martes, 9 de marzo de 2010

Cuba: algunos desafíos del color

Por Esteban Morales *
“Los temas de nuestra realidad nacional no se regalan, ni se prestan ni se venden, podemos compartirlos con personas responsables fuera de nuestro ámbito geográfico, pero lo que si no podemos es soslayar la responsabilidad de tratarlos nosotros mismos”.
mujer-cubana.JPGEl tema racial, probablemente sea él más complejo, “desconocido” y difícil de nuestra realidad social. Ningún asunto provoca tanta inquietud, preocupación y recelo.

No es difícil encontrar personas que no desean escuchar nada sobre el tema y que soslayan hacer comentario alguno cuando del problema racial se trata.

El tema racial esta íntimamente vinculado a otros, tales como: la economía, los derechos humanos, la desigualdad, la equidad, la justicia social, la marginalidad y la discriminación religiosa, entre otros.
Las potencialidades del tema son muy complejas. Depende de quiénes lo manejen y los objetivos con que lo hagan. Su arista negativa viene dada por el alto componente potencial de división social que posee. Su lado positivo, esta íntimamente vinculado a la búsqueda de la integralidad cultural y social y a la lucha por la verdadera unidad nacional.

Sin embargo, hasta ahora, al tema racial se le ha tratado, casi siempre, más bajo el temor de provocar la división social, que por sus componentes positivos. Razón por la cual, la atención que se le ha prestado, hasta hoy, se ha caracterizado mas por el silencio y haberlo diferido continuamente, dentro del devenir histórico del país, que por afrontarlo para su definitiva solución.

La reacción ante el tema racial, no admite una segura predicción de los comportamientos personales ante el mismo. Resulta ser él más soslayado y esquivado de nuestra realidad social. Muchos lo consideran como inexistente, o algo sobre lo cual no vale la pena hablar. Las reacciones personales ante el tema cubren una amplia gama de actitudes, que transitan desde la ingenuidad, la honesta ignorancia, el desconocimiento, la resistencia, la aceptación, el temor, la reticencia, el cinismo y la impotencia, hasta la cobardía.

Respecto al tema existen opiniones y enfoques diferentes, con frecuencia diametralmente opuestos. Estas opiniones se tornan divergentes en problemas tales como: si existe o no la marginalidad de negros y mestizos; si las religiones de origen africano han sido discriminadas o no; si se mantiene una hegemonía de la cultura llamada blanca o no; si existe o no racismo. Aunque todo parece indicar, que las mayores divergencias están alrededor de sí el tema racial existe como tal o no.
Lamentablemente, después de haber devenido en un tabú, a principios de los años sesenta, tenemos hoy, en nuestro país, un gran atraso en el tratamiento del tema racial, tanto en el orden intelectual como científico y político. Una parte importante de nuestra intelectualidad, ni siquiera lo menciona en sus enfoques actuales sobre la realidad social y cultural de la nación cubana, lo cual refleja sin duda la existencia de concepciones diferentes, acerca de en qué momento histórico del proceso de consolidación de la nación nos encontramos.

Consideramos que hay que acabar de aceptar que a todos los que hoy somos cubanos, no nos correspondió el mismo lugar dentro del proceso de formación de la nación, resultando imprescindible tomar en consideración las diferencias aportadas por los distintos puntos de partida, para lograr asumir una actitud realista ante la existencia de los grupos raciales, las desigualdades sociales y la problemática racial en la Cuba de hoy.

Cuando el tema racial sale a relucir, generalmente, ello se produce en forma hiriente, de reprobación o de reclamo de los “dolientes”, por haberlo mantenido en silencio. Dolientes que pueden pertenecer a cualquiera de los grupos raciales que componen actualmente la población cubana, pues durante estos mas de 45 años la revolución ha logrado generar en nuestro pueblo una ética antidiscriminatoria.

