Por Felipe de J. Pérez Cruz*
La pasada semana compartí con los lectores la breve respuesta que elaboré para una estudiante australiana sobre el tema, hoy recurrente, de los impactos en Cuba de las relaciones con los Estados Unidos. Entonces afirmé que “existe en los Estados Unidos una intelectualidad universitaria (de izquierda y también de derecha) con sólidas e importantes fortalezas y muchas virtudes a compartir con sus colegas cubanos”. Y los días 26 de junio y 2 de julio, asistimos en La Habana, a dos ejercicios de ese saber humanista, de ciencia y conciencia –como lo definió el padre Félix Varela y Morales-, que desde el país del Norte, nos enriquecen y proponen. Me refiero a sendos encuentros con el Dr. Piero Gleijeses (Venecia, 1944), de la Johns Hopkins University, a propósito de la presentación de su último libro sobre la participación internacionalista cubana en el proceso de liberación nacional del Cono Sur africano. La tarde del día 2, el programa televisivo Mesa Redonda dedicó su espacio a multiplicar la inteligente presencia del profesor Gleijeses, en cientos de hogares y espacios cubanos.
Jorge Risquet Valdés y Ricardo Alarcón de Quesada, hicieron de la presentación de los dos tomos de “Visiones de Libertad: La Habana, Washington, Pretoria y la Lucha para el África Meridional, 1976-1991” Ciencias Sociales, 2015 -Premio FriederichKatz 2014 de la Asociación de Historiadores Norteamericanos-efectuada el día 26, en los jardines del Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos, una jornada de privilegio histórico y notable valor testimonial. Piero Gleijeses resumió en cuatro precisas tesis más que el libro, su visión sobre las misiones internacionalistas cubanas en África, a las que el autor ya le había dedicado un primer texto -Misiones en Conflicto: La Habana, Washington y África, 1959-1976, Ciencias Sociales, 2003- y no pocos análisis en su nutrida producción para revistas especializadas y la prensa política en general.
La Cátedra “Sociedad Cubana de Estudios Históricos e Internacionales”, de la Unión Nacional de Historiadores de Cuba (UNHIC) en La Habana, tiene por objeto, organizar, coordinar e incentivar los proyectos de investigación, promoción y enseñanza, que se orientan en subrayar la pertenencia de la historia nacional, al proceso histórico caribeño, latinoamericano y mundial, así mismo incentivar en el país los estudios históricos internacionales. Esta cátedra, cuyo nombre hace homenaje a la institución que con similares propósitos fundó Emilio Roig de Leuchsenring en 1940, invitó al profesor Gleijeses a un intercambio con historiadores, combatientes y trabajadores internacionalistas, que por espacio de otras dos horas, profundizó en la obra del destacado académico.
Gleijeses en Cuba
El profesor de relaciones internacionales Piero Gleijeses llegó a Cuba bajo una gran interrogante: No lograba entender como una nación tan pequeña y pobre pudiera hacer algo tan impactante en África; razón por la cual nació en él un deseo por comprender esta actitud hacia el mundo, algo sin precedentes en la historia moderna. Avanzó en su conocimiento de Cuba, cuando el presidente “demócrata” Bill Clinton, aprobaba la Ley genocida “para la Libertad y la Solidaridad Democrática Cubana”, conocida como Ley Helms-Burton, y colocaba como prioridad agresiva, el llamado “Carril II” de la subversión político ideológica, engendro concebidocomo parte de la no menos agresiva “Ley para la Democracia Cubana” o Ley Torricelli (1992). Persistió en su empeño en medio de la ola fascista del republicano George W. Bush, el terrorismo de Estado, el autogolpe contra las libertades del pueblo norteamericano y la ofensiva guerrerista a nivel global, luego del 11 de septiembre del 2001. Cuba fue en el lenguaje soez del Emperador Bush, “uno de los oscuros rincones del mundo” que conformaba “el eje del mal”. Piero Gleijeses no se amilanó, y continuó y profundizó sus lazos con quienes persistíamos tozudamente en no doblegarnos.
