viernes, 8 de agosto de 2008

Embarazo feliz Por Nuria Barbosa León*


Cuando analizamos el índice de mortalidad infantil en Cuba, que en el 2007 cerró con 5,3 por cada mil nacidos vivos, entendemos que hay un esfuerzo mancomunado para garantizar la atención materna en todos los rincones del país.

Asimismo vemos que 21 municipios cerraron el año con ese indicador en cero. Son ellos, Candelaria, Minas de Matahambre, Melena del Sur, Nueva Paz, Bauta, Pedro Betancourt, Unión de Reyes, Ciénaga de Zapata, Calimete, Cifuentes, Yaguajay, Taguasco, Florencia, Najasa, Manatí, Colombia, Antilla, Cauto Cristo, Salvador, Imías y Manuel Tames.

Todos los municipios mencionados son comunidades rurales con amplias extensiones de tierra, donde abundan los caseríos alejados de los centros poblacionales, y que, a pesar de la lejanía geográfica se le garantiza a todas las mujeres el parto hospitalario.

En esta actividad juega un papel fundamental los hogares maternos, construidos en residencias abandonadas por la burguesía al triunfo de la Revolución ó instalaciones fabricadas con ese propósito.

En sus inicios, allá por el año 1962, los hogares maternos fueron creados para internar a las mujeres grávidas de zonas distantes a los centros gineco-obstétricos. Hoy tienen otras funciones porque velan por la desnutrición materna, el embarazo múltiple, la hipertensión gravídica, la profilaxis del parto pretérmino, y la realización de exámenes especializados.

Si bien la creación de los hogares maternos no se concibió a partir de un estudio técnico, ni de decisiones emanadas a nivel central, su origen fue resultado de las necesidades sentidas de la población canalizada a nivel territorial. Ellos surgieron de forma intuitiva, sin modelos conocidos, que sin embargo, hoy forman toda una red inseparable al sistema de salud pública cubano.

La capitalina Gretel Torres, relató que fue internada en el hogar materno del municipio La Lisa porque se embarazó con menos de 17 años de edad y se le diagnosticó desnutrición. Aunque no estaba convencida de la necesidad de ese internamiento, sintió que fue atendida como en su casa, con sábanas limpias y una dieta reforzada.

En Esperanza, poblado del municipio Ranchuelos en las Villas, Yanelys González se internó en el Hogar Materno a las 25 semanas de gestación, se le detectó un embarazo múltiple, con diferencia de peso entre las gemelas, y en posición pelviana. Con mucho celo fue cuidada hasta que dio a luz a las 37 semanas y sus niñas: Anabel y Ana Beatriz salieron de alta cuando su peso y tamaño fue el adecuado.

En 1994, a pesar del Período Especial y el férreo bloqueo, Cuba contaba ya con 182 hogares maternos distribuidos en la totalidad de las provincias y se logró a partir del año 1975 que el 98% de los nacimientos ocurrieran en los hospitales. Ningún servicio en esa institución se cobra y se oferta una estancia tranquila, de reposo para las mujeres, con dietas alimenticias especializadas y las pacientes son chequeadas constantemente por médicos y enfermeras.

La vida en un hogar materno fue descrita por Gretel Torres: “Nos levantamos entre 7 y 8 de la mañana, asistimos al aseo y desayuno, esperamos luego el pase de visita de los galenos. Luego de la merienda fijada a partir de las 9:30, cumplimos un horario que incluye prácticas de gimnasia, lecturas colectivas, sesiones de películas en vídeo, charlas educativas para la salud, asistencia especializada de estomatólogos, oftalmólogos ó alguna otra rama requerida por la paciente. Al mediodía nos sirven el almuerzo, rico en proteínas, legumbres, vegetales y frutas, descansamos en una siesta y quienes no duermen realizan labores manuales de tejido y bordado. La comida es servida después de las cinco de la tarde, luego recibimos la visita de familiares, vemos la TV o conversamos en pequeños grupos. La merienda llega a las 9 de la noche en que nos disponemos a dormir. La leche no falta y se combina con el yogurt y el helado. Todo se hace en un ambiente de familiaridad y calma. Creo que el hogar materno es un sitio anti estress”.

La particularidad del caso cubano, es que estos hogares maternos son gratuitos y a ellos tienen acceso toda la población, no importa su color de piel, edad o estatus social. Recurren a los servicios de ambulancias para el traslado hacia el hospital y a todas las mujeres se le asiste con igualdad.

Es triste mencionar la necesidad de reparación de las instalaciones porque a pesar de la preocupación del gobierno por mantenerlas funcionando, son víctimas –como todo lo existente en Cuba—de la crisis y el bloqueo. No obstante, los hogares maternos son parte de una utopía hecha realidad y son las pequeñas conquistas de la Revolución.

Muchos niños cubanos recibieron los cuidados intrauterinos de los hogares maternos, ninguno recuerda su estancia en ese lugar y para ellos son historias no narradas, sin embargo para los infantes del tercer mundo sería el sueño azul imposible de lograr.

*Nuria Barbosa León,
periodista de Radio Progreso
y Radio Habana Cuba

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