La problemática racial en Cuba, América Latina y el Caribe
Por Orlando Cruz Capote
1) Al estudiar la intervinculación entre Nación y Raza, en el caso cubano, aunque sucedió un proceso análogo, con sus diferenciaciones y características específicas, en Latinoamérica y el Caribe hispano, portugués, ingles y francés fundamentalmente, -existió también presencia holandesa sueca y danesa-, debemos tomar como punto de partida la llegada azarosa del Gran Almirante Genovés Cristóbal Colón y sus acompañantes a las costas de
2) Entonces el racismo surge en Cuba en el proceso de conquista y colonización de los pueblos aborígenes. El tipo de “sociedad” existente entre los diversos grupos poblacionales originarios, radicados en la isla de Cuba -en realidad un archipiélago- no era desarrollada, si la comparamos con las existentes en el Imperio Azteca, el Inca y la ya desaparecida civilización Maya. Su organización natural-social fue del tipo gentilicio primitivo y gregarios, con formas de cooperación simple y una división natural del trabajo por sexos y edades, no poseían una estructura clasista, solamente ciertas jerarquías dentro de sus grupos, convivencia clánica en algunas comunas e interclánicas en otras, las mujeres también trabajaban, principalmente en la recolección, por lo que es fácil imaginar que el excedente económico era relativo y no suficiente para poseer una división social del trabajo. Al inicio, el recibimiento aborigen a los auto-denominados eufemísticamente descubridores fue totalmente normal, plenos de curiosidad y asombro, aunque quizás un poco temerosos, fundamentalmente al verlos con sus trajes de metal y sus enormes caballos, así como al observar sus embarcaciones, su piel blanca, cabello de diferente color y la lengua extraña que hablaban. Sin embargo, los invasores comenzaron a masacrarlos ante la inocencia de algunos y la intransigencia de otros. Como consecuencia de la violenta intromisión en sus vidas, costumbres, culturas y la utilización desmesurada de ellos como mano de obra esclava, muchos ofrecieron resistencia pasiva y/o activa pero, la inmensa mayoría no soportó el trabajo pesado, las enfermedades de que eran portadores los hispano-europeos y el maltrato desmesurado, comenzando a ser liquidados, en el sentido literal del término. Los primeros que practicaron el cimarronaje en Cuba -en la mayoría de los casos como una forma de resistencia pasiva-, no fueron los esclavos africanos sino algunos grupos de indígenas que, conociendo bien la geografía de su isla, se internaron en parajes recónditos o de muy difícil acceso para los conquistadores y colonizadores españoles. Por ello, hoy se han encontrado individuos y colectividades con características fenotípicas, heredadas de los pueblos aborígenes y que, incluso, en los bailes africanos se estudien ritmos y ritos entremezclados que corresponden a los originarios de
3) En realidad, el primer gran debate entre los ibéricos -españoles y portugueses, aunque no faltaron italianos y oriundos de otras nacionalidades-, versó sobre sí estos indígenas eran seres humanos o simplemente animales sin sentimientos, alma y raciocinio alguno. Esa polémica tuvo un punto decisorio, a principios de la década del 50 del siglo XVI, cuando Juan Ginés de Sepúlveda, clérigo e historiador del Emperador Carlos V, sostuvo una aguda polémica con el Fray Bartolomé de las Casas, declarando que había que guerrear contra los indios, por las siguientes causas: a) debido a la gravedad de los pecados cometidos entre ellos y contra la naturaleza y su adoración de los ídolos; b) por la rudeza de su naturaleza, lo cual los obliga a servir a personas más refinadas; c) con el fin de divulgar la religión sometiendo a los nativos y, para proteger a los nativos entre los propios nativos. Su propuesta se remitía a Aristóteles, -a los esclavos por naturaleza-, aunque declarando que los indios eran hombres de orden inferior, personas toscas, nacidas con capacidades limitadas. Además los acusaba de infanticidio, parricidio, demencia hereditaria, deshonestidad y de irrespetuosidad para con los cuerpos de los muertos. Al definirse que estos eran hombres y mujeres humanos, decisión completamente pragmática-utilitaria, se concluyó que había necesidad de conquistarlos, colonizarlos y cristianizarlos a la fuerza, con la cruz y con la espada, decisión que recayó esencialmente en el pensamiento religioso cristiano que, salvo honrosas excepciones, tuvo mucho que ver con la misión mesiánica de los conquistadores y colonialistas, recubierta bajo un manto paternalista. Ese proceso fue la síntesis de una civilización-barbarie extrapolada del denominado, posteriormente, como el viejo continente que varió definitivamente el rumbo de la historia natural de estas comunidades, civilizaciones y culturas. El choque había sido brutal para las dos o las varias culturas, las costumbres, la moral, la ética, la idiosincrasia, la estética y las diferentes y diversas miradas pero, lo malo, lo feo, lo incorrecto recayó en los pueblos conquistados y colonizados.