Se pensaba, al triunfo de la Revolución, que el tema racial se solucionaría, sin embargo, re-emerge ahora, con la virulencia propia de los problemas que dados como resueltos, realmente no lo están. Provocando sorpresas, disgustos y no pocas resistencias a su aceptación; por ello, resurge también en medio de un cierto “complejo de culpa”, que limita su abierto reconocimiento; algo similar a lo ocurrido, al principio, con la prostitución, pero de manera más dramática y contradictoria.

Soslayar el tema durante tanto tiempo, deviene actualmente un gran reto para la unidad de la nación cubana. Porque la unidad nacional, entre otros caminos, se tiene que lograr sobre la base del consenso dentro de la sociedad civil, por lo que -para que el consenso social logrado sea real-, no puede existir tema alguno que la sociedad no pueda debatir abiertamente, para tratar de hallarle solución. De lo contrario, se puede caer en la demagogia del slogan republicano, de que “todos somos iguales”, cuando aún no es verdad, haciéndose necesario recorrer todavía un largo camino para que ello deje de ser un deseo o una declaración de principios, para pasar a convertirse en una realidad. No todos los cubanos somos iguales, llegamos desde diferentes puntos de partida económicos, culturales y geográficos a la formación de la nación y es necesario reconocer esa diferencia; es decir, partir de las desigualdades existentes para alcanzar la verdadera igualdad. La igualdad es el proyecto, la desigualdad es aquello con lo que nos tropezamos todos los días.

Nuestra sociedad es sin lugar a dudas multirracial, más bien multicolor, pero resta mucho aun por avanzar, para que esa multicoloridad, que no es un simple problema de matices epiteliales, domine en todos los ámbitos de nuestra vida social, no tratándose tampoco de un simple problema de representatividad numérica de blancos, negros y mestizos, en diferentes posiciones, si no de terminar de asumirnos todos como lo que somos y lograr compartir el poder en igualdad de condiciones. Tal distribución de poder aparece con mucha fuerza, porque no todos los grupos raciales están en condiciones de imponerse de manera ponderada, para lograr los equilibrios de una sociedad realmente multirracial. Tema que, reconozcamos, existe, y siempre se identificará con asuntos que afectan a algún sector de la sociedad. No tratarlos, es dejar brechas a la inconformidad social y a su aprovechamiento por parte de los enemigos del proyecto social de la Revolución.

La raza o el color de la piel, son un fuerte fundamento histórico de las diferencias socioeconómicas en Cuba. Raza o color de la piel, estructura de clase y género se dan la mano dentro de la historia de la nación cubana. Los europeos, en particular españoles, que llegaron con credenciales de blancos (y así se quedaron), vinieron a la Isla como colonizadores, por voluntad propia, para hacerse de un proyecto de vida que no pocas veces realizaron. Los negros, fueron cazados o comprados en las costas de África y traídos como esclavos en los barcos negreros, después revisados en la plaza pública, vendidos como animales de trabajo, y eso determino el lugar que ocuparon, desde el principio, tanto ellos como sus descendientes, dentro de la sociedad cubana, colonial primero y republicana después.

Con los africanos llegados bajo la forma de esclavos a Cuba, ni siquiera es posible hablar de la “... migración de un grupo étnico, pues esta noción de grupo no se daba en las condiciones del tráfico de esclavos...”

“Luego entonces, la influencia que los negros esclavos tuvieron en la formación de la cultura y la nación cubana, no puede ser entendida al margen del tipo de traumatismos que genero en los negros esclavos y sus descendientes, él haber llegado a Cuba abrupta y violentamente, trasplantados de su medio natural y social y del tipo psicológico que tal fenómeno genero”.
Se trata de una tragedia muy difícil de superar, aun y cuando para las actuales generaciones de negros y mestizos sea solo un lejano recuerdo trasmitido. Por lo que entonces “... todas las supervivencias de la cultura africana deben considerarse siempre a partir de las condiciones sociales y sicológicas del hombre africano".

