jueves, 8 de enero de 2009

Julio Antonio Mella en los corazones de Nuestra América

A 80 años de su vil asesinato en México.

Por Orlando Cruz Capote

Cada cierto tiempo la figura atlética de Julio Antonio Mella regresa a todos los cubanos y latinoamericano-caribeños. Sus fotos inmortales, tomadas muy artísticamente por su enamorada Tina Modotti, nos muestran su carisma y personalidad viril. Pero si hurgamos en su historia revolucionaria, martiana y marxista-leninista reafirmaremos que este hombre constituye, sin lugar a dudas, uno de los pilares de la nación cubana y que su pensamiento y acción se inscriben con letra de oro en las mejores tradiciones históricas de la Isla y de Nuestra América. En el “re-despertar de la conciencia nacional” o la “década crítica” de los años de la tercera década del siglo XX, Mella es uno de los imprescindibles. Luego de la gran frustración de la República martiana, truncada y segada por la intervención y ocupación militar norteamericana de 1898 a 1902, hecho que se repetiría entre 1906 hasta 1909, Julio Antonio Mella significó la necesaria articulación entre la vieja generación mambisa y clasista-revolucionaria y la savia juvenil de la gran hornada que irrumpe y retoma las banderas de la lucha y les reimprime un nuevo accionar e ideario, muy acorde con la nueva situación histórica-concreta. Pero esa ruptura es continuidad, y por lo tanto, una superación dialéctica trascendental. Por eso se encuentra junto con Carlos Baliño, fundador del Partido Revolucionario Cubano de José Martí (1892), otros líderes y simples obreros en la creación del primer Partido Comunista de Cuba en agosto de 1925.

Pero su obra transformadora -teórica y práctica- no había comenzado en ese instante. Ya estuvo dirigiendo las sesiones de trabajo del Congreso de Estudiantes y es el inspirador máximo del surgimiento de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU) en 1922, primera organización juvenil cubana. Además está involucrado en la Liga Anticlerical y la Liga Antiimperialista de Cuba, en la Universidad Popular José Martí y en la Agrupación Comunista de La Habana. Es amigo y camarada de lucha de Alfredo López, dirigente obrero que consolida la Federación Obrera de La Habana en 1921, de quien admira su valor y carácter clasista intransigente a pesar de que posee como corriente ideopolítica el anarcosindicalismo. El asesinato del dirigente proletario en 1926, por sicarios de la tiranía de Gerardo Machado (1925-1933) le hace escribir bellas palabras sobre el hombre que llamó su maestro, y le demuestra que el camino emprendido de unir en un solo haz a los estudiantes, los campesinos y otras clases y capas patrióticas de la sociedad cubana de entonces, con los obreros de la ciudad y el campo, eran de una urgencia vital para el triunfo de la Revolución Social en Cuba que, para él, únicamente era la socialista.. También es un hermano, real y de convicción marxista, de una gran parte de esa generación de vanguardia de los años álgidos años de los años 20 de la pasada centuria: Rubén Martínez Villena, Pablo de la Torriente Brau, Gabriel Barceló, Leonardo Fernández Sánchez, Raúl Roa García, Alejo Carpentier, Emilio Roy de Leuchsenring, y muchos otros no tan jóvenes, como Gustavo Aldereguía, Juan Marinello, Isidro Figueroa, etc.

La figura de Mella vuelve de tiempo en tiempo, tal como afirmamos al inicio de este artículo. Pero no sólo es motivo de recuerdo y enseñanza revolucionaria y comunista. Al lado de quienes lo enarbolamos como bandera de combate militante, existen otros que retoman a Mella para intentar denigrarlo, manipular su vida sentimental y, como una mentira reciclada, para hablar de fantasías de complots por parte de sus propios camaradas de lucha y llegar a la falaz conclusión que fue asesinado por estos marxistas, fueran cubanos o mexicanos o agentes de la KGB soviética enviados por J. Stalin. La relación amorosa de Mella con Tina y, después, de esta desprejuiciada, extraordinaria y militante mujer con Vittorio Vidali (Carlos Contreras), comunista italiano que vivió y luchó en nuestras tierras latinoamericana-caribeñas, han servido para escribir miles de páginas de conspiraciones y hasta de un posible crimen pasional. Sin embargo, nada más lejos de la verdad histórica, la cual tenemos que defender a capa y espada, porque el adversario trata, una y otra vez, de confundir, principalmente, a las nuevas generaciones.

¿Por qué Mella otra vez en el 80 aniversario de su asesinato?

Cuando ya se escuchan disímiles voces en foros científicos y se escriben variados artículos, ensayos y libros al interior y exterior de Cuba, acerca de la urgencia de restablecer constructivamente, aunque sin obviar errores e insuficiencias, la historia y la teoría del socialismo -sus ideas y las prácticas ejercidas- se hace necesario introducir en el debate y la polémica de las ciencias sociales y/o humanísticas otras visiones críticas, basadas en un novedoso material fáctico e interpretativo, que continúen esta tarea con el objetivo de mostrar en su dimensión adecuada ese difícil, complejo y contradictorio decursar histórico. Más que todo se debe participar en la discusión con el diáfano propósito de ayudar en la aproximación a la verdad y no al extravío de la memoria histórica. En este sentido es ineludible recuperar la historia de la etapa fundacional del marxismo y el leninismo en Cuba (1) en sus relaciones con el movimiento comunista internacional y latinoamericano.

