jueves, 16 de julio de 2009

Honduras en Golpe: La democracia de garrote… y la zanahoria (II)

Por Felipe de J. Pérez Cruz

entrando-a-la-casa-presd.jpgLa deposición violenta, el secuestro y la expulsión del país del legítimo presidente constitucional de Honduras Manuel Zelaya García, el 28 de junio pasado fue un operativo montado con plena complicidad de la Embajada y el Departamento de Estado de los Estados Unidos.

La afinidad de los golpistas con el Pentágono es de vieja data. El jefe del Estado Mayor Conjunto, el General Romeo Vásquez, destituido por el Presidente Zelaya y actor principal en el golpe es graduado de la Escuela de las Américas. También lo es el Comandante de la Aviación de Honduras, General Luis Javier Prince Suazo, asiduo visitante de Palmerola.

El secuestro el mismo día 28 de la canciller hondureña Patricia Isabel Rodas Baca, tan activa en su solidaridad latinoamericanista, la violación de la integridad diplomática y física de tres embajadores de países de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA) (1), que protegían a la canciller, ratifica la direccionalidad del Golpe.

El cuartelazo en curso se enlaza con una serie de actos antidemocráticos y violentos realizados en la región en los últimos años por las elites locales, con el apoyo y dirección de los Estados Unidos. Entre ellos está el Golpe de Estado producido en Venezuela en 2002 y el intento secesionista de la oligarquía santacruceña del 2008 en Bolivia. Ahora con los acontecimientos hondureños se percibe muy cercano el peligro de la vuelta para Nuestra América, de los días en que las botas de los gorilas y oligarcas hacían su fiesta de traición y horror.

Las reacciones

La asonada golpista recibió la unánime crítica de la comunidad internacional. La Organización de Naciones Unidas (ONU), Unión Europea, Organización de Estados Americanos (OEA), el Movimiento de Países No Alineados (MNOAL) y otras organizaciones y países, condenan el golpe de Estado y el secuestro del presidente Manuel Zelaya, y solicitan la inmediata restitución del orden constitucional en la nación. A menos de 24 horas de estar los militares en el gobierno del país centroamericano, en hecho inédito, los mandatarios del ALBA se reunieron en Managua para brindar toda su solidaridad al gobierno legalmente constituido de Zelaya. Acordaron retirar a sus embajadores de Honduras, y apoyar el rápido retorno del Presidente hondureño a su país.

La Organización de Estados Americanos (OEA) actuó tardíamente. El 26 de junio cuando se desató el llamado por Zelaya golpe de Estado técnico, debía haber estado en Honduras, como lo reclamó el presidente hondureño. Ya ante los alegatos de los presidentes de los países del ALBA, el día 1º de julio entra en acción y fija un plazo de 72 horas al gobierno de facto para la inaplazable restitución del presidente Zelaya en su cargo.

Para los miles de telespectadores que asistimos –con el concurso inapreciable de TeleSur-, a las fuertes y convincentes declaraciones de los líderes del ALBA, nos quedó claro que Zelaya optó por el discurso más conciliatorio de la OEA, y confío en la crítica que el gobierno estadounidense había realizado a los golpistas. Bien conocía el Presidente hondureño que sin el apoyo yanqui, los usurpadores no podían resistir. Pero en realidad la administración Obama no pasaría de las palabras a los hechos.

Si el político Zelaya equivocó su apreciación, no lo hizo el patriota consciente de su responsabilidad histórica. Los cantos de sirena del imperio no le impidieron al Presidente reiterar su decisión de regreso a Honduras ese fin de semana.

Como era de esperar, los golpistas desconocieron la autoridad de la OEA y rechazaron el intento de hacerlos ceder por parte de José Miguel Insulza, Secretario General de la entidad que viajó a Tegucigalpa. Mientras, se aferraban al objetivo de ganar tiempo para aumentar su credibilidad y las posibilidades de represión y desgaste contra el movimiento popular. Para este propósito intensificaron la represión al movimiento popular y continuaron emitiendo órdenes de captura contra ministros y gobernadores de los departamentos, dirigentes populares y sindicales, así como a los dueños de televisoras y radios independientes.

