Supe de Lourdes de los Santos Matos mediante una de sus obras: Johan Sebastián Bach para 4 pianos y cuerdas. Luego tuve el placer de trabajar con ella en el ejecutivo de la Asociación de cine, radio y televisión de la UNEAC. Entonces conocí de su entrega a cualquier trabajo que realice e incluso de su búsqueda, es un ejemplo, de un llavín para que una puerta se vea más bonita.
Fui testigo de su dedicación a la madre y un día conocí a Bertica, una anciana pulcra, olorosa, que con su rostro reflejaba la atención esmerada de su hija. A pesar de ese cuidado, Lourdes nunca dejó de trabajar, de producir, de representar a Cuba, de depositar su energía para el cine cubano y defender este país con lucidez, valentía y entrega absoluta.
En su haber la realizadora tiene, entre otras piezas, Alicia, la danza siempre; Identidad; De mi alma recuerdos (muy premiada), Servando en tres tiempos, Son para un sonero y Copa y Espada.
Acaba de filmar Últimos días de una casa y agradece “el trabajo maravilloso de Ivan Nápoles en la fotografía, Miriam Talavera en la edición y de Lucia Huergo que compuso un tema extraordinario”·.
Un documental corto en minutos, extenso en el tiempo que cubre, que te deja con deseos de ver más y te descubre una faceta no tan conocida de la familia Loynaz. Pero su mayor mérito está en el justo reclamo de que se rescate una casa llena de historia y… misterios.
-Hasta dónde conozco no tienes ninguna obra con el tema de la arquitectura ¿Por qué ese interés por la casa de las tertulias de los Loynaz?:
-Se remonta a años atrás. Como sabes vivo en las cercanías y varias veces, conociendo su historia pasaba y entraba con un amigo arquitecto, Oscar Ruiz de la Tejera, ya fallecido, y conversábamos de su importancia y sobre la posibilidad de rescatar ese inmueble para la cultura cubana. Además en mis años de asistente de dirección tuve que investigar para la filmación de El siglo de las luces, y en Carpentier encontré muchos datos sobre la vida en ese lugar, puesto que fue testigo presencial de numerosas tertulias y se inspiró en ellos para su novela, que dio pie al filme de Humberto Solás.
Es cierto que no es común en mi obra el hacer de una casa protagonista, pero vale la pena, si logramos que se conozca la verdadera historia de ella. Y lo más importante, si logramos que se pueda rescatar.
¿Cuán difícil te resultó desentrañar el hilo conductor de la historia de esa vetusta construcción?
En toda obra que uno acomete siempre investigas más de lo que pones en ella, y ese fue el caso de ésta, pues resulta increíble ver lo fragmentada que se encuentra la información de este período específico de la vida de los Loynaz. Indagué en el Archivo Nacional, en la Biblioteca Nacional, en el Centro Hermanos Loynaz de Pinar del Río, en el Registro de la Propiedad de Plaza incluso en el provincial de Habana Vieja, Oficina del Historiador, Comisión de Patrimonio, de Monumentos. Poco a poco fui atando cabos de la historia de los Loynaz y de su llegada a esa casa. Ellos se mudan en el año 1923 a la casa de Calzada 1105, perteneciente al tío de Dulce Maria, Lizardo Muñoz Sañudo, quien era Venerable Masón, Grado 33, eran muy niños cuando sus padres se divorciaron y su mamá quedó al cuidado de ellos. Tuvieron una infancia muy cerrada en cuanto a que no salieron casi nunca de ese perímetro y siempre me preguntaba por qué. El hecho es que los abuelos de su madre fueron brutalmente asesinados en 1888 y nunca se descubrió quien lo hizo, lo cual pienso incidió en que la madre tratara por todos los medios de tener el menor contacto con el mundo exterior.
Después fue que compraron el terreno y la casa de Línea y 14, llamada Casa del alemán, para satisfacer un deseo de Dulce María niña.
¿Por qué hiciste tanto hincapié en conocer acerca del alemán que un día compró esa vivienda?
Porque era un misterio, y no paré hasta descubrirlo. Esa casa fue uno de los primeros hoteles de playa construidos en el Vedado, más propiamente dicho en el barrio del Carmelo, que es donde se asienta y donde disfrutaban lo mismo de baños dulces del Rio Almendares como de los baños salados que había en la costa. No hay que olvidar que el mar llegaba por Calzada hasta la calle 14, más o menos, que fue cubierto después para construir el terreno del Vedado Tennis Club, hoy Echevarría, y el tramo del Malecón. Fue construida por el alemán Auguste Groupe Meyer, o Groupe Vagt y fue, siendo hotel de playa, escenario para que Guillermo Collazo pintara La Siesta en 1888 aproximadamente.
