lunes, 1 de septiembre de 2008

Un pueblo heroico enfrenta desafíos, por Daima Cardoso Valdés

/ Foto: Santiago Calero

Un panorama desolador se apoderaba del municipio de Los Palacios tras el paso del poderoso huracán Gustav, que dejó en este territorio cuantiosos daños tanto en viviendas como en el resto de la infraestructura económica y el saldo de una veintena de heridos leves, sin tener que lamentar pérdidas humanas y perjuicios de consideración en las plantaciones y cultivos.

Considerado por los palaceños como el meteoro de mayor peligrosidad que ha azotado esta provincia en las últimas seis décadas, Gustav, huracán de categoría cuatro, implantó récord durante su trayectoria por la provincia al registrarse rachas de viento de 340 kilómetros por hora, ocurridas en el poblado de Paso Real de San Diego, lo que provocó que se rompieran los instrumentos de medición de la Estación Meteorológica ubicada en esta localidad y muchos hogares quedaron barridos de su geografía, así como instalaciones de uso social.

El tendido eléctrico, con más de 60 torres de alta tensión en el piso, es uno de los mayores desafíos que enfrenta Los Palacios en estas horas aciagas, pero ya en el mediodía de ayer domingo se trabajaba en la evaluación de los daños y se emprendían las primeras tareas de recuperación, actividad que contará con el apoyo de brigadas de otras provincias que llegan a Vueltabajo en gesto solidario.

En conversación con Emilio Triana, presidente del Consejo de Defensa Municipal, aseveraba que en el fondo habitacional se percibieron los mayores estragos, pues este tenía el 60 por ciento clasificado de regular a mal y después de Gustav se está hablando del 90 por ciento de afectación, que alcanzó incluso edificios multifamiliares que perdieron sus tanques de agua y muchas puertas y persianas, algunas de aluminio.

“Cálculos preliminares nos dicen que sólo no recibieron daños 3 400 viviendas de ti-pología I (mampostería y placa), mientras que más de 4 000 fueron derrumbadas totalmente y unas 7 000 tienen afectación de techo. Ya está en camino un nivel importante de tejas de asbesto cemento y personal del Instituto Nacional de la Vivienda trabaja, junto a especialistas de la provincia, en la evaluación y cuantificación de los daños, que son millonarios como se puede apreciar. Una vez más el pueblo ha dado muestra de disciplina y sentido de pertenencia, aun cuando se vivieron momentos terribles con el paso del meteoro”, dijo.

Uno de esos ejemplos lo dio el chofer del vehículo 128 chapa HVE 376, perteneciente a la UEB No.1 de Transcontenedores de Ciudad de La Habana, Carlos Cepeda, quien protagonizó un hecho de tamaña valentía al proteger, a riesgo de su vida, la rastra cargada de refrigeradores (104 en total) que desde Paso Real de San Diego trasladaba hacia la capital del país. Pero Gustav no creyó en los 35 000 kilos de peso que tiene el vehículo de Cepeda, hermano del conocido pelotero, y de un solo tirón lo volteó de lado hasta dejarlo pendiendo de las ruedas de un lateral. Hecho insólito que nuestro fotógrafo recogió con su lente.

La agricultura palaceña figura también entre las áreas de mayor daño. No exageramos si decimos que no quedó mata de plátano parada en estos lares. Igual sucedió con la caña, que en la UBPC 16 se perdió por completo. También se percibían fuertes pérdidas en otros cultivos, pero ya los trabajadores del sector daban pequeñas muestras de apego a la tierra. Tal es el caso de Pedro Martínez, obrero del organopónico Cuba-quivir, que perdió su casa, pero con sus propias manos ya levantaba plantaciones de cebollino y recuperaba acelgas, convencido de que sentía por igual ambos estragos. Él vive en el reparto Norte de la cabecera municipal. Allí no quedó casa sin afectación. Imprime tristeza lo que vimos.

Otra de las muestras de sentido de pertenencia que vimos en nuestro recorrido por Los Palacios la dio la joven de 28 años Yudeisy Blanco, jefa de piso de la tienda Trasval, quien junto a su madre, protegió la tienda y las mercancías. El meteoro se llevó el techo, la cristalería, rompió parte de la estantería y sólo dejó con vida el almacén, fabricado de mampostería, que fue donde se guarecieron estas féminas en los momentos más duros de Gustav. Ejemplo de que la mujer pinareña está hecha para las grandes contingencias.

Sobre la magnitud del fenómeno hablan las imágenes, pero los habitantes más viejos de Los Palacios afirman no haber visto jamás cosa igual. Tanto destrozo, tanta teja en el piso, tanto daño, ni cuando el 44, dice Jesús Garriga, que vio cuando el cielo se puso blanco y después prieto, arreció todo, se caían los techos y pensó en su vecina Claribel, cuya casa fue afectada. “Fui corriendo hasta allá, le saqué el televisor y el refrigerador y me la llevé para mi casa. La solidaridad hay que ponerla en práctica en los momentos duros y cuando más la gente lo necesita.

Aquí todos somos como familia, son muchos años viviendo juntos”, manifiesta este inspector popular, conocido como amarillo, que día a día ayuda a miles de personas a trasladarse de lugar.

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