miércoles, 7 de noviembre de 2012

A propósito de noviembre: el acto más elevado de cultura es la libertad de un pueblo

Por Hugo Chinea Cabrera*

El esfuerzo libertario ha sido siempre un acontecimiento cultural y su consecución en cada momento histórico expresión de los valores que han movido al hombre a lo largo de su historia.

Condenado a ser libre, como aseguraba J.P. Sastre, el hombre tiene esta larga tradición como sucesión de eslabones de la extensa ligadura que recorre su memoria como indicio de sí mismo en el planeta que inventó con su presencia.

La libertad, aún cuando en su originaria e incipiente organización social no fuera para el hombre un concepto racionalizado, fue el hecho que como tendencia normativa modeló su propia realización. El hombre se verificaba en la medida que cobraba autonomía y libertad sobre el medio y lo hacía parte de su perspectiva de vida económica y social.

La libertad y el hombre aparecen unidos en una relación dialéctica en donde se afirman en un proceso íntimo de signo reconciliable que traza toda la acción de su movimiento histórico, su fuerza y desarrollo.

Las revoluciones sociales que tuvieron sus orígenes en la desintegración de las comunidades colectivistas primitivas de las que surgió la esclavitud, más tarde el feudalismo, y las sucesivas revoluciones burguesas de los siglos XVII en Inglaterra, finales del XVIII en Francia y Estados Unidos y de principios del XIX en América latina, se inspiraron en los nobles ideales de la libertad.

En nombre de la libertad millones de hombres sacrificaron sus vidas y continúa siendo motivo hoy de cruentas guerras de conquista en las que perecen pueblos enteros defendiendo sus legítimos derechos en una confrontación entre concepciones opuestas de la libertad.

Es en esa lucha que se dirime hoy el futuro de la humanidad.

Aquél socialismo que enjuiciamos ahora en retrospectiva y que fuera acuñado como real -negándose a toda nueva versión teórica y confirmándose como único y auténtico-, llevó, sin embargo, a millones de seres humanos que lo vivieron en sus geografías a una autonomía personal desconocida hasta entonces.

 La conquista de las nuevas libertades que fueron aspiración e inspiración esencial de sus vanguardias políticas, encabezada por Lenin, significó el hecho más trascendente de la historia moderna al reivindicar a las clases y sectores más numerosos y oprimidos.

Los siervos que en la Rusia del 17 que trabajaron la tierra para un señor feudal y los paupérrimos obreros urbanos de un capitalismo recién nacido en ese vasto territorio, saltaron repentinamente de un sistema social infrahumano al socialismo que llevó al país –entre vientos y mareas-, a un protagonismo universal aún no igualado como potencia mundial.

La revolución de Octubre (o de noviembre), irrumpió en la contemporaneidad dejando bien delimitado al mundo en dos sistemas sociales contrapuestos, en dos civilizaciones cuyos remanentes son visibles en los tiempos que corren.

A partir de la Revolución rusa, se extendió por Europa y el resto del mundo el ideal renovado de la libertad más cara: la emancipación de la explotación de unos hombres por otros hombres, que bien se traduce en la liberación de las grandes mayorías del gran capital y sus metrópolis expoliadoras de pueblos enteros del planeta.

 Su intento de perfección desbordó sus posibilidades reales y las conquistas económicas, sociales y científicas alcanzadas se disolvieron 70 años después en un retroceso -¿zigzag? -histórico que se devela todos los días por diferentes autores y sus protagonistas.

Pueblos tan aparentemente inaccesibles, como el persa, aunque efímeramente, vivió también la influencia de la Revolución de Octubre en su propio territorio
Irán, ( significa tierra de los arios), uno de los países más grande del mundo en extensión y con una población que ronda los 70 millones de seres humanos, es cuna de civilizaciones que como otros pueblos, conquistado y liberado más de una vez por otros pueblos, vive en sus tierras desde la Edad de Piedra.

Atribuido el origen de su cultura en el Asia Central, la iraní se considera una de las más influyentes en la cultura medio oriental y de Asia Central, China, la India, a las que ha contribuido históricamente. Su vínculo ancestral en el mundo islámico explica su influencia y respeto entre esos pueblos.

El conflicto geofágico entre Rusia e Inglaterra protagonizado en el pasado siglo XX en tierras del Medio Oriente y la existencia de un movimiento revolucionario, los jangali, iniciado desde 1914, en el territorio de Gilan, llevaron a la creación de la República Socialista Soviética de Persia, como una República Soviética, en 1920 .

Errores de muy diverso carácter, entre ellos la ausencia de una política agraria y los conflictos del Partido Comunista de Irán con las restantes fuerzas internas en pugna facilitaron su disolución un año después mediante un Tratado de Amistad entre la URSS y el gobierno central persa.

El pueblo de la República Islámica de Irán, desde 1979 en que abolió la monarquía hereditaria ha vivido dedicado a su desarrollo.

El enfrentamiento crucial que tiene lugar ahora mismo entre el pueblo Iraní y el Imperialismo muestra de manera evidente la disyuntiva que acompaña al hombre desde sus albores: su sometimiento o la libertad, aún a costas de su propia existencia.

Esta enorme fuerza de decisión del pueblo iraní por su libertad sintetiza los valores culturales más genuinos de su nación y concita a los restantes pueblos del planeta, especialmente a los pueblos revolucionarios y sus vanguardias, a respaldarlo y dar su apoyo a su derecho irrenunciable al progreso y la justicia, a la sagrada causa de la libertad del hombre.

El tema de la libertad conserva toda su frescura polémica y se enfrenta a nuevos y nuevos desafíos de enfoque en razón de la misma complejidad que vive la sociedad actual.

Los días de precario equilibrio que afronta el planeta, entre la supervivencia y la destrucción, polarizan como nunca antes los análisis de la pugna principal entre la vida en un capitalismo en crisis y la vida en un socialismo que ofrece diferentes jóvenes variantes.

Las ideas más avanzadas para crear una sociedad socialista forman plataforma de estructuras políticas y de gobiernos en diversos países, como en Cuba y otros de Latinoamérica, cuyo signo distintivo lo es el beneficio de las mayorías, la conquista de la mayor suma de felicidad posible.

Mientras para los capitalistas el ideal de la libertad se circunscribe a realizarse como tales mediante el sobre consumo, la explotación del hombre y de la naturaleza hasta el borde del exterminio de la especie, para el individuo puesto del otro lado tal objetivo, el socialista, se realiza a través de su independencia y soberanía, de la libertad de sus pueblos, primero que la suya personal.

¿Y después de conquistar la libertad, qué?

La libertad, hombre, para moldear la vida de tu pueblo, con tu pueblo y para tu
pueblo.

*Sociólogo cubano; ejerció como periodista y dirigió algunos órganos de prensa nacionales fundamentalmente en su arista cultural. Durante casi una década, dirigió la Sección de Cultura del Departamento de Ciencia, Cultura y Centros Docentes del Comité Central. Parte de su obra narrativa ha sido publicada en antologías cubanas, latinoamericanas y en otros países.

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