Si algo ha caracterizado a los golpistas hondureños que asaltaron la constitucionalidad del país el pasado domingo 28 de junio es la desfachatez. Son coherentemente desfachatados:
- falsifican una carta de renuncia del Presidente legítimo que ya han secuestrado y expulsado del país, y no se avergüenzan ni intentan una explicación cuando son cogidos con las manos en la masa;
- anuncian una y otra vez que el país vive en la normalidad, y desatan una feroz represión contra el pueblo que pacíficamente ha tomado las calles para reclamar el regreso de Zelaya;
- secuestran al presidente, lo expulsan del país, y luego declaran que puede regresar como un ciudadano más, pero no le permiten el retorno;
- inventan expedientes criminales contra ese presidente; lo acusan de lo humano y lo divino; dicen haber librado órdenes de captura contra él, pero cuando pudieran haberlo detenido para juzgarlo, evitan a base de amenazas, represión brutal y despliegue militar que el avión civil en el cual viajaba de regreso a Tegucigalpa, aterrice en territorio hondureño;
- lo deponen, lo “sustituyen”, pero de vez en vez se refieren a Zelaya como “el Presidente”;
- dicen desconocer a la OEA, la denigran, la acusan de injerencia, se “retiran” de ella, pero un tantito más tarde le proponen conversar y negociar;
- alegan no importarles la opinión pública ni el aislamiento internacional, pero intentan convencernos a base de mentiras descaradamente burdas, de la legalidad y constitucionalidad del zarpazo que dieron;
- nombran canciller a un individuo troglodita, agresivo, soberbio, ofensivo, torpe, que en lugar de conducir las “relaciones internacionales” tal parece destinado a fabricarse enemigos por segundo;
- nombran como “asesor” de la “Presidencia” a un torturador que lideró los escuadrones de la muerte en el país;
- declaran que no se ha derramado una gota de sangre en el país, y junto a las denuncias por los muertos y heridos que con su represión están causando, recorre el mundo la foto de un adolescente de 16 años asesinado por el ejército de un tiro en la cabeza, cuando pacíficamente clamaba en las cercanía del aeropuerto de la capital, por el regreso del Presidente constitucional de Honduras.
Y así podríamos seguir citando ejemplos sin cesar…
¿Qué les recuerda? O mejor, ¿a quiénes les recuerdan?
Sin dudas, un accionar digno de un buen aprendizaje. Tal vez, un poco más caricaturesco, pero sin dudas, las huellas de los maestros son más que evidentes.
http://www.habanaenlinea.cu/noticias/julio09/06/03.html
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