miércoles, 11 de diciembre de 2013

¡Honor y Gloria para Nelson Mandela y libertad para los otros Mandelas presos todavía!

Por Wilkie Delgado Correa

 
En ocasión del 65 aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, uno puede preguntarse y preguntar qué hacen esos hombres extraordinarios cumpliendo esas sanciones bárbaras en los Estados Unidos, por qué no se les ha indultado a pesar del reclamo mundial en este sentido y por qué aún permanecen en las prisiones federales, después de tantos años en ellas, esos otros Mandelas de nuestro tiempo.

En estos días el mundo entero rinde honores a Nelson Mandela, cuya significación hoy, en los días de póstumos homenajes, tal vez alcanzarán una dimensión mayor que los recibidos en vida después de su excarcelación, tras su permanencia en la cárcel durante 27 años por su lucha por la libertad e igualdad de los sudafricanos negros y su enfrentamiento al régimen de opresión del apartheid.

 ¿Cuántos sufrimientos tuvo que soportar en plena juventud y madurez de su existencia por combatir en forma armada y pacífica, junto a su pueblo, contra uno de los regímenes más oprobiosos del mundo? ¿Cuánto odio y venganza se lanzaron contra él y el grupo de dirigentes que le acompañaron en la cárcel, y, por supuesto, contra el pueblo negro sudafricano? ¿Cuántos calificativos perversos y viles trataron de vilipendiarlo y presentarlo como un engendro monstruoso, mezcla de terrorista y comunista, y como si ambas cosas fueran posibles de existir en un solo hombre? ¿Qué significó en dolor y muerte, en enajenación y violación de derechos humanos la instauración del régimen del apartheid? ¿Cuántos millones de seres humanos de la raza negra, amplia mayoría de Sudáfrica, sufrieron las terríficas condiciones que les impusieron a sangre y fuego, mucho mayor en la medida que aumentaban su resistencia y rebeldía?

 Hoy que una vez más, en ocasión de su desaparición física, se le rinden los honores merecidos a Nelson Mandela, y no obstante la naturaleza generosa de ese gran hombre, es un deber recordarlo todo. Y no se puede recibir con complacencia y a ultranza las frases hipócritas vertidas por algunos que son herederos, como representantes de gobiernos de determinados países, de la historia vergonzosa de contubernio y participación directa en apoyo de aquel régimen genocida. Tampoco se puede olvidar la acción de aquellos países que mantuvieron a Mandela y su organización política en la lista como terroristas hasta fecha bastante reciente, como lo fue Estados Unidos. Y no se puede dejar de pensar y preguntarnos por qué junto a las loas de ahora, no llegan a manifestar,  junto a las expresiones de condolencias, las disculpas condignas por haber sido partícipes de tan horrenda injusticia histórica?

 Por otra parte, si se llegase a la conclusión de que todo el mundo requiere una “segunda oportunidad”, frase empleada por Obama en cierta oportunidad, debe recordárseles a todos, en ocasión del 65 aniversario de la Declaración Universal de Derechos Humanos, que el país que pretende erigirse en gendarme guardián de estos derechos, al estilo pretoriano del apartheid, tiene en sus cárceles a luchadores del calibre y temple de Mandela. Y por eso mismo se impone exigir una mirada que ponga a la luz del día universal a esos otros Mandelas que todavía guardan una prisión injusta y bárbara en los EE.UU. y otros países del mundo. Para este ejercicio, inspirados en la más pura sensibilidad humana y guiados por una conciencia del bien y la virtud, se requiere un acercamiento a las ideas de Madiba. A este respecto bastaría ésta: “Después de escalar una montaña muy alta descubrimos que hay otras montañas por escalar.”

 Empezando por un ciudadano de casa, ahí está el caso de  Leonard Peltier, que es prisionero político del gobierno estadounidense y que en febrero del 2014 habrá cumplido 38 años en prisión. Fue condenado a dos sentencias de por vida, por el doble crimen de ser indio norteamericano y ser defensor de los derechos de su pueblo. Y con seguridad está perseguido por el pensamiento racista del general Philip Sheridan resumida en la sentencia que pronunciara hace más de 100 años: "el único indio bueno es el indio muerto."

