Por Mariela Pérez Valenzuela
La genocida política de bloqueo económico, comercial y financiero de los Estados Unidos contra Cuba, violatoria del derecho internacional y de la Carta de las Naciones Unidas, se encuentra profundamente aislada, mientras el pueblo de la Isla festeja los 50 años de su Revolución.
Durante casi cinco décadas, las sucesivas administraciones de la Casa Blanca no solo mantienen la extrema medida, sino que, con el decurso de los años la han recrudecido, tratando de matar de hambre y de enfermedades a la población cubana. Un 75 por ciento de los ciudadanos cubanos nació bajo las limitaciones impuestas por el bloqueo.
Analistas de las relaciones entre los dos países coinciden en que el mal llamado "embargo" por Washington para intentar reducir su impacto en el orden internacional —cuando en realidad se trata de un férreo cúmulo de resoluciones y medidas para impedir el desarrollo de la Isla—, es inmoral e ilegal; es una política obsoleta y fracasada a pesar de los daños causados a la economía de la nación antillana y el sufrimiento traído a varias generaciones de cubanos.
Las acciones desarrolladas por ese país no se insertan en el concepto de embargo —entendido como la forma judicial de retener bienes para asegurar el cumplimiento de una obligación contraída legítimamente— porque nada le debe La Habana a la nación norteña.
Desde la Conferencia Naval de Londres, de 1909, es un principio aceptado en el derecho internacional que: "el bloqueo es un acto de guerra", de lo que se desprende que solo es posible su empleo entre los contendientes.
Por sus objetivos y alcance, y por las acciones y medios para conseguirlo, esa medida califica como un acto de genocidio y de guerra económica.
Aunque el bloqueo se formalizó en 1962 durante la administración de Kennedy, fue a fines de 1960, apenas poco tiempo después del triunfo de la Revolución, cuando el gobierno de Dwight Eisenhower prohibió las exportaciones a Cuba.
Según cálculos conservadores, la política de bloqueo económico, comercial y financiero ocasionó pérdidas económicas a Cuba hasta 2008, por un valor superior a los 93 mil millones de dólares.
Numerosos ejemplos ilustran las acciones ejecutadas por las diferentes administraciones estadounidenses para reforzar el bloqueo, así como el carácter extraterritorial del mismo, con la adopción de medidas y regulaciones que endurecen las sanciones y la persecución contra ciudadanos, instituciones y empresas de terceros países que establezcan o pretendan relaciones con la Isla.
Los sectores de la alimentación y la salud; la educación, la cultura, así como el transporte, constituyen renglones de importancia social dañados por esa política, arreciada durante el gobierno del ex presidente George W. Bush (los últimos ocho años) en una época de guerras preventivas e intervenciones unilaterales impulsadas por Estados Unidos.
LA EDUCACIÓN SIENTE LOS EFECTOS DEL BLOQUEO
La educación del pueblo constituye una prioridad del gobierno cubano. Sin embargo, a pesar de los esfuerzos por alcanzar la mayor calidad posible y garantizar la superación de la sociedad, este sector ha sentido las funestas consecuencias de la extrema medida.
Para nadie es un secreto que el sistema de educación afronta limitaciones para garantizar la base material de estudio y el equipamiento y material de laboratorio, a partir de los obstáculos que plantea esa política a los esfuerzos por adquirirlos en el mercado internacional, tal como consta en el Informe "Necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos de América contra Cuba", presentado el año pasado por la isla ante la Organización de Naciones Unidas.
En las escuelas vocacionales y en los centros especiales de educación para discapacitados se siente con mayor incidencia el impacto de tales necesidades. En estos últimos, los estudiantes carecen de los medios de diagnóstico, computación y didácticos producidos en Estados Unidos. Tampoco tienen acceso a material gastable, piezas de repuesto u otros equipamientos fabricados por empresas norteamericanas o sus subsidiarias radicadas en terceros países.
Según datos oficiales, unos dos mil 230 niños con limitaciones físico-motoras que reciben atención ambulatoria, no poseen medios de computación comercializados por firmas de patentes estadounidenses, como teclados inteligentes y pantallas táctiles.
Tampoco ha sido posible adquirir sillas de ruedas para pequeños, dado el rechazo de los vendedores de las compañías norteamericanas a hacer las transacciones.
Ante la imposibilidad de comprar en el mercado estadounidense o en empresas subsidiarias los insumos para el curso escolar 2008/2009, Cuba se vio obligada a adquirirlos en otros más distantes, erogando adicionalmente, sólo por concepto de transportación, la cifra de dos millones 505 mil 600 dólares.