Después del derrumbe del socialismo este-europeo y de la Unión Soviética, entre 1989 y 1991, (2) respectivamente, la clase burguesa transnacionalizada, neoconservadora y neoliberal, así como los sectores de la derecha de distinto espectro y sus tanques pensantes (Thins Tanks) desataron una campaña denigrante contra la praxis socialista con el fin supremo de enterrar y olvidar, junto al auto-llamado “socialismo real” -término exclusivo y exclusivista-, a la teoría marxista, a todos los pensadores de esta escuela y también a los partidarios del pensamiento social crítico. Sobre todo trataron de borrar de la mente de las personas, a escala global, las experiencias acometidas en los distintos países en que éste había triunfado y que se construía de disímiles formas y con diferentes contenidos, en las que sus éxitos y derrotas, principalmente estas últimas, fueron atribuidas completamente a todas las lecturas y elaboraciones de esta cosmovisión del mundo, concepción materialista de la historia, metodología científica, filosofía de la praxis y guía para la acción, lógica y dialéctica, sin realizar una distinción de las diversas corrientes y tendencias que no siempre la representaron dignamente, ni en su letra y mucho menos en su espíritu. La arremetida reaccionaria fue de tal envergadura que muchos se confundieron, otros desertaron y traicionaron, coincidiendo algunos con tales hipótesis y “tesis” cayendo en la trampa de desacralizar y desmitificar, aunque el objetivo era la desacreditación, a la teoría y la práctica más reflexiva, crítica-transformativa y revolucionaria de la historia, debido también a su carácter socioclasista, internacionalista y solidario, ético y humanista universal. (3)

Y esa propensión crítica también se hizo extensiva en América Latina y Cuba, cuando los estudios marxista-leninistas parecieron perder su hegemonía en la educación, en la cultura científica y política, aunque se continuara haciendo profesión de fe en los mismos. También en ese espacio-tiempo se manifestaron otras preferencias teóricas, incluyendo al denominado marxismo occidental -bastante pudiente en su teoría pero muy pobre en su práctica- y se asumieron acríticamente otras escuelas de pensamiento, corrientes y tendencias, en muchos casos eclécticas. El distanciamiento se hizo más evidente cuando algunas de las agendas de discusión teórica sobre muchas disciplinas de las ciencias sociales, incluida la filosofía, parecían impuestas desde el exterior por las modas postmodernistas, (4) el pensamiento único, el fin de la historia, de las ideologías y las utopías, (5) predominando los estudios y los pensares empíricos, positivistas en esencia, o en su reverso, una teoría abstracta y analítica muy alejada de los problemas sociales y políticos de las sociedades contemporáneas.

A la sazón, no se realizó una “revisión” muy seria y madura sobre ese movimiento comunista en el mundo, en Latinoamérica y en Cuba. Hubo además otras tendencias, como aquellas que se parapetaron tras las variadas asimilaciones y lecturas de un viejo marxismo denominado por algunos como pro-soviético y manualístico, pero que era y sigue siendo ante todo esquemático, reduccionista, sesgado y escolástico, sin lograr distinguir las obras que no eran precisamente de ese corte, elaboradas por una pléyade de importantes científicos sociales marxistas y leninistas de los ex-países socialistas y otros teóricos muy afines a las mismas en las más disímiles latitudes geográficas.

Parecía ser la hora de poner en la picota pública los desastres y los naufragios. Algunos historiadores, filósofos, sociólogos, sicólogos sociales, antropólogos y etnólogos del patio y de la región destacaron a otras figuras políticas y procesos socioeconómicos e ideopolíticos de la historia nacional y regional, objetivos legítimos y necesarios, pero también se ocultaron, se subestimaron y se criticaron fuertemente por otros estudiosos e investigadores a aquellas figuras y proyectos que pertenecían a las fuerzas de la izquierda más radical. Se contrapusieron personalidades y procesos, en los que algunos de ellos parecieron perder su verdadero lugar en la larga historia de las luchas emancipatorias nacional-antiimperialistas y socioclasistas.

Hoy no puede existir un Socialismo del Siglo XXI, en el Siglo XXI o para el Siglo XXI, sin una investigación seria de la historia de las ideas y las prácticas del socialismo del pasado que, inexorablemente, se reflejan en el presente y se proyectan hacia el futuro. Cualquier abandono, por desidia e ignorancia, de lo que ocurrió y de lo que ocurre en el plano de las ideas y las prácticas socialistas podría ser un terrible boomerang que nos golpee una y otra vez. ¿O es que acaso la experiencia socialista cubana, así como la China, la vietnamita, la coreana del norte y la laosiana, con todas los éxitos y limitaciones que podamos advertir en ellas, no provienen del siglo XX y se relanzan hacia el XXI?

Los procesos revolucionarios en América Latina, con sus diferentes matices, como la Venezuela Bolivariana de Hugo Rafael Chávez Frías, la Bolivia del líder social Evo Morales, el Ecuador del presidente Rafael Correa y la Nicaragua del sandinista Daniel Ortega, entre otros, son herederos por muchas rupturas definitorias que se pronuncien, quiéranlo o no, de las elaboraciones y la praxis socialistas de las dos centurias anteriores, desde la elaboración del Manifiesto Comunista en 1848, del primer ensayo obrero-revolucionario en el poder, la Comuna de París en 1871 y de la Revolución Socialista Rusa de octubre de 1917.

Las lecciones, enseñanzas y experiencias históricas no están para ser obviadas sino para ser aprendidas, aprehendidas y comprendidas, además de proceder a su revisión cuidadosa y rigurosa, con la pretensión de criticarlas constructivamente, así como para re-crear y re-inventar algunas de sus partes teórica-metodológicas, hasta reactualizar y eliminar aquello que ya no nos sirve porque el tiempo y las nuevas circunstancias rebasaron los conceptos y los accionares establecidos. Lo que sería contraproducente es que nos demos el lujo de que se repitan los decepcionantes acontecimientos socialistas euro-orientales del siglo XX, por no conocer lo que sucedió realmente en aquellas experiencias históricas.

Al unísono, hoy es necesario apoderarse, realistamente, del tan polémico debate sobre como asumir, respetar y desplegar, con toda la intensidad posible, la inevitable presencia de la emergencia de la diversidad sociocultural, nacional, étnica, racial, de género, etárea, de opciones sexuales, diferencias regionales y locales, etc., de los diferentes movimientos sociales y políticos. (6) Porque todos ellos son signos de la complejidad del sujeto social-popular múltiple contemporáneo. El reconocimiento de las diferencias deviene punto de partida para aceptar la diversidad, siendo la Identidad el punto inicial para reconocer la misma. Y estos ya no pueden ser dicotómicos o antagónicos, simple y llanamente, sino que la mayoría coexisten y urgen de la promoción de interacciones, relaciones sociales basadas en el respeto mutuo, el razonamiento, el fortalecimiento del tejido asociativo, la aportación constructiva y la coherencia ética. (7)

Esa ética de la articulación se construye sobre la base del aprendizaje y desarrollo de la capacidad dialógica, disposición a construir juntos desde saberles, cosmologías y experiencias de acumulación y confrontación distintas, de potenciar identidades y subjetividades hasta el infinito. Es un enfoque ético-político que reconoce la multiplicidad y diversidad del sujeto social alternativo, de sus diferentes conceptualizaciones teóricas y aquellas que se producen desde el sentido común, por la legitimidad de epistemes y de reconocer que nadie en absoluto tiene la verdad absoluta. Donde estén representados el conjunto de demandas emancipatorias y libertarias, independientemente de las tendencias cosmovisivas ensayadas y, hasta confrontadas.