Los golpistas con la explícita colaboración de CNN en español, la espuria Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) y otros medios del aparato de propaganda imperialista emprenden su propia operación de contra-propaganda para insistir en la “legalidad” de la deposición de Zelaya. Cambian al espurio expediente de la renuncia de Zelaya, y problematizan el regreso del Presidente, instruyendo a la Fiscalía para que le levante numeroso cargos. Crean sus propias huestes de “masas” con contra-manifestaciones de los vecinos de los barrios de la burguesía y obligan a las trabajadoras y operarios semiesclavizados de las maquilas a secundarlos. A su vez, acusan a Venezuela, Cuba y Nicaragua de intervenir en sus asuntos internos. Una maniobra de autoagresión en la frontera es abortada con la oportuna denuncia del Presidente nicaragüense Daniel Ortega.

El 4 de julio la Asamblea extraordinaria de la OEA, que sesiona en Washington, suspende a Honduras de esa institución. En gesto solidario la presidenta Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, y los presidentes de Ecuador, Rafael Correa Delgado y Paraguay, Fernando Lugo Méndez, junto a José Miguel Insulza, se brindan a acompañar a Zelaya en su regreso a la patria.

El día 5 Zelaya hace realidad su decisión de regresar, lo acompañan Miguel d´Escoto presidente pro témpore de la Asamblea General de las Naciones Unidas, Patricia Rodas y otros acompañantes. Lo escoltan en otro avión los presidentes suramericanos, así como Insulza, que hacen escala en El Salvador a la espera de ver cómo se desarrolla la situación. Pero los militares impiden el aterrizaje del avión en el Aeropuerto Internacional Toncontín de Tegucigalpa.

Cientos de manifestantes que logran llegar hasta el aeropuerto para esperar a su presidente son fuertemente reprimidos y, como parte de una calculada contingencia de terror, dos jóvenes son abatidos por disparos de francotiradores.

La frustrada llegada del presidente legítimo a Tegucigalpa deja varias lecciones. Quienes usurpan y se aferran al gobierno en Honduras están dispuestas a impedir a toda costa la entrada de Zelaya Rosales al país. Tanta tozudez ratifica el temor que tienen a la presencia del líder. Ni siquiera se arriesgan a tenerlo prisionero dentro del país. Demuestra que la instrucción de falsos cargos es sólo una medida tendiente a una negociación en el exterior.

La impunidad de los golpistas, su desprecio por la integridad física y la vida de los manifestantes –aún a sabiendas de que no han podido neutralizar a Telesur y el episodio del aeropuerto Toncontín es seguido en vivo por millones de televidentes en América Latina y el mundo-, ratifica que se sienten acompañados, que el amo imperialista les ha asegurado su apoyo.

El “acompañamiento” del imperio

Las declaraciones de rechazo a los golpistas por parte del gobierno del Presidente Barack Obama no pueden confundirse. Del discurso a los hechos, si de los yanquis se trata, siempre media un gran trecho. Señales inmediatas lo fueron los subterfugios para no catalogar el acontecimiento como golpe de Estado.

La administración de Obama condenó la sedición militar de manera muy mesurada, clasificándola como una acción que estaba ''evolucionando hacia un golpe'', pero confirmando que legalmente no la consideraba como tal. Esta ambigüedad no fue fortuita. Permitió a los Estados Unidos cuidar su imagen “de rechazo democrático” y a su vez mantener la relación diplomática con el gobierno de facto y reconocerlo en la práctica. En caso de clasificar los hechos como un golpe de Estado, bajo ley estadounidense el gobierno de Obama estaría obligado a romper relaciones diplomáticas y suspender la mayoría de su apoyo económico y militar al país.

Las dudas sobre la posición estadounidense quedaron despejadas cuando se supo que el gobierno de ese país admitió que tenía conocimiento previo del golpe de Estado. En declaraciones a la prensa el lunes 7 de julio, dos voceros del Departamento de Estado comentaron que su Embajador en Honduras y un equipo de la diplomacia estadounidense “estaban en conversaciones” con los actores principales del golpe desde hace un mes. Esas “conversaciones” se intensificaron, cuando el embajador estadounidense en Tegucigalpa, Hugo Llorens, se reunió tres veces con los militares golpistas y los grupos civiles que conspiraban para tratar de buscar otra salida. The New York Times confirmaría que también el Secretario de Estado Adjunto para Asuntos del Hemisferio Occidental, Thomas A. Shanon participó de los contactos con los golpistas. Entonces… ¿no pudo o no quiso Estados Unidos conjurar el golpe? ¿Por qué olvidar la recurrente Carta Democrática de la OEA? ¿Por qué no alertar al gobierno de Zelaya para que éste tomara las medidas pertinentes?

