los jóvenes que recién cumplieron 16 años y ejercen por primera vez en estos comicios su derecho de nominar y elegir -y de ser nominados y elegidos-, participan en las cerca de 51 mil reuniones previstas, en igual número de áreas de nominación.

 Por cada área, como se ha recordado que establece la Ley 72 (Ley Electoral), puede ser nominado un candidato, y por cada circunscripción, en la que generalmente existe más de un área, pueden llevarse a la elección del próximo 21 de octubre dos candidatos para delegado, como mínimo, y ocho, como máximo.

 La nominación, también se sabe, es potestativa solo del electorado. Nadie más que los residentes en las áreas pueden proponer a quienes elegirán con su voto libre, voluntario, directo y secreto, para el servicio público de delegados; para el complejo, difícil y a la vez enaltecedor ejercicio del gobierno en sus primeros escalones: el barrio o comunidad, y el municipio.

 Los nominados, asimismo, solo pueden ser residentes de esas áreas; y hasta un cincuenta por ciento de quienes resulten delegados podrán ser elegidos más adelante, en la segunda etapa de estas elecciones generales, delegados a las asambleas provinciales y, también en igual por ciento, diputados a la Asamblea Nacional del Poder Popular, nuestro Parlamento y órgano de poder supremo del Estado.

 De tal manera, bajo todos estos principios y normas, ejercemos los cubanos el derecho humano de elegir a quienes nos gobiernan. Un derecho del cual es parte, también, el voto igualmente directo, voluntario, libre y secreto por esos delegados a las asambleas provinciales, y diputados al Parlamento, cuya otra mitad -la de los que no integran las asambleas municipales- la conforman compañeros propuestos también, al igual que los delegados, por las comisiones de candidatura que integran las organizaciones de masas, presididas por un representante de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC).

 La transparencia y la participación popular de principio a fin, incluyendo el ejercicio como autoridades electorales, caracterizan a nuestros comicios, en los cuales, además, el Registro de Electores es de oficio, público e igualmente transparente.

 Y los candidatos no hacen más campaña que la que pueden hacer por ellos sus hojas de vida, méritos y capacidades.

 Es el pueblo, por tanto, el protagonista de nuestras elecciones, igual que lo es de nuestro sistema democrático, en virtud del cual los actuales Lineamientos de la Política Económica y Social son resultado de una amplia y profunda discusión de todos los cubanos, que tuvimos la oportunidad de participar en ella voluntariamente y con plena libertad de expresión.

 De la autenticidad y validez de nuestra manera de elegir Gobierno, da una medida el interés constante de nuestros enemigos —el imperialismo yanqui el primero— en desacreditarlo e ignorarlo. Malo sería que nos alabaran. “Si tu enemigo te elogia, preocúpate”, dicen. Así que, ya sabemos.

 Igual han tratado de desacreditar y anular, sin éxito, a nuestras organizaciones de masas, de las cuales la más incluyente y numerosa —los Comités de Defensa de la Revolución— justo en estos días finales de la nominación cumple 52 años de fundada, una vez más con la guardia en alto, y en breve, dentro de solo unos días, también una vez más, a pie de urna.

 Los cederistas, junto con las federadas, los anapistas, los trabajadores y estudiantes son los vecinos de cada sitito urbano o rural del país. Conforman la Cuba, que nuevamente nomina y se alista para elegir a quienes mejor puedan representarnos a todos en el Poder Popular.

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 Tomado de Revista Bohemia, Editorial

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