Muchas personas aun hoy, pueden experimentar cierta tristeza al recordar que sus antepasados tuvieron que sufrir el fenómeno de la trata y la esclavitud.
Desde 1886, en que fue oficialmente abolida la esclavitud, han pasado solo 124 años. Apenas algunas generaciones; poco tiempo aun para olvidar semejante genocidio. Pero mucho menos aun, si consideramos que fue solo a partir de 1959, que la dirección política revolucionaria cubana reconoció como una lacra el problema de la discriminación racial, el crimen de la trata y se comenzaron a tomar medidas al respecto. Aun menos, si consideramos, que 50 años después, el racismo y la discriminación racial son todavía asuntos no resueltos dentro de la sociedad cubana.

Por lo que todo vestigio de estereotipos raciales, prejuicio racial, discriminación y racismo, actúan negativamente sobre una memoria histórica, que tiende a recordar el problema y lo ve reflejado en los problemas que aun no están resueltos.

El llamado blanco se identifico siempre con la riqueza, el control de la economía, el privilegio, la cultura dominante, el poder. El negro, por su parte, se identifica siempre con la brutal explotación, la pobreza, el desamparo, las culturas sojuzgadas y discriminadas, la ausencia de poder. Lastres que aun no han sido superados y que todo parece indicar, determinadas fuerzas dentro de nuestro ambiente social, aun pretenden perpetuar y reproducir.

No es posible entonces, dentro de Cuba, en cualquier análisis que se haga de la realidad social, soslayar la existencia de los grupos raciales y del color de la piel en particular, detrás de lo cual se esconden siglos de explotación y degradación moral. Algo que solo un análisis socioeconómico, no bastaría para caracterizarlo. Porque encierra también componentes socioeconómicos, políticos, culturales, antropológicos y sicológicos.

A pesar de que resulta evidente hoy, para casi todos los intelectuales cubanos, que la masiva importación de esclavos hacia Cuba, para mantener el sistema de producción esclavista imperante en la Isla, desempeñó un papel determinante en la formación de la sociedad, la nación cubana y su cultura, se debe avanzar mucho todavía en el reconocimiento explícito del papel que esa masa de esclavos primero y personas libres después, desempeñaron en la formación de la nación.

Esa insuficiencia se manifiesta claramente cuando nos detenemos a observar cómo esta claramente recogido en nuestra historia escrita y en nuestra cultura, el componente europeo, español en particular, no así el componente negro y mestizo, de manera insuficientemente reflejado.

Existen todavía en nuestros días, además de lastres y deficiencias insuperadas, un fenómeno de reproducción y soporte de los estereotipos raciales, los prejuicios, la discriminación racial y el racismo, que la sociedad cubana en su imperfección, es aun capaz de reproducir y que continúan afectando seriamente la situación de negros y mestizos en la Cuba actual, dificultándoles ocupar el lugar que les corresponde en la sociedad cubana de hoy.