El profesor estadounidense también tuvo que vencer obstáculos “internos”: Este “yanqui” suelto por Cuba, en tiempos de tanta presión desde el Norte, tenía necesariamente que levantar suspicacias y dudas en algunos compañeros; pero la honestidad, inteligencia y perseverancia de Gleijeses pudo más. Piero –sin más títulos-, supo encontrar y cultivar amigas y amigos cubanos, que calaron en su ser, no se limitaron en cariño ni se dejaron prejuiciar. Estos conciudadanos merecen nuestra felicitación. También, los compañeros que en nuestra dirección política, tuvieron la agudeza de penetrar en las motivaciones del profesor, otorgarle la confianza profesional que merecía, y dedicar largas jornadas a leer y desclasificar muchos más pliegos que los que Gleijeses finamente leyó y anotó. Según la estadística del profesor, en los últimos tres lustros, pudo leer y trabajar con una masa de 18 500 pliegos de documentos oficiales cubanos.
El esfuerzo y la cooperación, esta vez fructificaron en la sólida obra, que hoy rescata la historia y fundamenta la batalla internacional de nuestra Revolución entre 1959-1991, junto a los patriotas africanos, por la real descolonización de sus naciones.
Y digo “esta vez”, porque no han faltado “profesores” y “profesoras”, que tras prodigar en sus excursiones cubanas sonrisas amistosas, y hasta declaraciones izquierdistas, terminan sus ensayos salpicados de mentiras, tergiversaciones y engendros del peor anticomunismo.
“Honrar honra”
“Honrar honra”, nos enseñó muy tempranamente José Martí Pérez, y el profesor Gleijeses fue investido el 18 de junio, como académico correspondiente extranjero de la Academia de Historia de Cuba. Es de felicitar la decisión de nuestra prestigiosa Academia, aunque la nomenclatura, insuficiente siempre a la hora de las especificidades, no se ajusta a este hombre, que ya hace años, no es “un extranjero”, y preferimos asumirlo italo-cubano-estadounidense, como lo define Jorge Risquet Valdés: un interlocutor privilegiado, hombre clave de Fidel Castro en Angola, fundamental para el logro de sus investigaciones en Cuba y en África, amigo e incisivo crítico, segúnlo describe el propioGleijeses. “Piero es un sabio, al estilo de Carlos Marx, hasta estudio afrikáans, para leer en su idioma nativo a los racistas sudafricanos”, escuché comentar con admiración a Ricardo Alarcón.
Sin dudas el premio mayor para el profesor ha sido –así lo reconoció ante los televidentes cubanos-, el encontrarse el 1 de julio, con el protagonista mayor de la epopeya cubana que ha estudiado, con el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz. Durante 19 años de investigaciones en Cuba, nunca había logrado una entrevista con el Jefe de la Revolución, y no por falta de empeño, había escrito en su último libro.
Gleijeses no olvida a la hora de la cosecha, y reconoce: El mérito para su esposa SetsukoOno – que ha dejado sus huellas artísticas en la Isla-, es lo primero que se lee en su galería de lealtades, lo que nos abre a la imagen de quien cultiva y dignifica el indispensable amor en la pareja, aquella que no se cansa, comparte ideales y deberes, que multiplica. A la historiadora Gloria María León Rojas su apoyo, pero sobre todo el “haberle ayudado a entender a los cubanos”. El líder sindical y Embajador Pedro Ross Leal y sus colaboradores en Luanda, nuestros diplomáticos en Washington, especialistas, militares, políticos y amigos en nuestro archipiélago, la bella y profesional María de los Ángeles Navarro González y el equipo de la Editorial de Ciencias Sociales, y una lista minuciosa y agradecida que recorre los avatares del investigador por Estados Unidos, Europa y África. La no menos importante mención al centro, a los directivos y colegas que le han permitido ser y hacer en la School of Avanced International Studies (SAIS) de la Universidad Johns Hopkins, donde enseña.
Menciones todas, que dan cuenta de la real sabiduría de este hombre, que se dignifica y crece en la modestia de saberse parte y no universo.
Los que siempre buscan en la luz, sombras, confunden exigencia y rigor, con rispidez; sinceridad y apego a la verdad, con simpatías y antipatías ideológicas. En abismal contraste, son muchísimas las personas, que además de respetar al historiador, le estiman en la nobleza de su carácter, y hasta he visto quien le mima con ese cariño de hermanos, que tanto eleva a las y los humanos buenos. Y no solo en Cuba: Hamlet Herman, desde Santo Domingo, al conocer los actuales andares habaneros del profesor Gleijeses nos reclamó: que no me avisaron antes…. Me hubiera dado gusto haber estado junto a Piero, un gran amigo, y habría inventado un viaje a La Habana para verlo. Por lo menos, mándenme el texto”.