Las alternativas prácticas-transformativas de los tradicionales y nuevos movimientos sociales y políticos, fracasarán si no existe un pensamiento teórico alternativo para ir construyendo, en paralelo, ese socialismo necesario e imprescindible. “Sin teoría revolucionaria tampoco puede haber movimiento revolucionario”, (8) continuaría expresando Vladimir Ilich Lenin si estuviera hoy con nosotros.

Si asumimos que esta es la situación actual del planeta, agravada por la crisis estructural del sistema capitalista que por primera vez es múltiple: económica-financiera, alimentaría, energética y ambiental-ecológica; del recién comenzado ataque genocida sionista contra los palestinos en a Franja de Gaza -territorio ocupado por los israelíes-; y asumimos que junto a estas serias calamidades los pueblos de Nuestra América han dado pasos positivos y extraordinarios en su integración complementaria y unidad: el ALBA, UNASUR, Petrocaribe; y que la Revolución Cubana, en su 50 aniversario de la victoria del primero de enero de 1959, ingresó al Grupo de Río y participó por derecho propio en la Primera Cumbre de los Países de América Latina y el Caribe, sin la presencia de extraños -los Estados Unidos de América, ni ninguno de sus aliados europeos-, tendremos los motivos y las claras sospechas de que los ataques diversionistas, maquiavélicos y manipuladores contra las conciencias de nuestros pueblos van a ir en aumento. Por eso, surge como “ave fénix”, la seudo-historia acerca de la muerte de Mella, ahora publicada en La Jornada de México, aunque el autor del artículo reconoce la verdad histórica. Pero, ¿por qué escribir de una historia pasada que ya está verificada por documentos de la época y otros más recientes?, ¿por qué se tiene que dedicar un artículo para desmentir otra historia violatoria de la realidad?

Algunos antecedentes necesarios del movimiento comunista cubano y latinoamericano.

Al escribir la historia del movimiento comunista latinoamericano y, específicamente, del cubano debemos analizar obligatoriamente la ascendencia real que tuvo sobre estos la III Internacional (Internacional Comunista, IC o KOMINTERN) fundada entre el 2 y el 6 de marzo de 1919, en Moscú, por los bolcheviques rusos y los comunistas de otros países -la mayoría de ellos ex-miembros de los partidos socialdemócratas que se separaron de la II Internacional, por su traición oportunista y socialchovinista-, (9) y por iniciativa del líder del primer Estado socialista del mundo, Vladimir Ilich Lenin que la dirigió hasta su muerte en 1924. A su vez, la Internacional Comunista se auto-disolvió en mayo de 1943. (10) Anteriormente, algunos importantes acontecimientos internacionales y regionales habían repercutido en las luchas nacionales del subcontinente latinoamericano, nos referimos a la Revolución Mexicana (1910-1917), el triunfo de la Revolución Socialista en la Rusia de los Zares, en 1917 y el Movimiento por la Reforma Universitaria de Córdova, Argentina, en 1918.

La influencia de la IC abarcó la mayoría de las soluciones teóricas y prácticas que elaboraron los primeros marxistas y comunistas de la región latinoamericana y caribeña, (11) así como los impactos ineludibles, directos e indirectos, sobre el amplio espectro de las fuerzas de izquierda del continente y, en especial, de Nuestra América. (12) La labor más positiva de la KOMINTERN fue la de darle forma organizativa y de acción definitiva a ese movimiento socialista y comunista en ciernes, de consolidarlo, relacionarlo y depurarlo de sus enemigos externos, encaminarlo e impulsarlo a mayores empeños y conquistas teóricas y prácticas. Pero, además, difundió el marxismo y el leninismo, así como la experiencia de la Gran Revolución Socialista de Octubre, profundizó en el pensamiento y el accionar antiimperialista e internacionalista en el seno del movimiento revolucionario mundial, denunció y desenmascaró las corrientes oportunistas y revisionistas, reformistas y anarquistas, anarcosindicalistas y trotskistas en el seno del movimiento obrero y comunista internacional, ayudó a la educación ideológica y política de la clase obrera, la campesina, las masas trabajadoras manuales e intelectuales, el estudiantado, etc. Esa fue su gran misión histórica. (13)

Sin embargo, no se deben ignorar las semejanzas y diferencias entre las historias de la IC y el movimiento comunista latinoamericano y caribeño que tienen como premisas, primero, el impulso inicial y vital que significó la presencia de la KOMINTERN en la organización, las estructuras, en la construcción de los primeros programas políticos mínimos y máximos de los destacamentos comunistas, en las implementaciones acertadas o no de la teoría y la práctica, de las consumaciones en la estrategia y la táctica, de los métodos y acciones para organizar, dirigir, convocar y movilizar a la clase obrera y las masas populares por los caminos de la Revolución proletaria y socialista; segundo, las maneras independientes de interpretar y resolver por cada partido comunista fundado en esos años, las distintas problemáticas histórico concretas de sus países; tercero, las formas en que aplicaron creadoramente o no el marxismo y el leninismo que se recepcionó, sus percepciones y traducciones incluidas, (14) en las distintas etapas históricas, aportando al enriquecimiento del marxismo o copiando de aquellas versiones que resultaron ser las más esquemáticas y escolásticas. Sin embargo, es correcto reconocer que Carlos Marx y Federico Engels se conocieron a través de Vladimir Ilich Lenin, el teórico y práctico más traducido aunque también tardíamente, (15) sin subestimar las obras de sus seguidores. Y, cuarto, la colaboración teórico práctica entre los comunistas latinoamericanos, los cubanos y la III Internacional se manifestó de diversos modos, con diferentes intensidades en la propia región, sus sub-regiones y en cada país en particular, confiriendo que todo este intercambio colaborativo estuvo contextualizado en los distintos momentos de la propia historia de la Internacional Comunista. (16)

