Nosotros no podemos perdonarnos ignorar no ya nuestra historia, sino incluso la historia de América Latina; nosotros no nos podríamos perdonar ignorar siquiera la historia del mundo porque están asociadas. Seríamos incompletos, estaríamos mutilados desde el punto de vista cultural si ignoramos la historia del mundo. Esas tres historias tienen que estar muy presentes.
Fidel Castro Ruz, 1992:
Fundamentación
En oportunidad de la convocatoria a celebrar los bicentenarios de las independencias de las Repúblicas Latinoamericanas, realizada por gobiernos y asociaciones de la región, proponemos aportar a la construcción en curso, nuestra perspectiva cubana y latinoamericana, sobre el universo histórico que abren los procesos independentistas en la región.
El Bicentenario Latinoamericano, su estudio, interpretación y divulgación, con una visión de su trascendencia e importancia en el contexto de doscientos años de hechos y realizaciones compartidas, constituye una tarea de importancia científica, cultural, ideológica y política. Nuestra pertenencia a un proyecto de unidad latinoamericana, incluye el rescate del patrimonio cultural, la memoria, riqueza y experiencia histórica, que una y otra vez nos han querido borrar. En tal dimensión el crecimiento de naciones independientes y soberanas, la formación de las presentes y futuras generaciones, de trabajadores y profesionales patriotas, y el avance de proyectos anticapitalistas y socialistas, pasan por la incorporación del acervo político cultural emancipador, y su intelección prospectiva. Asumimos que las historias del movimiento nacional liberador decimonono, y las luchas compartidas de las naciones de esta parte del mundo, tienen su protagonismo a la hora de construir y pelear la historia que hoy vivimos.
Consideramos que las plataformas ideológicas, filosóficas, y políticas, sobre las que se sustenta la voluntad de conmemorar el Bicentenario Latinoamericano, deben incentivar un útil y fructífero debate plural sobre los acontecimientos que se conmemoran, su interpretación y destino. Para ello resulta imprescindible alentar hacia una profunda y certera lectura de la historia y cultura que poseemos. Basarnos en lo que realmente sucedió en la historia, es una ineludible posición de ciencia y conciencia ética.
Partimos del criterio de que los movimientos de liberación nacional en América Latina, poseen un sustrato de combates y rebeldías desde los propios días de la conquista, que continúan en tiempos de la llamada colonización. En el Siglo XVIII aparecen condiciones y entornos de realización cualitativamente superiores. Este siglo se caracteriza por el crecimiento de las luchas de los negros esclavos y el cimarronaje, por las sublevaciones y conflictos protagonizados por comuneros y campesinos –los vegueros en Cuba entre 1817-23-, y las demandas de participación de los criollos ricos en la política metropolitana y la administración colonial.
Al generalizarse en 1776 la guerra de independencia de las 13 colonias inglesas de Norteamérica, se destaca la ayuda y protección de los caribeños a los colonos insurrectos, en particular de venezolanos y cubanos, que se armaron corsarios para atacar los barcos y las posesiones británicas, y pelearon como milicianos en las batallas norteamericanas. Cuatro años después, en tierras andinas, los pueblos originarios protagonizan el gran levantamiento de Tupac Amaru, seguido por la insurrección de los hermanos Catari en Potosí, Bolivia y de los comuneros del Virreinato de Nueva Granada, Colombia.
La experiencia política y los anhelos de independencia que acumulan los americanos, se articula y precipita en las circunstancias de la gran crisis de la monarquía española en 1808, para dar lugar a las luchas independentistas que en el primera tercio del siglo XIX, determinan el nacimiento de la mayoría de los actuales Estados de la región. Es toda una época histórica pletórica de acontecimientos, donde queda pendiente la realización del proyecto anunciado por Tupac Amaru, y perfectamente diseñado para la época por Simón Bolívar, con la esencial coincidencia de unidad y compromiso latinoamericano, independencia de las potencias extranjeras, desarrollo autóctono, emancipación humana y justicia social, compartida por los principales próceres independentistas del continente. Contra el proyecto bolivariano se concitaron los poderes oligárquicos locales y las apetencias foráneas, que impusieron la fragmentación regional. Pero el anhelo de aquel destino unitario siempre se mantuvo, unas veces soterrada, otras ondeando en unos y otros proyectos, y hoy se concita con nuevas fuerzas y renovada vigencia.
En 1898, con la salida de la monarquía española de Cuba y Puerto Rico, tras la ya segura victoria de las fuerzas insurrectas cubanas, la guerra hispano cubano-norteamericana y el éxito de la política expansionista del naciente imperialismo sobre la decadente potencia europea, comenzó la era del neocolonialismo estadounidense para buena aparte del continente. Quedó entonces pendiente hasta la segunda mitad del Siglo XX, la descolonización de la región insular caribeña, junto a algunos otros territorios, dominados en lo fundamental por Gran Bretaña, y también por Francia y Holanda. Y sobre todo, se inicia un nuevo panorama emancipador, definido de manera certera por José Martí sin aún finalizar el Siglo XIX. Martí proclama la necesidad de una segunda independencia. Comprende el drama de pobreza y opresión de las repúblicas oligárquicas, y trabaja por la independencia de Cuba, con pleno sentido antimperialista, para impedir -confesará el Apóstol cubano-, que los Estados Unidos se extendieran por América Latina.
El Bicentenario Latinoamericano nos convoca a profundizar sobre diversos e importantes temas históricos. Incorporar las visiones de la historia social y cultural, de la historia de la educación, el arte y la literatura, de la ciencia y la tecnología…. Entender el aún reciente y por ello poco estudiado Siglo XX, las múltiples facetas de la dominación neocolonial, de la penetración y explotación de los monopolios y el capital financiero estadounidense, europeo y japonés en nuestra región. Revaluar los grandes acontecimientos de la primera mitad del Siglo, el amplio universo de
El Bicentenario Latinoamericano también constituye oportunidad para evaluar la más reciente contemporaneidad, desde la trascendencia y esencialidades que nacen en nuestros paradigmas fundacionales. Para abrirnos al interesante panorama de
Frente a los intentos de reducir la conmemoración del Bicentenario Latinoamericano, a meras acciones declarativas, a festejos por el cambio del gobierno colonial y su sustitución por Estados oligárquicos, evaluamos la trascendencia de la recuperación crítica del aporte histórico de nuestros pueblos.
En vísperas de las conmemoraciones del centenario y el cincuentenario respectivamente, de las revoluciones Mexicana y Cubana, sin duda los más trascendentales procesos revolucionarios latinoamericanos del siglo XX, la conmemoración del Bicentenario Latinoamericano ofrece un espacio cosmovisivo para incentivar la reflexión y el análisis historiográfico, evaluar el campo de los estudios latinoamericanos, el estado de la docencia de la historia de América y de la labor de divulgación cultural en nuestros medios. Puede concretar además un aporte a los esfuerzos integracionistas, a la construcción del universo ideológico y cultural de
Organización
Constitución
El acto de constitución de
No hay comentarios:
Publicar un comentario