Por José Luis Rodríguez,Foto Claudia Camps
El restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos ha despertado múltiples expectativas, especialmente a partir del enorme potencial económico de la nación norteña.
En este sentido es conveniente recordar la existencia de relaciones económicas sesgadas desde que en 2000 se modificó el régimen de sanciones a Cuba mediante la Trade Sanctions Reform and Export Enhancement Act, aprobada por la administración Clinton para la venta excepcional de alimentos y medicinas a nuestro país. Estas compras por parte de Cuba han debido realizarse en condiciones de extraordinaria complejidad, ya que han demandado el pago adelantado y la no utilización del dólar como moneda en las transacciones, entre otras restricciones.
Las operaciones alcanzaron un máximo nivel en 2008, cuando se compraron 710,1 millones de dólares, y desde entonces se han venido reduciendo hasta llegar a solo 109,5 millones entre enero y mayo del 2015. En cuanto a los medicamentos, solamente se han podido adquirir 7,5 millones desde 2003.
Recientemente, y para tratar de impulsar estas ventas -que esencialmente se han concentrado en carne de ave y productos de la soya-, se constituyó un lobby de agricultores en el Congreso y un grupo de legisladores encabezados por la congresista Amy Klobuchar presentó un proyecto de ley que busca eliminar las restricciones existentes.
Por otro lado, a partir de una mayor flexibilización para viajar a Cuba en una de las 12 categorías establecidas por el gobierno de EEUU, se aprecia un incremento de los arribos de visitantes norteamericanos (de 36% hasta inicios de mayo), a pesar de que el turismo como tal se encuentra prohibido por la legislación del año 2000 ya mencionada. De mantenerse el ritmo de viajeros a Cuba durante todo el año pudieran generarse ingresos brutos adicionales por más de 110 millones de dólares.
Adicionalmente, si viajaran a Cuba unos 122 000 norteamericanos, potencialmente Cuba pudiera vender 400 dólares de productos a cada uno, lo que representaría un ingreso bruto de alrededor de 49 millones de dólares.
Es en la esfera del turismo donde más parece haberse avanzado en la flexibilización de las restricciones, ya que se han autorizado licencias para que ferrys y otras embarcaciones norteamericanas puedan viajar a Cuba, e igualmente se ha otorgado licencia a la firma de cruceros Carnival para que organice viajes a nuestro país en 2016. En este propio mes de julio, el Comité de Relaciones Exteriores del Senado de EEUU aprobó un proyecto de ley -presentado por un grupo de senadores que encabeza el republicano Jeff Flake- para eliminar la prohibición de viajar a Cuba libremente, el cual deberá ser examinado por el pleno del Senado y posteriormente pasar a la Cámara de Representantes.
Estudios muy preliminares indican que de liberarse los viajes a Cuba pudiera esperarse la visita de un millón de norteamericanos el primer año, cifra que se calcula se estabilizaría luego en unos 500 000 turistas anualmente. En números gruesos, ello representaría -suponiendo las mismas condiciones actuales- un ingreso adicional de 900 millones de dólares el primer año y 450 millones más adelante.
Ciertamente, el crecimiento exponencial del turismo norteamericano presentará un gran desafío para Cuba: la Isla deberá crecer en capacidad de alojamiento en ciudades como La Habana, en tanto que nuevas inversiones extrahoteleras en instalaciones como parques de diversión, centros nocturnos, campos de golf y facilidades para el turismo de salud también tendrían que incrementarse, privilegiando centros históricos, a donde se conoce que se dirigirían preferentemente los visitantes del Norte.
En todo caso, solamente con la visita de cruceros se atenuaría la demanda de alojamiento y también habría que examinar las perspectivas de los arrendadores privados de vivienda, que ya cuentan con 18 000 capacidades disponibles. De igual modo, habría que valorar la acelerada rehabilitación de las habitaciones fuera de servicio para incrementar la capacidad hotelera.
Finalmente, existe un grupo de medidas que -aun con la presencia del bloqueo- puede adoptar ejecutivamente el presidente Obama, y que incluyen, entre otras posibilidades, autorizar el pago a artistas y deportistas cubanos por su actuación en EE.UU., que aviones cubanos viajen a ese país, la compra de productos con más de 10% de componentes norteamericanos, la comercialización de tratamientos médicos a norteamericanos en Cuba, la venta de medicamentos cubanos en EE.UU., el empleo del USD en las operaciones a realizar por la Isla y el uso sin restricciones de bancos norteamericanos por entidades cubanas.
Sin embargo, los beneficios parciales enunciados no representan nada si se les compara con el impacto que tendrá el levantamiento total del bloqueo a Cuba.
No obstante, lo determinante para el desarrollo del país será su capacidad para avanzar en las líneas estratégicas que aseguren un socialismo próspero y sostenible una vez superado uno de los obstáculos más importantes para ello.
En general, existe un consenso bastante generalizado en los propios Estados Unidos de que el bloqueo está condenado a desaparecer. En tanto esto suceda, la lucha por su eliminación total no podrá debilitarse en beneficio del pueblo cubano y también de los norteamericanos interesados en una relación mutuamente ventajosa y estable con nuestro país.
Tomado de Cuba contemporánea
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