Es una construcción peculiar que se incorpora posteriormente al patrimonio de los Loynaz, nació entonces el Jardín en ese perímetro. Hay que saber que los Loynaz tuvieron varias casas colindantes allí en realidad: está la de Calzada 1105, la de Línea 1104-1106 que es la llamada del alemán, y la 1108 que fue la que construyeron posteriormente para residencia de Mita la madre y de Carlos Manuel el hermano que fueron los últimos en habitarla.
Hasta 1946 Dulce vivió allí y organizaron todos los hermanos las tertulias juevinas como se llamaban. En 1930 llegó Federico Garcia Lorca y la nombró la casa encantada
Ahí iba todo lo que valía y brillaba de la sociedad habanera y de paso por Cuba, entre ellas destacó la presencia de Vladimir Maiacovski quien también los visitó.
¿Sólo averiguaste en instituciones habaneras?
No. Tuve toda la ayuda inapreciable del Centro Hermanos Loynaz de Pinar del Rio, que me abrieron sus archivos y me dieron la información que atesoran, especialmente de Madelin Diaz. Y quiero también destacar la ayuda brindada por Maria del Carmen Herrera, heredera de Dulce María, que me puso en contacto inmediatamente con todos los que de una manera u otra me ayudaron.
Debo mencionar también a Orlando Inclán arquitecto especialista de la Oficina del Historiador, que su tesis de graduación del año 2000 fue precisamente la restauración de esa casa y la posibilidad de insertarla dentro de un proyecto cultural para las nuevas generaciones. Su tesis e investigación que hizo en conjunto con Lizbeth Villegas me ayudaron mucho a preparar este documental.
¿Cómo llegó al estado actual?
Es complejo. En 1946 Dulce sale de esa casa, mejor del grupo de casas, para casarse con Alvarez de Cañas y vivir en 19 y E donde residió hasta su muerte, Flor se había ido a vivir para la Quinta Santa Bárbara, actual Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano, quedaron Mita y Carlos Manuel en esa propiedad, específicamente en la de 1108, y varios criados que los cuidaban.
En el año 1969 más o menos empiezan a introducirse algunos parientes de los criados y estos poco a poco fueron trayendo al resto de los familiares. En el año 1981 Dulce Maria hizo un escrito donde especifica quienes son los autorizados por ella a residir en esa casa. Los otros no estaban legales pero no tenían adonde irse.
Y la casa se fue deteriorando poco a poco. Patrimonio la declara Grado de protección II, que es una especificación que dice que es inmueble patrimonial habitado por personas, pero que no puede modificarse bajo ningún concepto y al no acometer labores de restauración la casa ha ido paulatinamente destruyéndose.
El obstáculo principal es las familias que lo habitan en la actualidad, antes eran pocas pero han ido creciendo con los años, ahora hay como quince núcleos familiares. Casualmente casi todos están emparentados entre sí.
¿Crees que sea posible rescatar el escenario de Jardín?
Hacer descansar solamente en los hombros de Eusebio Leal y su Oficina la restauración de la Habana me parece injusto. La Habana y sobretodo el Vedado, es tarea de todos los que la habitamos, seamos habaneros o no. En primer lugar, esta ciudad y en específico el Vedado es el centro de la vida cultural, social y política de la Isla. Aquí están los principales Ministerios, los principales teatros, cines, hoteles y son numerosos los sitios de interés histórico y turístico. Es tarea de todos los que la habitamos contribuir a su conservación y restauración y este lugar en especial atesora una historia que no podemos dejar se destruya, porque estamos destruyéndonos nosotros mismos.
Si hay que construir un edificio para albergar esas familias aunque sea en Capdevila o San Agustín hagámoslo, porque es lo primero que hay que hacer para vacío el lugar proceder a su restauración, y si el dinero no alcanza para ello la historia que atesora es suficiente para elaborar una campaña internacional con el fin de recaudar fondos para ello. Estoy segura que vale la pena y que este lugar vuelva a ofrecer al paseante lo que una vez fue Jardín.
Recordemos que es la casa del general Enrique Loynaz del Castillo, autor del Himno Invasor, que todavía se toca en actividades y es símbolo de innegable cubanía. Le debemos eso.
¿Y no te embullaste a realizar otra pieza, quizás de ficción, sobre esa original familia?
Vale la pena, cuando te adentras en su historia. Pero espero que alguno de mis compañeros cineastas de más experiencia se sienta inclinado a hacerlo. Yo le ayudaría. Es una historia apasionante y a veces delirante.
¿Cuándo podrá el público ver tu documental?
El quince de mayo se estrena en el Centro Cultural Fresa y Chocolate a las dos pm. Te espero allí.
Tomado del Caimán Barbudo, cortesía Pedro Mtnez Pírez
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