La obra que trasciende
El profesor Piero Gleijeses trasciende por haber hecho verdad de ciencia, lo que sabían en sus corazones, los 385 908 cubanos y cubanas que cumplieron misiones militares internacionalistas, 337 033 en Angola. Estos patriotas, hicieron realidad ese cambio en la historia del África, que el profesor sustenta como contribución sin par de la Revolución Cubana a la contemporaneidad: La plena independencia y seguridad de Angola, la independencia de Namibia y el fin del apartheid en Sudáfrica.
El profesor Gleijeses prueba verdades que duelen a unos y asombran a otros: Los documentos oficiales cubanos, le develaron la limpieza moral y la rectitud de principios de nuestros jefes y soldados, y esta verdad se proclama en la obra, y es eje de su ejercicio histórico. Para no dejar lugar a dudas, ni herir la modestia, al hablar de nuestras virtudes, prefiere hacerlo citando las fuentes de los otros protagonistas, y en particular las de los adversarios, con testimonios y datos irrefutables obtenidos en archivos estadounidenses, sudafricanos, angolanos, yugoslavos y soviéticos –hoy rusos.
No han faltado los intentos de mediatizarlo, de alinearlo con los consensos de la “objetividad” imperial. Su respuesta ha sido fundamentar más. Un director del Journal of ColdWarStudies, cambió o borró unas 25 palabras y/o pedazos de frases para suavizar la crítica a los Estados unidos y el elogio a Cuba, y Gleijeses lo conminó de armar un escándalo, con lo que le obligó a publicar la versión original en próximo número de la revista(1).
Tras casi dos décadas de estudios, la lectura a hacer de la obra del profesor Piero Gleijeses -lo que me confirma como historiador y revolucionario cubano-, resulta inobjetable: 1) La Revolución Cubana en África, acudió a pagar una deuda histórica. No precisaba del petróleo, ni de los diamantes, ni de las demás riquezas de los países de la región. Necesitaba cumplir el destino que se había reservado: Defender a los pobres y oprimidos de este mundo, hacer patria que es humanidad, liberar a los hijos del continente donde estaban sus ancestros, sus abuelos y abuelas negros, para ser y sentirse más libres.
2) Cuba al cumplir su decisión no le pidió permiso a nadie. Confrontó a las dos superpotencias de la época: Sabía el costo de ruptura de diálogo, bloqueo y agresión, que vendría del Norte. Midió las aprehensiones y resistencias del aliado soviético, y –enarboló los principios y valores que proclamara la Revolución de Octubre, y obligó a su cumplimiento, aunque en ellos ya no creían la mayoría de los burócratas y traidores encaramados en la dirección del Partido Comunista de la URSS-, supo concitar frente a una dirección en plena decadencia, lo que les quedaba de moralidad revolucionaria, para llevarla a la colaboración material que resultaba imprescindible, y de la que lo mejor del pueblo soviético nunca renegó.
3) Cuba colaboraba con el independentista Movimiento para la Liberación de Angola (MPLA), desde los años sesenta del siglo XX. Instructores internacionalistas cubanos, entrenaron y combatieron en la región mucho antes de la invasión sudafricana a Angola de 1975, que ocurre en momentos de la transición del poder colonial portugués al MPLA. Es falsa la tesis de que hubo “un proceso clásico de acción-reacción”, de los sudafricanos por la presencia de los cubanos. Fue una operación contrarrevolucionaria del régimen del apartheid, coordinada con la CIA, para impedir la llegada al poder de Agostinho Neto(1922-1979), y el MPLA.
