lunes, 1 de junio de 2009

Elpidio, figura querida de la niñez cubana

Pincha la imagen y Elpidio te regalará una sabrosísima controversia cubana:



Como regalo a nuestros niños les dejo con fragmentos de la historia de su personaje favorito!!

Juan Padrón: "Condenado" a Elpidio Valdés 18/03/2008
Por Justo Planas Cabreja

Nadie se sorprendió cuando mi maestra de la primaria escribió en la pizarra Elpidio Valdés junto a Maceo, Gómez, Martí y tantos otros héroes de la historia de Cuba. De pequeños queríamos ser como el Che… y como Elpidio Valdés. Así ha quedado este personaje en mi generación, cotidiano hasta el error.

¿Quién duda que Elpidio Valdés camina entre nosotros? [...]

“Elpidio Valdés apareció por primera vez en una historieta que yo hacía, que se llamaba Kashibashi, que era de samuráis. Elpidio Valdés va a Japón porque los españoles estaban haciendo un arma secreta allí. Era una historieta loquísima y es la excusa para incluir ahí a un cubano, que aparecía para joder la pita. Y me gustó tanto que la cambié, para que Elpidio Valdés fuera el personaje principal”.

El personaje ve la luz por primera vez el 14 de agosto de 1970 en la revista Pionero. Y luego pasa a Zunzún en el 80, ahí continúa hasta fines de siglo. Pero es el cine, el Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC), el que lo vuelve popular. [...] Y en el 71, presenté el guión de Una aventura de Elpidio Valdés, entonces comencé a colaborar con los Estudios de Animación.

“En aquella época había un actor que se llamaba Tony González muy famoso por ponerle voces a los dibujos animados. Pero a mí no me gustó su voz para Elpidio Valdés. Y busqué un amigo mío del Servicio Militar, que era actor: Frank González”.

Frank González no solo trajo a la vida a Elpidio Valdés, Resoplez, el Coronel Andaluz, Cetáceo y tantos otros personajes de estas aventuras han hablado con su voz durante años. Otro amigo de Juan Padrón también hizo historia con el personaje:

“Silvio Rodríguez y yo estábamos juntos en la misma dirección política y en la revista Mella. Entonces, aprovechando que tenía un socio que cantaba, fui a verlo. A Silvio le gustó el personaje y se comprometió a componerle una canción. Creo que tenía gripe el día que iba a grabarla. Y lo obligué a ir. Fue a cantar la Balada de Elpidio Valdés casi encañonado".

“El día del estreno la gente se reía incluso en partes que yo no me esperaba. Una vez fui al cine y los niños la estaban repitiendo. Me daba rabia, pero de los errores. La gente estaba disfrutando la película y yo estaba sufriendo los errores. Otra cosa que me molestó fue que alguien que salía del cine dijo: “Oye, ¿esta película es hecha aquí?” Y otro respondió: “No, compadre, es española”. Y yo tenía ganas de responderle: “¡Nooooo, es de nosotros..! ¿No leyeron los créditos del principio, idiotas, que dice ICAIC?”

Visto así, parece cosa de suerte. Pero no hay nada más lejos de la verdad. Detrás de cada aventura hay una investigación bien profunda: “Si tú no sabes cómo se carga un cañón de esa época, no puedes dibujarlo. Pondrías siempre el cañoncito tirando. No enseñarías qué está haciendo la gente alrededor, el que mete la esponja húmeda, el que prepara la carga. Y todo eso a lo mejor es un tema para una historieta.

“Cuando íbamos a Camagüey, por ejemplo, pasaba por el museo. Hablaba con el director. Lograba sacar las armas que tenían expuestas. Las manipulaba. Les sacaba fotos.
“Leí muchos libros de la colección cubana de la Biblioteca Nacional, sobre todo de los diarios o los apuntes de los extranjeros. Porque los cubanos dicen: Hicimos esto y lo otro… y teníamos tal fusil. Pero no se molestan en describirlos. El extranjero le explicaba al público que no era cubano cómo era una tinaja, un bohío. Y todas esas descripciones y dibujos sí me servían a mí.

“Aproveché un viaje a España. Y en vez de ir a divertirme por ahí, entré al Museo del Ejército Español, que tiene un salón sobre Cuba. Ahí vi los cañones de la infantería española, los uniformes, las telas, los equipos de medicina. Incluso me hice amigo de un coronel que me enseñó a usar el heliógrafo. Grabé los toques de tambores, de cajas, como dicen ellos. Las partituras me las dio la Banda de Música del Rey. Y eso no existía aquí en Cuba”. [...]

“Para Elpidio Valdés yo me propuse crear un estilo propio. Cambié los fondos, que eran planos, usé tempera y luego acuarela, porque estaba buscando la que más me gustara. Cambié los diseños. Yo quería hacer un tipo de película que tuviera sonido ambiente. Y poco a poco, no te digo que en las primeras, fue un proceso de varias películas, me fui dando cuenta de que necesitaba una pausa, que hacía falta ambiente con pajaritos. A veces, cuando estaba Elpidio en la manigua, no se oía ni un pájaro. Quería que los disparos fueran más realistas, que sonaran los arreos de las monturas. Oyen la voz de Frank González, pero no saben que Martín Corona hizo los ruidos, y eso es fundamental en el dibujo animado. Yo pienso que el 40 por ciento de la eficacia del dibujo animado está en el sonido.


[...] Gracias a Juan Padrón, Elpidio Valdés hizo de las suyas durante más de 20 años. Ganó muchísimos premios nacionales e internacionales. Creó un estilo dentro del cine de animación cubano y sirvió de ejemplo vivo a las cinematografías latinoamericanas… Pero a mediados de los 90, Juan Padrón sintió que “estaba repitiendo la fórmula, los mismos chistes, las mismas situaciones. Entonces decidí no hacer ninguno más, hasta que no tuviera deseos. Prácticamente lo estábamos haciendo por metas. Era casi obligatorio… Estaba yo condenado a Elpidio Valdés”.
Ni aún así se detuvo la producción. “Los directores venían con la propuesta: ¿Por qué no me dejas hacer esta historieta? Yo les daba toda la información, los asesoraba, pero la decisión final siempre fue de ellos”.

Los últimos cuatro animados de Elpidio Valdés los hicieron Tulio Raggi y Juan Ruiz. “Son películas de tres minutos, cuatro minutos. El trabajo estaba bien hecho técnicamente. Pero como yo dibujo la uñita, la orejita, la nariz de Elpidio Valdés… Para mí, yo soy quien mejor lo dibuja. Aunque haya otros que lo hagan bien, quiero ser yo… Después de casi 12 años, Juan Padrón ya tiene deseos de volver a hacer a Elpidio Valdés. “Estoy preparando dos argumentos para largometrajes y un cortico que se llama Misión Especial. Pero depende de cómo le vaya con el público. Si no vale la pena, es mejor guardarlo. Porque ya el personaje no es tuyo, es patrimonio del público infantil, del público cubano. Por lo tanto tienes que hacerlo como a él le gusta”.

http://www.cubasi.cu/desktopdefault.aspx?spk=160&clk=190700&lk=1&ck=97960&spka=35

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