4) Ante el extermino masivo, más paulatino o rápido, de los pueblos originarios fueron traídos a la fuerza los esclavos africanos y, más tarde, hasta chinos culies y cantoneses. Desde 1515, ante ese etnocidio, ¿o el primer gran genocidio de la historia?, cometido contra los indígenas, los españoles comienzan a desarrollar
5) Es evidente que la problemática racial se convirtió en un problema social y cultural a partir de la conquista y la colonización de América por los europeos. Constituía una necesidad socioeconómica y requería de una urgente construcción socio-ideológica y cultural para ponerla en función de la total dominación de los pueblos originarios del Nuevo Mundo y, más tarde, de otras regiones del planeta, sojuzgados y explotados desde entonces por ese capitalismo que nació, como escribió Carlos Marx, echando lodo y sangre por todos los poros, hasta la actualidad. La emergente clase burguesa apremiaba de ese aparato de represión y coerción-coacción económica e ideológica, para llevar adelante sus ambiciosos planes de enriquecimiento, expansión y hegemonía sobre otros pueblos y naciones. Y al mismo tiempo luchaba contra el feudalismo, las monarquías, la nobleza feudal, apoyados por las clases y capas más pobres y explotadas de sus pueblos. La renombrada “novedosa” ideología sociocultural, racista y discriminatoria, tiene su punto de partida en que los no europeos -los Otros o
6) Pero es la conquista y la colonización del Hemisferio Occidental lo que permite la consolidación del Estado nación moderno capitalista en Europa, y más tarde, en los Estados Unidos de América, y en ese contexto es que el sistema de dominación social se asocia a un nuevo sistema de explotación social: todas las formas conocidas y por conocer de explotación del trabajo -la esclavitud (en sus diferentes variantes), la servidumbre feudal, la pequeña producción mercantil, la reciprocidad (el modo de producción asiático y, por ejemplo, el Andino, en que el intercambio de trabajo y de fuerza de trabajo no pasa necesariamente por el mercado) y el capitalista- son articuladas en un único sistema de producción de mercaderías para el mercado capitalista mundial, supeditas y asociadas entre sí, estructuralmente, en torno a la pretensión hegemónica del capital para producir, vender y consumir para el futuro libre cambio mundial, aunque después devendría con la monopolización -concentración del capital industrial, comercial y financiero- de las riquezas y del propio mercado.
El círculo vicioso, cruel y criminal de explotación, racismo y discriminación se repitió con mayor fuerza y profundidad contra los africanos, otros inmigrantes y los remanentes aborígenes en Nuestra América. La cultura eurocéntrica capitalista -con rasgos subyacentes pre-capitalistas-, racista y discriminatoria, explotadora y opresora, homofóbica y patriarcal, paternalista por demás, conllevó a nuevas relaciones sociales, intersubjetvidades incluidas, de producción y propiedad individual-privada, división social del trabajo y el surgimiento de diferenciaciones clasistas antes inéditas para los oriundos de
7) Y lo más importante para este breve resumen, las conductas y prácticas racistas y discriminatorias fueron calando en la mente y la consciencia de todo ese conglomerado social heterogéneo, desde las clases ricas de origen español y los criollos que fueron naciendo en
Aunque en el siglo XIX se produjo la independencia Latinoamericana-caribeña de España y de otras metrópolis europeas -en menor escala o ninguna en el Caribe hispano, ingles y francés-, las sociedades de Nuestra América, continuaron siendo coloniales. “El colonialismo había producido un tipo de poder cuyo carácter era y sigue siendo, su colonialidad”. (1) Y las razas condicionadas por disimiles formas no esenciales antropomórficas, color de la piel, adaptados al entorno geográfico-ambiental, fue convertida en racismo como producto ideológico-mental, social-cultural y estructural de la conquista y la colonización. Por eso, es justo señalar que las primeras víctimas de esa categoría -raza, racismo y discriminación racial- fueron los indios, aunque el color y la raza no son lo mismo, encontraremos similitudes en estos