 Y Peltier, al estilo de Mandela, como sustento de sus luchas y  de las razones para su larga condena, manifiesta su descargo ideológico de esta manera: "...Soy un preso del odio, el egoísmo y la mentira y la ignorancia y la injusticia de la gente que nos supera en número a mí y a mí pueblo. Ellos bajaron en mis costas y pisotearon mi patria. Ellos me han impuesto su cultura, religión y leyes. De ahí que mi pueblo es hoy menos que ayer cuando llegaron a nuestras costas con sus promesas falsas. Yo soy toda esa voz india y grito desde millones de tumbas con almas inquietas..."

 Ahí está el puertorriqueño Óscar López Rivera, con 70 años de edad, y el prisionero más antiguo de América Latina y el Caribe, que tiene ya 32 años cumplidos, y que fuera condenado por su participación en la lucha independentista de Puerto Rico a 70 años de prisión en dos causas sucesivas. A mayor abundamiento, ya pudiera estar en libertad, pues Clinton decretó su clemencia limitada en 1999, si Óscar no hubiera rehusado tal clemencia por solidaridad con otros dos compañeros prisioneros, que no fueron incluidos en el indulto. Debo apuntar que también Mandela hubo de rehusar su libertad condicionada por el régimen sudafricano, y por ello debió continuar en la cárcel hasta su liberación definitiva.

 Y ¿acaso no es cubano por esencia Óscar López, si el ideal independentista del Partido de José Martí incluía a Cuba y Puerto Rico como parte de la lucha, si ambas corrieron suertes parecidas, aunque a Puerto Rico le tocó la peor, a consecuencia de la intervención oportunista de los Estados Unidos en la guerra que libraba Cuba contra España, y si como expresara en los inicios de 1900, la poeta puertorriqueña Lola Rodríguez de Tió,  “Cuba y Puerto Rico son / de un pájaro las dos alas / reciben flores o balas / sobre el mismo corazón…”? 

 Y naturalmente está el caso que en estos tiempos concita las mayores manifestaciones de solidaridad a nivel internacional, o sea, el de los 5 Héroes cubanos. Fueron condenados injustamente a penas descomunales, por el delito y supuesta transgresión de la ley del imperio estadounidense por luchar contra el terrorismo organizado contra su país por mafias cubano-norteamericanas asentadas en Miami.

 Después de la liberación de René González, tras cumplir su sentencia de 15 años de prisión, permanecen en cárceles de los EE.UU. cuatro de ellos. Uno puede preguntarse y preguntar qué hacen estos 4 cubanos antiterroristas cumpliendo esas sanciones en los Estados Unidos, por qué no se les ha indultado a pesar del reclamo mundial en este sentido y por qué aún permanecen en las prisiones federales, después de 15 años en ellas, con estas definiciones carcelarias: Fernando González (con fecha de liberación para el 27 de febrero del 2014); Antonio Guerrero (con fecha de liberación para el 18 de septiembre del 2017) y 3 años adicionales de libertad supervisada; Ramón Labañino (con fecha de liberación para el 30 de octubre de 2024); Gerardo Hernández (sin fecha de liberación pues está condenado de por vida a dos cadenas perpetuas más 15 años).

 Cuánta razón y verdad encierra el mensaje de Gerardo Hernández Nordelo, redactado el mismo día de la muerte de Mandela: “Quienes dedican ilimitados recursos a borrar y reescribir la historia, y lo tuvieron en sus listas de “peligrosos terroristas”, hoy sufrirán de amnesia colectiva.

 Quienes lo agraviaron negándole un homenaje en la Ciudad de Miami, por abrazar a Fidel y agradecer la ayuda de Cuba a Äfrica, hoy tendrán que callar avergonzados.

 Los Cinco seguiremos enfrentando cada día la injusta prisión –hasta el final- inspirados en su ejemplo de lealtad y resistencia.”

