Coincido plenamente con algunos de los remitentes en cuanto a la necesaria y urgente educación económica que debemos alcanzar todos. El propio Fidel ha hablado mucho al respecto. Sin embargo, debemos empezar por definir qué es educación económica y cómo ayudamos a desarrollarla.
Creo que la prensa y los especialistas, como sugieren varias cartas, deben acometer urgentemente esa misión educativa con profesionalidad, rigor, y solidez argumentativa, sobre todo cuando reconocemos que no todos tenemos los mismos conocimientos ni el mismo acceso a la información. Ayudarán así a evitar las malas interpretaciones, las dudas y los planteamientos erróneos que son fruto de la ineficiente información que brindamos y obtenemos sobre algunos temas.
El caso de la dualidad monetaria es uno de los más debatidos por nuestra población. En mi caso personal, desde mis años de estudiante, busco una explicación convincente en los planos político y económico para entender el porqué de esa medida y poco a poco he llegado a algunas conclusiones y a otros cuestionamientos que quiero compartir:
Las primeras pistas las descubrí en el discurso de Fidel el 26 de julio de 1993, pero siempre me pregunté por qué nuestra prensa y nuestros especialistas y profesores universitarios de materias afines no ampliaron lo dicho en aquel momento. ¿Por qué nuestros economistas y periodistas no utilizaron la prensa diaria para unirse al pueblo en el debate, explicar y argumentar la medida, que sin duda fue y sigue siendo tan necesaria como incomprendida?
Mediante varias lecturas y conversaciones ocasionales pude comprender algunos elementos sobre la dualidad monetaria que quiero compartir.
El período especial provocó un gran descenso en la producción nacional y nuestro peso perdió su valor. Solo subrayo el dato dado por Fidel en el mencionado discurso: en 1989 se importaron mercancías por valor de 8 139 millones de dólares y en 1993 ese indicador bajó hasta 2 236 millones, un 72,5 % menos de productos importados.
Entre las medidas aprobadas para paliar la difícil situación estuvo permitir la entrada de divisas por concepto de remesas a Cuba y el desarrollo de la industria turística. Ambas estimularon la circulación del dólar y por ende era necesario recaudarlo para la redistribución por el Estado.
Ante esta realidad se pudo haber eliminado la circulación del peso cubano devaluado, pero eso llevaba a una dolarización de nuestra economía y a una total dependencia de las políticas monetarias de EE.UU. en un contexto de recrudecimiento de la guerra económica. Además, una medida así terminaría con los logros sociales que se materializaban de acuerdo a nuestras propias políticas financieras y de planificación.
A esto se agrega un elemento político y de orgullo nacional, la mayoría de la población hubiera mostrado su desacuerdo con eliminar nuestra moneda, quedar subyugados al dólar estadounidense y perder independencia en todos los planos.
El paso siguiente de esta medida fue la emisión del Peso Cubano Convertible que desterró paulatinamente el dólar de nuestro país, permitió una mayor recaudación de divisas por vía bancaria y le permitió al Estado un mayor control y monitoreo del circulante en divisas.
La dualidad monetaria fue la opción menos dañina que evitó la desarticulación de los principales beneficios sociales de nuestra población y en cierta medida, contribuyó a sentar algunas bases para el despegue económico ansiado.
Desde ese momento la población percibe la existencia de dos economías, una con énfasis en el mercado, sustentada por la circulación de un Peso Convertible fuerte y otra, apoyada por la anterior, con énfasis en lo social con el peso tradicional como unidad de cambio.
¿Por qué se mantiene? Esa es la pregunta que se hacen muchos cubanos.
Las empresas que operan con divisas deben vender su mercancía en Pesos Convertibles con los márgenes de ganancias correspondientes. El peso cubano tradicional no puede interceder en esas operaciones por su deprimido valor y por otras reglas de tipo financiero que existen y se deben explicar.
De esta forma se sacan los costos de las mercancías y materias primas compradas en el mercado internacional donde no existen los precios justos ni el campo socialista. Una buena parte de la ganancia la utiliza el Estado para adquirir parte de nuestra canasta básica, una lista de productos para el desarrollo nacional y financiar todo lo demás que conocemos y a veces olvidamos. La otra parte las empresas la utilizan para reinvertir y para distribuir entre sus trabajadores como estímulo a la producción.
Algunos sugieren como solución la emisión de más Pesos Convertibles, pero esto es imposible porque esa divisa nacional tiene que estar respaldada por valores internacionales y una mayor producción mercantil. De emitirse billetes sin respaldo se caería en inflación.
Por otro lado, y excluyo las modalidades de mercados agropecuarios, los precios en peso tradicional que en la red minorista aun están distantes de muchos bolsillos se fijan sobre la base del valor actual de esa moneda, del costo de las materias primas en divisas y observando la demanda, la oferta y el circulante existentes.
En la actualidad la población señala con mayor énfasis a la dualidad monetaria como un obstáculo en lo económico con incidencias en lo social. En lo político también tiene sus efectos por el fomento e incremento de las desigualdades. Sin embargo, ¿puede la economía eliminarla en estos momentos? ¿Cómo y cuándo hacerlo?
Para ello, aunque no se ha explicado por qué y cómo lograrlo, se ha dicho que es necesario ganar en productividad y eficiencia, sustituir importaciones, revitalizar producciones nacionales en varias esferas y eliminar estorbadores y estorbos que frenan nuestras fuerzas productivas, como aquellos que Granma denunció y que obstaculizan, por ejemplo, la producción de carne de cerdo en Pinar del Río. Tarea más necesaria aun si damos una mirada a los precios de los alimentos y del petróleo a nivel mundial, a la devaluación del dólar estadounidense y a la crisis mundial que se asoma.
Además, cuando se elimine la dualidad, porque hacia allá vamos, también será necesario transformar las estructuras que operaron durante años con dos monedas, lo que llevará a una reestructuración salarial y de precios, a un análisis de los subsidios estatales y otras medidas, pues estaremos en presencia de un peso más fuerte. Todo eso lleva tiempo y estudio, los que deberán ser también eficientes, oportunos y nada retardados.
Estas ideas, al margen de las interioridades de la ciencia económica, me llevan a otras muchas preguntas. ¿Qué relación existe entre el aumento del PIB y el valor de nuestra moneda tradicional? ¿Existen otros factores distintos a los mencionados que expliquen la dualidad? ¿Qué otros beneficios y limitaciones ha provocado la dualidad?
Mi propósito era exponer mis puntos de vista y solicitar a los especialistas que se sumen al empeño de ampliar el debate y la explicación de estos temas económicos reclamados por nuestro pueblo. También profundizo mi convicción sobre el papel insustituible y trascendental que juega nuestra prensa en esta y otras batallas de
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