términos por la construcción europea que se hizo de ellos en los siglos XV y XVI, alcanzando una nueva dimensión en el siglo XVIII y XIX, con la reconfiguración de esos Estados naciones capitalistas, en tránsito hacia su fase imperialista, específicamente el decimonónico. Pero una mujer de raza blanca “superior”, será por definición superior de un varón de raza negra, amarilla y mestiza “inferior”, ejemplo tácito de lo ordenado y manipulado alrededor de esa categoría, (2) que se convierte en el criterio de clasificación social básica y universal de todos los miembros de la especie humana, universalizándose a medida que la dominación colonial de los europeos se expande por todo el orbe, adquiriendo el carácter de mundialización. Como afirma el estudioso Teun A. Van Dijk, el problema no radica en el comportamiento de las masas populares, aunque no sean indiferentes a ese problema, sino que “[...] Diferentes grupos de la élite participan en las tomas de decisión política concernientes a grupos étnicos minoritarios, escriben informes, o investigan, tienen acceso a los mass media y producen saber y las creencias que influyen en la función y el cambio de opinión de la gran mayoría de la población. Por consiguiente, además de la dominación política, la élite ejerce una dominación social, moral y cultural”.
8) En el caso específico de Cuba, el proceso nacional-liberador y revolucionario, a lo largo de cerca de ciento cincuenta años, desde 1868 hasta el triunfo revolucionario de 1959 (aunque, según el concepto expresado por el Comandante en Jefe Fidel Castro, el 10 de octubre de 1968, “[...] en Cuba solo ha habido una Revolución”, que comprende la iniciada en 1868 y que continúa hasta nuestros días), (3) ha desarrollado una franca lucha por alcanzar la verdadera independencia y soberanía nacionales, así como lograr la más plena justicia social y poner fin, en “última instancia”, al colonialismo español primero y, la dependencia neocolonial hacia los EE.UU., después. De igual forma, los procesos que se desarrollaron en
9) Pero han existido a lo largo del decursar histórico de
Aunque como bien expresara -aunque agregaríamos matices que no podemos añadir en este breve artículo- el estudioso cubano Jorge Ibarra Cuesta, y muy de acuerdo al tema que estudiamos, “[...] Mientras lo estadounidense fue injertado, porque bien lo asimilamos de motu propio o nos lo impusieron, lo español (agregaríamos que lo Africano también) lo llevamos en la savia de nuestra cultura, en nuestra manera de ser. Lo estadounidense representa elementos externos que se funden, sin alterar en lo esencial la matriz de nuestra nacionalidad. De esa manera, la presencia ibérica en nuestra historia tiene un carácter indeleble, de larga duración, porque es consustancial a nuestro ser, mientras la incidencia anglosajona, a pesar de la proyección absorbente de la penetración cultural, tuvo un carácter coyuntural en el proceso de formación nacional cubano”.
Por su parte, el investigador Marcos Roitman afirma que en América Latina, que es valido también como marco referencial para Cuba que, “[...] La nacionalidad estatal se funda en una hegemonía étnico-clasista y el Estado, en su dimensión represiva, configura un tipo de violencia que se torna estructural al reprimir y negar la participación y ejercicio de derechos a los pueblos indios conquistados”. (10) A la cita del investigador Roitman, en el caso cubano debe agregársele a los negros africanos que primeramente fueron esclavizados y luego excluidos de la denominada sociedad capitalista moderna, así como a los mestizos -esas mezclas sumamente explosivas y también dubitativas ante muchas de las problemáticas nacionales, sociales, étnicas y raciales. Pero, prosigue Roitman “[...] Todo el quehacer de tres siglos de colonia se presenta bajo la égida del mito étnico-racial legitimando el “éxito” del orden colonial alcanzado en