4) Desde que bajo el recuerdo heroico de la esclava insurrecta Carlota (1843), se acudió al llamado del presidente Neto y el MPLA, y se paró el 10 de noviembre de 1975 la ofensiva sudafricana y mercenaria a las puertas de Luanda, hasta la derrota de los invasores, a lo largo de más de 1 000 kilómetros, que huyen y cruzan la frontera con Namibia el 27 de marzo de 1976, se sabía en la dirección cubana, que la guerra definitiva sería contra el apartheid, por la liberación del África austral de este flagelo. De 1981 a 1987, los sudafricanos lanzaron por oleadas invasiones en el sur de Angola, lo que hizo necesaria la permanencia de las tropas cubanas. La guerra, estaba en un punto muerto, la asesoría soviética había llevado una y otra vez a las FAPLA -las Fuerzas Armadas Populares de Liberación angolanas -, al desgaste frente al poderoso apoyo militar sudafricano a la UNITA -la llamada Unión Nacional para la Independencia Total de Angola,organización fantoche aliada a los racistas-. En noviembre de 1987, las mejores unidades de las FAPLA estaban acorraladas y en peligro de aniquilamiento, cuando la dirección cubana –a solicitud de soviéticos y angolanos- acudió en su auxilio, y decidió además, expulsar a los sudafricanos fuera del país de una vez por todas. El 23 de marzo de 1988, los sudafricanos lanzaron su último ataque importante contra Cuito Cuanavale. Fue un fracaso absoluto. A la par que los internacionalistas cubanos liberaban Cuito Cuanavale, sus poderosas columnas, con un dominio total de la aviación de combate, avanzaron hacia la frontera de Namibia, y empujaron a los sudafricanos a un repliegue, que fue desbandada. Pretoria capituló. Aceptó las demandas de los vencedores, se retiró incondicionalmente de Angola y aceptó el acuerdo de las elecciones supervisadas de la ONU en Namibia, que ganó el movimiento de liberación nacional, la SWAPO, sigla en inglés de la Organización Popular de África del Sudoeste.
5) Los soldados de la pequeña Cuba, tenían diferencias sustanciales con las tropas de ocupación estadounidenses en la guerra de Viet Nam, y en otras aventuras militares de los países del capital, y por supuesto con la desastrosa intervención militar soviética en Afganistán: Eran tropas voluntarias. La inmensa mayoría reservistas, pueblo combatiente que acudió a la defensa de un ideal, por propia decisión. No estaban en el terreno para intervenir en el conflicto interno, su misión fue proteger a Angola de la agresión y la intervención miliar sudafricana. Los cubanos y cubanas que combatían en Angola estaban deseosos –ansiosos muchos- de regresar a su patria, pero a la vez dispuestos a estar en el cumplimiento de su misión todo el tiempo que fuera necesario.
El profesor Gleijeses resalta, que la participación cubana no fue solo militar. 6) La Revolución Cubana en medio de la guerra civil y la intervención militar extranjera, movilizó además a un masivo contingente de trabajadores civiles. Llevó médicos, maestros que alfabetizaron, ingenieros, constructores: 43 257 colaboradores internacionalistas prestaron sus servicios en Angola. 7) Mientras, en la segunda isla del archipiélago, en la Isla de la Juventud, se desplegó el más universal programa de colaboración multicultural Sur-Sur, que hasta el día de hoy se ha desarrollado en el mundo, con la atención y capacitación a través de becas gratuitas, financiadas por el Gobierno Revolucionario, de unos 50 mil adolescentes y jóvenes de África. Asia, y América Latina: De ellos más de 6 mil angolanos y 2 mil quinientos niños y niñas sobrevivientes de las masacres de los racistas sudafricanos contra el pueblo de Namibia. Ningún otro país del Tercer Mundo –afirma Gleijeses- ha brindado un programa de asistencia técnica del tal alcance y generosidad.
8) Los cubanos fuimos firmes y a la vez caballerosos en la victoria: Diplomacia inteligente, sagaz, fina, exquisita, diplomacia de principios y respeto con el adversario, que además de perder la guerra, se sabía en completa desventaja estratégica y táctica, para dar continuidad al conflicto.
9) La pequeña Cuba, con la colaboración logística de la URSS, hizo por África lo que ningún otro país intentó hacer, y esto lo reconocen en primer lugar los africanos. Nelson Mandela (1918-2013) y los principales líderes africanos,los históricos y los actuales, lo han manifestado en innumerables ocasiones.
10) La epopeya africana de la Revolución Cubana, fue conducida por Fidel Castro Ruz, líder de magnitud mundial, genio político y militar, genuino revolucionario,movido por los más altos principios de justicia social y dignificación humana, que contó además con una constelación de exitosos generales, jefes y soldados, con un pueblo preparado, culto, consciente de su papel en la historia.
