Teniente Mario Conde/ Adiós, Hemingway
Puso a un lado los zapatos entortados de fango y se dejó caer en el sillón del portal a reposar un minuto antes de entrar a bañarse. El día había sido durísimo descargando las rastras de fibras de asbesto cemento que llegaban para auxiliar a los damnificados por los dos potentes huracanes, el Gustav primero y el Ike después, que acaban de arrasar a la isla de uno a otro confín. El ir y venir con medicamentos, una hornilla de carbón, un pomo de agua, dos plátanos de un vecino a otro, lo habían dejado exhausto. Fue entonces cuando le alcanzaron el sobre con los boletines y algunos artículos bajados de Internet, así como al descuido, como para que pensara en otra cosa que no fuera el desastre en que los meteoros habían convertido su pintoresco pueblo de La Palma, en las montañas pinareñas.
Y allí estaba, entre aquellos textos, el artículo "La inercia de la espera sin horizontes"…. Lo leyó varias veces. Sería muy triste, se dijo, que además de un escritor frustrado y un policía frustrado, el Conde acabe siendo también una persona frustrada. Por eso, y porque en parte de lo que había escrito tenía razón, se decidió a escribirle, pues siempre creyó que a pesar de lo duro que la vida lo había tratado, el Conde era un buen tipo.
"Estimado Conde" -decía la carta en cuestión-, "he leído tu artículo para Kaos en la red titulado 'La inercia de la espera sin horizontes', y respetando tu opinión, tan discutible como cualquier otra, quisiera compartir contigo algunos criterios, por su puesto también discutibles".
"Dices en tu artículo que el hecho de que desde la cristalización de la nacionalidad, en el siglo XIX, los cubanos siempre tuviéramos que esperar del futuro la llegada de algo que nos completara o que nos aliviara (la independencia política, un mejor gobierno, el desarrollo económico, etc.), hizo de esa vigilia del porvenir una actitud visceral que muchas veces se tornó inconsciente y se integró como una parte armónica del carácter nacional. Pienso, Conde, que el futuro siempre ha sido una obsesión para todos los seres humanos en todas las épocas, de ahí que en la literatura las máquinas del tiempo viajen menos al pasado que al porvenir, a fin de cuentas para aquel está la Historia con sus documentos, sus evidencias materiales y sus enterramientos, pero la Ciencia Ficción es un verdadero desafío para la mente. Las personas, obligadas por las circunstancias a vivir en el hoy, nos hemos preguntado a través de los siglos qué pasará mañana. El hoy, es decir, la circunstancia, cada día nos ha traído más preguntas que respuestas, puesto que aunque la realidad nos obligue a vivir solo el presente, la criatura humana en su conjunto está compuesta además por la experiencia del pasado en virtud de la cual puede vislumbrar el porvenir, y como este no ha llegado aún, y siempre nos llevará la delantera, es lógico que las esperanzas no estén puestas en el pasado ni en el hoy sino en el mañana. Eso creo que le ha sucedido a cada persona en todos los tiempos y todos los países, y no solo a los cubanos que vivimos en la isla en septiembre de 2008."
"Tú dices que la mejor manera de confirmar cuánto se ha integrado la espera al subconsciente cubano está en la paciencia infinita que hemos desarrollado para resistir las colas que durante cincuenta años hemos debido realizar para cada uno de los actos de la vida cotidiana. Acompañándote en el disgusto que provocan las colas innecesarias producto del exceso de burocracia y aún de la insensibilidad -y muchas veces impunidad- de los burócratas, creo, Conde, que en tus recorridos por el mundo habrás podido conocer, al menos de vista, a muchísima gente que cambiaría gustosa la incertidumbre y la angustia cotidiana de sus vidas agónicas por la exuberancia bullanguera de tus colas. Aunque no creo que siendo el personaje popular que eres y lo mucho que te quieren en Mantilla hayas tenido que hacer muchas colas."
"Sé que no me vas a reprochar, sin embargo, que te hable de otras realidades del mundo actual, y que no vas a caer en la mahomía de decirme que estamos hablando de Cuba Socialista, porque ya te leíste a Martí y lo que dijo del aldeano vanidoso que cree que el mundo entero es su aldea. Tampoco es una manera de evadir el análisis de nuestra realidad, si no que, conociendo lo enterado que estás de lo bueno y de lo malo de dentro y de fuera, y lo poco o mucho que tus opiniones podrían valer para quienes no estén empapados de la realidad cubana o, peor aún, para aquellos que sabiendo lo bueno hacen lo posible y lo imposible por negarlo a base de resaltar solo las manchas que toda obra humana lleva en sí, porque si no fuéramos dioses, Conde, tu artículo pudiera parecer oportunismo de la peor especie. Sobre todo mirando la circunstancia en que salió a la luz."
"Para criticar las colas innecesarias, Conde, y pedir que acaben de eliminar el controvertido permiso de salida, que al cabo nos trae más males que beneficios, podría ser bueno cualquier momento; pero cuando tu país acaba de ser, no acariciado por los Vientos de Cuaresma, si no arrasado por dos huracanes en menos de ocho días, cuando se está promoviendo una campaña de solidaridad internacional con Cuba y específicamente con los que han sufrido de forma directa el desastre, cuando nuestros intelectuales han lanzado un llamamiento a sus colegas del mundo -en el que por cierto no veo tu firma- y cuando el imperio que siempre nos ha despreciado y agredido pretende, oculto tras sus máscaras jugar al buen vecino, ofreciendo con una mano y bajo condicionamientos éticamente inaceptables unas migajas de su filantropía de catacumbas, mientras con la otra mano nos aprieta el cuello con un bloqueo que a fuerza de arcaico y ridículo mucha gente ya no cree en él, pero que es una realidad como un muro; entonces, Conde, es feo que te aparezcas tú en la Internet quejándote por las colas."