Esta impronta de combate clasista atravesaba, irremediablemente también, por el batallar a favor de la verdadera independencia y soberanía nacional, así como en el enfrentamiento contra la dependencia al imperialismo estadounidense. Este vínculo esencial entre la emancipación nacional y lo social -inclúyase lo racial- fueron problemas que intentaron resolver las diversas fuerzas políticas y las diferentes corrientes, tendencias ideopolíticas: reformistas, anarquistas, anarcosindicalistas, socialistas utópicas las marxista-leninistas y otras, en el siglo XIX y durante parte del siglo XX; e) El cuarto obstáculo, lo constituyó el constante flujo migratorio que arribó a
La situación racial y discriminatoria se hizo crítica, incluso, desde el campo insurrecto e independentista cubano. Los grados de oficiales no se distribuían por méritos de guerra solamente, sino que se crearon dificultades para que lo obtuvieran los más destacados guerreros de piel negra. En algunas cartas el Lugarteniente General Antonio Maceo, el Titán de Bronce, se queja con su dignidad incólume de esa actitud hacia su persona entre la oficialidad mambisa. Y en el siglo XX, las actitudes racistas alcanzan gran magnitud con los pocos derechos ciudadanos que poseen los cubanos negros. Incluso la matanza del movimiento insurreccional de los independientes de color -dirigidos por el Partido Independiente de Color- en 1912, brutalmente reprimido. Aunque parece ser, por las últimas investigaciones concluidas, que las muertes nunca alcanzaron las 3 mil víctimas divulgadas, lo peor fue la indiferencia en la sociedad cubana de la época ante ese hecho, que fue parcamente reflejado en la prensa, pero casi nada por los periódicos obreros y socialistas -en realidad en manos de españoles- y por las otras publicaciones. La parálisis que conllevaba el acápite de
Entonces, las sociedades negras y otras agrupaciones de gente de color tuvieron un significado muy positivo, ante el exclusionismo y exclusivismo “Only White”, impuestos en parques, clubes, restaurantes y otras zonas privadas y públicas del país. En esas sociedades negras también se forjó la nacionalidad cubana, así como en las expresiones artísticas de una vanguardia literaria, musical y pictórica negra, pero por sobre todo multirracial muy cubana que rescató no sólo la herencia africana, que deslumbró al mundo europeo y latinoamericano-caribeño, en el discursar de un Gustavo Urrutia, Walterio Carbonel, Salvador García Agüero -uno de los mejores oradores de toda la historia cubana-, entre otras personalidades negras convertidas en intelectuales a sangre y fuego y en franca polémica con las otras corrientes culturales e ideopolíticas, y en las sociedades secretas de las creencias africanas en
Notas bibliográficas y referencias:
(1) Aníbal Quijano El fracaso del moderno Estado-nación, en
(2) Idem., p. 67.
(3) Fidel Castro expresó que “[...] Significa sencillamente el comienzo de cien años de lucha, el comienzo de la revolución en Cuba, porque en Cuba sólo ha habido una revolución: la que comenzó Carlos Manuel de Céspedes el 10 de octubre de 1868 y que nuestro pueblo lleva adelante en estos instante.”. En, Fidel Castro Ruz Discurso en la velada conmemorativa de los Cien años de Lucha. 10 de octubre de 1968, En Discursos, en tres tomos, T.1, Editorial de Ciencias Sociales,
(4) Fernando Ortiz Contrapunteo cubano del azúcar y el tabaco, Universidad Central de Las Villas, Santa Clara, Cuba, 1963, pp. 136.
(5) Carlos Manuel de Céspedes ¿Puede afirmarse que el pueblo cubano es católico o no?, Temas, No. 4,
(6) Darcy Ribeiro El proceso civilizatorio, Editorial de Ciencias Sociales,
(7) Eduardo Torres Cuevas Apología de Nuestra Historia, (segunda parte), en Contracorriente, Año I, No. 2,
(8) José Diosdado y J. Aldama La agresión ideológica de los Estados Unidos contra Cuba revolucionaria: tendencias y perspectivas, Trabajo Diploma, No. 27, Instituto Superior de Relaciones Internacionales (ISRI) “Raúl Roa García”,
(9) Jorge Ibarra Cuesta Patria, etnia y nación, Editorial de Ciencias Sociales,
(10) Marcos Roitman Rosenmann Las razones de la democracia en América Latina, Editorial de Ciencias Sociales,
(11) Idem., p. 191.
(12) Arturo Arango Otra teleología de la racionalidad cubana, en Casa de las Américas, No. 194, enero-marzo,
(13) Memorias Inéditas del Censo de 1931, Editorial de Ciencias Sociales,
*Dr. Orlando Cruz Capote, Investigador Auxiliar, Instituto de Filosofía, Cuba
No hay comentarios:
Publicar un comentario