“No regresen”, es el llamado de la alcaldesa de Galveston a los miles de desplazados-damnificados.
Por supuesto, ninguno de estos diletantes de la palabra, a quienes les otorgan espacio en las páginas de El Nuevo Herald, pierde la oportunidad de, antes de entrar en el supuesto tema de su historia, abrir un obligado paréntesis para propagar, con cierto tono novelero, una parte o todo su archivo personal al servicio de la mafia, como aval que lo diferencie de los demás de su especie.
El fruto de la iluminación de uno de esos escribidores, lo publicó la columna de opinión del citado diario. En uno de sus párrafos decía:
"... una ayuda (la ofrecida por EE.UU.) que los castristas rechazan con repugnante desprecio. A ellos parece que no les interesa que Cuba pase miserias, que Cuba pase hambre, que mueran cientos por posibles epidemias¼ "
Odio por los cuatro costados hacia el gesto de dignidad y soberanía de los cubanos. Dilemático párrafo antecedido, en el mismo escrito, por esta confesión de culpa que nos releva de ofrecer pruebas.
"En Miami asistimos a una feria perpetua de las impunidades. Aquí el insulto anda suelto, a galope tendido, sin freno ni jáquima. En este pueblo calumniar no cuesta un solo centavo¼ Lo de siempre."
Más allá de los retóricos e incoherentes ataques a nuestro país, por qué no se preocupan un poco más por lo que acontece en los Estados Unidos. ¿Conocerán los editores de ese libelo las últimas declaraciones de Lyda Ann Thomas, alcaldesa de Galveston?
"No tenemos energía, no tenemos gas, no tenemos comunicación, y no estamos seguros de cuándo estará reparado cualquiera de esos servicios". Ninguna esperanza para los miles deseosos de retornar a sus devastados hogares, al menos para saber qué pueden recuperar. "No regresen, en este momento no se puede vivir aquí", fue la lapidaria frase de la alcaldesa, quien en días pasados decretó un toque de queda para los pobladores que se negaron a dejar sus casas ante el paso del Ike, fenómeno que hasta el momento ha cobrado allí más de 50 vidas.
La isla de Galveston, en el estado de Texas, fue escenario en 1900 del peor desastre natural en la historia de los Estados Unidos. Las olas causadas por el huracán que la azotó el 8 de septiembre de ese año cobraron de 6 000 a 8 000 vidas humanas en la ciudad y 4 000 en sus alrededores. ¿No fue aquella experiencia suficiente para que las autoridades estadounidenses ofrecieran ahora más apoyo?
Este martes Bush tomó su helicóptero Marine One para recorrer la zona de desastre, y , después de una sesión evaluativa de los daños, dijo desde su despacho en la Casa Blanca: "La situación de la energía es una preocupación".
Más allá de tan obvia afirmación —el Ike obligó a cerrar refinerías en el Golfo de México que acumulan el 22% de la capacidad de suministro a EE.UU.— el presidente norteamericano acaba de mostrar su desacuerdo con la propuesta demócrata de poner en marcha un segundo plan de estímulo (el primero se inició el pasado febrero), consistente en 50 000 millones de dólares destinados a reactivar la economía, ofrecer asistencia a familias pobres para cubrir sus gastos de calefacción, y ayudar a los gobiernos estatales en sus programas de coberturas médicas para personas de escasos recursos. No solo la energía es una preocupación...
No voy a abundar sobre los esfuerzos que realiza la Revolución y todo nuestro pueblo por recuperarnos en el menor tiempo posible, eso todos lo vivimos a diario. Solo haré una pregunta: ¿Acaso los editores miamenses no conocen las realidades del país en que viven?
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