Cada día hay más evidencias de cómo el Embajador Llorens, coordinó el Golpe contra Zelaya, junto con el subsecretario de Estado Thomas Shannon y John Negroponte, quien trabaja actualmente como asesor de la Secretaria de Estado Hillary Clinton. Así mismo, Llorens aparece en estrecha relación con otros conspiradores procedentes del exterior, en particular con su amigo Otto Reich, antiguo miembro de la junta de la Escuela de las Américas, ex Subsecretario de Estado para América Latina durante el gobierno de Bush, de quienes se conoce que estuvieron en contacto permanente con los golpistas.

Sin dudas para el Embajador Llorens, el hombre de Bush en Tegucigalpa, nada había cambiado en enero del 2009 cuando Barack Obama asumió la presidencia del imperio. Sus órdenes y misión desestabilizadora quedaron en pie. Y aquel 28 de julio logra al fin con el concurso de los golpistas sacar del gobierno y del país al molesto Presidente Zelaya ¿Conocía el Presidente Obama lo que hacían sus representantes en Tegucigalpa?

Barack-Bush: Una comparación a tener en cuenta

Hay quienes no se percatan de la diferencia sustancial que existe entre las administraciones de Barack Obama y George W. Bush. Este último gobernó el imperio con el pleno respaldo de la mayoría de la elite de poder. Retoño de esa clase, nieto de quien amasó una fortuna en connivencia con los nazis, hijo de un espía mayor que llegó a Presidente (2), Bush fue precedido de una plataforma ideológico cultural ultra conservadora, que logró imponerse a escala social, y fue elevada a política de Estado tras los atentados terroristas del 11 de septiembre del 2002. Bush, a partir de entonces, logró dar un inédito Golpe de Estado fascista a las instituciones y las libertades ciudadanas de la República del Norte, e impuso al mundo la voluntad guerrerista de los sectores más reaccionarios y criminales de la gran burguesía norteamericana.

Frente al creciente desprestigio del Emperador Bush, luego de sus errores y sobre todo su bancarrota moral y su fascismo desembozado e irresponsable, en la inmediatez de la crisis económica, un sector de la clase dominante –ni siquiera cerca del consenso de aprobación de su predecesor-, logró el balance imprescindible para lanzar y hacer triunfar la candidatura de Obama. No es extraño entonces que el actual Presidente carezca de liderazgo reconocido entre los que deciden el curso real de la política del Estado. Muchos lo desprecian por su origen de migrante africano, color de la piel y condición de hijo de clase subalterna (3). El hecho insólito de que un representante de los golpistas hondureños, el canciller de facto, se atreviese a insultar a Obama de “negrito que no sabe nada de nada…ni sabe dónde queda Tegucigalpa”, es una buena pista para entender qué le transmiten sus aliados de la derecha estadounidense.

Obama hoy por hoy, sólo administra el imperio. A pesar el todo el superpoder que tiene un Presidente de los Estados Unidos sobre la vida y la muerte de millones de personas en el planeta, Obama es reo del gran capital financiero transnacional que es quien decide en el imperio. Es un ensayo de alternativa sistémica más “blanda” y edulcorada, mientras se reacomoda el poder.

No se puede olvidar que tras el discurso amable y las sonrisas del actual Presidente, trabaja un político del sistema imperialista. Su declaración en la Quinta Cumbre de las Américas (Puerto España, Trinidad y Tobago, abril del 2009), de abrir una nueva relación con América Latina pronto tuvo el mentís de la continuidad del asedio y el bloqueo a la nación cubana.