En el transcurso del año 1925, la Internacional Comunista re-inicia una mirada diferente, diríamos más interesada, hacia la región latinoamericana (17) y se re-crea el Secretariado Latinoamericano, radicado en Moscú y, es fundado el Secretariado Sudamericano, con sede en Buenos Aires, Argentina. Más tarde, entre 1930-1931, surgió el Buró del Caribe, con su dirección en Nueva York, en los Estados Unidos de América, a instancia de las peticiones y necesidades de algunas delegaciones nacionales, en específico, las centroamericanas y caribeñas, en la Primera Conferencia de los Partidos Comunistas de América Latina realizada en Buenos Aires, Argentina, en 1929, cuando critican al Secretariado Sudamericano, por no atender de forma igual y adecuada a los destacamentos marxista-leninistas de los diferentes países y sus subregiones. (18)

El primer Partido Comunista de Cuba (PCC) se funda en agosto de 1925. (19) Sus máximos inspiradores fueron, como ya señalamos, Carlos Baliño (20) y Julio Antonio Mella. (21) Era, si se quiere apreciar de esta forma, una época de re-despertar político, pero con mayor pasión y voluntad revolucionaria que con conocimiento profundo de la teoría marxista y de las ideas socialistas. A pesar de las dificultades intrínsecas de una nueva organización que fue duramente golpeada desde sus inicios por la dictadura de Machado (1925-1933) -recordar los procesos anticomunistas de 1925 y 1927-1928, respectivamente-, de las represalias, persecuciones, expulsiones (exilio obligado) y asesinatos de algunos de sus miembros, de la ilegalidad extrema impuesta y de la gran campaña anticomunista en su contra, el partido marxista-leninista cubano ya estuvo en recomposición desde finales de 1927, organizando sus células clandestinas y creciendo en número, organización, capacidad movilizativa y también en influencia política e ideológica, clímax aun prematuro que alcanza desde 1929, (22) y que adquiere otra dimensión, luego de la primera huelga general de masas revolucionaria efectuada el 20 de marzo, las manifestaciones obreras por el Primero de Mayo y los acontecimientos estudiantiles del 30 de septiembre, todas en el año 1930. (23)

El inigualable joven Julio Antonio Mella, el primer marxista orgánico de la Isla, -aunque algunos autores plantean que fue Carlos Baliño- desplegó su actividad herética e irreverente ante los ojos insólitos de los comunistas de la también denominada Casa Matriz, en el Kremlin, y sus seguidores en la región. No es que no tuviera dificultades mayores, ni que no sufriera incomprensiones por su apreciación y percepción creadora del marxismo y el leninismo, pero su actividad práctica fue exuberante y de un albedrío increíble. Luego de su sanción en el PCC, en 1925, por haber sido indisciplinado y, más que todo por contactar, durante su histórica huelga de hambre, con sectores sociales y políticos de las más diversas afiliaciones ideológicas -fue separado, provisionalmente, por dos años de las filas del partido comunista-, (24) el propio Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista (CEIC) de la III Internacional, le devolvía en 1927, la militancia que él había mantenido incólume, gracias en parte, por el apoyo de los comunistas latinoamericanos y mexicanos (hasta fue miembro y Secretario General del CC del Partido Comunista de México por un tiempo), pero más que todo porque no se sintió jamás castigado y no tuvo nunca una declaración pública suya de queja y de molestia para con sus compañeros de lucha. Su labor dirigente-fundacional durante esos años en la Liga Antiimperialista de las Américas (LADLA), la Asociación de Nuevos Emigrados Revolucionarios Cubanos (ANERC) y en el Comité Manos Fuera de Nicaragua (MANFUENIC); su paso como líder por varias organizaciones obreras y campesinas mexicanas; su presencia en el Congreso Mundial contra la Opresión Colonial y el Imperialismo, celebrado en Bruselas en 1927; su visita a la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) en los primeros meses de ese año; su amistad inquebrantable con Rubén Martínez Villena y otros camaradas cubanos; sus escritos en el periódico de los comunistas mexicanos El Machete; sus mensajes y manifiestos de apoyo a la lucha de los estudiantes, obreros, intelectuales y comunistas cubanos que enviaba clandestinamente a la Isla, lo muestran como un comunista pleno de acción y sin limitaciones. Aunque debe subrayarse que sí padeció las desavenencias y las miradas recelosas de algunos dirigentes comunistas propios, regionales e internacionales que se regían por las orientaciones emanadas de la Internacional Comunista y el PCUS.

Un hombre como él, que ya en 1924 escribía que “(…) No pretendemos implantar en nuestro medio copias serviles de revoluciones hechas por otros hombres en otros climas, [...] en algunos puntos no comprendemos ciertas transformaciones, en otros nuestro pensamiento es más avanzado, pero seríamos ciegos si negásemos el paso de avance dado por el hombre en el camino de su liberación [...]” (25) y, que en ese propio año expresaba: “(…) La causa del socialismo en general, es la causa del momento, en Cuba, en Rusia, en la India, en los Estados Unidos y en la China. En todas partes. El solo obstáculo es saberlo adaptar a la realidad del medio [...]”, (26) entre otras ideas creadoras y originales posteriores, no podía pasar inadvertido para los dogmas y esquemas que estaban tratando de imponerse en el panorama del movimiento comunista internacional.

