“Tal vez el único delito cometido por ambos lo fue el ser humildes pescadores cubanos y haber visto con esperanza el proceso transformador que vivía su Patria, la misma que llevaban en el corazón en cada largo viaje y protegían intacta de las tormentas
y el mal tiempo”.
Percy Francisco Alvarado Godoy
- Roberto Torna Mirabal: otra historia del terrorismo contra Cuba
Acacia Pérez Vita es una cubana con dolor en la memoria. Acacia era la mujer feliz de un pescador que un día de otoño salió de casa y jamás regresó. Ella todavía recuerda su mirada, la señal de despedida de sus manos, su olor a mar y salitre. Su esposo se llamaba Roberto Torna Mirabal y fue asesinado por una banda terrorista mientras trabajaba en una campaña de pesca cerca de Las Bahamas.
Los sucesos ocurrieron el 4 de octubre de 1973. Los pescadores de los barcos pesqueros cubanos Cayo Largo 17 y Cayo Largo 34 se empeñaban en su faena diaria. De pronto se aproximó una lancha pirata y comenzó a disparar.
Ruido, gritos, olor a pólvora y sangre. Confusión. Roberto cayó herido, quizás ya estaba muerto cuando su cuerpo desapareció en el mar. Así se lo contaron sus compañeros a Acacia días después.
También ella supo que los asesinos tenían cubiertos los rostros y mostraban en sus uniformes unos brazaletes en los cuales se podía leer Alpha 66.
Después se supo toda la verdad. Se trataba de terroristas de la organización anticubana Frente nacional de Liberación de Cuba (FNLC). Se trataba de otro golpe de la mafia y de la CIA a los pescadores de la Isla que trabajan en pos del progreso económico de su país.
Por aquellos días la hija de Roberto y Acacia esperaba su primer hijo. La triste noticia impactó en la joven que dio a luz un bebé prematuro y ambos casi pierden la vida.
Acacia revela que durante 20 años esperó a su Roberto. Hoy confiesa cuánto le costó aceptar que jamás regresaría: “Todavía estoy esperando… Oficialmente lo dan por muerto, pero yo tengo alguna esperanza…, no quiero conformarme… el problema es que uno no acepta un muerto querido hasta que no lo ve, no lo toca…”
Hoy, ella sigue preguntando a las olas y a las aves si han visto por alguna isla incierta a su querido Roberto. Nadie le responde. Algunas veces se inquieta cuando el nieto sale de pesca y solo respira aliviada al verlo aparecer con ese olor a mar y salitre que le recuerda al hombre amado y ausente, arrebatado por la furia del terrorismo un día de otoño hace 37 años atrás.
- Arcilio Rodríguez García en el corazón
“Los personajes que se dedican al terrorismo contra Cuba son demasiado calculadores para ser fanáticos, demasiado resentidos para ser cristianos, demasiado cobardes para ser patriotas, demasiado cómodos para ser combatientes, demasiado odiadores para ser inteligentes…”
René González Shewerert
El 14 de octubre de 1994 un joven cubano salió a pescar. Se llamaba Arcilio Rodríguez García y el mar le había entrado por los poros desde que nació. Era el síndrome de quienes habían nacido, como él, cerca de Caibarién, al norte de Villa Clara.
Por eso le encantaba la pesca, recoger caracoles extraños, jugar a descifrar los enigmas de los peces y las olas. Dicen, que antes de partir besó a la esposa, abrazó al hijo y se despidió de su madre como de costumbre. No volverían a verlo con vida.
Aquella madrugada del 15 de octubre Arcilio, con seguridad, miró extrañado a los siete hombres armados vestidos de camuflaje. Él no sabía que se trataba de terroristas que venían de Miami con la misión dirigirse hacia las lomas del Escambray.
Tampoco, que para poder llegar a su destino y ejecutar con éxito todo tipo de acciones violentas contra la población y la economía eliminarían sin escrúpulo cualquier estorbo. Los asesinos vieron a Arcilio como un obstáculo y como tal lo trataron.
A su madre le dijeron: “Tati tuvo un accidente” Cuando ella llegó a Caibarién supo la verdad por el mejor amigo del hijo, “¡Lo mataron Martha, lo mataron!”.
Luego de las investigaciones conoció que fueron Armando Sosa, Lázaro González, Jesús Manuel Rojas, Miguel Díaz, Pedro Guisao, José Ramón Falcón y Humberto Real quienes le mataron al muchacho.
También, que estos pertenecían al Partido Unidad Nacional Democrático (PUND), uno de los tantos grupos terroristas nacidos en la Florida para destruir a la Revolución cubana, que eran criminales a sueldo sin principios, ni patria.
Cuentan que el rostro de Arcilio Rodríguez García tenía pintados el enigma de las olas, la serenidad del mar, la hermosura de los caracoles el día en que fue despedido por los suyos. “¿Qué ropa le vamos a poner?”, le preguntaron a su madre. Ella, aunque ya estaba vacía y tenía la mirada perdida dijo: “La que la hermana le regaló para una ocasión especial”.
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