"Dices también, refiriéndote a la eliminación del permiso de salida, que 'cuando a una sociedad se le cierra un camino, sus integrantes hacen lo posible por buscar una vía alternativa, y eso es lo que ocurre en Cuba con respecto a la emigración como reflejo no ya de antagonismos políticos, sino y sobre todo del cansancio de la espera'. Y apuntas, así como al desgaire, que hay un aumento de las cifras de las personas que salen de la isla por una u otra vía, legal o ilegalmente, atraídos o no por esa Ley de Ajuste que automáticamente acepta a todo cubano que ingrese en territorio norteamericano. Como si la causa principal de las migraciones ilegales desde Cuba hacia los Estados Unidos fuera el famoso permiso de salida y no los incumplimientos reiterados de los acuerdos migratorios por parte del gobierno norteamericano, que no suelen otorgar las cantidades de visas estipuladas en un año con el objetivo descarado de convertir el país en una olla de presión, mientras por otro lado estimulan, por todas las vías posibles, las salidas ilegales que han convertido al Estrecho de la Florida en escenario de un drama casi perpetuo en el que el pueblo cubano ha tenido que pagar el precio de muchas vidas mientras el gobierno yanqui lo convierte en un manipulado showtime anticubano. Parece, Conde, que la Ley de Ajuste, aunque la mencionas, no existe, y que la causa de que se ahogue tanta gente en el mar es la negativa del gobierno cubano a dejarlos salir del país."
"Por último, tu mayor preocupación es la más preocupante. Dices que la mayoría de esos migrantes de los últimos veinte años son 'jóvenes profesionales que desmotivados, desinteresados y desconfiados […] deciden mover sus expectativas hacia territorios que les parezcan más propicios'. Como si tú no supieras del robo de cerebros permanente de los estados más desarrollados para con los del Tercer Mundo, sobre todo si están bien formados profesionalmente como es nuestro caso. O como si, aún al margen del robo de cerebros, no fuera una ley casi natural que la gente tienda a dirigirse, como los insectos hacia la luz, hacia los polos donde cree tener más posibilidades. Nada, Conde, eficiencia de los cantos de sirena de las sociedades desarrolladas amplificadas por sus poderosos medios masivos de incomunicación, de los que no escapan ni siquiera los bien instruidos."
"Dices también, para concluir tu trabajo, que 'ese éxodo de los jóvenes, los inteligentes, los preparados es, sin duda, una sangría del presente y del futuro cubanos. Incluso, es hoy una de las causas que, entre otras, están provocando el decrecimiento de la población cubana y su envejecimiento'… Al parecer, ahora resulta que los otros millones de jóvenes que hemos decidido quedarnos y que participamos de los numerosos programas, discusiones y resistencias, para tratar de contribuir, en la medida de nuestros esfuerzos, a que el país salga adelante y nuestra gente viva un poco mejor en esta isla infinita a la que orgullosamente y sin complejos posmodernos seguimos llamando Patria, somos los brutos, los estúpidos, los tontos, los incompetentes. Y que nuestra población crece menos y es más vieja porque los jóvenes se han ido al extranjero, y no porque el nivel cultural alcanzado por esa juventud, precisado también por los grandes problemas de vivienda que el país enfrenta, les ha permitido y los ha obligado a la vez a una más seria planificación familiar, -a veces exagerada, es cierto- y que la esperanza de vida de un cubano al nacer es de 76 años en los hombres y 80 en las mujeres, razón por la cual se está discutiendo en todo el país el Anteproyecto de Ley de Seguridad Social, para que tengan una mayor vida útil."
"Y sobre la casi incitación a la rebelión popular que haces al final de tu escrito, Conde, cuando dices que al parecer, 'para los más jóvenes el arte de la espera que practicaron sus antecesores no es una opción con la que deseen jugar por más tiempo. Lo que valdría la pena ahora es saber si la sociedad cubana puede dilatar infinitamente sus esperas, mientras ve desgajarse a tantos de sus mejores retoños', me parece que no eres tú, un hombre tan pacífico, tan ajeno a los tumultos, haciendo por la Internet un llamado a la sociedad cubana a dar el toque a degüello, eso me huele a gato encerrado, Conde, porque ese llamado suelen hacerlo en los últimos tiempos gentes que yo no las imagino cercanas a ti, de verdad, ¿o será que yo te sobreaprecio?."
"Sabemos que el presente no es el ideal, que pudiera ser mucho mejor y por eso trabajamos, pero tampoco hemos tenido los cubanos un Pasado Perfecto. En quinientos años de historia desde la llegada de Cristóbal Colón, hemos sido durante cuatrocientos años colonia de España, y sesenta años neo colonia yanqui. Hace sólo cincuenta años que estamos gobernándonos nosotros mismos. Hemos llegado hasta nuestras conquistas actuales en muchísimo menos tiempo del que dispusieron nuestros antiguos dueños para tratar de aniquilar de nuestros genes el ansia de libertad y de justicia, la pasión por lo bello, lo útil, lo grandioso que puede llegar a ser el ser humano si se lo propone sinceramente. Pero la vida no es un camino recto, Conde, tú lo sabes. La vida es como una serpiente que se muerde la cola. Una vez alcanzada una meta, se convierte otra vez en punto de partida. Es la única manera de caminar hacia el sol, hacia la luz, que es y será siempre la promesa de un futuro mejor para la especie humana y el planeta Tierra. La felicidad no es un destino, la felicidad es el camino.
Adiós, Conde.
Un abrazo."
Y cerró el cuaderno, justo cuando afuera, un grupo de vecinos alborotaba de lo lindo porque ya se había instalado el grupo electrógeno de emergencia…
Y se hizo la luz.
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