Pero sin contradecirnos hay que exponer que Mella solo enfrentó los primeros embates y amenazas provocadas por las luchas internas del Partido Comunista de la Unión Soviética, la KOMINTERN y su repercusión en la arena internacional. Por ejemplo, la presencia en el mencionado Congreso de Bruselas, en 1927, del líder de la Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA), Víctor Raúl Haya de la Torre, (27) contrarió al comunista cubano y a otros latinoamericanos, incluyendo al Amauta peruano José Carlos Mariátegui, porque el representante del denominado “Koumintang latinoamericano” fue un invitado de última hora gracias a la iniciativa inconsulta de la IC, posiblemente de su Secretariado Latinoamericano, con sede en Moscú y del Secretariado Sudamericano (1925), con sede en Buenos Aires, bajo las égidas del comunista suizo Embert Droz (que estuvo en ese cargo hasta el año 1931) y del argentino Vittorio Codovilla, respectivamente. Sin embargo, el VI Congreso de la IC se celebra en junio de 1928 y es, en este conclave, en que se aprueba el Programa y los Estatutos de esa organización, consolidándose de una vez y para siempre la pretendida hegemonía y dominación del PCUS sobre el resto del movimiento comunista y obrero internacional. Asimismo también habría que recordar que León Trotsky es separado de las filas del PCUS en 1927 y expulsado de la URSS entre 1928-1929, por lo que estas y otras divergencias enconadas estaban aun, pudiera decirse, en sus inicios. Y Mella es asesinado en México, por sicarios del dictador Machado, el 10 de enero de 1929 (muriendo el 11 por la madrugada en el hospital), por lo que podemos apreciar que esa gran presión desde Moscú aun no era determinante.

Observando de forma analítica y profunda la época, es Rubén Martínez Villena (1898-1934), quien tiene ante sí la necesidad de conducir al PCC y confrontar, sin llegar a la escisión, a la KOMINTERN y sus órganos regionales, promoviendo un reacomodamiento y adecuación con sus lineamientos y directrices, porque este es el momento del enraizamiento del estalinismo en el movimiento comunista internacional y el inicio de los graves obstáculos para las iniciativas singulares y originales de los partidos comunistas y para el propio desarrollo creador de la teoría marxista y leninista. Y también porque es el instante histórico de un auge del movimiento revolucionario y social en Cuba que desencadenó en la Revolución del 33 coincidente, además, con los procesos revolucionarios de Nicaragua (1927-1933), El Salvador (1932) y Brasil (1924-1927-1930), entre otros.

El vil asesinato de Mella.

Es muy poco lo que hay que añadir con respecto al asesinato de Julio Antonio Mella. La pérdida de su vida un 10 de enero de 1929 -en realidad muere en el hospital el 11 por la madrugada y es enterrado el 12- fue obra de los sicarios machadistas. Incluso el partido comunista cubano le había enviado algunos mensajes acerca de que en tierras aztecas se encontraban algunos individuos con órdenes muy precisas de matarlo. Ya se había montado un espectáculo propagandístico en su contra aduciendo que había profanado la bandera cubana al pisarla intencionalmente en una actividad y el propio Mella se defendió de esa calumniosa mentira.

Como hombre de acción, Mella no era cobarde, solo eso explica que saliera de noche con Tina y se expusiera a los revólveres de sus asesinos. Según Tina Modotti, sus últimas palabras fueron: “Muero por la Revolución. Su amigo entrañable, Rubén Martínez Villena lloró de rabia al conocer su muerte y se propuso continuar su obra -original y creativa- a pesar de las directrices de la Internacional Comunista, y aun más, se comprometió a traer sus cenizas de regreso para Cuba.

Esta acción recayó en la figura de Juan Marinello y otros camaradas, quienes viajan a México en 1933, y logran cremar parte de sus restos mortales en el cementerio de la capital mexicana. Estos fueron traídos a La Habana en un buque y son multitudinariamente recibidos por una parte de la población citadina. Ya se había preparado un pequeño y humilde obelisco en el Parque de la Fraternidad donde, supuestamente, deberían ser depositados sus restos.

El 29 de septiembre fueron veladas sus cenizas en el edificio donde radicaba la Liga Antiimperialista de Cuba, en la calle Reina. Allí habló por última vez en público Rubén Martínez Villena, desde el balcón, con un estado febril muy alto y con su enfermedad -la tuberculosis- en estado terminal. Allí Villena expresó: “Camaradas, aquí está, pero no en ese montón de cenizas sino en este formidable despliegue de fuerzas [...] Pero no estamos sólo aquí para rendir este tributo a sus merecimientos excepcionales. Estamos aquí, sobre todo, porque tenemos el deber de imitarlo, de seguir sus impulsos, de vibrar al calor de su generoso corazón revolucionario. Para eso estamos aquí, camaradas, para rendirle de esta manera a Mella, el único homenaje que le hubiera sido grato: el de hacer buena su caída por la redención de los oprimidos con nuestro propósito de caer también si fuera necesario [...]”

Pero el régimen que había sustituido a Machado no iba a permitir que sus cenizas descansaran en paz en tierra cubana, porque ello significaba un símbolo subversivo y una reivindicación política para las masa populares que estaban transitando por un período revolucionario muy complejo. Aunque se había autorizado el entierro por parte del gobierno, la reacción burguesa, liderada por Fulgencio Batista -jefe del ejército-y en pleno contubernio con el embajador estadounidense Welles, comenzó una infernal balacera contra la manifestación popular que estaba en la calle esperando para escoltar las cenizas hasta su última morada. También grupos de derecha como Pro-Ley y Justicia y Ejército Caribe se apostaron y comenzaron a ametrallar al pueblo. Allí muere asesinado el niño pionero Paquito González, cuya organización había sido fundada en 1931 (La Liga de Pioneros de Cuba).

A pesar de la gran matanza y confusión, algunos hombres y mujeres del partido comunista logran sacar las cenizas de Mella y las llevan de forma azarosa hasta la imprenta clandestina del PCC, en la Calle Lamparilla, entre Compostela y Aguacate, en la Habana Vieja. Mella entonces no pudo ser enterrado en su patria.