Entre tales problemas, podemos mencionar algunos muy importantes, como los siguientes:
1- La historia de Cuba, escrita, continua siendo en lo fundamental, una historia hegemónicamente blanca, existiendo muy poco de su contenido que exprese el papel desempeñado por los esclavos, la población negra y mestiza.
2- Las culturas “negras” que vinieron de África, son casi siempre recogidas, en la mayoría de las bibliografías, como religión, como folklore: casi nunca como filosofía, cultura, como cosmogonía y pensamiento, existiendo pocas excepciones importantes al respecto.
3- A pesar de los esfuerzos realizados, la literatura y la intelectualidad africana son prácticamente desconocidas en Cuba.
4- Se sabe muy poco de la historia de esos negros y mestizos que tomaron en masa muchos oficios, empleos y se asentaron en ellos, durante los siglos XVIII y XIX generando, particularmente en La Habana, una cierta clase media.
5- La familia negra o mestiza y sus redes de parentesco, están casi ausentes de nuestra historia escrita, también con muy pocas y honrosas excepciones.
Lo anterior se ve retroalimentado por nuestra televisión, en la que en muy raras ocasiones, el negro o el mestizo son mostrados en el contexto familiar. La familia negra o mestiza cubana, apenas aparece en nuestra televisión.
6- Se desconoce de manera cierta la composición “racial” del Ejercito Libertador, sin que hasta ahora exista una investigación completa sobre el mismo, presuponiéndose por fotografías de la época, testimonios y otras informaciones, que estaba formado por una gran cantidad de negros y mestizos.
7- De la mujer negra y mestiza dentro de la sociedad cubana, durante el siglo XIX y principios del XX, e incluso hasta hoy, se conoce muy poco aún.
Contamos con una amplia producción literaria, histórica, cinematográfica, danzaría, escultórica, cultural en general, que reivindica la presencia africana en nuestra cultura, pero muy poco de esa encomiable labor confronta suficientemente nuestra realidad actual, plagada aun de estereotipos raciales, prejuicios, discriminación racial y racismo.

Por todo ello, se hace necesario, en varios campos de la actividad cultural y de la vida cotidiana, de la república hasta hoy, investigar a fondo y construir obras valorativas críticas, acerca de la participación del negro y el mestizo cubano en la vida social, política y cultural de la nación. Hace falta construir una historia social del negro y el mestizo, prácticamente inexistente. Esta necesaria construcción responde a que resulta indispensable aportar esa información valorativa, para que definitivamente quede registrada en nuestra historia y se estudie en nuestro sistema nacional de educación a todos los niveles, para terminar de sacar la identidad del negro y del mestizo de la oscuridad en que la sociedad colonial y republicana las sumió.

En fin, la necesidad de todo lo anteriormente expresado, parte de que lo cubano subsumió al negro y al mestizo, pero dentro de un contexto hegemónicamente blanco, por lo que de ellos en sí mismos (negros y mestizos), sabemos aún muy poco.

Qué aportaron el blanco europeo y el español en particular, a la cultura cubana y a la formación de la nación, está muy claramente reflejado en la historia escrita; pero qué aportaron el negro y el mestizo a ese devenir histórico, falta aun mucho por investigar, escribir y sobre todo divulgar.

Todo ello responde, entre otros factores, a que el llamado “blanqueamiento”, no solo fue una realidad dentro de la ideología colonial y republicana, sino que se contaron con acciones políticas y actitudes dentro de la sociedad civil, dirigidas a que esa fuese la dinámica de la población cubana, ya que no era posible devolver los negros a África (aunque su propaganda existió, al negar algunos que los negros fueran cubanos) no pocos sostenían la tesis de que el problema se resolvería haciendo blanquear a la población negra y mestiza. La famosa tesis de “blanquear, blanquear, blanquear, y luego hacernos respetar” de José A. Saco, aun se pasea por nuestros ambientes, haciéndole una fuerte competencia a las ideas martianas sobre la raza. En medio de la realidad existente en la Cuba de hoy, con el criterio de “adelantar la raza” y de los muchos que siendo negros no se asumen como tales, todo parece indicar que falta un largo camino por recorrer para que el pensamiento de Martí sobre la raza asuma la validez definitiva que le corresponde en la Cuba actual.

Salvo excepciones de personas muy conocidas, tal pareciera como si la historia de Cuba (aparecida en nuestros libros) la hubiesen hecho sólo los blancos de procedencia europea. En Cuba, al parecer, tenemos la conciencia de que tal cosa no es verdad, si no que la historia la hemos hecho todos los que hoy somos cubanos, pero en la práctica diaria no se hace lo suficiente para cambiar esa percepción discriminatoria. Ello se manifiesta en que no pocas veces en la relación, sobre todo con el negro, asoma ese desconocimiento, bajo la forma de un sutil temor (Miedo al Negro) por ignorar mucho sobre el tipo de persona con quién se está tratando, lo cual se expresa frecuentemente en el trato paternalista que algunas personas blancas -e incluso negras y mestizas- prodigan al negro o al mestizo en sus relaciones. O cuando expresiones, en el fondo racistas, emergen al decir: “Es negro, pero es buena persona”, “Es negro, pero es inteligente”, “Es negro pero es honrado”.