 Y qué gesto de honradez, qué expresión de gratitud, reflejan las palabras pronunciadas por Mandela en su visita a Cuba en 1991: “Los internacionalistas cubanos hicieron una contribución a la independencia, la libertad y la justicia en África que no tiene paralelo por los principios y el desinterés que la caracterizan.

 Yo me encontraba en prisión cuando por primera vez me enteré de la ayuda masiva que las fuerzas internacionalistas cubanas le estaban dando al pueblo de Angola –en una escala tal que nos era difícil creerlo- cuando los angolanos se vieron atacados en forma combinada por las tropas sudafricanas, el FNLA financiado por la CIA, los mercenarios y las fuerzas de la UNITA y Zaire en 1975 (…) Nosotros en África estamos acostumbrados a ser víctimas de otros países que quieren desgajar nuestro territorio o subvertir nuestra soberanía. En la historia de África no existe otro caso de un pueblo que se haya alzado en defensa de uno de nosotros”.

 A estas afirmaciones de Mandela, habría que agregar que tres de nuestros Cinco héroes -René, Fernando y Gerardo-, cumplieron misión como combatientes internacionalistas en la República de Angola.

 En este momento histórico en que las campanas doblan por la humanidad doliente y en honor a Nelson Mandela, ¿es aceptable para la conciencia humana esta realidad atroz de seres humanos excepcionales confinados en ergástulas infernales? ¿Acaso no podrá la injusticia más despiadada, ser vencida por una justicia generosa y racional? ¿Permanecerá el presidente Obama como un témpano de hielo sin ejercer el perdón presidencial o indulto, que sería justicia en estos casos? ¿Se escuchará al fin en la Casa Blanca el clamor universal por la liberación inmediata de todos estos hombres? Cuándo el presidente Obama diga sus palabras ante los restos de Mandela en capilla ardiente, ¿tendrá en mente la historia de ese Héroe acosado por calumnias y mentiras, persecución, detención y condena brutales? ¿Tendrá en mente los reclamos que le han hecho para que libere a los otros Mandelas presos en su país y cuyas historias él conoce perfectamente?

De todas formas, los héroes verdaderos llevan en sí la fuerza colosal que requiere la humanidad, cansada de derrotas, para asumir como paradigmas sus proezas y virtudes a la hora de librar sus batallas, de proseguir la marcha indetenible en busca de las verdades que le permitan alcanzar la luz y la felicidad.

La suerte y el destino de los héroes no pueden ser ignorados, no pueden pasar inadvertidos ante nuestras miradas y conciencias. Sus motivaciones, acciones, ideas y sueños, y también sus sacrificios, deben ser conocidos por todos los que un día tras otro sueñan con la imagen de un mundo más justo y mejor. Los héroes deben acompañar nuestras existencias para sentir muy cerca sus influencias bienhechoras e imprescindibles. El aliento de ellos nos debe incitar a ascender los peldaños superiores de la escala humana y desafiar, como Sísifos de estos tiempos, cuantas condenas pretendan aherrojar y estigmatizar nuestras vidas.

 Tomando como referencia las ideas de José Martí, Héroe Nacional de Cuba, trataremos de reivindicar con sus palabras a esos hombres gigantes, afirmando que en ellos van miles de hombres, van pueblos enteros, va la dignidad humana. Esos hombres son sagrados. Porque esos son héroes: los que pelean por hacer a los pueblos libres, o los que padecen en pobreza y desgracia por defender una gran verdad. Esos hombres generosos están en el bando de los que fundan, construyen y aman. En el bando contrario y enemigo, están los que odian y destruyen. Ellos son los que pelean por ambición, por hacer esclavos a otros pueblos, por tener más mando, por quitarles a otros pueblos sus tierras. Estos no son héroes, sino  criminales.

 En un homenaje de despedida para Nelson Mandela, digamos con el corazón en las manos:

¡Honor y Gloria para Nelson Mandelo y libertad para los otros Mandelas presos todavía! 


*Médico cubano; Profesor de Mérito del Instituto Superior de Ciencias Médicas de Santiago de Cuba.

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