Tendrían que pasar 26 años para que sus cenizas pudieran reposar en una patria libre y soberana, mientras permanecieron atravesando algunas brutales épocas de persecución y terror, en manos de fieles luchadores revolucionarios que la guardaron con celo y amor. El excelso intelectual y dirigente comunista cubano Juan Marinello Vidaurreta, se la entregó al Comandante en Jefe Fidel Castro después del triunfo revolucionario, y estas fueron depositadas en un mausoleo erigido, prácticamente, delante de la escalinata de su Universidad de La Habana, en ocasión del primer Congreso del Partido Comunista de Cuba en diciembre de 1975. En aquella trascendental ocasión Fidel afirmó: “La reacción persiguió a Mella en vida incansablemente, y lo persiguió también en muerte. Es increíble cómo el pueblo cubano no pudo siquiera dar sepultura a Mella, y cómo los restos mortales de Mella peregrinaron en el clandestinaje para preservarse de la persecución de los enemigos [...] Hoy, detrás de las cenizas de Mella, escoltándolas están juntos a los soldados, marchaban también los pioneros. Los pioneros son el símbolo del porvenir, del mañana, de la marcha de la futura de la Revolución, de sus futuras victorias”.

Finalmente, como puede percatarse cualquier lector, esta es la historia real, la auténtica, no aquella que se deriva de lascivas especulaciones y manipulaciones dañinas, enfiladas a causar divisiones y escisiones entre las fuerzas revolucionarias y los pueblos. La Historia como verdad, o aproximación a la misma, es aquella que no miente, porque solo la verdad es revolucionaria. Julio Antonio Mella sigue hoy más que nunca en el corazón de todos los cubanos patriotas, revolucionarios y socialistas. No habrán campañas, artículos, libros y otros textos apócrifos que puedan torcer su estatura de gigante político y líder indiscutible latinoamericano-caribeño.

Notas bibliográficas y referencias:

(1) Angelina Rojas Blaquier Historia del Partido Comunista de Cuba, en Dos Tomos, Editorial Oriente, Santiago de Cuba, 2005 y 2006.

(2) Helio Gallardo La crisis del socialismo histórico. Ideología y desafíos, Editorial DEI, Costa Rica, 1991; Colectivo de Autores Cubanos El Derrumbe del Socialismo en Europa del Este. Causas y Consecuencias, Dirección política de las FAR, La Habana, 1992; Colectivo de Autores Cubanos El derrumbe del modelo eurosoviético: una visión desde Cuba, Editorial Félix Varela, La Habana, 1994; Vitali Vorotznikov Mi Verdad, Editora Abril, La Habana, 1995; Camilo Valqui Desde Cuba: el derrumbe del socialismo eurosoviético, Editorial Feijoo, Universidad Central de las Villas, Santa Clara, 1998; Ariel Dacal Díaz y Francisco Brown Infante Rusia. Del socialismo real al capitalismo real, Editorial de Ciencias Sociales y el Centro Memorial Dr. Martin Luther King, JR, La Habana, 2006; Orlando Cruz Capote Unas notas y dos visiones sobre la Perestroika y sus consecuencias, Revista Cubana de Ciencias Sociales, No. 36 - 37, Instituto de Filosofía, La Habana, 2006, pp. 108-126; y, del mismo autor, “Apuntes para un estudio del impacto ideopolítico de la Perestroika en Cuba. 1985-1991”, 2004. Inédito.

(3) Javier Amadeo Mapeando el marxismo; Ellen Meiksins Estado, Democracia y globalización; Pablo González Casanova Colonialismo interno (Una Redefinición); Francois Houtart Los movimientos sociales y la construcción de un nuevo sujeto histórico; John Bellamy El Redescubrimiento del Imperialismo; Terry Eagleton ¿Un futuro para el socialismo?, en La Teoría marxista hoy. Problemas y perspectivas, Atilio Borón, Javier Amadeo y Sabrina González (Compiladores), CLASO, Buenos Aires, 2006.

(4) Alfonso Ibáñez Modernidad y posmodernidad en la política, Memorias (CEMOS), México DF, febrero de 1992, pp. 53-57; Adolfo Sánchez Vázquez Liberalismo y socialismo, en revista Dialéctica, No. 22, primavera de 1992, Puebla, México, 1992; Néstor García Canclini Culturas hibridas: Estrategias para entrar y salir de la modernidad, Editorial Grijalbo, México, 1995; Frederic Jameson Ensayos sobre el Postmodernismo, Imago Mundi, Buenos Aires, 1995; Pablo Guadarrama Humanismo, Marxismo y Postmodernismo, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1998; El Postmoderno, el postmodernismo y su crítica en Criterios, Selección de Desiderio Navarro, Centro Teórico-cultural Criterios, La Habana, 2007.

(5) Ignacio Ramonet Un mundo sin rumbo, Debate, Madrid, 1997; Como nos venden la moto. Información, poder y concentración de medios, Editorial Paidos, Barcelona, 1998; y Propagandas Silenciosas, Editorial Arte y Literatura, La Habana, 2000; Francis Fukuyama ¿El final de la Historia?, The National Interest, No. 16, 1989, en Comentarios, Artículos y Editoriales, Departamento de Orientación Revolucionaria del CC del PCC, 21 de marzo de 1990, p. 1-7; The End of History and Last Man, Peguin Books, USA, 1992; Samuel Huntington El Choque de las Civilizaciones y la reconfiguración de un nuevo orden mundial, Ediciones Paídos, Ibérica, S.A., Barcelona, 1997; Daniel Bell El fin de las ideologías. Sobre el agotamiento de las ideas políticas en los años cincuenta, Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, Madrid, 1992; Inmanuel Wallerstein Utopística o las opciones históricas del siglo XXI, Editorial Siglo XXI, México, 1998; Eric Hobsbawm Sobre la historia, Colección crítica, Editorial Grijalbo-Mondalori, Barcelona, 1998; Paul Ricoeur Ideología y utopía, Gedisa editorial, Barcelona, 1998; Yamandú Acosta Utopía y política en América Latina: entre el capitalismo utópico y el nihilista, en Utopía y Praxis Latinoamericana, Año 8, No. 23, oct.-nov., Universidad de Zulia, Venezuela, 2003; Franz Hinkelammert Crítica a la razón utópica, Editorial Desclée de Brouwer, S.A., 2002; Adolfo Sánchez Vázquez A tiempo y destiempo, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2004.

