Por Ernesto Pérez Castillo
Juanes –el de la camisa negra, y también de la camisa blanca, que él muda de ropaje según el viento sople– ha vuelto a hacer otra Juanajada. No hace mucho la emprendió contra Chávez, y cuando recibió el chaparrón de riposta que le dedicaron los chavistas, entonces valientemente reculó, justificándose con que sólo había hecho “un chiste”.
Ahora se ha bajado con algo no puede ser sino otro chiste también, nada más y nada menos que clamar por el Premio Nobel para las maratonistas habaneras agrupadas bajo el alias de “damas de blanco”.
El muchachito sustenta su argumentación en “su pacífica lucha diaria”. La “lucha” –que no es diaria sino que se limita a los domingos después de misa–, se las financia el Gobierno de los Estados Unidos, según ellas han reconocido, y ahora mismo han caminado un poquito de más porque el billete está en veremos, luego que se ha sabido que los intermediarios entre ellas y la plata suelen quedarse para sus bolsillos con la parte más jugosa.
Por eso las han clonado, y ahora también marchan en Miami, y entre las “damas de blanco” del otro lado hemos visto posar ante las cámaras nada más y nada menos que al terrorista Luis Posada Carriles, vestidito de blanco, como las “damas”, como Juanes. Y ahí no hay casualidad: Posada es deudor de Santiago Álvarez, uno de los organizadores de su “liberación” de las cárceles panameñas, y quien le introdujo ilegalmente en la Florida a bordo de una embarcación llamada Santrina.
Este Santiago, otro viejo terrorista, para no ir más lejos, fue quien en 2001 organizó un comando que se infiltró en Cuba con misiones tan pacíficas como volar el Cabaret Tropicana cuando estuviera lleno de turistas. En conversación telefónica, que fue grabada y ampliamente difundida después, le indicó a uno de sus subordinados: “Entras por una ventana y con dos laticas se acaba todo aquello”. Con “dos laticas” se refería a dos envases de cervezas, colmados del explosivo plástico norteamericano C-4.
Pues bueno, este señor es otro que les enviaba mensualmente 1 500 dólares a las “damas de blanco” –igualmente reconocido por ellas–, y no lo hacia a cambio de nada, por supuesto. El caso es que el FBI incautó en las oficinas de Santiago Álvarez un alijo de pertrechos bélicos con numerosas ametralladoras y otras armas de fuego, incluyendo un lanza-granadas, con los números de serie borrados.
La idea de Santiago era que las “damas” certificaran, ante el juez que llevaría su caso, que él ayudaba a organizaciones de derechos civiles en Cuba, cosa que las damas hicieron por escrito. Para eso él les enviaba su mesada. Dando y dando, negocio redondo.
¿Esto lo sabe Juanes?
Porque Juanes sabe más de cuatro cosas. Sabe cuando hablar y cuando callarse la boca. Por eso, al anunciar que viajaría a La Habana en septiembre pasado, fue de inmediato “invitado” a reunirse con la Secretaria de Estado Hillary Clinton. Todo el mundo habló de eso, pero ni Juanes ni nadie dijo ni media palabra sobre las instrucciones que en ese día la Clinton le impuso para dejarle venir a Cuba.
Y luego al muy Juanes se le ocurre mencionar que las “damas” apoyaron su concierto aquí, “cuando otros sectores se oponían drásticamente”. Dicho así, pareciera que el gobierno comunista era quien le vetaba el conciertico –la verdad es que la gente fue a la plaza ese día a bailar con Van Van, y no revelo con el dato ningún secreto–, cuando lo cierto es que todas las críticas, que le llovieron encima desde que lo anunció, le vinieron directamente desde la ultraderecha mafiosa de Miami.
Y esa ultraderecha es poderosa, y no perdona, y entre otras cosas manejan el mercadeo musical del sur de la Florida, que para eso está ahí la pareja del momento, el mercachifle Emilio Estafan y su Gloria. Quizá, por lo que se ha visto recientemente, sea inexacto hablar en este caso de “pareja”, y más bien son un ménage à trois con Posada, desde que lo invitan a almorzar a su restaurante, y lo llevan de la mano a las marchas que se inventan en Miami.
Con ellos Juanes tiene que blanquearse del pecado de venir a La Habana, por eso esta jugada con las “damas de blanco”, a las que pretende comparar con las Madres de la Plaza de Mayo argentinas, a quienes nadie les pagó por movilizarse en medio de una dictadura que les arrancó 30 000 hijos, la mayoría de los cuales hasta el sol de hoy siguen desaparecidos.
Sobre esa burda manipulación que no convencerá a nadie, Hebe de Bonafini, presidenta de una de las asociaciones que integran el movimiento de las Madres de Plaza de Mayo, ha afirmado: “las llamadas Damas de Blanco defienden el terrorismo de Estados Unidos y las Madres de la Plaza de Mayo simbolizamos el amor a nuestros hijos asesinados por tiranos impuestos por Estados Unidos”.
¿Eso lo sabe Juanes? ¿O también ignora que en medio de todo, en el corazón del Plan Cóndor, en la primera línea, enseñando a torturar y torturando, enseñando a matar y matando, enseñando a desaparecer y desapareciendo, estaba Luis Posada Carriles, el que ahora posa ante las cámaras como defensor de las “damas de blanco”, las mismas defendidas de Juanes?
Pero a Juanes no hay que tomárselo en serio, ya se sabe que él se la pasa haciendo chistes. Juanes es un gracioso. Juanes es muy cómico. Juanes es un payaso.
Por mi parte, las únicas damas de blanco que en esta Isla reconozco son las cientos y miles de mujeres cubanas que con sus batas blancas de médicos y enfermeras, han salvados millares de vidas aquí, allá y sobre más que nada en todos “esos rincones oscuros del mundo” de los que hablara Bush.
Y a ellas, ni Juanes ni nadie las propone para el Nobel. Ni falta que les hace.
Publicado por M. H. Lagarde para Cambios en Cuba
Comp. fotg. RCBáez_Sam Juanes
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