Lo anterior es el resultado también de lo reciente que resulta todavía en nuestro país, la subestimación con que han sido tratadas en nuestro ambiente social las manifestaciones de las culturas venidas de África, sobre todo las religiosas, consideradas aun por muchos como “oscurantismo”, a pesar de que, para vergüenza de no pocos, ellas constituyen la esencia misma de la religiosidad del cubano, ya sea blanco, negro o mestizo.

La televisión nacional en particular, hace aun su aporte negativo a ese no-reconocimiento y desconocimiento. De modo que incluso, fueron abiertos dos canales educativos, y al principio, casi sin negros o mestizos como presentadores. Así como que aun al anunciar, promocionar, o reflejar alguna actividad, raras veces negros y mestizos son tomados como modelos, o aparecen en posiciones protagónicas.

Una persona racista dentro de nuestra sociedad, es fuente de contradicciones que deben ser resueltas si deseamos continuar avanzando, pues no son sólo las contradicciones con el imperialismo las que deben ser atendidas: el racista es también un enemigo del proyecto social de la Revolución.

Hoy día en Cuba hay personas que comparten idénticos objetivos clasistas, pero visiones sociales que los separan. Muchos son machistas, racistas, discriminan a los homosexuales, y practican otras formas de discriminación, tratándose de contradicciones no antagónicas, que dificultan la marcha del proyecto social, en esencia compartido por todos, pero que aun debe ser consolidado.

Si nos remitimos al estado del tema racial dentro de nuestro Sistema Educacional y en el mundo académico universitario en particular, la situación podría calificarse de bastante insatisfactoria.

Esa historia insuficiente, ya mencionada, es la que se estudia en nuestras escuelas y facultades universitarias. No existen los “Estudios Raciales “en nuestras universidades, pues apenas han comenzado a aparecer; ni apenas se imparten sistemáticamente tales contenidos en los programas de pregrado o de postgrado. Nuestra historia nacional, no pocas veces es enfocada como “una sucesión interminable de hechos heroicos y de héroes perfectos”, dejando múltiples espacios en blanco, que son aprovechados por los que tratan de construirnos una historia desde fuera, situación en la que se destaca lo que pudiera ser el tratamiento contemporáneo de la racialidad en Cuba.

Los temas de nuestra realidad nacional no se regalan, ni se prestan ni se venden, podemos compartirlos con personas responsables fuera de nuestro ámbito geográfico, pero lo que si no podemos es soslayar la responsabilidad de tratarlos nosotros mismos. Pues quienes te dicen como fue la historia, te explican el presente y diseñan el futuro. 

Nuestra educación no podría ser calificada como racista, por cuanto todas las personas, independientemente de su clase de procedencia o color de la piel, tienen acceso a ella, en igualdad de condiciones y similar tratamiento. Pero, mirando más profundo, observamos que los troncos formativos de nuestra nacionalidad y de nuestra cultura no integran equilibradamente dentro del contenido de la educación que se imparte; no comparten por igual el contenido de nuestros planes de estudio y programas. Niños o jóvenes cubanos, blancos, negros y mestizos, no se sientan en las aulas a recibir una enseñanza que, por igual, los asuma como parte de una sociedad unietnica y multirracial.

La cuestión relativa a nuestra identidad multirracial o multicolor, tiene que acabar de tomar su lugar dentro de la educación cubana. Pues se trata de un problema que nos afecta a todos. Mientras ello no sea así, no estaremos realmente educando para ser cubanos. O estaremos dejando el asunto a la espontaneidad, que es peor.