(6) Entre ellos podemos mencionar: los indigenistas, étnicos, raciales, ecologistas, alterglobalización capital transnacional neoliberal, los antibélicos, sindicales, comunitarios, barriales; los antideuda externa, feministas, homosexuales (gay); los campesinos (como el Movimiento Sin Tierra y la Vía Campesina del Brasil), los movimientos anti-Tratados de Libre Comercio (como el que se desarrolla en América Latina contra el NAFTA, el ALCA y los TLC), los religiosos (como la Teología de la Liberación, en el subcontinente Latinoamérica y caribeño), las Abuelas de la Plaza de Mayo y las Madres de la Plaza de Mayo, ambos en Argentina, los pro-derechos humanos, los piqueteros, los cocaleros, etc.

(7) Informe Final de Investigación del Grupo de Axiología y Filosofía Social en América Latina (GALFISA), Diversidad e Identidad en los Movimientos Sociales y Políticos en América Latina, Instituto de Filosofía, CITMA, 2006, en Archivo del Instituto de Filosofía.

(8) Vladimir Ilich Lenin ¿Qué hacer?, Obras Escogidas, en Doce Tomos, T. II, Editorial Progreso, Moscú, 1975, p. 22.

(9) Vladimir Ilich Lenin La Bancarrota de la II Internacional, Obras Escogidas (Ob. Cit.), T. V, Editorial Progreso, Moscú, 1976, pp. 219-275.

(10) En el propio 1919, bajo la égida de la KOMINTERN, se creó la Internacional Juvenil Comunista; la Internacional Sindical Roja se fundó en 1920 y la Organización Internacional de Ayuda a los Luchadores de la Revolución, más conocida como el Socorro Rojo Internacional, en 1922, entre otras organizaciones y organismos dirigidos por los comunistas desde su sede en Moscú. Ver: Vladimir Ilich Lenin Las tareas de la III Internacional, Obras Escogidas, T. X,. (OB. Cit), pp. 80-97; Instituto de Marxismo Leninismo La Internacional Comunista, Editorial Progreso, Moscú, s/f; Manuel Caballero La Internacional Comunista y la Revolución latinoamericana. 1919-1943, Editorial Nueva Sociedad, Caracas, 1987.

(11) Antes del surgimiento del Partido Comunista de Cuba (1925) se habían fundado: el Partido Comunista de Argentina, en 1918; México, en 1919; Uruguay, en 1920; Chile, en 1921; Brasil, en 1922; Guatemala, en 1922, y Honduras, en 1924. Mas tarde fueron creados el PC de Ecuador, en 1926; Paraguay, en 1928; Panamá, en 1930; Perú, en 1930; Colombia, en 1930; Venezuela, en 1931; Costa Rica, en 1931, etc.

(12) V. I. Lenin La Tercera Internacional y su lugar en la historia, Obras Escogidas, T. IX., (Ob. Cit.), pp. 403-411.

(13) El marxismo llega a tierras latinoamericanas y caribeñas a través de algunas traducciones de los textos originales de C. Marx, F. Engels y V. I. Lenin, en el siglo XIX y el XX, realizadas en México, Argentina, los Estados Unidos de América y en otros países europeos como España, Portugal y Francia; pero, principalmente, por el arribo de oleadas de inmigrantes europeos y de la prensa ibérica al subcontinente. Las traducciones de los clásicos fueron incompletas y confusas por el desconocimiento del idioma y porque estuvieron influenciadas, en parte, por otras escuelas, tendencias y corrientes de pensamiento. En, Arnulfo Martínez Verdugo Partido Comunista Mexicano. Trayectoria y Perspectivas, Fondo de Cultura Popular, México D.F., México, 1971; Boris N. Brodovich Las Obras de Marx en América Latina, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1977, y Astroghildo Pereira Formacao do PCB (Partido Comunista de Brasil), Lisboa, 1978.

(14) En este esfuerzo por conocer el marxismo-leninismo en América Latina-Caribe hay que destacar, a partir de la década del 20, a la Editorial Europa-América de España; la Anderlecht-Bruselas de Bélgica; de algunas editoriales mexicanas, estadounidenses, argentinas, etc. Asimismo, las publicaciones de las revistas La Internacional editada en Moscú y traducida a varios idiomas, en especial, en inglés, francés y alemán; Venezuela Libre y América Libre, ambas gracias a los esfuerzos de la Liga Antiimperialista de las Américas; La Correspondencia Sudamericana, del Secretariado Sudamericano (Argentina); Mundo Obrero, del Buró del Caribe, “Luchador del Caribe”; El Machete del PC de México, entre otros órganos de prensa comunistas de la región. En Cuba se destacaron los periódicos del primer Partido Comunista de Cuba (1925): “Lucha de Clases (entre 1924 y 1925), Justicia” (1925-1927), “El Trabajador” (1931-1933), “Bandera Roja” (1933-35) y “Hoy”, (desde 1938, conjuntamente con “Carta Semanal” (1953-1959), hasta 1965 cuando se funde con el periódico Revolución y, se crea, el diario “Granma”. También circularon el diario Juventud Obrera (órgano de la Liga Juvenil Comunista fundada entre 1928 y 1929), MellaEl centinela” (dirigido a los soldados y marinos), “Línea” (del Ala Izquierda Estudiantil-1931), Confederación(de la CNOC- 1934), órgano de Defensa Obrera Internacional-1931), “ entre otros.

(15) Orlando Cruz, Ídem; El movimiento revolucionario latinoamericano. Primera Conferencia de los Partidos Comunistas de América Latina, junio de 1929; en Archivo del Instituto de Historia de Cuba.

(16) La historia de las distintas organizaciones socialistas y marxistas que antecedieron al PCC antes de 1925 es la siguiente: Partido Socialista Cubano (1899), Partido Popular (1900), Club de Propaganda Socialista (1903), Partido Obrero (1904), Partido Obrero Socialista (1904), Partido Socialista Internacional (1905), Partido Socialista de Cuba (1906), Agrupación Socialista de La Habana (1918), Agrupación Comunista de La Habana y otras, de ocho regiones del país, entre 1923 y 1925. En Instituto de Historia del Movimiento Comunista y de la Revolución Socialista de Cuba Historia del Movimiento Obrero Cubano. 1865-1958, en dos tomos, Editora Política, La Habana, 1985, y Angelina Rojas Historia del Primer Partido [...], Tomo I, Ob. Cit.