Precisar, documentar y validar ante la comunidad académica norteamericana y occidental, verdades tan difíciles de digerir, resulta un mérito sustantivo. Enfrentar la prepotencia imperial, la desinformación y la ignorancia prevaleciente, fue una tarea ciclópea ganada día a día por Pietro Gleijeses, suficiente para hacerlo un intelectual de mérito. Sin embargo, pienso que hay más.
No pocos colegas, persisten en ver la frontera de su hacer a través de un distanciamiento “dicen que científico”, de sus sujetos de estudio. A estos académicos, les debemos su esfuerzo personal y las obras enjundiosas que aportan. Pero Piero Gleijeses, insisto, nos da más: Sin ceder un ápice frente a la solidez teórico metodológica, ha logrado maestría en el difícil arte de colocarse en la piel de los pueblos, de los sujetos de y en la Historia, en el comprometerse, sentir y expresar esa cercanía en colores y adjetivos, y por supuesto, con apreciaciones que aventuran la polémica, y que otros eluden para –dicen- evitar el “error”. Tal hacer es a mi juicio, el mérito principal de la obra –de academia- de Piero Gleijeses. Lo hizo con la historia de Cuba, y también con excelentes ensayos sobre la Revolución guatemalteca 1944-1954(2), y la rebelión dominicana de 1965(3). Tres estudios donde se demuestra la política criminal del imperio estadounidense.
Hay afirmaciones y matices del profesor Gleijeses que no comparto, pero que no puedo discutir en profundidad, porque carezco de referentes documentales. Nuestro Estado tiene el deber de poner a disposición de las historiadoras e historiadores cubanos, la masa de documentos que sustentan el trabajo del profesor. Este es un tema crucial, no solo para el complejo tema que tratamos, sino para cumplir la urgente e imprescindible tarea colectiva de entregarle al pueblo cubano una y muchas historias de la Revolución, porque lo que hoy tenemos son solo ensayos introductorios, meritorios tanto por la seriedad en su desbroce inicial, como en la toma del riesgo profesional de sus autores, pero insuficientes todos en la evaluación de no pocos asuntos. En lo que tal problemática se resuelve –y trabajamos para que sea en breve-, y aún después de que se escriban otros tantos libros sobre el tema, será un lujo de ciencia y premio de dignificación, que se estudie y ame la historia de la patria-humanidad, desde las obras de Piero Gleijeses. Así se lo hemos recomendado a nuestro Ministerio de Educación, en estos días certeramente ocupado en construir una biblioteca mínima de obras, que apoyen la enseñanza de la Historia en el país.
El mérito principal, un valor adicional
El profesor Gleijeses, elevó su saber al activismo en la lucha por la justicia, y se colocó junto a los y las camaradas que desde las entrañasdel imperio, pelearon la liberación de nuestros cinco héroes antiterroristas. La carta del Profesor Gleijeses al Presidente Barak Obama, del 5 de febrero del 2014, fue sin dudas uno de los documentos más incisivos, de los muchos que les agradecemos a nuestros amigos estadounidenses de la solidaridad militante:
“No le hablaré de los errores jurídicos del juicio contra los Cinco Cubanos –escribió Piero Gleijeses-. Estos errores son muy conocidos y otros han escrito sobre ellos. Los Cinco fueron condenados por un tribunal de opereta a largas penas a causa de los crímenes de Fidel Castro…
El crimen de Fidel Castro – por el cual los Cinco tienen que pagar – es evidente: él ha humillado a los Estados Unidos. Tal como lo dijo un ex-embajador británico en Cuba, Castro es “todavía un hueso metido en la garganta de los americanos. Ha desafiado y ridiculizado a la única superpotencia del mundo, y eso no se le perdona….
¿Dónde es que los hermanos Castro desafiaron a los Estados Unidos? Uno de los lugares más importantes es África meridional. Yo estoy seguro de que usted se dio cuenta de esto en su reciente viaje a Suráfrica cuando fue testigo del cariño con el cual el pueblo surafricano recibió a Raúl Castro. Y escuchó las palabras del presidente del Congreso Nacional Africano: “Ahora vamos a presentar a un líder que viene de una pequeña isla, de un pueblo que nos liberó, que luchó por nosotros… el pueblo de Cuba…
Ojalá, Señor presidente, lo que usted vio en Suráfrica pueda inspirarlo a vencer la brecha y entender que en este pleito entre los dos países, Estados Unidos no es la víctima y, que los Cinco Cubanos son, simplemente, presos políticos.