Tenemos noticias de que ya hay maestros que tratan de hacerlo, pero no sobre la base de una explicación histórica, coherente y argumentada que todos debemos conocer, acerca de cómo se formo la nación que hoy tenemos en Cuba y cuáles son los retos que aun su consolidación nos plantea, si no de un modo en que las diferencias son introducidas, creando cierta confusión entre los niños y llevándoles a la mente preocupaciones, fuera de un ámbito programático y argumentado, que nunca serian capaces de entender y mucho menos utilizar en su comportamiento social.

Apenas existen investigaciones sobre el tema racial, trabajos de diploma, tesis de Maestría o de Doctorado. Muchas de las investigaciones que se hacen sobre el tema, por lo general, quedan engavetadas, esperando interminablemente para ser publicadas. Dentro de nuestras universidades, -aunque tal vez sea posible excluir a los Institutos de Arte- la llamada cultura occidental, anglo, blanca, aplasta o mantiene en un lugar secundario y subalterno a las culturas de origen africano o no “blancas” en general. ¿Qué impacto puede tener esto en los estudiantes, su formación y en la retroalimentación de tales criterios excluyentes?

Una educación con tales insuficiencias, como las señaladas, puede contribuir a desconcientizar a los negros y mestizos, aunque también a los blancos; es decir, a borrar en estos la conciencia de su identidad. De lo contrario ¿cómo explicar la insuficiente conciencia racial que existe aún en nuestra población, sobre todo, no blanca? ¿Como lucharemos contra el racismo y la discriminación racial que sobrevive y nuestra sociedad aun alimenta, si carecemos de conciencia racial?

La respuesta creemos, es bien sencilla: en nuestra educación aun son alimentadas las tendencias al “blanqueamiento”. Dentro de una sociedad de hegemonía blanca, padecemos el occidentalismo y educamos eludiendo mencionar el color, con todas sus implicaciones, enseñanzas y reconocimientos, por lo cual, querámoslo o no, en la practica, ¿educamos para ser blancos?

Porque, si aun vivimos en una sociedad que conserva y alimenta parámetros de hegemonía blanca y al educar no mencionamos el color, ¿para qué color educamos? Resultando entonces, que no se excluye a negros y mestizos de las aulas, pero si se les excluye del contenido de los programas de estudios y los planes de las asignaturas. Aunque como expresamos, al excluir al negro, estamos excluyendo al llamado blanco, porque esa es también su cultura, creyendo que con ello se hace un bien. Pero lamentablemente, estamos desconociendo, que poco importa que dos niños de color diferente sean amigos, anden de la mano en la escuela, incluso lleguen a tener relaciones amorosas, si sentados en el aula no reciben contenidos académicos, que por igual los asuma y presente mutuamente como forjadores de una nación unietnica y multirracial. Cuando crezcan, lo más probable es que cada uno tome su camino. Podrán salir de ese experimento algunos matrimonios interraciales, pero no habremos avanzado mucho, ni todo lo que hubiéramos podido. En realidad, todo ello concluye, lamentablemente, en un ambiente social que tiende a trasmitir a los negros y mestizos, a todos en general, que es mejor ser blancos.

Nuestra literatura, especialmente la científica, es muy limitada en trasmitir valores que permitan a las personas, sobre todo negras y mestizas, sentir que vivimos en una sociedad multirracial.

Se ven muchas personas blancas y no blancas, conviviendo en nuestras ciudades, escuelas, instituciones, en la calle, compartiendo múltiples espacios sociales y políticos, pero el ambiente social aun no trasmite con suficiente profundidad y fuerza la educación y la cultura de una sociedad multirracial. Porque, entre otros, quedan muchas cosas básicas, que todavía no son compartidas en igualdad de condiciones.

Este fenómeno, que resulta del todo negativo, de no ser atendido en su profundidad y extensión, puede devenir en un serio factor de afectación de la cohesión política lograda durante todos estos años.