(17) Instituto de Historia del Movimiento Comunista y de la Revolución Socialista de Cuba Carlos Baliño. Documentos y Artículos, Editado por el DOR del CC del PCC, La Habana, 1976.

(18) Erasmo Dumpierre Julio Antonio Mella: Biografía, Editorial Orbe, Instituto Cubano del Libro, La Habana, 1975; Pedro Luis Padrón Julio Antonio Mella y el movimiento obrero, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1980.

(19) Rubén Martínez Villena Las contradicciones internas del imperialismo yanqui en Cuba y el alza del movimiento revolucionario, en revista Mundo Obrero, órgano del Buró del Caribe de la IC, mayo 1933, Nueva York, EE.UU., en Archivo del Instituto de Historia de Cuba.

(20) Alfredo Martín Fadragas Mella. Nacimiento de un líder, Ediciones Extramuros, Centro Provincial del Libro y la Literatura, Ciudad de La Habana, 2001.

(21) Aunque, en el juicio interno al que lo sometió el CC del PCC, Mella si estuvo muy irritado y molesto con sus compañeros. En el Acta de dicha reunión Julio Antonio respondió acerca de sí había pedido autorización para la huelga de hambre: “[...] Sólo recibí un posible acuerdo del CC en carta sin firma y sin cuño y en forma tal de injusticia insultante que nunca creí pudiese ser acuerdo de un CC del PC a un moribundo, a los 17 días de huelga.” Y en carta posterior afirmó que “[...] Es una cobardía que se me esté acusando sin haberme juzgado. Solo a envidiosos y cobardes se les ocurre esto. [...] sino me dejan defenderme son todos unos miserables” Ver: Acta de la discusión con Julio Antonio Mella, fondo 6, primer Partido Comunista de Cuba y Carta de Julio Antonio Mella al Comité Central, Ídem., en Archivo del Instituto de Historia de Cuba.

(22) Orlando Cruz Capote La Liga Antiimperialista de las Américas: el antiimperialismo y las primeras intenciones de articular el marxismo y el latinoamericanismo en la América Latina y el Caribe. (1925-1935-37). Pendiente de publicar en los Anuarios Martianos. Inédito.

(23) La Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) se fundó en diciembre de 1922. Mella la visita desde el mes de febrero hasta aproximadamente abril de 1927. Allí participó en el IV Congreso de la Internacional Sindical Roja y se entrevistó con dirigentes del Socorro Rojo Internacional. Además que escribió y discutió diversas ponencias en la KOMINTERN, que fueron publicadas en ese país posteriormente. Ver: Erasmo Dumpierre Julio Antonio Mella. Biografía, Ob. Cit.

(24) Raquel Tibol Julio Antonio Mella en El Machete, Fondo de Cultura Popular, México, 1968.

(25)Julio Antonio Mella Lenine Coronado (febrero de 1924), en Mella. Documentos y Artículos, Instituto de Historia del Movimiento Comunista y de la Revolución Socialista de Cuba, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1975, pp. 87-88.

(26) Ídem., Los Nuevos Libertadores (noviembre de 1924), p. 124.

(27) La obra escrita, revisionista y oportunista, de Víctor Raúl Haya de la Torre fue prolifera, entre las que podemos citar: “El antiimperialismo y el APRA”; “Construyendo el Aprismo”, “Espacio-Tiempo Histórico”, “30 Años de Aprismo”, etc. En 1931, ya está proponiéndose para la presidencia del Perú, entre otros intentos frustrados que repetiría a lo largo de su vida. Además, mintió cuando creó una farsa al pretender enrolarse en las huestes del famoso “Pequeño Ejército Loco” del General de Hombres Libres Augusto César Sandino, en Nicaragua, hecho que nunca consumó. La visión aprista de que era el campesinado, los estudiantes y las capas de la pequeña y mediana burguesía quienes dirigirían los combates antiimperialistas, fue una revisión profunda del marxismo y el leninismo en América Latina y el Caribe.

(28) Ana Núñez Machín Rubén Martínez Villena, UNEAC, La Habana, 1970; Rubén Martínez Villena, Colección Órbita, Instituto Cubano del Libro, La Habana, diciembre de 1972; Testimonios de varios compañeros de lucha de Rubén Martínez Villena, en revista Santiago, No. 16, Universidad de Oriente, Santiago de Cuba, diciembre de 1974; Ana Núñez Machín El joven Rubén, Editorial Gente Nueva, Ciudad de La Habana, 1981; Raúl Roa García El fuego de la semilla en el surco, Editorial Letras Cubanas, La Habana, 1982; Rubén Martínez Villena Poesía y prosa. Antología, Editorial de Letras Cubanas, La Habana, 1983; Angelina Rojas y Ana Núñez Machín Asela mía, Editorial Oriente, Santiago de Cuba, 2000; Olivia Miranda Francisco Rubén Martínez Villena: ideario político, Sociedad Económica de Amigos del País (SEAP), La Habana, 2003; Carlos E. Reig Romero Correspondencia de Rubén Martínez Villena (mayo 1912-mayo 1933), Selección y Notas del Autor, Editorial Unicornio, La Habana, 2006; Mella, 100 años. Selección, prefacio y notas Ana Cairo, Editorial Oriente, Editorial La Memoria, Santiago de Cuba, La Habana, 2003; Caridad Massón Rubén: desde el recuerdo y la esperanza, Editorial Unicornio, La Habana, 2006.

(23) Podemos mencionar, la lucha del “General de Hombres LibresAugusto César Sandino y su “Pequeño Ejército Loco” contra la intervención militar norteamericana (1927-1934); la insurrección campesina en El Salvador dirigida por el PC y su dirigente Farabundo Martí (1932) y, el “Movimiento Tenentista” en Brasil (1930-1935), encabezado por Luis Carlos Prestes; también la llamada República Socialista en Chile (1931-1932) y el ascenso del patriotismo militar pequeñoburgués en Bolivia y Paraguay.

Dr. Orlando Cruz Capote, Investigador Auxiliar, Instituto de Filosofía, Cuba


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