Otro de los daños causados por el asedio estadounidense es el obstáculo para acceder a productos de información de primer nivel, como bases de datos, bibliografías y servicios informáticos en Internet, necesarios para un mejor y más eficiente proceso docente y una mayor calidad en la preparación de los estudiantes.
Para obstaculizar más el desarrollo de la educación se limita la participación de profesores e investigadores cubanos en eventos científicos y postgrados que se celebren en Estados Unidos.
Ante la negativa de realizar transacciones bancarias con Cuba, también se ha visto afectada la participación de estudiantes norteamericanos en diversos cursos de postgrados en universidades cubanas.
GRANDES AFECTACIONES A LA SALUD PÚBLICA
A 25 millones de dólares ascendieron en el 2008 las afectaciones al sector de la salud pública causadas por el ilegal y rechazado, por la comunidad internacional, bloqueo.
A los daños económicos ocasionados por el incremento de los costos en la adquisición de productos y equipos en mercados más lejanos, con la utilización de intermediarios, se añade el sufrimiento humano de pacientes, familiares y médicos.
Imposibilitados de atender de la manera mas adecuada a los enfermos debido a que empresas farmacéuticas estadounidenses disponen de la exclusividad de productos y tecnologías determinantes para el tratamiento de varias patologías, los especialistas cubanos han enfrentado casos de niños a quienes no se les ha podido practicar determinadas técnicas en el campo de la cirugía cardiovascular, dada la falta de determinados insumos.
Esas limitaciones conllevaron a que las autoridades de la salud pública cubanas debieran comprar lo necesario para la atención de esos pequeños a través de terceros y en mercados distantes, con gastos adicionales, siempre en aras de que no se pierda una sola vida inocente.
En 2008 —así lo hizo saber Cuba en su Informe ante la Organización de Naciones Unidas—, el Centro Nacional de Genética Médica se vio impedido de adquirir un mecanismo secuenciador de genes, ya que es producido únicamente por compañías norteamericanas. La carencia del mismo impide la realización de diagnósticos e investigaciones de dolencias como la sordera, pérdidas auditivas hereditarias, cáncer de mama hereditario y fibrosis quística.
A su vez, el Instituto Nacional de Endocrinología y Enfermedades Metabólicas, sin poder adquirir en EE.UU. las jeringuillas para administrar la insulina a pacientes diabéticos, se ha visto obligado a comprarlas en mercados asiáticos, con un incremento en los costos.
A lo anterior se añade que el intercambio académico entre Cuba y Estados Unidos se ha visto afectado por la negativa del gobierno estadounidense a otorgar visas a profesionales de la salud.
El bloqueo impide comerciar con Cuba, además, a las firmas estadounidenses productoras de plaguicidas y equipos de fumigación, lo que obliga a La Habana a buscar mercados alternativos.
Entre los ejemplos citados en el informe que demuestran la incidencia de la extraterritorialidad de esta política en un sector tan sensible como la salud podría señalarse que Cuba también vio frustrada la recepción de alrededor de tres millones de jeringuillas desechables por un valor de 256 mil dólares para la vacunación infantil a través de la Alianza Mundial para Vacunas e Inmunización, ya que los suministradores dijeron que no podían venderlas si el destino final era la Isla caribeña.
ESTADOUNIDENSES CONTRA LA MEDIDA
Pese a que durante más de cuatro décadas la prensa norteamericana ha mantenido en silencio el tema de la agresión económica ejercida de forma ininterrumpida por diez administraciones de EE.UU. contra la pequeña ínsula, las autoridades de ese país no pueden evitar las protestas en su propio territorio.
El 27 de noviembre de 2007, por ejemplo, un grupo de artistas e intelectuales norteamericanos, entre los que destacan los actores Sean Penn y Danny Glover, las escritoras Alice Walker y Cristina García, el cantante Harry Belafonte y el músico Ry Cooder, enviaron una carta al ex presidente George W. Bush en la que pidieron poner fin a la prohibición de intercambios culturales entre Cuba y Estados Unidos.
Cuba no está sola en esta lucha. Son miles las personas que en el mundo también alzan su voz en contra del bloqueo.
Los sueños de los cubanos no se arruinarán por los planes imperialistas. Ante las dificultades, la mayor de las Antillas se crece, como siempre lo ha hecho, y eso es lo que molesta al imperio.
El pasado 29 de octubre, cuando fue votada a propuesta de nuestro país la Resolución que pide poner fin al bloqueo, adoptada por primera vez en 1992, nuevamente vencieron las razones del pueblo cubano. Solo tres naciones, aliadas de Washington, se pronunciaron por la ilegitima medida.
La férrea resistencia de la población cubana, convencida de sus principios, acompañada por la mayoría de los pueblos, ha vencido al enemigo más poderoso del planeta.
Fuente: EXCLUSIVO, 21/05/09
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