Por Carlos Rodríguez Almaguer*
Pasó
como un relámpago que vino a iluminarnos cuando era nuestra noche más
oscura. Murió como individuo para renacer como horizonte humano, y los
horizontes no pueden destruirse.
Muy
preocupados deben estar sus enemigos, a los que combatió sin darles
tregua y con toda la hidalguía con que ellos jamás sabrán hacerlo,
porque cuando los hombres como Hugo Chávez mueren físicamente, se
convierten en numen, y entonces ya no pueden buscarse en ningún sitio
para tenderles trampas, porque están todo el tiempo en todas partes,
convertidos en grito, en esperanza, en convicción indestructible de los
desamparados de este mundo.
Este
llanero sencillo, como todos los grandes, vino a sembrar su semilla de
amor en la tierra más fértil de la América capaz e infatigable de Simón
Bolívar y José Martí. Sus semillas, como las de la parábola cristiana,
cayeron en diferentes suelos, pero en más de una década de siembra nadie
podrá negar que la mayor parte de esas semillas generosas cayeron en
tierra fértil y otras manos vendrán a recoger el fruto del sacrificio de
aquel Hombre Solar que renunció a su vida para mejorar la vida de
todos, el que dejó de pensar en su beneficio para ocuparse del beneficio
de todos los que por varios siglos estuvieron sin voz y sin justicia.
Pero
aquel que en nombre de los pobres de la Tierra tuvo el valor difícil de
desafiar a los poderes oscuros de este mundo esgrimiendo en sus manos
de soldado sincero la espada flamígera de la Verdad y del Amor, no nos
ha abandonado todavía, solamente ha cumplido con su tiempo de siembra
fecunda en ésta época triste e insegura, y ha partido al futuro para
seguir velando por nosotros, confiado en que su ejemplo echará luz
bastante para enseñarnos el camino que nos llevará a la felicidad por la
que tanto luchó, consciente de que para los hombres y mujeres de bien
la felicidad es el propio camino por el que vamos construyendo ese mundo
mejor que es posible y del que él fue expresión genuina y verdadera.
Para
los hijos de Martí y de Fidel, para los cubanos que amamos
entrañablemente a nuestra Madre América y a su hija primogénita,
Venezuela, este es uno de nuestros dolores más puros y sinceros, Hugo
Chávez tendrá sitio venerable en nuestros sentimientos de patriotas
leales, y de allí nada ni nadie, ni siquiera el tiempo podrá removerlo.
Chávez
es más que un hombre, más que un pueblo, más que un continente. Chávez
es, en estos tiempos oscuros pero prometedores, la confirmación de
aquella idea martiana de que “donde quiera que el hombre se afirma, el
Sol brilla.”
Chávez vive ya para siempre… ¡ha vencido a la Muerte en singular combate!
*Profesor, escritor y estudioso del legado de José Martí, Héroe Nacional de Cuba
No hay comentarios:
Publicar un comentario