miércoles, 21 de mayo de 2008

A propósito de los días que corren 3

Bueno, ya hemos visto en las Mesas Redondas que "la mano que mece la cuna", ya se disfrazó de "hada madrina"... fue premonitorio el comentarista, no creen??

Mr Parmly: ¡Out en primera!

Después de la deshonrosa retirada al frente de la Oficina de Intereses de los Estados Unidos en La Habana de un Mr. Cason tremebundo y pródigo en actitudes ridículas, que lo convirtieron en el personaje principal de ciertos dibujos animados de la televisión cubana, y consecuentemente, en el hazmerreír de nuestro pueblo, y de buena parte del personal diplomático y de seguridad norteamericano estacionado aquí (se sabe de buena fuente), creíamos que se habían agotado las reservas del ridículo imperial. Pero estábamos equivocados.

En sustitución del patético Mr. Cason nos han mandado a un no menos patético Mr. Parmly, pues aunque no ha intentado (todavía) disfrazarse de hada madrina, ni ha ordenado al sastre (todavía) agregar galones de cabo a la guayabera con que se disfrazan de nativos los diplomáticos yanquis, lo cierto es que, en su caso, el beneficio de la duda ha terminado desde el momento en que ha abierto la boca.

Ocurrió el pasado 4 de julio, Día de la Independencia de su país, cuando hizo uso de la palabra antes de iniciar un juego de pelota entre sus subalternos en La Habana. Al pronunciar las palabras, mitad en Español, mitad en Inglés, -es de presumir que estuviesen presentes algunos de sus mercenarios a sueldo-, seguramente, encargados de secarle el sudor al amo, cargarle el bate, barrer el home y, a una simple inclinación de cabeza del que paga, llevarle directamente en la boca, sin esfuerzo alguno, el chorro de Coca Cola helada.

Mr. Parmly puso en peligro el juego, por las carcajadas arrancadas a los presentes, cuando exclamó, arrobado, que la de su país si fue una revolución verdadera porque el gobierno norteamericano… “siempre ha contado con el apoyo de los gobernados”, como si la gente no supiese que los presidentes se eligen en su tierra con menos del 35 % de los votos, y que la actual aceptación de Bush es menor a esa cifra. Compitiendo con el Instituto de Meteorología pronosticó que algo nebuloso, llamado “cambio”, se aproxima a nuestras costas, pero olvidó precisar si será sobre las alas de los bombarderos o sobre las cubiertas de los portaviones de su flota. Para terminar, ya con el bate en la mano, en pose de Indiana John, y apartando a un sulacrán criollo que se empeñaba en arreglarle el cerquillo bajo la gorra, El Sr. Parmly afirmó que… “pronto la tiranía dejará de ser un obstáculo” para las relaciones entre los dos países, olvidando, una vez más, que es el gobierno, gracias al cual se encuentra en Cuba como representante ante una “tiranía”, el que lleva más de 45 años bloqueando esa relación, y que la comunidad internacional lleva 14 años condenándolo por esa causa en la Asamblea General de la ONU.

Tras lanzar al aire, con arrestos de Tarzán, un estentóreo “¡Play ball!”, Mr. Parmly dio inicio al juego tirando el bate, con fervor, contra la bola que le enviase el pitcher, con tanto acierto, que la elevó ante el delirio vocinglero de los tracatanes criollos, que en la euforia, derramaron la Coca Cola.

La bola se elevó, se elevó, se elevó… hasta caer, mansamente, en el guante de unos de los jugadores contrarios. “¡Out en primera!”, cantó el árbitro, en medio del sepulcral silencio de las consternadas alimañas, que esperaban, al menos un hit de su ídolo valeroso.

Al día siguiente, en la cinta electrónica de la Oficina de Intereses, gracias a la cual millones de cubanos resisten una tortícolis heroica con tal de saber qué pasa en el mundo libre, Mr. Parmly denunciaba que le había parecido vislumbrar una barba y un destello verdeolivo bajo el uniforme del pitcher contrario, el mismo que lo sacara out de manera tan poco heroica, en su primera vez al bate en esta isla inexplicable.

Fondo Librinsula/2006/julio/131/dossier/dossier227.htm

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