El presidente Obama y su Secretaria de Estado Hillary Clinton de hecho continúan los intentos de condicionar un pretendido diálogo con Cuba a “cambios” políticos internos. Sigue la guerra económica, la persecución de empresarios y los castigos a quienes desacatan el férreo bloqueo. Se ha intensificado el apoyo a los mercenarios que paga el imperio dentro y fuera del país, y Obama mantuvo a Cuba, como en los peores años de la histeria contrarrevolucionaria de Bush, en la lista prepotente e infame de los países que colaboran con el terrorismo. La señora Clinton hasta el último momento estuvo conspirando en la 39 Asamblea General de la OEA (Honduras, junio del 2009), para impedir la histórica resolución que puso fin al espurio acuerdo que en 1962 expulsó a la Mayor de las Antillas de la organización… ¿Quién puede asegurar que esa misma doble cara no se emplee ahora en Honduras? ¿Que el imperio apoye a los golpistas, pero evite responsabilizar directamente a Obama para no empañar su sonrisa de “nuevos tiempos”?

La trampa: La “negociación” de San José

El Presidente Obama y el Departamento de Estado no solo se negaron a catalogar la asonada hondureña como golpe. Desde el primer momento Washington introdujo el concepto de las "dos partes" involucradas y la necesidad de un "diálogo" para restituir el orden constitucional, legitimando de esta forma a los golpistas.

Fue evidente la negativa del Presidente del imperio y su Secretaria de Estado a priorizar una entrevistarse con Zelaya, con la oportunidad de la estancia del legítimo Presidente hondureño en el país del Norte para participar en la reunión de situación convocada por OEA, y después en la Asamblea General de las Naciones Unidas, invitado por el padre Miguel d´Escoto. En esos primeros días de julio muy poco interesaba al presidente estadounidense la situación en Honduras. Mientras el pueblo del país centroamericano resistía el golpe, el Presidente Obama celebraba la fiesta nacional del 4 de julio en la Casa Blanca, con familiares de militares y su propia familia. Habló una vez más de la importancia y el orgullo de "ser" americano y dar gracias por las cosas que ellos poseen. En tal ocasión sus temas giraron en torno a los grandes desafíos a los que se enfrenta el imperio: un planeta en peligro, dos guerras, recesión económica, las reformas que se están llevando a cabo, como la educativa y la sanitaria, y el objetivo de conseguir la independencia en el suministro del petróleo.

La señora Clinton se dignó a reunirse con Zelaya a la altura del 7 de julio. Terminada la entrevista la declaración de la Secretaria de Estado fue de hecho un espaldarazo a los golpistas: “Ahora que tenemos un proceso de mediación… no deseo prejuzgar lo que pueden acordar las partes. Hay muchos temas que tendrán que ser discutidos y acordados”. Y para no dejar dudas de la posición “conciliadora” de Washington, la Secretaria de Estado también habló personalmente, vía telefónica, con el usurpador Micheletti. (Foto archivo)

Horas antes Obama había declarado que defendía al Presidente Constitucional de Honduras no por simpatía personal, sino por un principio de defensa de la democracia. Y esta declaración coloca el análisis en otro eje:

No se compromete el presidente del imperio con el regreso de Zelaya Rosales, sino con la vuelta del orden democrático.

En este camino, la restitución de la legalidad no significa, para Obama, la vuelta de Zelaya. En este punto de razonamiento, se entiende el apoyo de la administración norteamericana a la tesis liquidacionista de la anticipación de las elecciones que están fijadas para noviembre en el país centroamericano. Ello sacaría completamente del escenario al presidente Zelaya Rosales. Habría que preguntarse ¿dónde quedó el acatamiento de los Estados Unidos a la posición acordada dentro de la OEA, explícitamente contraria a negociar con los golpistas, que incluso acordó suspender a Honduras como miembro del organismo?

Si existía alguna duda sobre la dirección de las declaraciones de la señora Clinton y su Presidente, la terrorista cubanoamericana y congresista republicana Ileana Ros-Lehtinen se encargó de eliminarlas. Apoyó con rapidez la posición manifestada por la Secretaria de Estado: Esa es una mejor posición de la que teníamos hace 24 horas”, dijo. “Creo que es la posición correcta que tiene que adoptar el Departamento de Estado”.