Todo ello, a nuestro entender, es una de las expresiones más serias de la tendencia al “blanqueamiento”, que sobrevive en nuestra sociedad. Aquí nuestra televisión en particular, vuelve a hacer su aporte negativo. Somos capaces de presentar a nuestro pueblo, con toda su coloridad en los actos políticos, pero muy mal en sus identidades individuales y grupales.

Entonces, el hecho de que los negros cubanos, hayan tendido más a proclamarse como cubanos que como negros, algo que de hecho es positivo, tiende a tener también su lado negativo, pues proviene de un ambiente ideológico, que ha subestimado y hasta atacado el autoasumirse como negro o mestizo. Por lo cual, autoasumirse, que puede ser considerado como una riqueza de nuestra cultura, se ha tendido a verlo más como un fenómeno de racismo, cuando en realidad, no tiene nada de racista el que negros y mestizos se asuman como tales, al mismo tiempo que se asumen como cubanos, cayéndose en el error de valorar el asunto como una cuestión de raza o color de la piel, cuando de lo que se trata, en realidad, es de una disfuncionalidad cultural de la nación vista como un todo.

Muy poco se ha publicado en Cuba, sobre el tema racial, que aborde su actualidad en los últimos 40 años. Lamentablemente, las investigaciones más extensas, sobre el tema racial en Cuba, no han sido producidas por científicos o escritores residentes en la Isla. Varias investigaciones sobre el tema racial, realizadas con mucho esfuerzo por el centro de Antropología de la Academia de Ciencias de Cuba, esperan aun para ser publicadas.

En nuestra televisión y el cine, con muy pocas excepciones también, tal pareciera como si los negros y mestizos, durante el siglo XIX, sólo hayan sido esclavos, cimarrones o miembros del Ejercito Libertador.

Prácticamente ningún cineasta se atreve a abordar el tema racial en la contemporaneidad, o proyectándose hacia ella; y casi sin excepción quienes se han atrevido a hacerlo, no la han pasado muy bien Recientemente, el documental “Raza”, producido por Eric Corvalán y patrocinado por el Centro Martin Luther King, aún espera para ser exhibido por la televisión cubana.