A mi juicio aquí está el mérito principal de Piero Gleijeses, mérito de académico comprometido con las verdades de su tiempo, mérito de valentía en vida. Mi trinchera de lucha en la batalla de ideas, -afirma-es Estados Unidos. Escribo para un público norteamericano, de Europa Occidental, para un público que no entiende, porque no quiere entender, o porque hace treinta o cuarenta años que le dicen las mismas mentiras.
Luego de los recientes anuncios de los respectivos países de abrir embajadas como parte del restablecimiento de las relaciones diplomáticas, Gleijeses reconoció la valentía del presidente estadounidense al tomar tan sabia decisión. Esto –afirmó- es solo el primer paso para poner fin a una política criminal que ha fracasado. En lo adelante, añadió, hay un montón de obstáculos por sortear. No obstante, advirtió, es una victoria para Cuba y un mérito de Obama.
Pienso que la obra de Piero Gleijeses, posee un valor adicional en estos tiempos de restablecimiento de relaciones gubernamentales. Es que la lectura de sus libros puede resultar un ejercicio nada despreciable para los que en Washington piensan y deciden la política cubana, sobre todo aquellos que siguen con el pie en estribo de la confrontación terrorista, el espionaje y la subversión político-ideológica
Del presente al futuro
El profesor Piero Gleijeses confirma. Hay en la academia estadounidense excelentes estudios sobre Cuba y América Latina. A lo interno, ya superamos el debate sobre la “Cubanología” y los cubanólogos”. El problema “ideológico” o la intencionalidad política, no pueden ser óbice para privarnos del intercambio y el dar, conocer y aprender: Solo se crece frente a la contradicción y al reto.
No todos en el mundo y mucho menos en los Estados Unidos, tienen que pensar como nosotros, ni creer en nuestras verdades, y no por ello hay que verlos como “enemigos”. Si, muy a nuestro pesar, no nos han dejado otra alternativa que el estar alertas.
En medio de las conversaciones para normalizar relaciones con Cuba, el Comité de Asignaciones de la Cámara de Representantes federal,acaba de aprobar en el presupuesto del año fiscal 2016, la cifra de 30 millones de dólares cuyo objetivo es “promover la democracia y fortalecer la sociedad civil en Cuba”, lo que significa que el dinero que paga a mercenarios, compra voluntades y promueve la subversión dentro del país, aumentará en 10 millones de dólares más que lo asignado en el actual año fiscal del 2015. Ese proyecto de ley, también asignó otros 28 millones de dólares para las ilegales y groseras transmisiones Radio y TV Martí, y un presupuesto “adicional” de 17 millones y medio de dólares, que pretende promover programas de “acceso” a Internet, como los que intentó montar en Cuba el tecnólogo de los servicios de inteligencia estadounidenses Alan Gross, ZunZuneo, y otros más, aún no públicamente denunciados.
El profesor Piero Gleijeses, representa la relación que aspiramos a tener con la academia estadounidense. Relaciones fraternales, de mutuo beneficio y enriquecimiento. Relaciones que a pesar del bloqueo, el terrorismo y la maldad de ultraconservadores y mafiosos batistianos, vienen desarrollándose y creciendo. Y que vamos a continuar y fortalecer.
Notas:
(1) La versión original: “Moscow´s Proxy? Cuba and Africa, 1975’1988,” Journal of ColdWarStudies, Fall 2006.
(2) La Esperanza Destrozada: La Revolución Guatemalteca y los Estados Unidos, 1944-1954. La Habana: Editorial de Ciencias Sociales, 2004
(3) La Esperanza Desgarrada. La rebelión dominicana de 1965 y la invasión norteamericana, La Habana: Editorial de Ciencias Sociales, 2011
*Doctor en Ciencias Pedagógicas, Profesor e investigador y Presidente en La Habana de la Unión Nacional de Historiadores de Cuba (UNHIC)
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