El presidente de Costa Rica, Óscar Arias, no casualmente devenido en el eje de la “mediación”, aseguró que las conversaciones que sostendría en San José con el presidente Zelaya, y el gorila Micheletti, no serían "de igual a igual", pues la comunidad internacional no reconoce al gobierno golpista. Pero lo que en definitiva sucedió ese día fue el reconocimiento “de hecho” del gobierno usurpador. Poco importa que el protocolo en el aeropuerto, haya sido para el presidente legítimo. El delincuente y asesino Micheletti que debería ser detenido como delincuente internacional, fue recibido por Arias con la misma atención que Zelaya. Lo sustantivo es que se le reconoció como interlocutor válido. Lo demás sería un diálogo de sordos. Prepotentemente, Micheletti ya había adelantado que él no iba a Costa Rica a negociar nada.

Las cartas en la mesa

Afortunadamente el presidente Zelaya salió rápido de la trampa y evitó sentarse en una mesa “de negociación” con el gorila Micheletti. Horas antes de partir para Costa Rica, tomó distancia del concepto negociador de la señora Clinton. Ofreció una conferencia de prensa desde Washington donde dijo que en San José no habría una negociación, sino que Costa Rica solo serviría como una "plataforma para la salida de las autoridades de facto y retorno del gobierno legítimo". Al distinguir entre negociación y diálogo Zelaya aportaba la definición exacta. Nada había que negociar con los usurpadores, aunque se hace imprescindible el diálogo para ver cómo se resuelve la situación de la entrega del gobierno y el retoro del legítimo presidente sin más violencias, represiones y muertes.

El encuentro entre los delegados de Zelaya y del régimen de facto de Micheletti culminó el viernes 11 de julio en San José tras dos días de deliberaciones, sin lograr la renuncia incondicional de los usurpadores y el regreso de Zelaya. Los golpistas ganaron más tiempo y regresaron a Tegucigalpa con la victoria de una interlocución sin haber cedido terreno. Después de este encuentro se evidenció aún más que la pretendida negociación es un camino muerto, pero el Presidente Arias, impuesto de su misión imperial de “mediador”, se adelantó a informar que “ambas partes volverán a conversar próximamente”.

José Miguel Insulsa por su parte refuerza el concepto de negociación al afirma que “hay un amplio margen para el compromiso" que lleve a un acuerdo entre Zelaya y Micheletti. La mención a tan distendida “amplitud” resulta una negación de los términos bien precisos del mandato acordado para la OEA. Preocupa que Insulsa -tildado de “chavista” por las furibundos medios de la derecha golpista-, haga en definitiva una vez más la labor que siempre le ha correspondido a la OEA, la de fiel vocera y ejecutora de las posiciones e intereses de Washington.

Los golpistas en lo fundamental afirman la “legalidad y constitucionalidad" de su acto vandálico, y se niegan a ceder el gobierno. Han declarado su interés por adelantar las elecciones y afirman que estas serían "transparentes", mientras Zelaya podría volver a Honduras sólo si le dan amnistía. Se trata con ello de presionar a Zelaya para que negocie un regreso condicionado o un humillante perdón por las ilegalidades fabricadas por los usurpadores después que lo secuestraron y expulsaron de su patria. Como alerta Fidel en sus Reflexiones (4), tal acto significaría ante los suyos y ante el mundo su desaparición de la escena política. No sería comprensible que Zelaya admita ahora maniobras dilatorias que desgastarían las considerables fuerzas sociales que lo apoyan y solo conducen a un irreparable desgaste.

El Presidente legítimo de los hondureños, hombre de probada honestidad política, cada día que pasa confirma la inobjetable realidad. Interrogado sobre la intensa propaganda diversionista alrededor de una pretendida injerencia del Presidente venezolano Hugo Chávez en su país, declaró: “El que tiene injerencia en Honduras es Estados Unidos”

NOTAS

1. En el ALBA asocian Venezuela, Cuba, Bolivia, Nicaragua, Dominica, Honduras, Ecuador, San Vicente y las Granadinas, y Antigua y Barbuda. Paraguay ha anunciado su próxima integración.
2. Emilio J. Corbère: “Del abuelo nazi a la "Dictadura Mundial", www.soberania.info, Caracas, Venezuela, 24-03-03
3. Barack Obama: Dreams from My Father: A Story of Race and Inheritance. Times Books, 2004
4. Fidel Castro Ruz: Reflexiones de Fidel, Muere el golpe o mueren las constituciones, Cubadebate, sábado 11 de julio del 2009

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