Las novelas cubanas de la televisión, en la que negros o mestizos aparezcan en posiciones protagónicas, son prácticamente inexistentes, dando lugar a la opinión, bastante generalizada, de que en Cuba hacemos con el negro en nuestra televisión, lo que la demagógica y racista televisión norteamericana, no se da ya el lujo de hacer. ¿Faltan razones para tal afirmación?
Se haría demasiado largo este ensayo, por lo que preferimos listar algunos de los problemas que aun nos afectan y que son los siguientes:
1- La historia escrita, refleja de manera insuficiente el papel desempeñado por negros y mestizos y por la mujer negra en particular, en el proceso de construcción de la nación y su cultura.
2- Las manifestaciones de racismo, que se expresan como fenómenos de exclusión del negro y del mestizo, sobre todo de los primeros, en algunos espacios sociales y económicos, es un fenómeno que debe ser combatido aun de manera mas abierta, multilateral y sistemática.
3- La insuficiencia cultural e ignorancia presentes en no pocas personas, que soslayan el tema racial, niegan su existencia, asumen ante el mismo las más disímiles actitudes, o simplemente consideran que se trata de algo sobre lo cual no vale la pena hablar.
4- La nueva economía, emergida en Cuba durante el denominado “Periodo Especial” es aun muy excluyente en cuanto a la presencia de negros y mestizas en posiciones protagónicas, especialmente en las actividades cercanas al turista y las posiciones de dirección.
5- Los principios trazados por la Dirección del País, para lograr la existencia de un equilibrio racial en la política de cuadros, establecidos en 1985, todavía no se cumplen.
6- La educación cubana, por su parte, aun no ha asumido la problemática del color de la piel, como parte de la formación científica, cultural e histórico-política, de un estudiantado que todavía debe enfrentar dentro de la realidad social actual, la existencia de estereotipos raciales sobre los negros y los no blancos en general, los prejuicios raciales, la discriminación racial y el racismo. Por lo que respecto al tema de la racialidad, existe aun en Cuba una profunda dicotomía entre escuela y realidad social, que afecta al desarrollo cultural y político de la juventud principalmente.
7- Negros, blancos y mestizos, no se sientan en las aulas a recibir contenidos que los asuma a todos, de manera igualitaria, coherente y equilibrada, como miembros de una sociedad uni-étnica y multicolor.
8- El color de la piel no aparece abiertamente asumido como una variable de consideración directa dentro de la política social. Es cierto que esta ultima ataca de manera mas especifica y directa la pobreza y la desigualdad existente, pero, la Acción Afirmativa que se practica, aun no llega a la esencia de las diferencias, que engendradas a partir de los distintos puntos de partida históricos, subsisten entre los grupos raciales que integran la población cubana actual: blancos, negros y mestizos.
9- El discurso público, por medio del cual se ataca la discriminación, todavía es insuficientemente divulgado, presentando ciertas aristas que deben ser ampliadas. A pesar de ello, sus formulaciones ya encierran un basamento ético importante para debatir sobre la cuestión racial.
10- Una parte considerable de nuestra intelectualidad, ni siquiera menciona el tema racial, no tomándolo en cuenta como un problema a resolver, por lo que es posible afirmar que existen diferencias importantes, incluso entre nuestros intelectuales, en cuanto a cuál es el momento específico del proceso de consolidación de la nación cubana y su cultura en que nos encontramos.
11- Nuestra estadísticas económicas y sociales, salvo a niveles muy agregados, ignoran hasta hoy el “Color de la Piel”, con el consecuente posible cuestionamiento científico a la validez de sus conclusiones, así como la perdida de oportunidades que ello representa, al no reflejar la verdadera obra de la Revolución.
12- Nuestras Ciencias Sociales y Humanísticas, en particular dentro de la Educación Superior, no asumen de manera suficiente el tema racial, como algo de vital estudio e investigación, para la más profunda comprensión de la sociedad cubana y el insoslayable abordaje de su perfeccionamiento, por lo cual, la docencia e investigación que se realizan en nuestros centros y facultades universitarias, son insuficientes desde la perspectiva planteada
• ¿Se puede continuar investigando a la sociedad cubana, sin abordar a fondo el tema racial?
• ¿Qué consecuencias tiene para las Ciencias Sociales y Humanísticas cubanas no investigar ampliamente y a fondo el tema racial en Cuba?
• ¿Qué consecuencias tiene para la realidad social cubana actual, que no se aborde en nuestros medios y en la educación de manera sistemática el tema racial?
• ¿Qué consecuencias tiene para la lucha contra el racismo y las relaciones con los movimientos indígenas y afrodescendientes en América Latina y el Caribe, para las relaciones con África, mantener el discreto silencio que sobre el tema racial aun sobrevive?

Por fortuna, en los últimos años, la problemática racial cubana ha recomenzado a ser abordada desde la óptica del trabajo científico y, de hecho, ya constituye un tema de atención en el quehacer de una parte importante de la intelectualidad cubana en el campo de las ciencias sociales y humanísticas, lo cual es sumamente importante, dado el atraso que aun presentamos en el tratamiento del tema, junto a la necesidad que tiene nuestra política social de contar con investigaciones profundas que impacten la práctica política, la política social en particular y el discurso para la batalla de ideas.

* Dr. C. Esteban Morales, Centro de Estudios Hemisféricos y sobre Estados Unidos (CEHSEU), Universidad de La Habana

Citas tomadas del trabajo del mismo autor: “Cuba: algunos desafíos del color”, La Jiribilla Año V La Habana 9 - 15 de septiembre de 2006

Foto RCBaez_Mujer cubana

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